ᑕᗩᑭí丅ᑌᒪᗝ #9
—Omega, cálmese, por favor —mirándolo—. Haremos lo posible para dar con el paradero del jefe, ¿quieres que lo lleve a alguna parte? —dice uno de los guardaespaldas.
—¿Cómo le diré que me lleve a alguna parte? Nadie sabe nada de Kook; si me ven así, me preguntarán miles de cosas. —Estaba Jimin muy nervioso, se le bajaban las lágrimas—. Hagan lo que sea, por la luna... hagan lo que sea...
—Pensé que quería que lo llevara a su casa, pero puede quedarse aquí; nosotros cuidaremos de usted, ¿ok? Estamos buscando al jefe; interceptaron a dos de ellos; esperamos hacer el intercambio pronto. Tranquilo, creo que no debe estar solo aquí. No por su seguridad, sino por cómo se siente y se ve. —El guardaespaldas estaba también preocupado por Jimin.
—Kook, tiene su celular. ¿No podrían interceptar en dónde está su celular? Pues, qué sé yo, algo —resoplando—. No puedo ir a mi casa, porque está mi amigo y él no sabe las cosas que hace Kook; no podría llegar ahí.
—Es la primera vez que nos sucede esto, para ser sincero, pero tenemos la tecnología para rastrear el celular, identificar el área donde se encuentra, hacer estrategias de entrega y devolución, hacer negociaciones. Lo que no queremos es que lo maten. —Ellos eran tan crudos, que Jimin no lo podía soportar—. Está muy nervioso; debe tomarse un café e ir a descansar.
Por una especie de beeper, le indicaban a ese guardaespaldas que estaba con Jimin que se llevaran el yate de donde lo tenían.
Jimin lo miraba tan relajado, que no quería ver a ninguno de esos ineptos frente suyo.
—No podría descansar —por su cabeza pasaban tantas cosas trágicas que lo estaban volviendo loco—. Por la luna, hagan cualquier cosa, ¡caray!
Jimin, inconscientemente, cerraba las puertas; no sabía si porque no los quería ver o por si acaso llegaban por él también.
El guardaespaldas miraba a Jimin caminando de lado a lado.
—Está bien lo que está haciendo, cierre todo y permanezca adentro, nosotros lo estaremos vigilando. Cualquier cosa háganos saber, ¿sí? Haremos lo posible por traerlo de vuelta y, si él logra llamarlo a usted, por favor infórmelo. —Lo seguía con la mirada mientras caminaba—. Descansa, no se va a quedar sin descansar hasta que el jefe aparezca. ¿Usted es algo de él?
—Está bien. —Iba cerrando casi todo—. No, no quedo nada... se supone que trabajo para él... —Mirándolo.
—Oh, disculpe, pensé que eran algo más, porque él se refiere a usted como su omega —mirándolo—. Bueno, si piensa quedarse en la casa hasta que él aparezca, debe llamar para indicar que está bien. No queremos que hagas ninguna llamada, ni que nadie venga aquí por ti, solo por seguridad, ¿entendido?
—Bueno... al final, no tengo ni idea de lo que somos —piensa—. Está bien, yo llamaré si hay cualquier cambio. —Caminaba a la cocina a ver si podía tomar algún té.
—Bueno, estaremos afuera. ¡Que tenga buenas tardes! —Sale.
El guardaespaldas sale de la casa cerrando la puerta.
Jimin estaba en la cocina y solo le llegaban los flashbacks del momento en que se llevaron a Jungkook.
«¿En qué diablo te metiste, loco? No sé por qué te importa tanto todo esto. Diosa Luna, que esté bien, que salga bien. ¿Qué tanto quieren ellos de él? Si trafica diamantes, tiene por montón; ¿cuál es el problema?».
Jimin se preguntaba y se decía en sus pensamientos tantas cosas que no encontraba respuesta.
El omega no podía estar tranquilo. Daba vueltas por toda la casa, miraba por la ventana, se sentaba, miraba su celular y ya se estaba desesperando.
Mucha gente lo llamaba, pero no podía contestar.
Jin fue uno que lo llamó más de 20 veces en menos de 30 minutos.
Jimin se recostó del sofá y se quedó dormido, después de llorar un rato.
Cuando se vino a dar cuenta, ya había caído el sol, no había noticias de Jungkook y eso ya lo tenía triste; pensaba lo peor.
