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🏴 𖠵 ˓ 12


Tenues luces quedaban a penas encendidas en la estación y pocas personas se encontraban aún trabajando. Por un golpe de suerte, la zona de oficinas donde la de Taehyung y, a unos cuantos pasos más allá, la de Jungkook se hallaban, estaba desierta, la pareja era la única ahí. Ellos, entre besos y caricias, llegaron hasta el despacho del Comandante desde el pasillo donde se encontraron. La puerta la cerraron con pestillo, no arriesgándose a ser descubiertos en pleno acto.

Esa misma tarde, Taehyung fue a visitar a su médico, estaba ya harto de llevar el brazo en cabestrillo cuando no lo necesitaba, no desde hace días que el mismo médico le dijo que su brazo se encontraba en óptimas condiciones, pero que, por unos días, debía ser muy cuidadosos con el peso o acciones para no lastimarse. El médico, conociendo tan bien al Comandante y su terquedad, le ordenó llevar el cabestrillo por un tiempo más hasta saber que no sufriría peligro. No pudo ser mas correcta la apreciación del médico, pues en cuanto le quitaron el molesto artilugio, Taehyung se preparó para follar a Jungkook sobre su escritorio.

— Si por alguna razón nos descubren, voy a matarte —gruñó Jungkook en advertencia a la locura que estaban por cometer.

— Guarda esos gruñidos para mas tarde, bebé, los necesitarás.

La cadera de Jungkook chocó contra el borde del escritorio antes de verse subido sobre el mismo con ayuda de Taehyung. Por un segundo se preguntó si tendría algún documento importante ahí, mas los besos de su amante borraron todo rastro de preguntas y dudas, dejando libre acceso a su libido. Tal parecía que esos besos eran dinamita para su pobre cerebro.

Los brazos delgados de Jungkook pasaron alrededor del cuello del alto, sus manos acariciando el cabello azabache hasta la saciedad. Taehyung comenzó a mover sus dedos sobre los botones de la camisa rosa palo de Jungkook, con desespero se la retiró dejando a la vista ese pecho desnudo, con dos botones apetitosos decorándolo, y en ese blanco lienzo estaban pintados aún las marcas que hace tiempo le dejó, moretones y mordiscos, tiñendo de rojos y púrpura la sensible piel de Jungkook.

— No sabes lo que le haces a mi pobre juicio —acusó el policía recorriendo con su boca el cuello del jovencito.

Taehyung metió sus manos dentro del pantalón de Jungkook, por la parte de atrás, insertándose por debajo del bóxer también para acariciar las mejillas traseras, amasándolas con lujuria hasta que sus dedos llegaron a tocar la entrada de Jungkook, tan ansiosa y ligeramente húmeda. Presuroso le bajó el pantalón y su ropa interior, entonces, cuando Jungkook estuvo desnudo del torso, y lo demás a mitad de sus muslos, Taehyung le dio vuelta y lo ubicó sobre su escritorio. Jungkook quedó con su rostro pegado a la madera y los papeles mientras que su culo desnudo estaba a merced de su verdugo.

— ¡Ah! —profirió un grito el joven al sentir su culo arder por la nalgada que su compañero le propició. Entonces sintió algo húmedo, caliente y resbaladizo acariciar su entrada con descaro, parecía ser la lengua de Taehyung—. Taehyung... mmmgh...

El movimiento que producía su lengua contra el agujero del menor era hipnótico, tan sucio y lascivo. La polla de Taehyung estaba dura como un mástil, lista para insertarse en esa dulce cavidad que le regalaría un embriagante orgasmo. Dejó la entrada mojada, resbalosa y lista para meter su miembro en ella.

— ¿Lo quieres? —preguntó socarronamente golpeando con su pene las mejillas traseras del chico, tentándolo como el Diablo tienta a los débiles, o como se tienta a un ángel a pecar.

Taehyung era el Diablo, y Jungkook, su pequeño ángel.

El abogado ni siquiera reparó cuando fue que Taehyung se bajó la bragueta y dejó escapar su polla, no importaba, de todas formas.

— Jungkook —jadeó quejoso el muchacho.

— Dime si lo quieres, amor —demandó.

— Sí, por favor, lo necesito.

Y con descaro llevó sus manos a sus mejillas traseras y las abrió, dejando a la vista su entrada rosada y mojada. Taehyung enloqueció por el descaro de Jungkook y la imagen que producía. Insertó su miembro de golpe, brusco y placentero, que hizo gritar a Jungkook, tan fuerte que la pregunta de si alguien los escuchó le rondó por la cabeza unos segundos antes de desaparecer bajo el manto del placer. El policía llevó su diestra a la boca del menos, la cubrió a fin de que esos sensuales gemidos y grititos que soltaba no fuesen escuchados por nadie más que él, en el caso.

