𝟐𝟒;; 𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚 𝐫𝐞𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝
Roseanne se confundió al despertar y ver a su alrededor.
Todo lo que la rodeaba era negro, y parecía no haber nada más que suelo, sintió la textura de lo que parecía pasto, pero no lo veía.
Se levantó del suelo confundida, despacio, viendo hacia todos lados.
Frunció el ceño.
Un aullido a su espalda la hizo voltear, abriendo sus ojos en demasía al ver a un lobo enorme detrás de ella.
Dió un paso hacia atrás por el susto, pero el animal avanzó un paso hacia ella.
Ladeó la cabeza, viendo que el lobo hizo lo mismo, haciendo que sus oscuras orejas se balancearan hacia un lado.
Miró al animal a los ojos, viendo los mismos que encontraba en el espejo.
— ¿Eres mi loba? — murmuró la rubia.
Un ruido un poco más lejos la hizo voltear, la loba alzó la orejas, viendo más allá, un ruido como llanto surgió del animal, y Roseanne pudo sentirlo en su pecho también, haciendo que bajara sus ojos hacia el mismo.
Sintiendo a su loba querer hacia allí, comenzó a avanzar, no tardó muchos pasos en distinguir un cuerpo, acostado de lado, de espaldas a ella y de cabello castaño.
Su corazón comenzó a acelerarse.
Unos pasos más tarde ya estaba corriendo, deteniéndose a un paso del cuerpo en el suelo.
— Je-nnie...
Su mente se bloqueó un segundo, y el miedo comenzó a inundarlo.
Intentando calmarse, recordando sus clases de primeros auxilios y lo que debía hacer si encontraba a alguien inconsciente, se arrodilló a su lado, acercó su mejilla hacia el rostro de la otra, para sentir su respiración mientras veía el movimiento de su pecho, tomando por debajo de su muñeca para sentir el pulso bajo sus dedos.
Cuando se aseguró que su pulso y respiración eran normales, que Jennie sólo estaba dormida, se permitió moverla, cuando una gota cayó sobre la camisa que la castaña llevaba puesta se dió cuenta que estaba llorando.
La giró para sostenerla en brazos, moviendo su cuerpo y tocando su rostro, llamándola.
Vió a la omega batir sus pestañas antes de abrir los ojos.
Rosé sonrió, Jennie tardó un segundo en hacer lo mismo.
La rubia quiso decir algo, pero no tenía palabras ni voz, así que sólo la abrazó, apretándola contra sí, para luego comenzar a dejar besos por todo su rostro hasta llegar a los labios de Jennie, concentrándose en ellos.
Las manos de Roseanne bajaron de la mandíbula de la castaña, encontrando la piel de su cuello.
Separó el beso para mirar, intentando creer.
— T-Tu collar.
Jennie sólo sonrió, asintiendo, con un par de lágrimas en los ojos.
— Te dije que te avisaría— murmuró, con el rostro demasiado cerca del de Roseanne, haciendo sus labios se tocaran al hablar.
La mayor sonrió, besando sus labios de nuevo, para luego bajar hacia su cuello, besando y mordisqueando un poco su piel, haciendo reír a Jennie.
Park se alejó un poco para mirar los oscuros ojos de cachorro de la otra.
— Quiero marcarte ahora...— murmuró.
El rostro de la castaña cambió, borrando su sonrisa para dejar una expresión penosa.
— Unnie... Esto es un sueño— murmuró—. En realidad no estamos juntas.
La sonrisa de Roseanne se borró, alzando las cejas con decepción.
Se sentía real, podía tocar la piel de Jennie, había sentido el sabor de sus labios...
Aunque ahora que se daba cuenta, no había sentido su olor, no sentía el olor a nada.
¿En realidad no estaba allí?
