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𝟏𝟑;; 𝐒𝐨́𝐥𝐨 𝐟𝐚𝐥𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐮́ 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐦𝐢́

Jennie veía el cielo nublado por la ventana del dormitorio.

Las nubes, de un gris oscuro, anunciaban que pronto estallarían.

Eran nubes de nieve, Jennie lo sabía.

Una sonrisa se grabó en sus labios, ella amaba la nieve.

Rosé vió a la omega sonreír junto a la ventana, y no pudo evitar hacerlo también.

Su corazón se encogió un poco al pensar que le quedaban pocos días para estar junto a Jennie.

Como si la hubiera sentido, Jennie bajó la vista para mirar su pecho con el ceño fruncido, luego la volvió a alzar para encontrar a la rubia, quién estaba bastante sorprendida por eso.

—¿Qué pasa, unnie?

La rubia no dijo nada unos segundos, hasta negar con la cabeza.

— Nada, nada...

Roseanne fue hacia su cama, sentándose en esta, le dolían bastante los músculos y algo la cabeza, pensó que debía ser por toda la tensión de ese día. Entre las noticias, Jennie y su celo, se sentía bastante estresada.

Miró a la castaña de nuevo, y sintió los párpados pesados.

El sábado era (junto al domingo), los únicos días que no hacía nada más que trabajar su turno en el supermercado, casi siempre los usaba para descansar o hacer tarea de la universidad, pero ese sábado parecía más especial, ya que era el último que tendría a Jennie acompañándola, y quería pasar el día junto a ella y conocerla un poco, ya que, por más que sus lobas de quisieran y ya estuvieran a gusto entre ellas, ellas mismas, como personas, eran prácticamente desconocidas.

Un bostezo hizo que mirara la almohada con deseo.

— Jennie— la llamó, captando la atención de la chica al instante—, voy a dormir un rato, despiértame si necesitas algo.

La castaña asintió, Roseanne se quitó algo de ropa para quedar sólo con su ropa interior y la remera, dándole la espalda a todo, mirando a la pared para que no le llegara tanta luz, intentó concentrarse en el olor de Jennie en las sábanas para tranquilizarse y dormir más rápido.

A punto de caer dormida, escuchó pasos, sintió las sábanas levantarse un momento y el peso sobre esta a sus espaldas.

Se volteó instantáneamente, recibiendo a Jennie, quién se acurrucó en su pecho.

Las manos de Roseanne rodearon la cintura de Jennie instantáneamente, y sin querer, pasaron por debajo de la remera de la omega, acariciando su piel en círculos lentos y tranquilos, mientras la omega hundía el rostro en el pecho de la rubia.

Roseanne puedo escuchar cómo la respiración de Jennie se hace un poco más rápida y errante, llegando a creer escuchar jadeos, cada vez un poco más fuertes, y acallados por la omega, mordiéndose el labio.

La mayor recordó el cómo la piel de los omegas de hacía mucho más sensible en su celo, haciendo que un simple tacto como ese pudiera llegar a ser exitante.

Park detuvo sus manos enseguida al pensar en eso, con los ojos abiertos de más por un leve susto, sintiendo que había hecho algo malo.

Fue cuando Jennie, alzó su rostro ruborizado y con una sonrisa hacia el de Roseanne, estaba tan cerca que el aire que expulsó al hablar golpeó sus labios.

Sigue, por favor— pidió, su voz era más suave y dulce.

"¿Voz de omega?" pensó Roseanne, nunca había escuchado una, aunque sabía de algunos omegas que la tenían, eran muy pocos.

Jennie era una omega muy especial.

La rubia sintió el rubor en sus mejillas, su corazón se agitó un poco.

Sintió que eso no estaba del todo bien, Jennie no debía estar en todos sus sentidos y de alguna forma sentía que se estaba aprovechando de ella, pero aún así le gustaba.

Jennie subió el rostro hacia el cuello de Roseanne, frotándose en este.

La mayor sintió como cada músculo de su cuerpo se tensaba, comenzó a sentirse cada vez más acalorado, y su corazón latía más fuerte cada ver qué la castaña rozaba su cuello con sus esponjosos labios.