Se hizo la cena; después volvió al mismo sofá a esperar y mirar su celular.
Como a eso de las 11:30 p.m., Jimin recibe una llamada del número de Jungkook, pero cuando contestó, la llamada se colgó.
El omega corrió hasta los guardaespaldas.
—Me acaba de llamar Jungkook, pero cuando lo iba a contestar, se colgó la llamada —mirándolos.
—La llamada te dice dónde se encontraba; él tiene el GPS puesto, de seguro dice su ubicación. Por favor, consíguela. Busca la llamada perdida —mirándolo y se comunicaba por el beeper con los otros.
—Es que NO SÉ...yo no sé cómo bregar con eso —dándoselo a él—. Me dice GPS para buscar lugares, perfecto, pero rastrear llamadas, no tengo ni puta idea.
—Toma el celular—. Puedo revisarlo, ¿verdad? Quizás para eso lo hizo, para que sepamos dónde está, pero es capaz de que, si se colgó la llamada, ya le quitaron el celular. —Piensa y revisaba el GPS del celular de Jimin.
—Mirándolo—. Bueno, pero lo intentó, ¡supongo! —Sin dejar de ver qué hacía.
—¿Usted sabe quién es Namjoon? El amigo de él, ¿o Taemin? —Seguía mirando el celular.
—Namjoon, no sé quién es. Taemin es mi hermano. Pero él no puede saber que estoy aquí tampoco...
—¿Por qué su hermano no puede saber que está aquí? —Directo—. ¡No lo entiendo! Tenemos que llamar a uno de los dos. Ya avisamos a sus papás. —Mirándolo—. Maldición, no me sale ninguna ubicación, ¡caray!
—Bueno, ¿cuál es su nombre? —Mirándolo—. Es que de seguro mi hermano no me va a querer con Kook, ni que me mire, ya entiende, ¿no? ¿Cómo? ¿Qué avisaron a los papás de Jungkook? ¿Ellos saben lo que él hace? —Miles de preguntas.
—Mi nombre es Zorro. ¡Sí, lo entiendo! —mirándolo—. Sí, ellos no saben qué es; su papá lo fue, pero él siempre nos indicó que si pasaba algo, les avisásemos a ellos sin decirles la verdad, solo que está secuestrado por dinero y es todo, omega. Lo peor es que están muy afectados por su hijo.
—Bueno, Zorro, el mío es Jimin —mirándolo—. Si tiene que quedarse con mi celular más tiempo, no importa... Solo hagan lo que puedan...
—Espera, ya encontré su ubicación, estaba hace 20 minutos en Starbucks. Wooloongabba -- Princess Alexandra Hospital Wooloongabba Ipswich Rd —Se preocupó—. Jimin, al menos sabemos que está en Queensland —hablaba por su beeper.
—¿Eso quiere decir que está en un hospital, Zorro? —Mirándolo—. Por favor, corran, vayan. ¿Puedo ir? Por favor, dime que sí...
—Es lo que me dice su ubicación, no sé si está ahí ahora mismo, no contesta su celular. —Mirándolo—. Tranquilo, ¿cómo te vamos a llevar? Puedes correr peligro, ¿estás loco, muchachito? ¿Te importa tanto el Sr. Jeon que arriesgas tu vida así? —El guardaespaldas hablaba por el beeper y hacían los arreglos para ir hasta el lugar.
—Prometo no cometer ninguna estupidez... pero no me dejen aquí, por favor. Quizás me importa más de lo que yo creo y ni cuenta me doy.
—Entra a esa camioneta negra y no te muevas de allí. Toma el celular y estate pendiente si el jefe vuelve a llamar. —Resopla—. ¡Corre!
—Sí, está bien, ¡gracias! —Mirándolo, sale corriendo para la camioneta.
Los guardaespaldas estuvieron un rato hablando a solas, cuando de momento se montan en las camionetas y van rumbo a esa dirección.
Llegan al Princess Alexandra Hospital.
Uno de los guardaespaldas se baja, mientras que otro se queda con Jimin.
—Tranquilo, esperemos que esté aquí y bien. —Mirando a Jimin por el retrovisor.
—Ok. ¿Están preguntando? Les darán información, digo, no sé.
—Sí, están preguntando, no sabemos si nos pueden dar información. Yo sé que el jefe se puede cuidar, pero me preocupa más usted; se ve muy pálido, omega —mirándolo—. Si no está aquí, al menos sabemos que no está mal, ¿entiende?
