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𝟎𝟔;; 𝐌𝐚𝐫𝐜𝐚

Al salir de la ducha, Jennie todavía seguía en la misma posición, lo que hizo que Roseanne rodara los ojos.

Se cambió sin vergüenza, ya que parecía que la omega no tenía ganas de asomarse.

Aunque la realidad fue otra.

Jennie apenas había asomado sus ojos tras la sábanas, viendo a la rubia de espaldas a ella.

Y de nuevo, aunque esta vez un poco mejor, pudo ver la marca en el cuello de Roseanne, confirmando lo que había creído ver el día anterior.

Rápidamente volvió a esconderse tras las sábanas.

Sintió un poco de pena por la chica, pero más que nada, se sintió algo confundida.

Roseanne parecía otra alfa para ella, bueno, no otra alfa, sino su alfa.

Podía sentir su olor, e incluso, por más que la otra no se diera cuenta, tenía actitudes de alfa con ella.

Recordó la conversación que habían tenido la noche anterior, cuando ella había regresado a su forma humana para confusión de Roseanne.

Es ese momento Jennie pensó que la chica sólo se estaba comportando como una idiota (cosa que no quitaba que ella lo fuera realmente), pero ahora que confirmaba que a su alfa la habían mordido entendía un poco más la actitud.

¿Debería preguntarle qué había pasado? ¿Cómo fué que la habían hecho? ¿Quién?

Aunque tenía más que claro que Roseanne la mandaría a la mierda.

Debía esperar un poco más.

— Eh— un ligero golpe en su espalda hizo que se moviera para asomar sus ojos sobre la sábana, para ver a la rubia—, la comida está lista. Cociné para las dos, no me hagas desperdiciarla.

Sin decir nada se fué hacia la cocina, y sin contestar, Jennie la siguió segundos después.

Se sentó enfrentado a Roseanne en la mesa, con su plato ya servido, tomó los palillos y antes de empezar a comer murmuró un "Gracias" mirando a la rubia.

Pero en cuanto los ojos claros se encontraron con los suyos bajó la vista y llenó su boca con los fideos.

Pasaron unos minutos donde no dijeron nada, hasta que la mayor casi había terminado su plato, pero estaba lo bastante satisfecha como para comer más lento e intentar hablar con la omega.

— ¿Vas a contarme qué te estaba pasando cuando llegué?

Jennie la miró unos segundos, Park no apartó sus ojos de ella.

— ¿Estabas sensible? — aventuró Roseanne.

— Sí, supongo— respondió, bajo.

"Esta no sabe tratar a una omega" pensó.

Roseanne sólo asintió, terminó lo que quedaba en su plato en dos bocados, juntó los palillos sobre el plato vacío y se levantó para dejarlo en el lavado.

—Debes tomar los supresores— dijo, voltendose para apoyarse sobre la barra de la cocina.

Vió a la omega fruncir el ceño y mirarla con enojo, aunque cambió su expresión rápidamente y continuó comiendo sus fideos.

—No te gusta que te den órdenes— dijo Roseanne.

— No es de mis cosas favoritas— respondió.

Park asintió, Jennie no dijo nada, terminó su plato y volvió a agradecer a la rubia por la comida.

Se sobresaltó un poco cuando sintió la mano de la chica en su hombro, alzando la vista hacia el rostro de Roseanne.

— No tienes que ser distante conmigo sólo porque estás sensible.

Jennie se sorprendió un poco por las palabras.

— Al contrario, Unnie— dijo —, deberías ser considerado conmigo porque estoy sensible.

— No tengo la culpa de que estés así, así que no actúes como una niña mimada — dijo, brusca.

Jennie no respondió, y su labio inferior comenzó a temblar sin permiso, por lo que corrió la mano de Roseanne y se levantó de su silla para regresar al cuarto.

Park suspiró, terminando de retirar la mesa, para lavar los trastes.

Pensó que quizás la omega tenía razón en cómo tenía que tratarla.

Ella no sabía cómo tratar a una omega, no sabía cómo tratar a nadie y punto, por eso no tenía amigos y lo más cercano a ello que tenía era un bibliotecaria que la despertaba de sus siesta y la nieta de su jefe con la que peleaba todo el tiempo.

Al terminar secó sus manos y apagó la luz de la cocina antes de ir hacia el cuarto, desde la puerta vió el bulto bajo las sábanas y decidió dejar su orgullo de lado para ser mejor con la omega.

Levantó las sábanas para entrar en la cama y cubrirse de nuevo con ellas, Jennie estaba de espaldas a ella, y a pesar que actuaba como si estuviera dormida para ignorarla, Roseanne sabía que no lo estaba.

