ᴀᴅɪᴄᴛɪᴠᴏ
No entendía lo que le sucedía, jamás había pasado por algo similar, apenas podía controlarse. Las manos de JiMin se movían con una mezcla de cuidado y desesperación mientras acariciaba la piel expuesta del omega debajo suyo.
Cada roce o apretón, era un intento por memorizar cada centímetro de él... de Jungkook, como si temiera que pudiera desvanecerse en cualquier momento y despertar de aquel sueño, como casi siempre sucedía.
El beso, si a eso se le puede llamar así, era una batalla hambrienta por parte de ambos, el deseo acumulado, el extasis porque la realidad estaba sobrepasando la imaginación.
JiMin sentía que su lobo en cualquier momento podría tomar el control.
Jungkook, por su parte, apenas podía mantener la compostura. Sumiso, se dejó hacer para no asustar al alfa ni arruinar su fachada de niño bueno.
Una de sus manos se aferró al borde del escritorio, mientras la otra jugueteaba con la corbata del mayor, como si quisiera retenerlo por si intentaba escaparse.
Un poco más necesitado, Jungkook se separó del beso con las mejillas rojas, jadeante y con un rastro de saliva conectándolos de manera obscena. Sin duda, una visión que atormentaría la mente de Jimin por un largo tiempo.
—Señor Park... —llamó con la respiración pesada, inclinando la cabeza hacia atrás y exponiendo su cuello de manera tentadora.
Su tono era un equilibrio perfecto entre inocencia y provocación, lo que encendió algo primitivo en el alfa, quien no tardó en reaccionar.
—Eres... eres tan hermoso... —murmuró Jimin, su voz grave y cargada de emoción desbordante.
Lo tomó por la nuca y lo acercó bruscamente. Bajó la cabeza hasta que su aliento cálido rozó la piel sensible del cuello del omega, quien gimió en anticipación.
—Por favor... — súplica el menor.
—Tan adictivo.
Jungkook se estremeció bajo su toque, su cuerpo arqueándose ligeramente hacia él. Las manos del mayor subieron hasta su cintura, sus dedos presionando con firmeza, pero sin perder la delicadeza. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo al sentir el primer roce de los labios de Jimin sobre su cuello.
Con toda la intención, dejó que algunas feromonas de excitación escaparan junto con un gemido.
—Alfa...
Casi chilló cuando el alfa se detuvo, pero al escuchar cómo este inhalaba con fuerza y gruñía después, sintió que en cualquier momento ¡ba a lubricar y manchar el escritorio.
—Omega descarado... —bramó Jimin entre dientes, lamiendo y besando con más intensidad.
Jungkook sintió cómo sus ojos se volvían hacia atrás por la intensidad. Nunca había experimentado algo así.
El golpe en la puerta interrumpió bruscamente la atmósfera en la habitación. Jungkook y Jimin intercambiaron una rápida mirada, ambos tratando de recuperar la compostura.
—¿Director Park? ¿Puedo pasar? —La voz grave del rector Hwang resonó con una falsa cortesía que a Jimin le resultó inmediatamente sospechosa.
Jungkook bajó del escritorio con movimientos torpes, acomodándose la falda y su camisa, consciente de que cualquier detalle fuera de lugar sería una excusa para que aquel hombre lo señalara.
Mientras tanto, Jimin se ajustó la corbata, su rostro transformándose en un semblante frío y profesional, aunque sus ojos mostraban una alerta silenciosa.
Dando una última mirada a Jungkook y, después de rociar el purificador de aire para ocultar cualquier rastro de feromonas, se dejó caer en la silla del escritorio.
—Adelante.
El rector Hwang entró con paso seguro y una sonrisa que parecía demasiado ensayada. Era un alfa en sus cuarentas, bien mantenido, y hacía bien su trabajo. Tenía un porte y una personalidad imperturbable que engañaba a cualquiera.
Pero no a Jimin, quien sintió un escalofrío al notar cómo los ojos del rector se detenían en Jungkook, recorriéndolo con descaro.