—Me preocuparía más que no estuviera aquí, a que sí estuviera.
—Estoy de acuerdo con usted, omega —en eso llega el otro guardaespaldas.
—No está aquí, dijeron que lo trajeron, lo curaron y se lo llevaron sin ser dado de alta. No me quisieron dar más información, Zorro —algo molesto—. Pero tampoco estamos coincidiendo en nombres, solo en físico —mirándolos.
—Entonces, solo trato de llamar para decir dónde estaba y no logró hacerlo —dice Jimin, más preocupado de lo que estaba—. Quizás todavía tenga su celular... y no conteste, porque está en vibración y lo tenía en su bolsillo.
—Quizás tenga celular, Jimin, y no batería; eso preocupa más porque no podrá llamar de nuevo. —Dice el segundo guardaespaldas, resopla y piensa—. Pero al parecer sí lo hirieron, no sé qué tendrá o qué le hicieron, pero algo vinieron a hacer en el hospital.
En ese momento, Jungkook escribió al celular de Jimin:
—¡Me escribió, toma! Solo SOS y dijo una dirección.
—¡Vamos, vamos, vamos! —Arrancan la camioneta de inmediato—. Los compañeros llevan a los otros dos tipos; si lo encontramos, vamos a ofrecerles a ellos por Jungkook, más una cantidad de dinero. Me preocupas, Jimin, no se vaya a desatar un tiroteo. —El segundo guardaespaldas lo miraba.
Jimin los miraba sorprendido, ellos tan normales y él, sintiendo que veía una película pasar frente a sus ojos.
—No sé qué harán... pero después que traigan a Jungkook, no me importa el resto que hagan.
Los guardaespaldas no dijeron más.
Solo iban lo más rápido que podían hasta la Queens Plaza en la Brisbane 226 Queen Street.
Cerca se encontraron con la otra camioneta negra que tenía a los tipos.
Cuando llegan al lugar, está la misma camioneta que secuestró al alfa mafioso, estacionada.
—Creemos que ahí está el jefe —mirando—. Sí, sí está ahí en la parte de atrás de esa camioneta —confirmándolo el guardaespaldas llamado Zorro.
—Sí, ya sé, me quedo aquí... pero, por favor, que no pase a mayores.
—Nosotros nos vamos a quedar a distancia por ti, ¿ok? Los demás harán nuestro trabajo —mirando a Jimin.
Ya los hombres de JKBOSS están bajando los dos maletines y los tipos.
Otros dos tipos bajaron de la camioneta contraria; uno sacó a JKBOSS y el otro tomó los dos maletines.
Tiraron a JKBOSS contra el pavimento, se montaron los demás y se fueron.
Los guardaespaldas del alfa mafioso lo montan en la otra camioneta y, en donde está Jimin los siguen. El omega todavía no sabe cómo está.
—¿Cómo está? —Mirando a uno de los guardaespaldas—. Por favor, díganme algo...
—No sabemos aún, pero sí sabemos que está herido. Ya vamos a ir a la casa; él no quiere ir al hospital. Me dicen que estaba preguntando por usted. —Zorro, el guardaespaldas miraba a Jimin.
—¿Iremos a la casa ahora? ¿Tienen botiquín de primeros auxilios, o al menos para curar? —pregunta el omega.
—Sí, iremos a la casa ahora. No se preocupe, hay un botiquín de primeros auxilios para heridas, todo eso, pero solo esperemos que no sea una herida que no podamos controlar, ¿usted sabe de eso? —Mirándolo.
—Sé un poco, pero si se sale todo de control, habrá que llamar a alguien.
—¿A alguien? ¿A quién se refiere? El jefe no va a querer que lo hagamos; hay que tratar de hacer las cosas en la casa como se pueda. —Mirando a Jimin, casi llegan a la casa.
—Un doctor... no sé, se le paga para que no hable. No somos doctores, si las cosas pasan a mayores —resoplando—, espero que no esté grave...
—No pensé que se preocuparía alguien por él, como usted lo está haciendo —mirándolo—. Esperemos que no esté grave y, si hay que llamar al doctor, lo haremos, ¿ok? Tranquilo, Jimin, ya vamos a llegar a la casa.
