~24~
Al día siguiente Jimin comenzó a tomar supresores e inhibidores indicados por Seokjin, estos eran bastante fuertes y sus efectos duraban casi doce horas. Su aroma característico a vainilla, canela y almendras ahora era completamente nulo y los síntomas del celo no eran evidentes. A Yoongi le incomodaba un poco no poder captar su olor pero era necesario; sería solo por una semana más o menos y además, siempre que podían intercambiaban muestras de cariño.
Sin embargo, una buena noticia sorprendió al líder en la mansión durante la tercera noche del celo del Omega. Lee Jooheon acababa de ser capturado y estaba siendo trasladado a la celda más segura de la mansión para ser interrogado. Ese trabajo le correspondía a Hoseok, pero por tratarse de él Yoongi quería hacerle una visita especial.
Jimin despertó con suaves besos en su cuello y hombro y con el pelinegro pegado a su espalda. Aunque su corazón latió alocado por su mente nunca pasó la idea de apartarse.
Reconoció que antes tenía muchísimo miedo de Yoongi, pensando que sería un Alfa autoritario que lo obligaría a complacerlo; pensando que sería igual que su padre. Por eso se alejaba de él, bueno, más bien huía de él. Pero el mayor se había ganado su confianza poco a poco, con mucha paciencia; había esperado por él y nunca lo había obligado a hacer algo que no quería. Y a pesar de su carácter fuerte y su mal humor, Jimin jamás se había sentido maltratado o despreciado, sino protegido y respetado.
Hasta ahora solo había experimentado el amor que siente un hijo por su madre, nada más; pero estaba seguro de que lo que sentía por Yoongi era amor también. No sabía si era el lazo quien dictaba sus sentimientos o si todo lo que habían compartido le hacía sentirse así, pero no le importaba. Yoongi era su Alfa, su pareja destinada, su sol para girar en torno a él. No tenía a nadie más, no quería a nadie más.
Ahora solo quedaba vencer su pena y encontrar el momento adecuado para confesarle a Yoongi todo lo que sentía.
—Cachorro... ¿ya estás despierto? —susurró el Alfa con voz ronca entre besos y mimos que erizaban ligeramente la piel del menor.
—No... —murmuró Jimin mientras se acomodaba más en los brazos del pelinegro.
—¡Aww! Qué lástima que todavía duermes. —Yoongi lo abrazó fuerte y fingió estar decepcionado—. Y yo que quería llevarte al Festival de los Faroles...
—¡¿Un festival?! —chilló el rubio al tiempo que se volteaba con rapidez para quedar frente al mayor.
—¡Hey! ¿Acaso no dormías? —replicó Yoongi—. Continúa, no dejes que interrumpa tu sueño...
—¡¡Yaaah, Hyung!! —se quejó Jimin abultando las mejillas luego.
Yoongi cerró los ojos y se hizo el dormido, roncó un poco para hacerlo más creíble, y en eso, sintió los labios de Jimin presionando sobre los suyos. Vaya que el Omega estaba siendo atrevido últimamente, pero al mayor no le molestaba en lo más mínimo, por el contrario, le encantaba esta nueva faceta.
El pelinegro se movió hasta colocar a Jimin encima de él y besarlo con más ardor, acariciando su menudo cuerpo y apretándolo contra el suyo. Se separaron solo un poco para mirarse a los ojos.
—Creí que estabas dormido... —reclamó el rubio mientras le daba un suave golpe en el pecho al Alfa.
Yoongi rio y volvió a besarlo despacio.
—Buenos días, Jimin-ah.
—Buenos días, Yoongi Hyung. —Y una amplia sonrisa hizo desaparecer sus ojos—. ¿En serio vamos a ir a un festival? —preguntó otra vez, emocionado.
—Bueno, si quieres seguir durmiendo... —dejó caer el Alfa.
—¡No! ¡Quiero ir, Hyung! —dijo el chico haciendo un mohín—. ¿Iremos juntos?
Yoongi asintió y Jimin brincó sobre él y aplaudió con sus manitas.
—Aunque... —le interrumpió el Alfa tomando sus manos—. Tenemos que ir con Jackson y el resto de la escolta, y no puedes separarte de mí ni un instante cachorro, ¿entiendes?
El Omega movió la cabeza varias veces en señal de que había comprendido.
—¿Algo más, Hyung? —inquirió.
—Sí —anunció el mayor—. Tienes que darme muchos besos hoy, Jiminie.
El Omega rio con ganas y acto seguido se inclinó y le dio a Yoongi un beso de piquito.
—Está bien, Hyung. Te daré muchos besos hoy y siempre —declaró—. Pero ahora hay que vestirnos y preparar todo.