— Mmgh.

Jungkook se sujetó firme de los bordes del escritorio cuando los embiste que Taehyung daba se volvieron mas agresivos, más certeros. Su propio miembro estaba lloroso, quería, ansiaba el toque de Taehyung, pero sabría que no lo tendría si no hasta que su amante supiese del climax, y eso estaba todavía muy lejos de ocurrir.

— Más —logró decir de forma comprensible a través de la mano de Taehyung.

— Lo que mi bebé ordene —le dijo antes de impactar con fuerza su pelvis contra las nalgas del chico.

Taehyung se dobló contra la mesa y dejó un suave beso sobre las empapadas mejillas de Jungkook, tan lagrimoso de placer que era una erótica imagen que quería conservar siempre. Dejó otros besos en su cuello y hombro, marcando su propiedad como lo hace un animal, tan posesivo que derretía el corazón de Jungkook.

El pene de Jungkook estaba preso entre su cuerpo y la madera, recibiendo a cada embestida una caricia sobre la dura superficie. Era tortuoso, pero le producía una excitación que nunca creyó, además del morbo de la situación.

— Mmgh... ¡Mmm!

El glande de Taehyung golpeó fuerte contra el punto dulce del muchacho, un delirio perverso que ansiaba sentir una y otra vez. Era esa deliciosa sensación de su pequeño agujero siendo abusado por el pene de su amante, golpeando contra sus paredes, tan palpable en su vientre esa majestuosidad.

— Tu culo goloso se está tragando mi polla tan bien —gruñó él viendo como el ano de Jungkook se extendía al engullir con gula el miembro ajeno, sin querer dejarlo salir.

"Estoy tan lleno de ti", pensaba Jungkook, y deseaba soltar esas palabras mas la mano del policía sobre su boca no se lo permitía.

— Mmgh... ¡Ah! —chillaba como un animal en celo.

"Voy a correrme, estoy tan cerca"

— ¿Quieres mi leche, bebé? —preguntó Taehyung sabiendo que su miembro pronto estallaría dentro del chico.

La cabeza de Jungkook se movió de arriba a abajo, asintiendo desesperado por esa propuesta lujuriosa.

"Imprégname con tu esencia"

Faltó poco para que el pene de Jungkook se descargara sobre la mesa, y un par de embestidas más lo hizo Taehyung, llenando el interior de Jungkook con semen, tiñéndolo de blanco espeso. Sus respiraciones agitadas mezcladas con jadeos y gemidos ante el orgasmo. El oficial se dejó caer en el escritorio, sujetándose por sus manos para no aplastar a Jisung, aún sin salir de su cálido y empapado interior.

— Me estás volviendo loco —susurró el mayor cerca del oído izquierdo de Jungkook.

— Tu me volviste loco a mi hace mucho tiempo —contraatacó el abogado con las mejillas rojas.

"Te quiero", quisieron decirse ambos, mas de sus labios nunca dejaron salir esas palabras, esas que marcarían el final feliz de ese momento.

Entre besos se limpiaron y vistieron, y, como costumbre, se dirigieron al departamento de Taehyung, en el camino pidieron comida a domicilio que estuvo ahí cuando arribaron. Se sentía extraño, como una pareja que comparte apartamento, pero no era así. Incluso, cuando salían a algún restaurante o se encontraban con el chico del delivery les decían que eran una linda pareja. Aquellos momentos no podían ser más incómodos, especialmente cuando uno de los dos se encargaba de explicar que no lo eran, que sólo... follaban y eran amigos.

Dolía, a ambos se les encogía el corazón por ello, sin embargo, nadie daba un paso, nunca se hablaba sobre esos sentimientos que generaban momentos dolorosos. ¿Para qué hacerlo cuando eso sólo los heriría más?

En medio de la noche, cuando se suponía que ambos debían estar durmiendo, Jungkook se despertó al sentir el frío a su lado, encontrándose solo en la cama. Su vista se fijó en la lámpara a su costado que yacía prendida, entonces salió de la cama y siguió un sonido particular que llamó su atención. Eran los acordes de una guitarra que salían suavemente bajo el tacto de los dedos de Taehyung. En medio del frío de la noche, Jungkook encontró a Taehyung sentado en un pequeño sofá del balcón, con la guitarra entre sus brazos entonando una melodía, una que el abogado también conocía.

Secret love song.

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🪴;; minnh-aye

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