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Sick

Era bastante común que Mikey se enfermara. Siendo el más pequeño e indefenso -como sus hermanos lo describían-, era mucho más suceptible a tener que tumbarse en cama durante los días que la cepa de gripe de la época durase en su sistema, bajo obviamente, los respectivos cuidados de sus hermanos.

Siendo el más despreocupado y alocado del equipo, cualquiera pensaría que fuese normal que contrajiese enfermedades virales por lo menos tres veces al año.

Pero la realidad era, que el más suceptible a enfermarse era Leonardo.

Él nunca estaba dispuesto a aceptarlo, y por más que prometiese que no se enfermaría por nada y se cuidaría, terminaba en cama.

Raph y Mikey lo compadecían, pues era algo que estaba más allá de su propio control. El ambiente de las alcantarillas no era del todo apropiado para una tortuga de orejas rojas, sobretodo en invierno.

Donnie opinaba, que perfectamente podría ser un milagro -aunque no creyese en ellos- que Leo sobreviviese a la humedad de su hogar. Pero esa era una opinión que prefería guardarse para si mismo, no quería alarmar a sus hermanos ni al propio Leo.

Durante mucho tiempo, Donatello se la pasó investigando acerca de las razas de sus hermanos y de la suya propia, y la información más relevante acerca de las tortugas de orejas rojas que tenía era el ambiente que necesitaban para vivir. A veces solía encontrar a Leo sentado durante varios períodos de tiempo debajo de algún punto de su hogar en donde llegase el sol, y también era común verlo en la pequeña piscina que tenían bastante relajado.

Aunque claro, él lo negaba todo.

Y aún siendo verano, en las madrugadas y en las mañanas solía hacer mucho frío -principal razón por la que usaba ropa al dormir-.

Lo peor de las épocas en las que se enfermaba, era el mismo Leon. Se ponía muy excéptico al punto de negar su enfermedad hasta que esta empeoraba, cosa que Don reprochó y regañó en muchas ocasiones por lo peligroso que era. No aceptaba su ayuda y solía hacer berrinche tal niño pequeño hasta que Raph o Splinter puedan calmarlo.

Donnie no entendía a su hermano, no entendía su negación, ni su comportamiento. Era cierto que generalmente el médico del equipo era Leon pero si era él el enfermo y/o herido, entonces el hermano de púrpura se encargaba.

Una noche, Don se encontró a su hermano a altas horas de la madrugada, en la piscina del lugar.

Estaba de mal humor debido a la falla de uno de sus últimos inventos, y se dirigía a la cocina a prepararse una buena taza de café cargado para continuar con sus proyectos.

Entonces lo vio; estaba completamente sumergido en el agua, solo la parte superior de su cabeza se asomaba al exterior, con los ojos vigilando a un punto inexistente, mejor dicho, permanecía pensativo.

Se alarmó, y sintió muchas ganas de tirar a su hermano fuera del agua, ¿cómo es exactamente que pensaba en no enfermarse si se metía al estanque con tanto frío?

Fue cuando se le ocurrió la idea de poner un calentador en el agua, pero esa sería una cuestión para más tarde. Sin más rodeos, se acercó a la piscina con pisadas pesadas, solo para recordar que estaba molesto, y miró a su hermano con el ceño fruncido, cruzándose de brazos.

Leo levantó levemente la mirada cuando notó la presencia de su hermano, y suspiró bajo el agua, dejando soltar unas pequeñas burbujas hacia la superficie.

Don pensó seriamente en si debía regañarlo, su molestia aumentaba con cada segundo que pasaba lleno de silencio e indiferencia de parte de la tortuga de azul, pero finalmente prefirió guardárselo cuando notó la mirada decaída de su hermano.

Se dió la vuelta y caminó hasta los baños. Sacó algunas toallas guardadas y limpias que estaban acomodadas en una cesta, y volvió al lugar, solo para encontrar a Leo con toda la cabeza ya asomada en la superficie, evidentemente estaba sin su bandana, así que suponía que al menos había tenido la descencia de quitarse el equipo esta vez.

El silencio permanecía, pero no hubo falta decir algo, la tortuga de franjas empezó a salir de la piscina a penas su hermano había regresado. Se sentó un poco más allá de la orilla, sintiendo el frío azotar su piel mojada cuando chocó contra el verdadero ambiente de las alcantarillas, empezando a temblar y contrayéndose. Donnie no tardó en extender una de las toallas para cubrir a su hermano, inmediatamente repitiendo el proceso con otra toalla.

