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04

Con sus cambios de imagen perfectamente realizados por Chaeyoung, se veían completamente diferentes. Añadiendo que, ambos amigos quedaron un tanto embobados por lo hermosas que quedaron.

—Si no querían llamar la atención, pues, se equivocaron—rió Felix mirando las noticias en la televisión—. Ofrecen 100.000.000 millones de dólares por su rescate.

MinJeong no evita jadear con incredulidad, sentándose a un lado del rubio, ve a sus padres llorar desesperados por ellas.

—Que hipócritas, si fuese por ellos ya hubiera sido vendida a un mafioso ruso o japonés.—menciona sin creer lo bien que actuaban ante las cámaras.

—Ay pequeña, de lo que te salvaste—sonríe tras cambiar de canal—. Ahora medio mundo va a buscarlas.

—Dudo que nos encuentren, con esta nueva identidad ni siquiera se darán cuenta de quiénes somos.

—Con JeongIn estamos planeando movernos de lugar, pensamos en Busan o Sidney, Australia. Tengo algunos contactos allá que son de fiar.

—¿Y cuándo nos iremos?.

Felix lleva una mano a su mentón, realizando una mueca pensante, deja salir un leve suspiro.

—Entre esta semana o la siguiente, debemos conseguir los pasaportes falsos y documentos de identidad—dice tranquilamente—. HyunJin es experto en eso, asi que no te preocupes pequeña. En unos días desapareceremos de Seúl.

MinJeong asiente completamente convencida, mientras tanto debía quedarse en casa y sin ningún tipo de contacto del exterior. Si algo que deseaba era comenzar una nueva vida lejos del oscuro infierno en que nació. Lo bueno de todo es que volvería a encontrarse con su hermana, a quién extrañaba mucho.

—¿Sabes hacer masajes?.—preguntó Felix.

—No es por presumir pero era la masajista oficial del equipo de básquet. Los chicos hacían fila o fingian lesionarse con tal de requerir mis servicios.—responde orgullosa.

—¿Debería sentirme celoso?.

La de cabello platinado se encoge de hombros.

—Tal vez...—murmura poniéndose de pie—. Dime, dónde te duele.

Lee sonríe y señala sus hombros y espalda.

—¿Tienes alguna pomada?.

Felix asintió, yendo directo al baño, saca de una botella de su estantería. Regresa con esta y se la entrega a MinJeong para después volver a sentarse.

—Ponte cómodo—pide—. Y si no es molestia, sacate esa sudadera. Será más fácil así.

No titubeó un segundo en sacarse dicha prenda, dejando al descubierto su trabajado abdomen y espalda. MinJeong aclaró su voz y desvió su mirada por el sonrojo en sus mejillas.

—Mejor recuestate boca abajo sobre el sillón...

—De acuerdo. Lo que diga mi masajista oficial.—sonríe acatando dicha orden.

MinJeong se coloca encima suyo, con una pierna a cada lado de sus caderas. Unta en sus manos la pomada de menta y lleva estas derecho a la espalda un tanto pecosa de Felix.

Traga en silencio, el tacto de su mano sobre la piel ajena le causa ciertos escalofríos en su cuerpo a su vez que, un calor inexplicable crece a medida que masajea la zona contracturada. Cierra los ojos fuertemente, los jadeos roncos del rubio no ayudaban en absoluto a su concentración casi nula.

Mordía levemente sus labios, esto nunca le pasó en sus prácticas con el equipo de básquet, no entendía porqué Felix era diferente.

Ni siquiera se percató de cómo el mayor logró darse la vuelta, quedando boca arriba y fijando sus orbes en los suyos. MinJeong no supo qué hacer en el instante que Felix sostuvo su cintura y elevó sus caderas, provocando una embestida que le sacó un gemido.

—De ahora en adelante, sólo me darás masajes a mí. ¿Oíste preciosa?.

—Sólo si lo que tienes clavado en mi trasero es único y exclusivamente mío.

—Hecho.—aceptó sonriente y complacido de sentirla restregarse contra su entrepierna.


En comparación a MinJeong, YiZhuo no podía decir lo mismo. Con las llegadas frecuentes de diferentes chicas, JeongIn ni siquiera tenía tiempo para fijarse en ella ni en cómo se producía, eso le fastidiaba mucho por el simple hecho que era ignorada y dejada de lado.

Trataba de verse lo más bonita posible o lo suficientemente atractiva pero JeongIn parecía no importarle. Llegando a horas de la madrugada con alguna fragancia femenina impregnada en su ropa o los evidentes chupones en su cuello, le dolía demasiado a pesar de sólo conocerlo hace poco. Y lo peor es que ni siquiera podía salir de esas cuatro paredes a intentar despejar su mente.

Se sentía una completa estúpida.

Ni siquiera podía pedirle explicaciones, no eran nada para tomarse dicho privilegio. Es una intrusa, únicamente una intrusa.

—Hasta la protagonista en esta historia es una idiota—menciona observando cómo la chica aún seguía arrastrándose por el idiota que la humillaba delante de todos—. Masoquista, igual que yo...—susurra formando un puchero.

—¿Quién es idiota?.

