ᝰ Octavo Acto
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❝Lo confieso, puedo decirte que estás en tu mejor momento.
Soy egoísta, y lo odio.
He notado que hay una porción de ti en mi modo de vestir.
Considéralo un cumplido.❞
Cherry by Harry Styles
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Pasaron gran parte de la tarde en una amplia y elegante sala. Una agradable tarde entre conversaciones y bebidas; jugo de manzana para Sucrush, helado de chocolate y menta para Jungkook y vino para Taehyung, una bebida de su preferencia para situaciones que mezclaban placer y trabajo, como ahora.
Ya Sucrush estaba enterada de gran parte de las conclusiones de Taehyung, lo necesario para trabajar. La estancia tenía prácticamente como paredes percheros y percheros con prendas, mayormente femeninas. Dos butacas de color crema acanelada, en los que estaban Taehyung y Jungkook mientras ella estaba cómodamente sentada a orillas de la plataforma en el centro de la pequeña habitación, a un fondo de la misma una puerta deslizable separándola del vestidor.
Jungkook los dejó trabajar con su mente divagando en su propio oficio y respirando el aire actual como su último descanso. La rutina la tendría que agarrar con fuerza a partir de mañana. Calculó que necesitaría tres semanas de preparación antes de retomar las presentaciones y su papel en las mismas. Pensó también en su hermano mayor Seokjin y lo poco que faltaba para su celebración de cumpleaños número treinta.
La fecha indicada para la retirada de su ídolo, la fecha temida por Jungkook desde que tiene uso de memoria.
Sucrush había salido de la habitación hacía unos pocos minutos para darles una extraña privacidad. Taehyung finalmente había encontrado el que sería el primer atuendo que le presentaría a Jungkook, que miraba la puerta deslizable fijamente, esperando ansioso la aparición del rubio.
Pero cuando sucedió, deseó no haber permanecido mirando la puerta. Quiso cerrar los ojos incluso.
Las luces blancas pero apropiadamente tenues caían en diminutos reflectores sobre Taehyung, haciendo brillar unas pequeñas piedras en cada lóbulo de sus orejas. Las pestañas desprovistas de maquillaje esperaban alertas, justo como sus ojos la reacción de Jungkook.
Pero él se había quedado… mudo.
A pesar de que la única diferencia era el vestido que lucía, Jungkook no pudo evitar admirar desde su cabello hasta sus pies, como si viera a otra persona totalmente distinta.
El brillo del sedoso cabello rubio cobrizo aparecía desde una punta hasta la otra de cada hebra, acariciando las sienes de Taehyung y sus mejillas hasta detenerse en la curva de su cuello. El vestido eran dos listones rojos cruzando la sección de su clavícula sin cubrir los hombros, hermosa piel de lunares esparcidos ante el atónito rostro de Jungkook. El vestido descubría los brazos a partir de los codos, donde la tela dejaba de apegarse a su piel para caer a cada lado, colgando a partir del antebrazo. La prenda, según el espejo detrás de Taehyung, dejaba desnuda su espalda, apenas existía un pequeño botón tras su nuca y luego desnudez. La curva de sus nalgas resaltaba por la compleja cintura del vestido, detallando cada curva de Taehyung, como si fuera hecho para él. No obstante, esa era toda la piel mostrada por la prenda —mucho más de lo que la usual ropa de Taehyung dejaba ver— pues el vestido caía en rojo por sus piernas hasta rozar el suelo.
Taehyung era mucho más que una obra de arte.
—¿Jung... Kookie?
—Y-yo mejor me voy.
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Taehyung se había tomado un tiempo en el vestidor mirándose en el espejo de pies a cabeza y viceversa. Se entretuvo mirando la tela estirarse y volver a su lugar con cada respiración tomada. Se veía hermoso, se sentía especial y no pudo evitar tocarse el abdomen al percatarse del cosquilleo en su estómago, provocado precisamente porque Taehyung reparaba en la sonrisa nerviosa en su rostro. Nerviosa y ansiosa.
