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V E I N T I O C H O

La última semana de clases en la academia antes de las vacaciones de invierno, pasó muy rápido.

El miércoles y jueves algunas de mis clases fueron suspendidas por razones que desconozco, así que no había vuelto a tener oportunidad de hablar con Jennie. Solo la había visto en unas dos ocasiones a las afueras de la academia y en el pasillo, en ambas ella me sonrió, pero no se acercó a saludarme ni yo a ella, pues siempre estaba con alguien más.

Hoy era viernes, y el último día de clases. De hecho solo me quedaban dos más y podría irme. Estaba nerviosa porque llegando al departamento comenzaría a empacar mis cosas para irme con Rosé a Tailandia mañana mismo. Por fin, después de más de cuatro meses aquí en Francia, podría ir a mi país natal a visitar a mi familia. En este momento no podía pensar en otra cosa que no fuera aquello.

Mi día escolar terminó más rápido, y me fui sin pausas al departamento. Al llegar Rosé estaba en la sala de estar guardando cosas en su maleta y con la música a un volumen moderado.

— ¿Guardando tus cosas?

— Asi es, no veo la hora de volver a Tailandia. Aunque debo decir que extrañaré Francia.

— Bah, solo nos iremos tres semanas.

— En realidad un mes. Estamos a principios de diciembre y regresaremos a principios de enero.

Asentí.

— Iré a guardar mis cosas en la maleta.

— De acuerdo.

Me adentro a nuestra habitación donde comienzo a sacar ropa de los cajones. Solo llevaré lo básico, un atuendo completo y lo que llevaré puesto, pues de igual manera he dejado parte de mi ropa allá. En organizar la maleta se me fue una corta media hora. Me dejé caer sobre la cama para revisar mi celular, tenía tiempo libre y solo deseaba quedarme así acostada unos minutos. Entonces escuché la puerta abrirse.

— ¿Todavía no estás vestida? —pregunta Rosé.

— ¿Vestida? ¿Para que me vestiría?

— ¿No recuerdas la fiesta que tenemos esta noche?

— Oh, lo había olvidado.

— ¿En serio? Llevo toda la semana hablando sobre eso y la ropa que usaré —se queja—. Dime que si compraste un atuendo Tailandés, Lisa.

— Preferí no comprar algo nuevo y pedirle a mamá que me enviara uno tradicional de los que tenía guardados en mi habitación.

— Bien, debemos comenzar a arreglarnos, porque pasarán por nosotras dentro de mmmh ¿dos horas?

— Ya te has maquillado a lo que veo.

— ¡Asi es! Mina me envió un tutorial para hacer esto.

— Pareces entusiasmada.

— Lo estoy.

(...)

Dos horas más tardes, Rosé y yo ya nos encontrabamos listas para la fiesta. Roseanne con su debido maquillaje y conjunto que representaba la cultura Japonesa (claro, por acompañar a Mina) y yo con mi atuendo dorado que representaba a mi País, Tailandia.

— Vaya Lisa...te ves muy bien con ese color —murmura Rosé.

— ¿Si?

— Claro, el dorado fue hecho para ti —ella baja su mirada hasta donde su celular que se encuentra en la mesa de la sala—. Debemos bajar, Jisoo ya llegó por nosotras.

Ambas bajamos cuidadosamente. Agradezco que en el edificio haya elevador, porque con los atuendos que llevamos, nos sería complicado bajar escaleras. Cuando llegamos a la recepción del edificio, Jisoo se encontraba ahi de pie, esperándonos junto a la puerta.

— Hey, lucen muy lindas —nos dice.

— Gracias, tu igual.

Ella llevaba una falda blanca de encaje, larga, y una blusa de manga larga con el mismo diseño, y con unos tirantes encima color negro. Ni idea de si era un traje tradicional de aquí de Francia, pero se le veía bien.

— Vamos, el auto está enfrente.

Rosé sube en el asiento del copiloto. Sentándose así junto a Jisoo y dejándome sola en la parte trasera.

