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ᝰ Sexto Acto

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“Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta yace nuestro crecimiento y nuestra libertad.”

(Viktor E. Frankl)
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Lo primero en despertar fue su sentido del olfato, un olor a limpieza y alcohol llegó a sus fosas nasales dándole una pista de su ubicación. Al abrir los ojos se encontró con un azabache al igual que él, solo que mucho más hermoso a su parecer, sentado a un par de metros de la cama de hospital. Su Hyung estaba con el entrecejo fruncido haciendo gestos tan bruscos de muñeca que en lugar de escribir, quien lo viera, juraría que garabatea con rabia entre los papeles que ocupan la mesa portátil sobre sus piernas. Jungkook no pudo hacer más que sonreír al ver a su hermano mayor con el entrecejo tan fruncido.

—Te saldrán arrugas, Hyung.

Su voz salió extrañamente ronca y se preguntó finalmente cuánto tiempo llevaba en cama.

Al escucharlo, Seokjin alzó la cabeza de un tirón y antes de profesar frase alguna hizo a un lado la mesa y lo que la acompañaba, la dejó en donde se encontraba sentado y arrastró consigo un taburete junto a la cama de Jungkook. Su expresión preocupada hizo a la sonrisa del menor desaparecer y aguardar en silencio las palabras de Kim.

—Kookie... ¿Cómo te sientes?

El nombrado murmuró pensativamente y comenzó a palpar su cuerpo sin encontrar nada preocupante hasta que hizo el intento de flexionar su rodilla derecha.

—No puedo... mover mi pierna derecha, Hyung.

Seokjin estiró la mano para acariciar el dorso de la suya como cada vez que el aprendiz Jungkookie se caía.

—¿Por qué no la puedes mover?

—Porque me duele—. Superado por la situación y las caricias de su Hyung, las lágrimas y sollozos no tardaron un segundo más en hacer acto de aparición.— Duele demasiado Hyung, no puedo hacer el mínimo gesto, y-yo...

El hermano mayor de la familia Jeon-Kim llevó la cabeza de Kook ligeramente a su cuerpo y le regó de caricias.

—No te preocupes Kookie, regresarás a bailar, no te preocupes bebé—. Besó con los ojos cerrados la cabeza de su pequeño, quien todavía lloraba sin entender.— Has sufrido una Rotura Fibrilar provocada por el exceso de entrenamiento.

Al escucharlo las lágrimas de Jungkook se detuvieron como si el tiempo mismo las hubiese obligado a hacerlo. Abrió los ojos y separó su cabeza del pecho de su Hyung para dirigir la mirada a su pierna, en shock total.

—Radica en la parte posterior del muslo derecho, como pudiste notar aparece de forma tan abrupta como un golpe seco—. Se  mantuvo hablando lentamente, con cuidado de no poner al menor en un estado severo de ansiedad.— Este supone una impotencia funcional importante, Kook... Y la práctica de la danza es imposible mientras dure tu lesión

—No puedo creer que haya sido tan estúpido—. Con expresión sombría agarró la sábana y la hizo a un lado, provocando que cayera en un susurro silencioso al suelo. Contempla sus piernas, una de ellas prácticamente inútil y la roza con sus dedos.— ¿Cuánto tiempo?

—Los diagnósticos médicos establecen un mínimo de tres semanas, en tu caso pueden ser cuatro...

—Necesito un momento a solas, Hyung—. Interrumpe.

Cabizbajo Seokjin asiente susurrando un: —Por supuesto—. Y sin tardar más procede a dejarlo solo.

Jungkook mantiene la mirada fija en sus piernas, deteniéndose finalmente en el muslo derecho, que se encuentra más forzadamente relajado que nunca. Flexiona la parte superior de su cuerpo y estira las manos para abarcar cuanto pueda de sí mismo.