Nunca esperó una opinión sobre su aspecto, siempre se valió por sí mismo en ese sentido. Después de todo, nadie podría especular lo que mejor le convenía usar más que él mismo. Pero esto cambiaba hoy, incluso esperó a la presencia de Jungkook para dar el paso de probarse un vestido. Cuando salió del probador sus pies planos se resentían por la superficie dura e incómoda de recorrer descalzo. Pero las caricias de la tela y las luces sobre su cabeza le hicieron sonreír. Porque Tae ahora mismo es un actor desnudo, preparándose para salir al mundo tan perfecto como nunca. Y la mirada de Jungkook, no sabría cómo tomársela a decir verdad. Pues su pecho estaba inmóvil con el aire atrapado en su garganta, todo su cuerpo se puso en tensión al reparar en su presencia.
Al escuchar las primeras palabras de Jungkook, decidió que se lo tomaría con decepción.
Las luces sobre su cabeza dejaron de sentirse cómodas, incluso dejaron de sentirse. Taehyung no se encontraba poderoso de repente. Dejó caer los brazos a la par de los hombros y desvió la mirada para evitar así ver a Jungkook levantarse y huir. No obstante, tras este dar tres pasos, Taehyung murmuró: —Si ni siquiera un espécimen como tú puede mirarme, ¿en qué me convertiré para los demás?
Arrugó con rabia pero con cuidado la tela a la altura de sus muslos y tensó la mandíbula, consciente de que con ello había ganado la atención de Jungkook.
—Realmente no me importa tu opinión, ni la tuya ni la de nadie. Soy yo quien da las opiniones, soy yo el escuchado... pero justo cuando quiero escuchar…—. Toma una respiración temblorosa y dirige la mirada al pelinegro que continúa de espaldas—. Yo no escapé cuando te vi. Por muy raro que eras, estabas tan hermoso que...,— Se toma un momento para mirarse con las lágrimas arremolinándose en la comisura de sus ojos, pero las detiene por pura voluntad dándose la vuelta para regresar al vestidor—. Olvídalo, espérame en el auto, te llevaré a tu casa.
Recorre la base alta, demasiado pequeña y sencilla como para llamarla pasarela, al menos según los conceptos de Taehyung. Va de regreso al vestidor y se encierra, devolviéndose la mirada en el espejo.
«Peor que recibir una mala crítica es afrontar que ni siquiera estás a la altura de una». Es lo último que piensa antes de llevar sus manos a su nuca, buscando el botón y separando ambas piezas en el proceso.
Cuando la tela pasó de estar en sus clavículas a reposar en los hombros preparada para descender, la puerta a sus espaldas se abrió de forma repentina dejándolo congelado. Por el espejo miró al pelinegro que estudiaba en silencio su espalda, el flequillo caía sobre sus ojos, estorbando a Taehyung a la hora de intentar descifrar su mirada. Sin saber qué decir o tener mucho por hacer, Tae aguardó los movimientos de Jungkook, sosteniendo las tiras para no dejar caer el vestido.
—Nunca he sentido mucho por ti realmente—. Comienza a murmurar Jungkook con la mirada perdida en la piel dorada.— En un inicio te detestaba porque me parecían estúpidas las barreras a cada lado de tus ojos, eras como un caballo con esas... cosas que le acortan el rango de visión. Solo mirabas lo que te interesaba, lo otro, lo desechabas—. Taehyung continuó respirando con tensión hasta que se obligó a sí mismo a relajar sus hombros, se sentía más protegido así, como engañándose a sí mismo.— Creo que fue en nuestro segundo encuentro, no estoy seguro, pero en algún momento me propuse volverme visible, visible de verdad, no como pieza de exhibición en un museo para el egocéntrico Kim Taehyung. Y así hasta que consideré tu egocentrismo como un aspecto a halagar en lugar de algo desagradable. Pero con todo y eso... no me llamabas la atención. A pesar de que eres hermoso, es cierto, pero la belleza siempre ha sido algo tan banal para mí...
Taehyung alzó más la cabeza para poder ver mejor a Jungkook.
—¿A dónde quieres llegar? —. Preguntó con el tono especialmente plano y Jungkook alzó un poco, apenas un poco los ojos dejándolo atónito.