El frío no se fue hasta los siguientes minutos, en los que Don se había visto en la necesidad de acariciar el caparazón de su hermano para tranquilizarlo. No era algo que hacía en cualquier ocasión, todo el mundo sabía que Donatello era la peor tortuga para consolar, pero el silencio le ayudaba, no decir palabra alguna y molestarse en formular una oración era aún más consolador para él mismo.

Porque ni siquiera un genio como él era capaz de controlar algo como eso, por más que lo desease, por más que fingiese ser el tipo sin sentimientos, no podía ir contra su propia naturaleza.

Leonardo estaba más tranquilo, sus piernas y brazos estaban apegadas a su plastrón, rodeado de las toallas, pero su cuerpo ya no temblaba tanto como hace unos instantes, incluso se podría notar en su semblante lo relajado que se sentía.

Fue así que su cuerpo se inclinó y se recostó en el pecho de Donatello.

Decir que estaba sorprendido era poco, su hermano, el galán de la sonrisa, igual o más orgulloso que él, el indomable e intrépido espadachín y autodenominado "el hombre de la cara", había caído ante el momento, luciendo más calmado y confortado que nunca.

Donnie no recordaba haber visto a su hermano así desde que eran niños, cuando las lluvias se volvían más fuertes, y las alcantarillas se inundaban. O cuando accidentalmente habían puesto una película de terror y todos terminaron espantados.

Sus brazos rodearon a Leonardo, importándole poco la humedad de las toallas, aunque sería mejor que fuesen cuanto antes a que se cambiase.

— Donnie...

El mencionado parpadeó un poco, saliendo de sus pensamientos.

— Mmh.— Soltó para señalar que lo estaba escuchando.

— Odio esto... odio ser débil...

La tortuga de púrpura bajó la mirada hacia su hermano con incredulidad en ella.

¿Su hermano... débil?

— No lo eres.— Sentenció con un tono bajo en su voz, sin rastro de la indiferencia que solía caracterizar su habla.

— ¿Entonces por qué me enfermo tanto? ¿Por qué soy tan torpe?

Donnie tragó saliva, sin saber qué más decir, y por un momento, se sintió débil, porque pudo reconocerse a si mismo en su hermano.

Todas las noches en las que pasó preguntándose por qué tenía que ser tan débil comparado a sus hermanos, pensando en que su tecnología lo protegería a él, y a su estúpido caparazón débil.

Era débil, un estúpido y un débil.

Apretó los labios, y apegó a su hermano más a él.

— No eres débil Leon, todo lo contrario, eres valiente por enfrentarte a lo que piensas que te hace menos.

Volvieron al silencio, y Donnie tuvo la percepción de que lo que había dicho no era suficiente. Iba a decir algo más, pero sintió que su hermano se removía y ahora le abrazaba por el torso, ocultando su rostro en su pecho.

Las toallas quedaron en el olvido, se deslizaron hasta caer al suelo, lejos de seguir cubriéndolo.

Don se preocupó por esto, sin embargo, su hermano parecía bastante cómodo, y no pudo negarle nada.

— Te quiero hermano.

Inevitablemente, la calidez en su pecho aumentó. Una sonrisa leve, pero notoria se plantó en su rostro.

— Yo también te quiero... Leon.

La molestia que había sentido hace unos minutos había desaparecido completamente.

[...]

Esa noche significó un cambio agradable en la relación de Donatello y Leonardo.

Y como se había pensado, los síntomas de malestar no tardaron de presentarse en Leo.

Pero esa vez, bajo la sorpresa de Rapha, Mikey y hasta del mismo Splinter, Leo estuvo más calmado, y dejó que Donnie lo atendiese sin berrinches esta vez.

Aunque seguía estando un poco más malhumorado de lo normal, dejaba que sus hermanos lo consintiesen un poco.

Incluso jugó uno de los juegos de mesa de Lou Jitsu con su padre.

Donatello ahora entendía a su hermano, entendía su negación, entendía su comportamiento.

Y agradecía internamente la confianza que tuvo en él esa noche, fue una charla corta, pero satisfactoria para ambos gemelos.

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