— Antes de irnos iremos por Jennie.

Aprieto mis labios. De solo oír su nombre me ponía algo nerviosa.

Llegamos al edificio donde Jennie vive y Jisoo apaga el auto.

— Lisa ¿Puedes ir a decirle a Jen que ya llegamos? —me pide—. No contesta mis mensajes ni llamadas.

— De acuerdo.

Ella me entrega una tarjeta para entra al penthouse de la castaña y yo me bajo del asiento. Mientras que subo el elevador, por alguna razón mis manos comienzan a sudar. Debo de dejar de estar nerviosa por simplemente pensar en ella.

Cuando paso la tarjeta por un sensor, la puerta del hogar de Jennie se abre. La sala luce igual que la vez pasada que vine, sin embargo, no hay nadie ahí. Algo extrañada comienzo a buscarla. Es entonces cuando unas voces provenientes de la cocina atraen mi atención.

— Tengo miedo, abuela —dice una de las voces.

— No tienes que tenerlo, mi niña.

— Esto que quiero está mal —al estar más cerca de la puerta de la cocina, puedo reconocer esta voz como la de Jennie—, no es correcto.

— Claro que lo es, no hay razón para que no lo sea. No estás haciendo nada malo, no estás cometiendo un crimen.

— Mi madre no lo ve de esa forma. Ella dice que está mal, le causa repugnancia.

Eran la abuela Kim y Jennie quienes hablaban en la cocina. Yo me encontraba detrás de la puerta escuchando, pero sin saber sobre qué hablaban. Eran oraciones sin sentido las que yo oía.

— Deja de buscar aprobación por parte de tu madre cuando sabes que nunca te la dará —dice la abuela Kim—. Su opinión no debe influir ¿Por qué te interesa tanto?

— Porque sigue siendo mi madre, abuela, y siempre, aunque no quiera admitirlo, he intentado complacerla en cada cosa que hago. Así que no poder hacerlo en esto, hace que todo mi esfuerzo se vaya a la déchets.

No quería seguir oyendo, no debía. Así que abrí la puerta de manera repentina, provocando que Jennie y su abuela se giren hacia mi.

— ¿Cuánto tiempo llevas ahí, Lisa? —pregunta la castaña nada más me ve.

— Eh, acabo de llegar —miento.

Ella suspira, parece aliviada.

— Abajo están Jisoo y Rosé, te estamos esperando —digo cambiando el tema, y marchandome de vuelta al vehículo.

Jennie no tarda mucho en bajar y subirse a mi lado. Al hacerlo me sonríe, sonrisa a la que corresponde con timidez.

Fue cosa de llegar a la enorme casa donde sería la fiesta, para darme cuenta de que esta noche sería bastante buena. Las paredes exteriores de la casa se encontraban decoradas con algunas banderas, la de Francia, Japón, Corea, e incluso la de Tailandia.

— ¿Esa bandera es la de Tailandia o estoy viendo mal? —pregunto cuando todas nos bajamos del auto y logro ver los trozos de tela con más detenimiento.

— Claramente es de Tailandia, Lisa —dice Rosé sonriendo.

— No esperaba eso, me encanta.

Cuando entramos a la casa, el bullicio de gente hablando es lo que más llena mis oídos. Mi mirada vaga por aquel lugar. Esta vez es diferente a cuando fue la gala. Digo, la casa es la misma, pero la decoración y acomodo es algo diferente, incluso esta vez hay un Karaoke en una parte de la sala, cosa que anteriormente no había.

Mientras que sigo observando embobada las decoraciones que representan cada País, siento un brazo rodear mis hombros y sin darme cuenta tengo a Mina abrazándome con fuerza.

— Hace mucho no te veía, Lisa.