—He pensado ridículamente mucho en ti este mes, me emocionó muchísimo verte en la entrada del hospital y no lo entiendo... Pero es como si verte ahora fuera la gota que colmara el vaso —. Con expresión agónica, porque no hay otra forma de determinarla, Jungkook lo miró a los ojos por medio del espejo. Ojos con cierto miedo y nerviosismo.— Nunca te has visto más hermoso que siendo tú mismo ahora, como si más que interpretando un papel, fueras... fueras tú el que escribiera el papel con el corazón y no con la cabeza. Y sé que es solo un vestido pero... tú eres simplemente...
Taehyung se dio la vuelta y desde arriba miró a Jungkook, miró los grandes ojos asustados y abiertos como nunca. Esta vez Taehyung sintió la seguridad correr como oro derretido a través de sus venas. Dejó la tela reposando en sus hombros, sabiendo que al mínimo movimiento brusco dicha tela sería arrastrada por la gravedad hasta arremonilarse alrededor de sus pies. Para evitarlo, acercó a Jungkook a su cuerpo, cerrando la puerta a sus espaldas, aguantando el vestido con la mano sobrante. Colocó dicha mano después a un lado de la cabeza de Jungkook, la palma apoyada contra la puerta con delicadeza. Por la posición, el vestido, en lugar de mantenerse fijo a su cuerpo o caer, se mantuvo inclinado a un lado mostrando hombros y la parte superior del pecho. Claro que Jungkook no podía ver mucho más que la sombra de Taehyung tendiéndose encima suyo. Los ojos del hombre adquirieron un color oro, duros y estudiadores, fijos en él sin piedad.
Kim preguntó en voz baja, con los labios apenas despegándose en la acción: —Dices que nunca has sentido nada por mí, y dices que eso ha cambiado, ¿qué sientes, Jungkook?
Bajo su mirada lo observó retorcerse con nerviosismo, Jungkook no despegaba de él sus ojos de becerro asustado, y las manos del susudicho parecían no poder estarse quietas a cada lado de su cuerpo.
—N-no lo sé. S-solo quiero aclararte que mi reacción no es porque no seas hermoso o un bicho raro. Es porque no sé cómo afrontar que por un momento...
—¿Por un momento?—. Insistió Taehyung, con un tono más bien despiadado.
—N-no lo sé, todavía no sé cómo afrontarlo. Tal vez si salieras de encima mío yo...
—¿Qué quisiste hacer?—. El cabello de Taehyung bailó alrededor de su rostro inclinado hacia abajo y los ojos de Jungkook los vieron con la garganta cerrada.
Los rosados labios del ángel temblaban al igual de sus piernas por la presión. Por primera vez en años, Jungkook no se podía mover.
Taehyung llevó la mano que no estaba en la puerta a la cintura de Jungkook, la tela de licra de la ropa de prácticas tan fina, que el roce de los dedos envió descargas a su sistema nervioso sin problemas. Sus manos continuaron el recorrido de forma ascendente, provocaron que Jungkook alzara la cabeza y expusiera su cuello a los ojos hambrientos de Taehyung.
Porque Tae sí afrontó sin remedio lo que el azabache hacía en él, desde el primer momento. Y Jungkook supo de la guerra interior de Taehyung, desde el primer momento. Jungkook lo trató como un trapo, desde el principio, porque sabía que tenía el poder. Taehyung estaba tan ciego en su admiración que sintió que no había ningún problema en dejar al menor hacer lo que le diera la gana.
Y justo ahora Taehyung siente tanta rabia.
Su mano pasó de la puerta hasta la nuca de Jungkook, el cuello del menor se le quedó tan chico al agarre de sus dedos que Taehyung disfrutó con un siseo la sensación de control dominar su sistema. La otra mano se movió a la par de la primera, tomando posesión de la cintura del ángel, pegándolo a su cuerpo con tal brutalidad que Jungkook profesó un ruido ahogado por la estupefacción, pero de este solo pudo escapar de su boca una parte. Taehyung no permitió que dijera mucho más.
