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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟐

Una semana más transcurrió desde que Richie y ella habían vuelto a hablar, sus días se volvieron menos solos y el corazón le dolía menos. Extrañaba a Leila cada día más, Richie la había ayudado a buscarla, pero nunca tenían éxito... ni una pista ni nada.

Como si nunca hubiera existido.

—¿A dónde irás hoy? —susurró mientras observaba a su hermana guardar unas cosas en su vieja mochila.

—¿Te importa?

—No —contestó sin dudar—. Pero, me interesa saber dónde estarás por si papá pregunta. A comparación tuya, yo sí sé ser una hermana.

—¿Qué quieres decir? —Beverly se giró hacía ella con el ceño fruncido y los labios apretados en una fina línea—. ¿Se te olvida que me hiciste quedar como una tonta delante de Bill?

—No, pero tú me hiciste quedar como una loca delante de todos cuando no me apoyaste con lo de eso— se puso de pie, cruzando sus brazos sobre su pecho—. Yo nunca hubiera hecho algo así, pero tú enojo siempre puede más y por eso terminas arruinando todo.

—Jódete, Summer —soltó Beverly agachándose para tomar su mochila con brusquedad.

—Tú igual.

Su hermana abandono la habitación dando un portazo, Summer por su lado suspiro dejándose caer sobre su cama con cansancio. Su hermana no era exactamente su persona favorita, sin embargo, extrañaba la parte en la que ambas de cierta forma se protegían la una de la otra como si no hubiera un mañana. Todo se había ido al caño, tal vez algo se había roto desde antes entra ambas y nunca se habían dado cuenta hasta ahora.

El gritó de su hermana, la hace ponerse de pie de prisa, abrió la puerta de su habitación y corrió hacia la sala de estar en donde su cuerpo se congelo por unos instantes. Gritó antes de abalanzarse sobre su padre que caminaba hacía Beverly que se encontraba arrastrándose en el suelo en busca de una salida.

—¡Déjala! —gritó en el momento en que las pequeñas uñas de los dedos de su mano se incrustaron son fuerza sobre los hombros de su progenitor haciéndolo gritar de dolor.

—¡Aléjate! ¡No! —gritó Bev cuando Al se abalanzó sobre ella sin darle importancia a Summer que aún seguía colgando de su espalda—. ¡Quítate! —gritó presa del miedo cuando él logro acercarse lo suficiente a ella.

Summer se bajó de su espalda para buscar otra forma de poder ayudar a Beverly, su mirada recayó en un viejo jarrón de cerámica que solía ser de su madre. Lo tomó sin dudar.

—Esos muchachos... ¿están enterados que tú eres...? —antes de que pudiera seguir hablando, Beverly lo pateo al mismo momento que Summer rompió en miles de fragmentos el jarrón sobre la espalda de su padre.

Él se retorció de dolor, en ese momento, Summer sujeto del brazo a su hermana para alejarla de ahí. Ambas corrieron hasta el baño, Summer entró seguida de su hermana la cual cerró la puerta con fuerza.

El corazón de la pelinegra latía con fuerza mientras lanzaba una mirada llena de preocupación hacía su hermana, con pasos indecisos se acercó a ella y estirando su brazo toco su hombro.

—¿Estás bien? ¿No te hizo nada? —pronunció con la voz temblorosa.

—Estoy bien —susurró Beverly guardando silencio para poder escuchar mejor.

Summer asintió acercándose a la puerta, su respiración parecía volver a la calma con las palabras de Bev. Podían estar peleadas, pero jamás desearía algo mal para ella. Jamás.

—¡Quítate de la puerta! —gritó Summer tomando del brazo a su hermana en el momento justo que su padre arremetía contra la misma.

Cómo era de esperarse la puerta cedió al instante, temerosa Summer pudo observar cómo su hermana se escondía con velocidad detrás de las cortinas dejándola a ella sola, frente a la presencia de su padre.

—¡¿Tú también te reunías con ellos?! —gritó Al mientras la tomaba fuertemente de los hombros para acercarla a él, Summer gritó de dolor intentando zafarse de su agarre.

—¡Déjala! —gritó Beverly apareciendo de nuevo.

No hubo tiempo de reaccionar, los vidrios de la tapa del servicio sanitario impactaron sobre la cabeza de Al, su cuerpo cayó tan rápido que Summer solo tuvo el momento justo para alejarse evitando caer con él. Varias partes de sus mejillas ardieron por los pequeños cortes que algunos fragmentos habían provocado, pero no importaba porque estaban a salvo.

—Debemos irnos —susurró Beverly estirando su mano hacía Summer que aún algo temblorosa la acepto.

Miraron una última vez al ser que había sido su progenitor, puede que luego Summer se sintiera culpable por la sangre que emanaba de él, pero no ahora. No en ese momento. No cuando estuvo a punto de arruinarles más la vida a ella y a Beverly. Lo peor era que, por más que intentara buscar recuerdos a los que aferrarse con él, no existían.

¿Qué tan miserables tenían que ser para nunca ser amabas?

Su madre las había abandonado, nunca había vuelto por ellas porque simplemente ellas nunca le importaron lo suficiente para quedarse o llevarlas consigo y, mientras, ellas sufrían al lado del hombre que debía cuidarlas. Nadie llego a rescatarlas jamás. Ni llegaría.

Ambas giraron hacia la entrada, no hubo tiempo de gritar o reaccionar cuando todo se volvió negro.

Eso fue lo último que vieron.

Capítulo algo corto, pero necesario, ya el siguiente creo será más largo ♡

Maratón 2/?

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