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🏴 𖠵 ˓ O4

El día del juicio para sentenciar al narcotraficante llegó más rápido de lo esperado, ni Jungkook ni Taehyung repararon en el tiempo que pasó hasta que se volvieron a encontrar en el estrado. El Comandante daría su testimonio, incluso Jungkook le haría preguntas. Y a muchos de los oficiales ahí presentes, así como a otros abogados, les parecía poco moral o ético que Jungkook, siendo un próximo abogado, defendiese a un delincuente con tal disposición. La verdad es que la mayoría de veces, los mismos abogados eran más corruptos que el delincuente que defendían, pero tapar el sol con un dedo puede ser muy sencillo de intentar mas no lograr.

Mientras Jungkook hablaba, Taehyung no podía apartar la mirada de su menudo cuerpo y de esos labios que le gustaba besar. Se veía tan intenso exponiendo argumentos que dejaron de llamarle la atención cuando su vista recorrió las curvas de Jungkook. Cintura estrecha y caderas pronunciadas, piernas torneadas bajo ese ajustado pantalón de tela, y la seductora elevación de su trasero. Parecía ridícula la forma en la que su cuerpo reaccionaba sólo al verlo.

El comandante apenas reparó cuando el juicio terminó y la sentencia fue dictada. Tres años de cárcel era un chiste comparado con la cantidad de droga que ese narco vendía. Al menos según el punto de vista de Taehyung, la audiencia y el fiscal. El único que parecía feliz con la sentencia tan benévola era el joven abogado. Y así parecía que JungKook era excelente como defensor si consiguió una pena privativa de libertad tan baja. Cuando salieron de la sala, el Fiscal y Taehyung se acercaron a hablar con el chico.

— Tu defensa fue brillante, Lee —elogió el fiscal con cierto tono condescendiente—, aunque siempre me he preguntado porqué defiendes a los delincuentes.

TaeHyung se encogió de hombros solamente, no queriendo responder pues conocía cuan irritante podía ser el fiscal. Igual no lo entendería, era una situación algo difícil y más personal que no planeaba compartir con un hombre de hierro como el fiscal.

— Por ello creo que será benéfico para ti que trabajes con el comandante, en la estación de policías.

Y claro, nadie se esperó aquella sugerencia algo demandante. TaeHyung lucía tan sorprendido como el propio JungKook, pero nadie objetaría, no sería muy... amable de su parte hacerlo. Además, ¿quién rechazaría trabajar con la persona que te calentaba con una simple mirada? Aunque era algo suicida.

— Espero que no le moleste, Comandante.

— En absoluto, estaré feliz de tenerlo conmigo.

Y esa frase tenía mucho doble sentido implícito.

— Me imagino que así será. Me retiro.

La pareja vio al mayor irse, dejándolos en una atmósfera que hace tiempo dejó de ser incómoda. El joven sonrió de lado y se acercó unos cuantos pasos más al policía. TaeHyung vpercibió esos suaves pasos muy coquetos, encantadores e hipnotizantes.

— Así que... voy a trabajar contigo.

— Será una experiencia interesante —comentó el alto correspondiendo a la sonrisa ajena.

— Seré un buen abogado, lo prometo —juró con una expresión tan inocente que a Taehyung se le antojó tanto.

— Pero debo asegurarme que no saques a los delincuentes que tanto me cuesta atrapar.

Una pequeña risa salió de labios del joven abogado.

— ¿Tienes tiempo ahora?

— ¿Por qué?

— Planeo secuestrarte lo que resta de la tarde, ¿tienes algún inconveniente con eso?

TaeHyung se dejó guiar por JungKook a las afueras de la corte, y dado que JungKook no llevó su propio auto, irían en el auto de la policía que pertenecía al Comandante. Fue seguir la calle cuatro cuadras de frente, dos a la izquierda y una a la derecha para llegar a un orfanato. Un lugar cuyo aspecto era el de una villa grande, con colores cálidos en las paredes y el techo, con juegos infantiles en los jardines que eran amplios en todo el rededor de la construcción. Bajaron y se quedaron frente a la entrada.

— ¿Puedo saber qué hacemos aquí?

— Aquí está todo el dinero de ese narco.

—Hablas de lavado de dinero.