Sin gota de cuidado o vergüenza, Taehyung tomó la boca de Jungkook, no los labios, la boca. Los rosados y pequeños labios temblorosos fueron devorados en menos de dos segundos por los del rubio, una lengua batiéndose como látigo por la cavidad del menor no le dejaba pensar con claridad. No, esperen, desde que Taehyung apareció con una sonrisa cuadrada adornando su faz, Jungkook no había podido pensar con claridad.
Vante llevó la mano de la cintura hasta la espalda baja del azabache para subirlo a su antojo, Jungkook se vio arrastrado por Taehyung de tal forma que solo pudo cerrar los puños contra cada uno de los hombros del mayor, hacer un arco con su espalda se apegó al torso del contrario y se puso de puntillas. Taehyung lo besaba con avidez y enojo, soltando toda la frustración de ese tiempo. Los dedos estrujaban la piel sin rastro del cuidado que hubo tenido desde un inicio.
Porque se sintió usado.
Porque sintió que todo ese tiempo su "ángel" estuvo jugando con él. Y antes de darse cuenta estaba llorando.
Separó a Jungkook sin soltarlo totalmente y lo miró sin reprimirse a ello a pesar de las lágrimas en su rostro. El menor también tenía los ojos cristalizados y la respiración acelerada, no por placer, tenía miedo. Porque sí, Jungkook era consciente de todo lo que había hecho con el rubio cuando era conocedor de sus sentimientos.
—Eres una mierda—. Le dijo Taehyung, completamente derrotado.
Pero a pesar de las duras palabras no quitó sus manos de encima de Jungkook, ni aumentó más de lo debido la distancia entre ambos.
—Lo soy, una mierda insensible.
Taehyung inhaló aire y las lágrimas se detuvieron.
—Lo justo es que te trate como una mierda ahora que sientes algo por mí. Ahora que aunque te separes de mí y huyas, no dejaré de atormentarte en tu cabeza.
Jungkook deja caer las manos con lentitud y asiente tembloroso.
—Puede ser.
—¿Puede ser?
—No viene al tema pero, intentar contrarrestar un acto injusto con la misma moneda no hace justicia, es igual de injusto solo que en sentido contrario. Si lo que quieres es vengarte, dejaré que lo hagas. Pero que te sientas bien no quiere decir que esté bien, ya sabes.
Taehyung lo miró a través de sus pestañas contener la respiración. Sin titubeos como antes, se recompuso y aún entre los brazos del posible agresor, permaneció fuerte. Taehyung esbozó una sonrisa triste y descendió para besar con dulzura los labios de Jungkook, como si curase las heridas antes hechas por él.
—Hacerte feliz es lo que me haría sentir bien, no vengarme.
Jungkook toma una inhalación temblorosa y sonríe más cómodo entre sus brazos.
—Eso es un alivio realmente.
—Pero, ¿por qué? ¿Hice algo para que me odiaras así? Alguna crítica ruda a un conocido o...
—Simplemente se sentía bien —. Con eso Taehyung se calló y con un mudo asentimiento lo dejó ir acomodando el vestido de vuelta a sus hombros, algo ácido como vómito aparcado en la boca de su estómago.— Se sentía bien tener cerca a alguien que me entendiera, o que al menos hiciera el esfuerzo con seriedad. A pesar de que mis crudos comentarios pudieran hacerte sentir mal, los escuchabas. Y eso significa mucho para mí, Taehyung—. El nombrado parpadeó varias veces como comprobando la presencia de una sonrisa de ojitos arrugados en la tez de Jungkook cuando volvió a hablar—. No eres un cobarde, eres un crítico de verdad.
Taehyung regresa las tiras del vestido a sus hombros con algo de nerviosismo.
—Eso lo dices porque te gusto, así que...
—Me gustas por eso también—. Jungkook se puso de puntillas y dejó un beso en la mejilla de Tae.— Si tuviera que escoger entre admirar a las estrellas o apreciarte a ti, continúo eligiéndolas a ellas, pero a diferencia de antes, esta vez, me lo pensaría.
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Liberty
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