— ¡Mina! —digo con alegría, respondiendo a su abrazo con dulzura. A pesar de que no nos encontramos demasiado, ni compartimos muchas clases más que una, la Japonesa se ha ganado mi cariño. Es muy dulce, y siempre que me ve me saluda. Además de que, claro, cuando necesito su ayuda en algo de la academia siempre me la da.

— He estado tan ocupada, que ni tiempo me había dado de ir a verlas en su departamento.

— Lo sé, deberías pasarte por ahí con más frecuencia.

— Estuve muy ocupada con la academia —dice con cansancio—. Pero Creeme, lo haré cuando vuelvan de Tailandia.

Se separa de mi y me da una repasada con sus ojos.

— Luces muy linda, Lalisa.

Merci —digo inclinandome—, tu también luces muy linda con tu vestido.

— Uno tradicional de mi País —dice dando una vuelta— ¡Oh! Cierto, los demás están en el Jardín trasero. Vamos.

Ella sujeta mi mano y me lleva hasta allá. Al llegar me doy cuenta de que ahí se encuentra la mayoría de mi circulo de "Amigos". Jungkook, Jisoo, Jennie, Rosé, Nayun, Joy, Wendy, Taehyun, Nayeon y...Momo. La última mencionada se encontraba en un banco doble sentada junto a Jennie. No pensé que ella fuera a venir, aunque claro, como dijeron, en si toda la academia estaba invitada. Siendo sincera me hacía sentir incomoda por el hecho de saber que yo no le agradaba.

— ¡Eh, Lisa! —llama Jungkook a mis espaldas— ¿Mañana se van a Tailandia?

— Sí, mañana.

— Van a volver ¿cierto?

— Claro, pero volveremos hasta principios de enero que es cuando finalizan las vacaciones.

— Ya veo —dice asintiendo—, pasarán un mes allá.

— Asi es.

Todos seguimos hablando en nuestros respectivos lugares, y aunque le encuentro a un lado de Mina, quien habla animadamente con Nayun y Joy. Mi mirada no puede evitar caer sobre Jennie y Momo, quienes están muy cerca la una de la otra. No me gusta verlas tan juntas.

Suspiro. ¿Por qué me siento así?

— Deberíamos ir al Karaoke —propone Wendy. Mina y yo aceptamos la propuesta junto a Nayeon y Joy, así que las cinco entramos a la casa.

Cantamos un par de canciones juntas. Y se sintió bien pensar que estábamos cantando por diversión y no por algún trabajo por la academia.

Al terminar de cantar decido ir a la cocina por algo de beber. Busco entre las botellas cerradas que se encuentran sobre la barra, hasta que agarró una llamada Chabot, de un peculiar color naranja. Sin saber que tipo de licor es, simplemente lo vierto en un vaso y lo bebo.

— No bebas demasiado de eso, es muy fuerte —murmura Jennie a mis espaldas—, y siendo sincera no deseo volver a verte vomitar en un baño.

— Apuesto a que te encantaría verme en esas circunstancias de nuevo.

Hace una mueca de asco.

— Ugh, creem que te equivocas, Manoban —se acerca y arrebata la botella de mis manos, quedando muy cerca de mi—. Deja esto.

Ella pone la botella sobre la barra y sonríe.

Por alguna razón mi mirada se desvía hasta detrás de ella, donde logro apreciar a Momo observandonos desde la sala de estar.

— Deberias irte.

— ¿Me estás corriendo?

— No, pero Momo no deja de mirarnos y probablemente te esté esperando, así que...

La castaña se gira hacia donde le he indicado, y solo arruga sus cejas con indiferencia.

— ¿Debería importarme el que me mire?

— Supongo —dije encogiendo de hombros—. Parecen muy cercanas.

Decido alejarme de Jennie sin siquiera importarme lo que tenga por decir y voy junto a Wendy. No había hablado demasiado con ella debido a que casi toda la fiesta la ha pasado junto a Joy.

Debo decir que la fiesta duró muchas horas, horas en las cuales cada vez me sentía más agotada. Ese día no había dormido demasiado bien y desvelaeme no había estado en mis planes, pero bueno, ahí estaba, con un vestido dorado y platería incómoda, sentada sobre un sofá mientras que bebía agua.