Como si lo hubiera pedido, los labios de la omega comenzaron a dejar besos por el cuello de Roseanne, bajando primero hasta su clavícula, llegando hasta donde el cuello de la remera lo permitía, y luego continuó subiendo.

Los labios de Jennie se quedaron más tiempo en el punto entre su mandíbula y cuello, haciendo que un jadeo no permitido surgiera de los labios de Roseanne, quién luego sintió la sonrisa de la castaña sobre su piel.

Roseanne sólo estaba paralizada.

Si hubiera sido la Roseanne de hace años atrás, no hubiera dudado en responderle a la omega con caricias y besos, para terminar teniendo sexo.

Pero con Jennie no se sentía capaz de hacer eso, no quería aprovecharse, ella le parecía demasiado buena como para tratarla así, no podía ser de esa forma.

Su corazón latía frenético con los labios de Jennie avanzando peligrosamente hacia sus labios.

Primero cerca de la mandíbula, luego en la mejilla, luego un poco más cerca de su nariz, luego en la comisura de su boca.

Jennie miró a los ojos de Roseanne, deteniéndose un momento, el omega tenía los ojos brillantes de una alegría extraña, sonrió un poco antes de acercarse de nuevo.

Park cubrió su boca con su mano, al mismo tiempo que la castaña terminaba con sus labios sobre los nudillos de la rubia.

Jennie tardó unos segundos en reaccionar, separándose de la mano de la mayor con el ceño algo fruncido.

— ¿R-Roseanne? — su voz ahora sonaba confundida.

La mayor se echó hacia atrás, golpeando su cabeza con la pared, y luego llevando su mano hacia ese punto con dolor.

La mayor no escuchó bien lo que la omega le preguntaba, algo si estaba bien, supuso, o qué había pasado, pero Roseanne sólo podía insultar para intentar calmarse.

— Es "Rosé unnie", niña —dijo en vez de contestar lo que Jennie decía—, así, todo completito.

Jennie tenía ojos de preocupación.

—Ya, estoy bien— dijo Roseanne, con lo que la omega sonrió un poco.

Corrió las sábanas para sentarse en la cama, con a piernas cruzadas y la espalda apoyada contra la pared, Jennie se sentó sobre el borde de la misma, girando un poco el cuerpo para verla, con una sonrisa penosa.

— L-lo siento— dijo Jennie con voz sutil y baja—, creo que mí loba se emocionó un poco y yo-

Roseanne asintió, lo que hizo a Jennie detenerse, a punto de decirle que no pasaba nada, la castaña la interrumpió.

— Su olor está más fuerte que antes, unnie.

Park no supo qué decir, ni qué pensar, se sintió confundida.

— ¿No estará cerca de su celo también?

Roseanne comenzó a negar.

Se sintió un poco molesta porque sabía que la castaña iba a entrar en ese tema de nuevo.

— Yo no tengo celos, Jennie— dijo, simplemente, bajando la vista hasta las sábanas—, no desde que me mordieron.

Jennie supo que había tocado un tema delicado y que estaba entrando en terreno peligroso, pero tenía muchas dudas.

— ¿Puedes contarme de eso?

Roseanne alzó la vista para encontrar que Jennie señalaba su cuello.

La mayor se lo pensó un momento, suspiró.

No sé lo había contado a nadie, nunca, era algo de ella para ella.

Pero los ojitos de Jennie la estaban convenciendo.

— Yo vivía en Australia — comenzó—, mí padre es... O era, no lo sé... Parte de la política, trabajaba para el gobierno.

>>Como persona de poder, y adinerado, tenía varias mujeres interesadas en él, también algunos omegas hombres, pero no eran su tipo. Como alfa, a él le encantaba estar tan rodeado de opciones, y lo aprovechaba bastante bien. Aunque nunca marcó a ningún omega.

>> Mi madre es una beta, y una empleada doméstica de mí padre.

>> Quedó embarazada de mí, como no estaban en una relación formal, no tengo el apellido de mí padre, aunque él siempre actuó como tal para mí.

>>Nunca pasé hambre, fui a una buena escuela, siempre tuve un hogar, y nos llevábamos bien.

>> Todo fue bastante bien hasta que cumplí catorce y me presenté.