—Lo siento...—. Susurra como un amante que asesinó a su pareja de vida en un accidente de tráfico.— Por favor perdóname...—. La vergüenza de un guitarrista que rompe a su compañera sin remedio, tiembla de pies a cabeza.— Lo... siento—. Comenzó a llorar en la incómoda posición de abrazarse a sí mismo con las piernas extendidas, acariciándoselas una y otra vez. Los ojos tan cargados de lágrimas que le impiden ver, sus oídos tan tupidos de sollozos que le impiden pensar.

Su cuerpo nunca ha sido un arma ni un instrumento de trabajo. Qué es su cuerpo para él es como preguntarle a una madre cuánto ama a su hijo. Porque es todo lo que conoce, todo lo que protege y lo que único le hace sentir protegido. Y solo el corazón desgarrado de Jungkook puede explicar el dolor y la vergüenza para consigo mismo al dañar lo que prometió proteger.

—Lo siento.

Y entre lágrimas, como si no hubiese dormido en días, cayó en el sueño otra vez.


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Jungkook llevaba tres días seguidos de descanso total en la cama del hospital. Y sí, con descanso total se refiere también a su mente, ha estado demasiado caótica y eso irremediablemente afectó su cuerpo y rendimiento.

Ya enfrentó al explosivo novio de su hermano, Jimin. También ha tenido una bastante cómoda conversación con Hoseok, y claro, sus padres. Lo respetaron lo suficiente para no darle regañinas como si fuera un niño, y lo dejaron estar. Aparte de ellos no ha permitido más visitas, se conoce de la relación puramente profesional de Jungkook con sus compañeros del cuerpo de baile, por lo que le basta con recibir flores de su parte y listo.

No permitiría que lo vieran débil.

Su mirada viajaba al lado de la ventana de cristal, la cual mostraba apenas un estacionamiento con unos pocos autos y árboles. Un paisaje horriblemente aburrido, ha de decir sin dudar.

Su paz se vio interrumpida por el toque débil en la puerta de la habitación de hospital, cambió la trayectoria de su mirada en esa dirección y esperó en silencio la aparición del posible visitante. Una enfermera entró dejando la puerta entreabierta a sus espaldas y para su desconcierto, le entregó un celular.

—Un hombre muy apuesto me pidió en recepción que le entregase esto y esperase su llamada.

Jungkook miró el objeto en la palma de su mano y asintió inexpresivo dando la misión de la enfermera por finalizada. Sabía de quién se trataba. Dejó el aparto a su derecha sobre el colchón y esperó, lo mismo que se había encontrado haciendo por tres días seguidos y lo único que podía hacer.

Ya la tarde comenzaba a caer y Jungkook seguía el movimiento extremadamente lento de la sombra de los árboles transitar para desaparecer por la oscuridad. Sus dedos estaban entrelazados sobre su abdomen, tan congelados como el resto de su cuerpo a la espera de la aparición de un elemento en el aburrido ecosistema; hecho que sucedió unos minutos después.

Con lentos movimientos alcanzó el celular viendo la llamada entrante de un número que recordaría anotar más tarde.

—Jungkook ha...

—Hice una pintura—. Interrumpe una voz profunda del otro lado de la línea y Jungkook aguarda a que el acelerado tono del contrario se normalice al menos.— En el centro hay un chico con un vestido de flores, puede verse parte del costado desnudo y también las piernas.

Jungkook acaricia nerviosamente la sábana sobre sus piernas y procede a preguntar bajitito.

—¿De qué color son las flores?

—Rosas.

—Ah... Me gusta ese color—. Murmura más tímido de lo que esperaba.

Un jadeo acaricia su oído haciéndolo erizar.

—El chico está cayendo, Jungkook. Desde el extremo superior central es todo lo que se puede ver, a un chico con zapatillas blancas cayendo—. Se sorprendió al escuchar un sollozo grave del otro lado.— Así te vi, joder, y no pude hacer nada. Ahora estás hospitalizado sin poder bailar y...