—¡Noooo! ¡Quiero más besos! —pidió el Alfa como niño pequeño.
Jimin le dio otro piquito pero se levantó rápidamente y comenzó a hurgar en el closet buscando ropa adecuada para el día.
»Cachorrooo —llamó el pelinegro desde la cama.
Jimin asomó la cabecita por la puerta del closet y sonrió al ver al mayor todavía en la cama abrazando la almohada del rubio. Se acercó en puntillas y le dio un rápido beso en la mejilla. Para cuando el Alfa abrió los ojos ya el menor estaba desapareciendo dentro del closet otra vez.
—Ya lo pensé mejor. ¿Por qué no nos quedamos todo el día en la cama, huh? —sugirió el pelinegro.
—¡No, Hyung! —se quejó Jimin—. ¡Levántate ya y cámbiate! ¡Vamos!
El menor escogió varias prendas para probárselas, hacía un poco de frío por lo que tendría que llevar suéter, un abrigo y también una bufanda. Cuando se había puesto la primera muda y estaba a punto de observarse en el espejo, los largos brazos del pelinegro se extendieron alrededor de su cintura y su barbilla quedó apoyada en su hombro.
—Pareces más emocionado por ir a ese festival que por pasar tiempo conmigo —murmuró Yoongi con fingido reproche.
—Claro que no, Hyung —se excusó el rubito al tiempo que se volteaba para mirar al mayor y posaba sus manitas en su pecho—. Estoy emocionado porque vamos juntos al festival. Hace tiempo no vamos a ninguna parte porque siempre estás ocupado… y Jooheon…
—Lo sé, cachorro... es que... —Yoongi trató de explicarse pero fue interrumpido por un beso del menor.
—Sé que tu trabajo como líder es importante, no tienes que explicarme nada —le dijo el Omega—. Y… ya no estoy en peligro, ¿verdad?
Yoongi sonrió con dulzura y abrazó al menor por un rato.
—No, Jiminie... ese malnacido no se acercará a ti nunca más —murmuró mientras agradecía a la Diosa Luna que Lee estuviera bajo custodia.
Ambos escogieron luego su vestimenta para al fin bajar a desayunar y después dirigirse al festival. Como era una tradición de otoño que se celebraba en Daegu, todos iban a participar. Abandonaron la habitación sin darse cuenta de que, curiosamente, iban vestidos bien parecidos, como una pareja.
Hoseok se adentró en la pequeña sala de interrogaciones, donde la última persona que se había sentado en aquella incómoda silla había sido el traidor. Las circunstancias habían sido distintas en esa ocasión pues aunque los había traicionado, Mark siempre había sido un buen amigo y escolta dentro de la manada; y hasta cierto punto le daba lástima. Sin embargo, ahora mismo no sentía ni la más mínima conmiseración hacia quien ocupaba la silla contraria detrás de la pequeña mesa de metal. Lee Jooheon.
—Tengo que admitir —comentó con cierta altanería el pelirrojo cuando haló la silla vacía del otro lado de la mesa—, que nunca creí que te atraparíamos in fraganti.
El peliplateado delante de él clavó su mirada en el rostro del segundo al mando, con una mezcla de diversión y suficiencia brillando en sus ojos.
—Ya sabes —comentó despreocupado—. Cuando uno tiene muchas cosas de las que encargarse a la vez, siempre hay algo que se te escapa de las manos.
Se encogió de hombros un poco y el tintineo del metal alrededor de sus muñecas y tobillos resonó en el vacío de la blanca habitación.
—Verás, Jooheon, no creo que hayas tenido tanto entre manos cuando hace más de un mes no hay disturbios causados por los resistentes —replicó Hoseok con algo de ironía en su tono—. ¿Qué? ¿Perdiste apoyo?
El hombre se mantuvo en silencio, pero su mandíbula se contrajo visiblemente; había dado justo en el clavo.
»En realidad no sé para qué tanto alboroto por el nuevo liderazgo de Busan —continuó Hoseok para provocarle aún más—. Si no era Min Yoongi, sería otro hombre de confianza del líder Moon Taeil, pero con certeza, nunca serías tú.
Jooheon torció el gesto, sin embargo se mordió la lengua para mantener la compostura y no perder su aura serena y confiada.
—Mi objetivo no era convertirme en líder de Busan —masculló.
—¿Entonces cuál era? ¿Tener al líder de parte tuya para continuar con tus negocios ilícitos?
Jooheon bufó y desvió la mirada, como si no le diera importancia a lo perceptivo que estaba siendo su interrogador. Y es que hasta cierto punto, era cierto. Sin embargo, podría haber sido cualquier otro, no le importaría, pero no Min Yoongi.