Así es, agua, porque por alguna extraña razón había decidido hacerle caso a Jennie y dejar de beber alcohol.

La gente que quedaba ya era escasa, pues pasaban de las cuatro de la madrugada y muchos ya se habían marchado, otros se encontraban tirados en el piso, y algunos todavía seguían bebiendo y cantando.

— ¡Lisa! —llama Rosé, atrayendo mi atención—. Recoge tus cosas.

— ¿Por qué?

— Jisoo nos llevará a casa. Ándale, apurate, te veo en la entrada.

Ella ha ido en dirección a la entrada principal mientras que yo recojo mis cosas.

Pero antes de irme necesito hacer algo, o más bien hablar con alguien. Lo decidí mientras que pasé la última hora sentada en ese sofá e intentando no dormirme. Debo hablar con Jennie antes de irme a Tailandia.

Busco a la castaña por diversas partes de la casa. Al principio no la encontré, pero después de dar una vuelta la vi de pie en las escaleras, hablando con Nayeon.

— Disculpa, Nayeon, debo hablar con ella —la mencionada asiente con tranquilidad y yo me llevo a su acompañante hasta la cocina, donde cierro la puerta, logrando que ambas nos quedemos solas ahí, cara a cara.

Nos miramos por unos momentos. Y me doy cuenta en ese tiempo de silencio, que ni siquiera había caído en cuenta de lo hermosa que se veía. Llevaba una falda pegada color beige, con una blusa blanca que encima tenía una chaqueta corta del mismo color que la falda, y claro, en su cabeza lucia una boina color negro.

Esa era la manera de vestir de Jennie. Esa ropa que en aquellos momentos llevaba la representaba a la perfección.

— ¿Por qué me has traído aqui? — Pregunta.

— Mañana me voy —he dicho—, y antes de eso necesitamos aclarar lo que ha sucedido entre nosotras.

En ese momento me viene a la cabeza la conversación entre Jennie y su abuela que escuché cuando fuimos por ella esta misma tarde. ¿Por qué me viene a la mente en estos momentos?

— ¿Que sucede entre nosotras, Jennie? —cuestiono con confusión—. Por momentos estamos bien, pero de repente todo es incómodo. Yo te he dicho lo que siento, Kim, me gustas y mucho. Sin embargo tu no me dices nada en absoluto, y necesito saberlo.

Silencio.

— Creo que estás confundida, o eso es masomenos lo que me das a entender y está bien, es entendible —murmuro—...pero yo, te daré tiempo para que lo pienses. De aquí a que vuelva de Tailandia. Cuando regrese me gustaría saber tus sentimientos hacia mi.

Ella no dice nada, nuevamente.

— No te molestaré en estas semanas, Kim, no mandaré mensajes, no llamadas. Serán para que analices bien las cosas y después me digas la conclusión a la que hayas llegado.

— Yo...eh si, está perfecto, me parece bien —aprieta sus labios—. Cuando vuelvas de Tailandia, prometo tener una respuesta a todas tus preguntas.

— Bien, entonces me voy.

— Espera Manoban —ella me agarra del brazo, impidiendo que me marche— ¿Puedo hacer algo antes de que te vayas?

Asiento.

Ella se acerca lentamente hacia mi, y cuando nuestros labios están a escasos centímetros de ser unidos, ella se detiene, pareciendo pedirme permiso para seguir. Así que sin dudarlo, soy yo quien acerca sus labios a los de ella.

La agarro de la cintura y ella se sujeta de mi hombro. Nuestros labios se mecen sobre los de la otra con dulzura, con delicadeza, sin ningún tipo de furor. El beso no dura mucho, pues Jennie se aleja pocos segundos después.

À bientôt, Manoban.

À bientôt, Kim.


Dechets: Basura.

À bientôt: Nos vemos pronto.

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