—Jeon Jungkook —empezó con tono cortante, sus palabras impregnadas de una aspereza innecesaria—, me parece sorprendente que alguien en tu posición no cuide más su reputación. ¿O es que te gusta ser el centro de rumores desagradables?
La mirada de Hwang se posó en la falda de Jungkook, que aún tenía un ligero pliegue rebelde. El omega bajó la cabeza, mordiendo su labio inferior para contener la rabia que burbujeaba en su interior.
—Lo siento, señor. Tendré más cuidado la próxima vez —respondió con un hilo de voz, asintiendo sumiso mientras sus uñas se clavaban en las palmas de sus manos.
El rector esbozó una sonrisa de desprecio, aunque sus ojos seguían devorando cada detalle del omega.
—Debes recordar que los omegas como tú deben ser aún más precavidos. Después de todo, una imagen intachable es lo único que te protegerá de malas interpretaciones.
El tono de sus palabras era áspero, casi cruel, pero sus gestos y la forma en que su mirada recorría a Jungkook hablaban de algo completamente distinto: un deseo que intentaba disimular tras su fachada autoritaria. Hwang estiró una mano con la evidente intención de "arreglar" la falda del omega.
Antes de que pudiera tocarlo, Jimin se interpuso entre ambos con un movimiento rápido, su expresión completamente neutral, pero sus ojos ardían de furia contenida.
—Rector Hwang, creo que Jeon ya ha entendido el mensaje. No es necesario insistir más.
La voz de Jimin era firme, casi cortante, y sus ojos se fijaron en los del rector con una intensidad que lo hizo retroceder medio paso. Hwang trató de mantener la compostura, pero el cambio en la dinámica era evidente.
—Solo estoy haciendo mi trabajo, director Park. Es mi deber asegurarme de que todos los estudiantes cumplan con los estándares que este instituto exige —dijo el rector, aunque su tono se tornó más defensivo y menos autoritario.
—Y estoy seguro de que lo hace bien —replicó Jimin, una leve sonrisa curvando sus labios, aunque no alcanzaba sus ojos—. Sin embargo, le agradecería que enfoque su atención en asuntos realmente importantes. Estoy seguro de que Jeon no necesita recordatorios innecesarios.
El rector apretó los labios, claramente molesto por la intervención, pero no dijo nada más.
Jungkook seguía cabizbajo, incapaz de contener el asco y la rabia que sentía hacia ese hombre. Sabía que Hwang era quien había robado pequeños objetos personales de su mochila: un listón de su cabello, un bolígrafo con su nombre grabado... Pero sin pruebas, nadie le creería.
Después de todo, el rector era un hombre casado, admirado por su atractivo y con una reputación impecable. Y él solo era una... una puta.
"Alfa de mierda", pensó Jungkook con enojo cuando volvió a sentir la mirada del hombre en él. Quería darle una patada en las bolas a ese imbécil.
—¿Puedo retirarme? —murmuró, forzando una sonrisa que solo acentuaba su incomodidad.
Antes de que Hwang pudiera responder, Jimin asintió.
—Por supuesto, Jeon. Ve a tus clases, yo me encargo de todo aquí.
El omega aprovechó la oportunidad, aunque no sin antes añadir un toque de descaro. Se acercó a Jimin, inclinándose hacia él.
—Nos vemos más tarde, señor Park —dijo con un tono cargado de dulzura.
Cuando salió de la oficina, su andar era deliberadamente lento, su falda balanceándose con cada paso mientras dejaba atrás al rector, cuya mirada seguía fija en él como un depredador observando a su presa.
En cuanto la puerta se cerró, Jimin volvió su atención al rector, su mirada dura como el acero.
—¿En qué puedo ayudarlo, rector Hwang? —preguntó, su tono frío dejando claro que no estaba dispuesto a tolerar ninguna otra provocación.
El rector carraspeó, desvió la mirada hacia el escritorio y trató de recomponerse.
—Solo quería discutir algunos asuntos administrativos... —empezó, pero incluso mientras hablaba, el ambiente estaba cargado de incomodidad, con Jimin observándolo como un halcón listo para atacar si era necesario.
Gracias por leer💖
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