—Lo miraba—. ¿Nadie lo hacía, acaso? Digo, de los omegas que estuvieron con él —piensa—. Bien, espero tranquilo.
—No, para nada; los que ha tenido el jefe son de un día o de tiempo pasajero; ninguno aguanta al jefe y el jefe no se enamora lo suficiente como para portarse tranquilo con ellos. —Zorro, sabe mucho sobre su boss—. Al menos si supiéramos dónde está herido y si en el hospital lo curaron bien —piensa—. Me preocupa.
—Entonces, supongamos que hay una primera vez —mirándolo—. ¿Es que yo aguanto al jefe, o el jefe es tranquilo? —Piensa—. Estoy también muy preocupado.
—Esta es la primera vez. Con usted el jefe está tranquilo y usted lo aguanta a él. Sé que eso es buena señal de compatibilidad; se ve que al jefe le interesa usted —mirándolo y sonríe por hablar de más—. El jefe es medio enfermizo; no le vaya a pasar algo para colmo.
—¿Es medio enfermizo? ¡Por la luna! —mirándolo—. Bueno, Zorro, ¿podremos ir más rapidito? Ya me da ansiedad.
—Sí, siempre está enfermo, mocos en las mañanas, rinitis, creo que se llama, por eso le da gripe, bronquitis, esas cosas —mirándolo—. No te preocupes, ya vamos a llegar. —Llegaban, entrando por un portón.
La camioneta en que estaba Jungkook estaba estacionada, pero ya lo habían sacado.
Llevaron al alfa mafioso a su habitación.
Jimin, sin pensarlo, abrió la puerta; se tiró de la camioneta todavía en movimiento, corriendo dentro de la casa, directo hacia dónde estaba él.
Se odiaban, según ellos, pero cada día el amor-odio se estaba convirtiendo en una sola palabra.
—Por la luna, dime que estás bien —se sube a la cama, revisándolo.
Jungkook les hacía señas a los guardaespaldas para que se retiraran.
—¡Hola, bebé! Buen trabajo, hiciste muy bien lo que te indiqué —mirándolo, le acariciaba la carita a Jimin y se quejaba también—. Solo estoy un poco adolorido, ¿tú estás bien? ¿Nadie te hizo daño?
—¿Qué te duele? ¿Estás herido? ¿Dónde? ¿Te llevaron al hospital? —Mirándolo y le hizo más preguntas que un juez, el omega—. Sí, estoy bien. No vuelvas a hacer esto, por la luna, me tenías con el corazón en la boca. Que te cuiden más para la próxima vez. NO BAJES SOLO, ni al frente, ni atrás, ni a la derecha, o a la izquierda.
Jungkook tenía ganas de reírse, pero no era la ocasión. Se levantó la camisa; tenía una herida hecha con un faldeé en el costado. Así se le llama al cuchillo de la mafia.
—Me duele mucho, pero estará bien, creo que estará bien. En el hospital me curaron y me hicieron puntos de sutura, pero no sé si está bien la herida. —El tono al hablar se escuchaba adolorido—. Mi amor, yo presentía que algo iba a pasar, por eso te dije las instrucciones. Qué bien que las seguiste —le acariciaba la cara—. ¿Te preocupaste por mí?
—OUCH —Le dolió a Jimin más, con solo verla—. No te cubrieron la herida, para que, aunque sea la camisa, no te lastime. —Pone los ojos en blanco y le quita la camisa poco a poco—. Kook, ¿qué querían? —Mirándolo—. Sí, me preocupé —puchero.
—Ouch, con cuidado, Mimi, por favor —se quejaba un poco—. ¿Se ve bien o mal? ¿Crees que pueda taparla? Me duele mucho, maldición —mirando a su omega—. Dinero, mi amor, ellos querían 2 millones de dólares. Y si no se los daba junto con los tipos, me iban a matar, pero la herida con el faldeé era el complemento. Pensé que me iban a herir en un lugar que me desangraría —sin dejar de mirarlo—. ¿En serio te preocupaste? ¿Por qué? Si no eres nada mío y me odias.
—Lo siento —le quita la camisa por completo—. ¿Quieres darte un baño? Así te pones más cómodo, descansas y yo te curo la herida. Estás supurando mucho por ella —mirándolo—. ¡Ay, Kook, yo no te odio! Si te odiara, no hubiera tenido sexo contigo, para tu información.