»¿O es que acaso tienes algo personal con el líder Min? —insistió el de cabellos rojizos.
El brillo en los ojos del peliplateado fue inmediato. Pero Hoseok sabía que los disturbios de los resistentes en Busan para culpar al futuro líder y evitar que tomara el poder habían comenzado mucho antes de que encontraran a Jimin, por tanto, el cachorro no podía ser la excusa detrás de sus acciones. Y si jugaba bien sus cartas, averiguaría con exactitud las razones de Lee.
—Alguien que no sabe hacer justicia, no merece ser líder —musitó entre dientes Jooheon, poco importándole las consecuencias de revelar aquello, en realidad ya nada importaba.
—Mi líder es un hombre justo, jamás hemos tenido problemas en nuestro territorio —defendió el segundo al mando—. Los miembros de nuestra manada no se quejan ¿Por qué habrías de quejarte tú?
—Porque tu líder, Jung Hoseok, no tenía que haber metido las narices donde no lo llamaban. —El peliplateado inclinó su cuerpo sobre la mesa, tratando de acortar la distancia entre ambos—. Y Moon Taeil nunca debió haberle permitido que manejara asuntos internos de la manada de Busan.
Hoseok negó con la cabeza al tiempo que sonreía con sorna.
—Eso es ilógico —puntualizó—. Si Min tomaría el poder de Busan, por supuesto que iba a involucrarse en asuntos de todo tipo, pues todo lo relacionado con la manada desde el punto de vista político o social le concierne como futuro líder. —Hoseok también se inclinó y miró al contrario entrecerrando sus ojos un poco—. Habla claro de una vez, Jooheon; no quisiera pensar que eres un tipo lento de mente.
Jooheon siseó mostrando sus dientes, sus ojos destellando rabia.
—Tu líder será justo para con los miembros de tu manada, pero todos los casos legales que fueron llevados a la Corte de Busan hace un año para recibir la libertad anticipada fueron rechazados por el líder Moon, a petición de Min Yoongi. —escupió con desdén el peliplateado.
Y Hoseok se golpeó mentalmente cuando se dio cuenta de todo. Ahora las piezas encajaban a la perfección y todo cobraba sentido en su cabeza. Era cierto, hacía poco menos de un año él mismo había recibido documentos y expedientes judiciales de algunos casos de la Corte de Busan que estaban propuestos para ser reevaluados, es decir, se estimaría si eran elegibles o no para salir de prisión en libertad condicional; por supuesto, con el requisito de no volver a incurrir en otro delito.
Sin embargo, todos los casos habían sido graves en extremo, pues involucraban violaciones, homicidios en primer grado, trata de Omegas, entre otros. Y Yoongi estimó conveniente ser cien por ciento honesto, ya que el líder Moon estaba confiando más en él y quería ponerlo a prueba en situaciones como estas. En Daegu esos casos jamás serían reevaluados debido a su gravedad, y si él planeaba tomar el poder no regiría sobre Busan de manera diferente.
El líder Moon había aceptado su punto de vista, incluso había admitido que con el paso del tiempo se había ablandado y esos pobres sentenciados le habían dado hasta lástima, y muchos de los que habían sido liberados con anterioridad habían vuelto a cometer algún delito. Por eso decidió aceptar la propuesta de Yoongi y revocar toda posibilidad de libertad para esos reclusos.
Y esa era la pieza final, eso era lo que Hoseok había obviado todo este tiempo. Porque uno de los casos a ser reevaluados era el de asesinato en primer grado de una Omega, Lee Yoona. Y sí, era la madre de Jooheon y Jimin.
—Lee Jaewon… tu padre… —murmuró Hoseok para sí mismo.
—Así es —admitió el contrario con enojo—. Mi padre pudo haber obtenido libertad condicional, pero gracias a Min no fue posible.
Y el de cabellos rojizos no hizo más reírse en su cara, soltando una de esas brillantes carcajadas que contagiaban a todos. Jooheon lo observó atónito, claramente, no entendiendo el motivo de aquella reacción.
—Eres un iluso. —El segundo al mando se secó una lágrima de la comisura de sus ojos—. ¿En serio crees que un caso como el de tu padre recibiría libertad bajo palabra? Ni el mismísimo Moon Taeil habría estado de acuerdo. ¡Asesinó a tu madre, Jooheon! ¡La mató de la manera más cruel!
—¡Cállate! ¡No sabes nada de lo que sucedió!