—Hey—. Jungkook sisea haciendo callar al rubio oscuro que se encuentra frustrado por los mocos que no le dejan hablar con claridad. Jeon no puede evitar esbozar una pequeña sonrisa.— ¿Estás tan preocupado por mí, Taehyung? Apenas me conoces.

Su sonrisa se agranda y un sentimiento de ternura acalora su pecho de una manera no tan sutil cuando lo escucha sorber por la nariz.

—Cállate, mocoso, ni siquiera soy el único. Hay muchos fans sumamente preocupados.

Jungkook acaricia la sábana mirándola aún con una sonrisa.

—Eso lo explica todo, Taehyungie.

«Es un niño, tiene un corazoncito de niño... Ah... es estúpidamente lindo saber eso».

—¿Ya estamos en esa parte de nuestra relación, Jungkookie?

El susudicho ríe entredientes y continúa hablando—. No.

Se quedan en silencio unos momentos en los que la mirada de Jungkook regresa a la ventana y Taehyung suspira.

—Quería acompañarte, lo intenté tan duro. Pero tu familia me tomó como parte de la prensa y por tu seguridad no me permitieron entrar. Ni siquiera Jimin, a pesar de que me conoce.

—No, lo hizo precisamente porque me conoce a mí—. Se acomoda en la cama apoyando la espalda a la superficie de la almohada.— No quiero que me vean así más de las personas estrictamente necesarias.

—¿Y esos son...?

—Médicos, padres, Jimin y Seokjin Hyung.

—Yo agradecería tanto verte...

—En veintisiete días, ven a recogerme al hospital.

—¿¡Veintisiete!? Pero si podrás salir pronto del hospital, me dijeron que la rehabilitación sería en casa.

—No saldré de aquí así, Taehyung—. Palpa su pierna con cuidado de no ejercer presión sobre la articulación.— Este es un retiro, aquí no soy nadie, soy un alma en reposo. Allá afuera no. Hasta que mi cuerpo no me de libertad otra vez, no saldré.

—Entiendo—. Dijo Vante al escucharlo acabar de hablar.— Por cierto, está hablando con mucha confianza, ¿no crees?

Kook sonríe inclinado el rostro.

—Después de escucharte llorar como un nenito, me caes mejor.

Y más aún después de escuchar una carcajada grave acariciando su audición, y casi, su cuello.

—Si hubiese sabido que así te ganaba, lo hubiese hecho antes.

Jungkook cambió su sonrisa a una más triste y le hizo saber a Taehyung—. Tu pintura está incompleta, el bailarín volverá a ascender.

—¿Lo prometes?

—Lo juro.

—En ese caso, nos vemos en veintisiete días a las puertas de ese hospital.

Jungkook eleva una de las comisuras de sus labios en una sonrisa algo torcida.

—¿Vas a robarme? ¿Por qué me siento cumpliendo una de tus fantasías?

—Y que lo digas, ángel.

El azabache presiona el celular entre sus dedos ablandando su expresión.

—Me desharé de este teléfono, lo entiendes, ¿cierto?

—Por supuesto. Nos vemos, Jungkook.

—Nos vemos.

Y así acaban la llamada, uno porque no le queda de otra, y el otro porque de no acabarla la continuaría por siempre.

Y tiene algo más de qué ocuparse.


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Liberty
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Boletín informativo:

Rotura fibrilar: Es una lesión muscular intrínseca que aparece con frecuencia en la parte posterior del muslo. Aparece de forma brusca y como un golpe seco en la zona afectada, lo que supone una impotencia funcional importante, por lo que la práctica de la danza es prácticamente imposible mientras dure esta lesión. El periodo de curación nunca es inferior a tres semanas. El tratamiento consiste en un reposo de actividad deportiva y posteriormente realizar ejercicios dinámicos largos y continuados, añadiendo estiramientos pasivos y mantenidos de la zona afectada. Muchos bailarines suelen sufrir este tipo de lesión por múltiples razones: mala recepción en salto, cambios bruscos en el tono muscular, sesiones de trabajo demasiado intenso, etc.

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