— Dime que al menos no es uno de mis sueños inventados... — pidió—. Que es uno de nuestros sueños conectados o algo-
— Lo es, Unnie — Jennie sonrió un poco—. Puede sentirme, puedo sentirla... Es como la realidad, sólo que no es la del mundo, es nuestra realidad.
>> Es... El lugar que nuestras lobas comparten, al parecer.
Roseanne miró sobre su hombro, hacia aquella enorme loba oscura, que ahora frotaba su cabeza contra la de una loba blanca, que movía la cola con felicidad, recibía las lamidas de la otra con lo que parecía una sonrisa.
— En verdad es tu loba — comentó, viendo lo idéntica que era a la que había visto en la televisión, volvió su vista al rostro de Jennie, acariciando sus mejillas con sus pulgares, admirándola un momento, apreciando cada detalles, desde la forma de sus labios hasta una leves y casi imperceptibles pecas en sus mejillas—. Te extraño tanto...
La sonrisa de Jennie tembló.
— Yo también— confesó.
— Te siento— confesó Roseanne, llevó una mano sobre su corazón—. Todo el tiempo... Aunque ya no sé cuándo termina tu tristeza y empieza la mía.
Jennie pareció arrepentida.
— L-Lo siento por eso— murmuró—, los omegas somos muy sensibles.
— Ser omega no es algo para pedir perdón, Jennie. Y tampoco el que seas sensible.
La omega asintió.
— Sólo no sé cómo estamos tan conectadas— Roseanne volvió al tema que quería preguntar—. Ni siquiera tenemos un lazo.
Jennie asintió con una mueca.
— Temo que eso es en parte mí culpa— dijo, mirando los ojos de Park, buscando seguridad—. Lo que nos conecta a la otra son nuestros lobos— alzó la mano ante la pareja de sus animales, que seguirán en la sesión de mimos—. Cómo te dije... Estoy muy conectado a mi loba, y mucho de lo que siento le afecta y viceversa...
>> Es como una cadena: Yo me conecto a mí loba, que se conectan a la tuya, quién te hace sentir lo que me ocurre... Cómo mí loba y yo somos como una misma persona, ella siente todo lo que yo siento, y por lo tanto, también tu loba... — Jennie sonrió un poco—. Aunque lo más lindo es que si lo sientes tanto es porque estás más conectada a tu loba de lo que esperaba.
Roseanne no respondió nada por un momento.
— Últimamente no soy tan invisible en la universidad— comentó, recordando al profesor que no la había mirado en todo lo que llevaba en la carrera—, y varios han notado mí olor.
Jennie sonrió ampliamente.
— Eso es genial— la felicitó, Rosé sonrió sólo por ese gesto y lo adorable de la sonrisa de su omega.
Las manos de Roseanne bajaron hacia el vientre de la omega, haciendo la pregunta con la mirada.
De repente Jennie se puso seria.
— No lo sé... No hice ningún test.
Lo que pareció un poco de miedo se instaló en los ojos de Jennie.
— No te asustes— murmuró—, estaré contigo.
Jennie sonrió un poco más.
Ambas alzaron la vista cuando aquella eternidad negra se iluminó un poco.
— ¿Qué pasa? —la rubia pensó en voz alta.
— Estás despertando — murmuró Jennie, a lo que Roseanne la miró con miedo.
— No quiero, no quiero dejarte, no quiero irme- — la castaña apoyó un dedo sobre sus labios, con una sonrisa.
— Sólo será temporal— dijo—, esto es temporal... Sólo tienes que ir a la mansión de Kim Jisoo, donde estoy... Y marcarme, y estaremos juntas.
Una claridad extraña había comenzado a invadir su oscuridad, cegandola un poco, haciendo que comenzara a parpadear muchas veces, para intentar concentrarse en el sonriente rostro de su omega frente a ella.
— Jennie... Te amo.
Escuchó su risa una última vez, sintió lágrimas caer por sus mejillas.
— Te amo— la escuchó repetir, antes que la luz la cegara.
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