—Las evidencias fueron claras, vi las fotografías y el reporte del forense —replicó Hoseok con voz calmada, lo cual sacaba de quicio al peliplateado—. ¿Acaso no te importa que tu propia madre…?
—¡Mi madre fue una Omega desobediente y malagradecida! —colérico se levantó de la silla, pero las cadenas en sus pies solo le permitieron una posición semiencogida—. Obtuvo lo que se merecía, ni más ni menos; mi padre fue demasiado paciente con ella.
Hoseok negó varias veces con la cabeza, incrédulo a lo que escuchaba salir de la boca de aquel Alfa. Definitivamente había sido muy influenciado por su padre y se había convertido, tal vez, en alguien más sádico que su progenitor.
—No creo que te sea tan difícil reunirte con tu padre —el segundo al mando arrastró un poco su silla hasta ponerse de pie—. Pues te pudrirás en la cárcel igual que él.
Se giró para ir hasta la puerta sin mirar a Jooheon a la cara, solo escuchando sus vanos intentos furiosos por salirse de las esposas y cadenas que lo mantenían en su lugar.
Esa noche, el centro del festival era el río Nakdong. En sus cercanías había decenas de puestos de comida, mini restaurantes y cafeterías bajo grandes toldos, pequeñas tiendas y algunas mesitas exteriores con suvenires del festival a la venta.
Había muchas familias reunidas alrededor de fogatas o parrillas para cocinar sus alimentos, e incluso adivinos y charlatanes que te auguraban el destino. Entre los eventos que tendrían lugar hasta la noche todos tendrían la oportunidad de soltar globos de todos colores y tamaños al aire, habría una danza de máscaras creativas que se mantendrían luego en exposición, otros podrían subir a un escenario improvisado para entonar algunas melodías de antaño, y habrían concursos de fotografías donde premiarían la mejor imagen del festival, en fin, un evento variado y divertido.
Sin embargo, el espectáculo principal ocurriría en la noche cuando las personas encenderían sus faroles para dejarlos flotar por las aguas del río, en ellos escribirían sus mensajes de deseos para el venidero año o para su prosperidad y fortuna. También habría figuras gigantes de todo tipo iluminadas a la orilla del río o flotando en este, y fuentes con llamativas luces y chorros coloridos.
Justo cuando el crepúsculo anunciaba que la noche estaba por llegar, el líder Min fue invitado a un pequeño podio para decir algunas palabras antes de comenzar a encender los faroles.
—Jackson-ssi… —llamó un tímido Jimin.
—Señor —contestó cortésmente el Alfa.
—Emm, necesito ir al baño, y Yoongi me pidió que estuviera siempre con él o con los guardaespaldas. ¿Podrías ir conmigo para que no se preocupe?
La voz del pelinegro se escuchaba por el micrófono dando su pequeño discurso a los miembros de la manada reunidos para el festival.
»Serán solo cinco minutos —intentó convencerle ante la evidente duda del otro—. Le diré a Jin Hyung y Namjoon Hyung, ¿sí?
Y Jackson pareció ceder mientras comunicaba a Kai y Sehun que iba a acompañar al Omega al baño más cercano, probablemente en la cafetería que cruzaba el parque. Después de todo la escolta no había notado nada fuera de lo normal, y no estaban lejos de la mansión, esa área era bastante custodiada por Alfas y Betas de la manada, quienes no descansaban ni siquiera cuando había celebraciones como estas.
Un rato después, el móvil de Kai vibró un poco en su bolsillo, siempre que salían lo dejaba así para no molestar si le llamaban; sin embargo, se extrañó de que uno de los guardias de la mansión le estuviera llamando.
—¿Diga? —contestó por el lado que no tenía el intercomunicador—. ¡¿Qué?! ¡¿Cómo es posible?!
El comentario alertó a Sehun y Yugyeom, quienes se acercaron con rapidez al otro Alfa. Kai terminó la llamada después de gritar unos cuantos improperios a quien estaba del otro lado.
—¿Qué sucedió? —Sehun fue el primero en cuestionar.
—Ha escapado… Lee Jooheon ha escapado de su celda.
Editado: 28.09.21
*Nota*
Espero les guste este capítulo.
Gracias por leer, dejen su estrellita y comenten por favor.
¿Ya se dieron cuenta que Jin tiene siete meses de embarazo? 😁
Mi villano favorito ⬇ No me juzguen, es lindo.
Perdón por la demora, en serio tuve que investigar bastante para este capítulo, pues toqué temas judiciales, y también les describí el Festival de Faroles del Río Namgang, que por cierto es completamente real, solo modifiqué algunas cosas; les dejo algunas fotos para que vean.
❤ heartu for you
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