>> Casi al mismo tiempo que yo, mí media hermana se presentó también, y tuvimos que estar alejadas un tiempo porque no soportabamos el aroma de la otra.

— ¿Cómo era?

Jennie no quería interrumpirla, pero estaba curiosa por el hecho de que Roseanne tuviera una hermana.

— Cerezas y menta— respondió, con una ligera sonrisa—. Ella era más que mi hermana, éramos mejores amigas y la única persona que podía confiar completamente.

>> Fue en esos días en que no podía estar cerca de ella que conocí a las personas incorrectas —su sonrisa se borró.

>> Jennie, créeme cuando te lo digo, si la Park Roseanne de ahora es una idiota, no hay palabras que describan cuán imbécil era.

>> En ese entonces sólo me importaba el estatus, ellos eran los alfas más fuertes de la escuela, que jugaban a deportes, que tenían a toda chica, o chico, omega o beta que quisieran, y que podían decir quién era bueno en la cama y quien no.

>>Cómo te imaginas, era mucho peor que eso también. Dirigir las burlas a los más débiles, pelear con otros alfas más jóvenes, y cualquiera que se nos resistiera a una noche de sexo era la víctima número uno hasta que aparezca otra persona que haga lo mismo...

Miró a Jennie con vergüenza.

— Podría estar todo el día, incluso hasta que te vayas, de las cosas que hice a un montón de gente que no se las merecía.

>> Gracias a esta gente, me gané fama, todos en Australia me conocían.

>> A pesar de ser una flacucha al lado de algunos de estos chicos, era la más fuerte.

>> Mí voz de alfa hacía sumisos a otros alfas, mis gruñidos ponían incómodos a todos, también era bastante violenta, y buscaba mucho las peleas...

>> Hasta que un día enserio encontré pelea.

>> Esto pasó luego de terminar el colegio, me había tomado un año para ser una imbécil a rienda suelta, y había comenzado a molestar a esos que yo veía como "amigos", hasta tener a unos cuantos en mi contra.

Roseanne no quería seguir hablando, permaneció con la boca semiabierta y sin decir nada unos segundos, pero la mirada de Jennie hacia sus ojos le pedía continuar.

— Se aprovecharon bastante de mí en una de nuestras juntadas.

>>Yo estaba muy ebria, y algo drogada, y... Sólo me hicieron entrar en una pelea, con una alfa que estaba mucho más despierta que yo.

>> Sabía cómo eran nuestras peleas de alfas, la que perdiera sería mordida, marcada... Y lo intenté, en serio, pero era como mí cuerpo no me hacía caso...

>> Y perdí. Ni siquiera sé quién fue porque no lo recuerdo. Sólo sé que entre cuanto llegué a casa, y ví una foto de familia... Sólo no podría decírselo, no quería.

>> Y sólo huí, dejé Australia y me subí al primer avión a New Zealand.

>> Desde el momento de la mordida mí loba huyó, parecía como que sólo se escapó. Con ella se fueron los celos, mí olor, mí voz de alfa, e incluso gruñir, se escuchaban tan forzados que dejé de hacerlos.

>> Me hice pasar por beta, no fue nada difícil — una sonrisa amarga cruzó sus labios—. Y no volví a sentir a mí loba... Hasta que te conocí.

Jennie sonrió un poco por lo último.

Roseanne ya estaba amarga, sentía vergüenza por que la omega ya la conocía, bajo la vista a sus manos, sin decir nada.

Vió la pequeña mano acercándose lentamente hacia su pecho, casi con miedo, sintió la calidez de la misma traspasar la tela de su remera.

Su loba reaccionó al contacto, moviendo el rabo con felicidad.

— Tu loba está ahí— la voz de Jennie, sutil, hizo que volviera los ojos a los oscuros de la omega.

Roseanne sonrió un poco y asintió.

— A mí loba le gusta verte— dijo —, siempre aparece cuando estoy contigo.

Jennie la miró con una sonrisa, ladeando un poco la cabeza, haciéndola lucir muy adorable.

— A mí loba le gustas y punto— añadió la rubia, con un ligero rubor en sus pálidas mejillas.

Los mofletes de Jennie se pintaron de un rojo vivo.

— Sólo falta que tú gustes de mí, unnie.

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