—Sí, quiero darme un baño, pero con cuidado, ¿sí? ¿Me vas a curar? ¿Qué es eso supurando? —Medio cobarde el alfa—. El sábado me dijiste que me odiabas dos veces y que te dejara en paz. No me dieron en la cabeza, ¡eh! —con la ceja levantada—. Me imagino que después de lo que viste me mandarás más al carajo, ¿no?
—Que estés supurando, es un síntoma bueno, porque quiere decir que puedes curarte pronto, pero como está saliendo demasiado, puede reblandecer los bordes de la herida y entorpecer la curación, ya que no pudieron darte nada, si te sacaron rápido. Bueno, entonces, si quieres escuchar que te odio, SÍ TE ODIO —resoplando—. Jungkook, me ves aquí, ¿te he mandado al puto carajo? —Mirándolo—. Les diré a los guardaespaldas que me ayuden a levantarte. —Se levantaba de la cama y llamaba a Zorro—. ¿Podría ayudarme a levantarlo? Para llevarlo al baño.
—¡Claro! ¿Está mejor? —Mirándolo y ayudándolo.
—¿Puedes hablar mejor, Park Jimin? —Con seriedad—. No me digas que me odias si no lo sientes, ¡caray! —Con la ceja levantada—. Bueno, ahora no me mandas porque estoy jodido —apretando los ojos, porque le dolía.
—¿En serio piensas así? Pregúntales a todos estos muchachos, mi cara y cómo estaba, ¡eh! Sí, te odio, para que lo sigas pensando —serio—. Entonces, no me hagas hablar malo. —Prende la ducha con agua templada.
—¡OUCH, me ardeeee! Ahora sí me comportaré como bebé, ¡caray!
Jungkook miraba a Jimin haciendo puchero; a ese omega le estuvo tan raro verlo en un alfa tan serio.
—Relájate, ya me dijeron, mi amor, no soy tonto, me dijeron cómo estabas llorando y preocupado por mí, ¡gracias! Yo solo pensaba en ti y en que hayas logrado escapar.
—¿Entonces para qué me dices eso? —Mirándolo—. Seguramente te dijeron hasta dónde dormí, supongo. Te va a seguir doliendo, pero es bueno lavar la herida con agua y jabón, así ayuda a que sane más la herida.
Jimin lo iba mojando y de una vez enjabonando; así lo hizo delicado en la herida. Jungkook se quejó más que un nene chiquito; luego terminó secándolo, buscó un bóxer y un pantalón de pijamas largas.
—Bueno, listo, Zorro puedes pasarlo a la cama y, por favor, si puedes, buscarme el botiquín de primeros auxilios para poder curarle la herida. Si tiene algo para desinfectar, o cosas así, tráelas, ¿sí? —El Guardaespaldas, lo pasó a la cama con sumo cuidado y fue a buscar lo que Jimin le pidió— ¿Estás cómodo, Kook?
—Sí, pero me dolió mucho, ouch, aún está eso incómodo ahí —mirando a Jimin con esa única cara de dolor—. ¡Qué mal me va, ya sabes mi lado vulnerable y ñoño de mi vida! —Resopla—. Y con lo que me vas a curar, ¿dolerá? Bebé, una almohada más, ¿sí? Mmmm, me dijeron que estabas dormido en el sofá, ¿por qué?
—Aquí tienes, Jimin, ¿algo más que necesites? Hay de todo, hasta el triple antibiótico, agua oxigenada, A+D, en fin —mirándolo y poniendo todo encima de la cama.
—Gracias, Zorro, es todo, ya puedes retirarte. —El guardaespaldas salía—. ¿De dónde sale tu lado ñoño y vulnerable? Si eres un alfa calculador, serio, mandón, quejón, estricto, jodón, etc., etc., etc. —Mirándolo—, no te va a doler —Tomaba una gasa con agua oxigenada y le iba pasando para seguir limpiando la herida—, porque no podía dormir y me quedé dormido en el sofá.
—Levantando la ceja—. ¿Desde cuándo Zorro tiene confianza contigo? ¿Él te cuidó? —Piensa—. Bueno, me sale, quizás porque en este caso estoy herido y me duele toda mi panza. Lo único que necesito es cariño —puchero—. OUCH, me duele, ayyyy —quejándose—. Oye, ¿dónde aprendiste eso?