— Quizás, pero no siempre encuentras personas que hagan acción social —comenzó diciendo, y prosiguió—: y los ricos no son un caso de festejar, muchos de ellos lo hacen porque tienen una imagen que mantener. Soobin, el narcotraficante que ayudé, dona todo su dinero a este lugar.

— Si lo dona todo, ¿de qué vive?

— Trabaja para mi padre.

— Perdona si me causa risa que tu padre haga acción social.

— No lo hace mi padre.

Y aún cuando Jungkook dejó una duda ahí abierta, Taehyung decidió que no preguntar sobre ello pues una corazonada le dijo que era un tema un tanto delicado y sentía que quizás era una zona más personal en donde no era tan correcto indagar.

— Sigo creyendo que es lavado de activos —burló el policía sujetando al chico por la cintura—. Sin embargo, tengo una duda, ¿por qué lo ayudas? Quiero decir, aparte de este lugar.

— Yo fui adoptado por mis padres, Taehyung. Mamá no podía tener hijos en esa época y me adoptaron de un orfanato en la zona baja de Seúl. Con Soobin decidimos ayudar a este lugar con dinero desde hace algunos años.

— Así que sí tienes relación con lo ilícito.

JungKook esbozó una sonrisa y respondió:

— No vas a encontrar nada malo en mi, te lo juro.

— Si, ya me di cuenta de ello —murmuró algo lascivo apretando las caderas pronunciadas de Jungkook—. Ya vi todo de ti y sería un pecado decir que hay fallas en ti.

— Eres muy descarado.

TaeHyung sonrió arrogante, complacido por semejante cumplido oculto bajo un leve insulto, o el intento de uno. Quizás porque con ellos todo era coqueteo cínico y descarado.

— Sabes que, siendo yo otra persona, tus declaraciones te involucrarían como cómplice de un crimen.

— Sé que no dirás nada.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro?—Porque no querrás ir a follarme en la cárcel por mucho que te haya gustado tenerme esposado.

¿Cómo podían ser tan desvergonzados?Se conocían poco en lo que respectaba a gustos que no tuviesen que ver con sexo, y se trataban como amantes cuya relación era de meses, bueno, en realidad como compañeros de cama con un coqueteo casi siempre implícito.

Tal vez no podían llegar más allá porque sabían de sus límites; mantener relaciones sexuales, aunque sólo haya sucedido una vez, ya era bastante peligroso considerando quienes eran.

Puede que Jeon JungKook llevase el apellido de su madre, puede que fuese un abogado, puede que su historial estuviese más limpio que el de un niño, pero eso no significaba que su padre no fuera un mafioso.

De igual manera, Taehyung era un policía que además estaba a cargo del caso de la mafia Jeon. Tontear por ahí, coquetear cual sinvergüenzas, y hasta coger como si nada más existiera estaba bien, para ambos, mientras un muro los mantenga alejados de los sentimientos que los involucren en una muy complicada situación.

— Podríamos probar, tal vez me guste follarte en una celda.

Y Jungkook se dijo que debió advertir esta respuesta, era una locura pensar que Taehyung le daría una respuesta decepcionante. E imaginarse a sí mismo, desnudo, contra las rejas de una celda siendo penetrado por el otro le hacía delirar por ello. Ahora tenía una nueva fantasía sexual que, lamentablemente, no sabía si lograría cumplirla.

— ¿Tienes algo que hacer en la noche?

— ¿Por qué?

— Porque tengo unas malditas ganas de llevarte de regreso a mi departamento y no dejarte salir hasta que las piernas te tiemblen.

El joven podía jurar que en ese momento sus piernas estaban temblando por anticipado, simplemente esas palabras que bien podrían rayar en lo vulgares, provocaban escalofrías en el cuerpo menudo del abogado, le hacía desear estar en esa cama en el departamento de Taehyung.

— Creí que tenías trabajo.

Hacerse el difícil era algo irónico en ese momento, mas JungKook quería cerciorarse de que no sería una molestia para el policía.

— Si lo tengo. Debo adiestrar al nuevo abogado de la estación.

— ¿Adiestrar? ¿cómo harás eso?

— Voy a enseñarte lo que sucede cuando te metes con la policía.

¡Gracias por leer! <3

🍄 Minnh-aye

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