Recordando cómo había amanecido esa mañana, Roseanne acomodó un brazo bajo el cuerpo de Jennie para terminar de rodearla con el otro, apoyando su frente sobre la espalda de la omega, quien seguía usando el suéter que le había dado el día anterior.

Roseanne sintió un poco de vergüenza al principio, pero luego fue disminuyendo cando se dió cuenta que se sentía bastante bien.

Jennie no mostró objeción.

Había estado sensible todo el día porque se sentía abrumada y preocupada.

Sentía que en cualquier momento alguno de sus guardaespaldas tiraría la puerta abajo y se la llevarían, tendría que volver a la vida que sus padres querían.

Estaba totalmente asustada y necesitaba de su abuelita, o de su alfa, quién no mentía en cuanto dijo que no estaría en todo el día.

Se sentía sola y... asustada.

Aunque el abrazo por parte de Roseanne la dejaba aliviada, al menos en ese momento.

Mas sabía que la rubia no era nadie para protegerla, por eso lloraba.

Y Park, a pesar de lo pésimo que era su olfato, pudo notar el miedo y la tristeza que comenzaba a hacer más presencia que el olor dulce, propio de la omega.

Sintió a su loba interior alzar las orejas con preocupación ante los sentimientos de la omega.

A pesar que ya se había acostumbrado un poco más, a la rubia le seguía pareciendo raro cómo, por momento, su loba parecía regresar de entre los muertos para volver a estar en su pecho, pero le parecía más raro que sólo lo hiciera desde la intervención de Jennie en su vida.

Sin pensarlo, alzó la cabeza para apoyar el mentón en el hombro de Jennie, quedando con los labios sobre la nuca de la otra, pero el collar se lo interpuso.

Suspiró, con algo de decepción.

— Perdón por ser tan idiota— las palabras surgieron de los labios de Roseanne sin que ella lo pensara—, supongo...

La castaña soltó una risa penosa que interrumpió ligeramente su llanto.

— Creo que es una característica típica de los alfas— dijo—, ser idiotas, al menos un poco.

La rubia no dijo nada por unos segundos, pensando en la marca en su cuello que la perseguía desde hacía bastante.

— Jennie, yo no-

—Eres una alfa— la interrumpió.

— No, Jennie, no lo soy.

Antes de responder, la omega se giró, para mirar a Roseanne a los ojos, algo entre su pecho se encogió al ver aquellos ojos oscuros enrojecidos por las lágrimas, no soltó el abrazo pero aflojó un poco el agarre.

Para su sorpresa, Jennie colocó su pequeña mano sobre el pecho de Rosé.

— Tu loba sigue ahí, Roseanne. Tu loba sigue siendo un alfa, siempe lo fué. Está con el orgullo dañado y siente vergüenza por la marca en tu cuello.

Roseanne frunció el ceño, un poco enojada por esas palabras.

— La he visto— añadió mirando directamente a los ojos claros de la otra.

— Suficiente charla— dijo la rubia, con la voz endurecida, soltó la cintura de Jennie y se volteó, dándole la espalda a la omega.

La loba de la castaña se sintió abandonada, pero ella se enojó, aunque intentó mantener la calma.

Roseanne se enfureció cuando las manos de Jennie bajaron el cuello de su remera, dejando expuesta su marca.

Sin pensarlo, guiada por el enojo, salió de la cama, Jennie quiso regresarla, intentando tomarle el brazo, pero lo corrió bruscamente, haciendo oídos sordos a las palabras de la omega mientras se vestía.

— ¡Unnie! ¡Unnie!

Roseanne terminó de abrigarse con una chaqueta y tomó una bufanda antes de comenzar a caminar hacia la cocina para salir.

— ¡Entiendo que no quiera hablar de ese tema, Unnie!

Escuchó los pasos apresurados de Jennue detrás de ella, pero eso no la hizo detenerse.

— ¡Está bien, me disculpo, lo siento!

Jennie tomó el brazo de Roseanne, girandola con fuerza, pero no logró que la rubia de volteara, sólo logró girarla un poco.

Park se detuvo a pocos pasos de la puerta para mirar a Kim de reojo.

— Pero no me deje sola...— el tono de Jennie era casi penoso.

La omega parecía que en cualquier momento volvería a llorar.

— Vuelve a la cama y no jodas— dijo Roseanne, fría.

Y de nuevo volvió a ignorarla, abriendo la puerta del departamento, saliendo del lugar.

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