La voz repentina de JeongIn le sorprendió, pues, no esperaba que llegara temprano o ¿acaso ya estaba amaneciendo?.

Se fijó la hora en el reloj de pared, faltaban cinco minutos para las seis de la tarde.

Miró de regreso al pelianaranjado, quién yacía parado sobre el marco de la puerta a la espera de una respuesta.

YiZhuo apagó de inmediato el televisor, estaba tan molesta y demasiado celosa que decidió llamar al silencio e irse a la habitación dónde lamentablemente debe dormir. Por supuesto con un JeongIn detrás suyo, el cual, alcanzó a retenerla antes de que pudiese encerrarse.

—¿Despertaste de malas?.

—Qué te importa, ah. Tengo sueño, déjame.—pidió evitando verlo.

JeongIn sonriendo de lado, no tenía intenciones de soltarla. Es más, le parecía divertida dicha situación.

—¿Sueño? Claro, supongamos que es eso—dice sujetando con una de sus manos, las de YiZhuo—. Ahora dime la verdad o no te pienso soltar.

—Es la verdad, ¿por qué te mentiría?.

—Eres bastante transparente, sé que estás mintiendo y no entiendo porqué.

YiZhuo trata de defenderse, fracasando inútil al quedarse callada. ¿Cómo iba a explicarle que se siente realmente celosa a causa de sus salidas frecuentes? ¿O por qué le irrita ver un chupón en su cuello y en su ropa oler perfume de mujer?. Estaba nerviosa, no sabía que decir para que JeongIn la soltara. Esos penetrantes ojos cafés se habían convertido en una de sus tantas debilidades.

—Quizá porque estoy en mi período...—fue lo único que su cabeza formuló, era creíble hasta cierto punto por no decir que era así—. Suelo enojarme por los repentinos cambios de humor, es lo que le sucede a cualquier chica en su ciclo menstrual.—explica sonrojada.

Dios, que vergüenza hablar de estas cosas frente a un hombre.

Definitivamente quería desaparecer de la faz de la tierra por semejante mentira. Sin embargo, rogaba al cielo que JeongIn se la creyera.

—Ya veo—alude alejándose de a poco—. ¿Tienes... ya sabes, para cubrirte ahí abajo?.

Ahora él se encontraba incómodo, YiZhuo celebró internamente al verlo abochornado.

—Sí, tu amiga tuvo la amabilidad de dejarme unos cuántos paquetes.

—Bien, entonces me voy. Tengo asustos que lidiar, llego en la noche.

—¿Con quién? ¿Con una de tus amiguitas?.

JeongIn detuvo su andar, girando sobre su eje, alzó una ceja por la pregunta y el cómo la expresó. YiZhuo se maldijo por no cerrar su bendita boca.

—Es idea mía... ¿o eso sonó a reclamo?.

—No, claro que no. ¿Por qué debería reclamarte, eh?.

—Porque no soy estúpido para darme cuenta que sí, ¿entonces era ese el problema que tenía de mal humor?.

Ni tiempo le dió a esconderse en la habitación cuando de nuevo, JeongIn la tiene acorralada entre él y la pared.

—Y-ya te dije que estoy menstr-

—Por unos momentos si creí que estabas en tus días pero tú solita te hundes, cariño. ¿Acaso te molesta que salga con otras chicas?.

YiZhuo cerró sus ojos con fuerza, había sido descubierta y todo gracias a su boca que no podía quedarse cerrada un minuto.

—¿Qué tienen ellas que yo no?.

El pelianaranjado notó la inseguridad hablar por la menor de cabello rubio. En lo poco que llevaban conviviendo, no había visto tal lado.

—¿Es por que soy bajita? ¿O por que no tengo experiencia?... ¿Por esa razón me ignoras y no te fijas en lo que visto?.—cuestionó intentando no sollozar.

—Si que eres tonta, eh—contestó sosteniendo su mentón firmemente—. Claro que me fijo en lo que traes puesto, veo cuando te miras al espejo y veo cuando sonries al sentirte satisfecha de tu resultado. Eres una chica hermosa, estás bien de estatura, me gustan así. No hace falta que tengas experiencia. ¿Es que acaso no te das cuenta? Me atraes más de lo crees pero no puedo tomarte.

—¿Existe alguna razón?.

—Sí, que no me siento merecedor. Somos de mundos distintos, tú eres una señorita con educación y yo soy un don nadie con grandes posibilidades de ser capturado o asesinado en cualquier momento.

—No, no lo veo así. Vales mucho más de los que he conocido, me gustas de esa forma. Eres todo lo que quiero en un chico, ¿qué no entiendes?. JeongIn, yo quiero entregarme a tí, quiero que tú seas mi primera y última vez, ¿tanto cuesta comprenderlo?.

—Lo es, y ya te dije mis razones. Déjalo así, no vuelvas a insistir.

Apartandose de ella, salió lo más rápido que pudo de su propio departamento.

YiZhuo golpeó la pared y no evitó llorar al ser rechazada por el chico que realmente le gusta.

¿Qué debía hacer para que JeongIn no se sintiera inferior a ella? ¿Qué?.

Nueva actualización, espero les guste mucho el capítulo.<3

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