—¿Celos? —Mirándolo—. Y sí, fue el que se quedó conmigo y me cuidaba de no cometer una locura de salir corriendo, ¡JUM! ¿Qué dramático eres, o solo lo haces porque estoy presente? —Levantó la ceja y le pone gazas sujetándola con cinta adhesiva quirúrgica—. En Seúl, tomé varios cursos de capacitación en casos de emergencia...
—Y si son celos, ¿qué? —mirándolo—. ¿De no cometer una locura y salir corriendo? Mmmm entonces, de verdad te importó más de lo que pensé. No es dramatismo, ¡caray! Estás conociendo al puro Jungkook. Oye, bebé, así no me duele tanto, ¡gracias! —Mirándolo, así todo tierno.
—Pues, son cosas que debes admitir, NO contestar con otra pregunta... pero dudo que admitas algo que aún ni sabes con exactitud si lo sientes —Mirándolo—, sí, ese Kook que NO sale cuando le conviene, o, mejor dicho, nunca. ¿Tienes hambre?
—Ya me confundiste, ¿cómo es eso que es algo que con exactitud no siento? Explícame —mirándolo—. Bueno, es que normalmente soy un ogro, pero cuando debo ser así, pues lo soy sin miedo, ¿es malo? —Serio— Sí, tengo hambre, no como nada desde que salimos de aquí y ya ni sé qué hora es, qué día es, nada. —Resopla.
—¡Nada, olvídalo! No, no es malo, para mí, no estoy diciendo eso tampoco. Ya es casi la 2 de la madrugada... más tarde el Sr. Jeon no puede ir a trabajar, ¿entendió? —Mirándolo—. Tu celular está con mensajes y mensajes, nada nuevo. ¿Te preparo algo de comer?
—No lo olvido, estás hablando de mis celos, los tengo, lo admito, eso es lo que querías saber —mirándolo—. ¿Por qué no puedo ir a trabajar? Entonces, tú tampoco puedes ir. ¿Tú sabes preparar algo de comer? —Lo agarra de los cabellos y lo besa.
—Mirándolo— Y ahora vas a botar a Zorro, porque tienes celos, ¿a qué, Jungkook? —Lo besaba—. No vas, porque NO, porque yo lo dije. Y yo sí iré, porque si no voy, despierto sospechas, ¡eh! —Besos— Sí, sé cocinar...
—Bueno, si lo boto, lo boté, si es que me siento amenazado. —Lo miraba con la ceja levantada y le daba besos—. Tengo celos y muchos. Bueno, si tú vas a trabajar, ¿QUIÉN me cuida? Así que no vas a ir, porque yo lo digo —besos—. Y que sabes cocinar, ¿sándwiches?
—Veo estúpido que lo botes, por eso —Pone los ojos en blanco—. Pues, te puede cuidar la que limpia o cocina, no sé. No puedo faltar, lo siento, Sr. Jeon —Besos, lo seguía provocando—. Me subestima, Sr. Jeon.
—¿Algún día me dejarás de decir Sr. Jeon acaso? —Ya lo tenía harto— No he dicho que lo botaré, solo lo estoy pensando y ahí se ha quedado, porque si fuera otro, lo llamaba, lo botaba y ya. —Besos, que no se puede aguantar darle—. Bueno, yo me cuidaré solo, no es la primera vez —piensa—. No lo subestimo, usted solo demuestre lo que sabe hacer. —Se muerde el labio mirándolo.
—Mmmm, no sé cuándo dejaré de decirlo, porque me gusta cómo se escucha, Sr. Jeon —se muerde el labio—. Más vale que no lo botes, Jungkook, ¡eh! Bueno, espéreme aquí, le traeré algo de comer. —Lo besó y salió.
Jimin fue a la cocina, pensando que iba a preparar para comer a las 2:00 am.
Jungkook aprovechó y verificó que se haya ido Jimin, para poder llamar a Taemin y cerciorarse de que todo estaba bien y si lo habían soltado con vida. Tomó su celular y le marcó. Al tono # 5, contestaron el teléfono.
¡Hola Roommates!
Espero que todo esté bien y la estén pasando felices ʕ • ́؈ • ̀)
Aquí tenemos un nuevo capítulo, delen mucho amor, espero que lo disfruten y no se olviden regalarme ★'s y comentar que tal les pareció.
¡Hasta el próximo capítulo!XOXO♥ ᒍOᗩᑎ
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