Freddy miraba con los brazos cruzados como su novio se divertía más con el nuevo videojuego que le había comprado que con él. Hacia horas que estaba ahí sentado con él y no se había dado cuenta de su presencia. Cruzando sus piernas, suspiró cansado, viendo hacia abajo y después a su novio, acercándose más a él para que lo note. Al ver que no funcionaba, rodeó uno de los brazos de Chip con los suyos, atrapando así su brazo pero sin ser una impedimento para el videojuego.

—Chip. —llamó.

—¿Qué pasa, corazón? —preguntó sin dejar de ver la pantalla. Estaba tan enfocado en su videojuego que ya hartaba al menor. —dime que necesitas, mi vida. Se que estás aquí conmigo, no te estoy ignorado.

—Besito... —susurró. Chip dejó de jugar, mirando a Freddy y sonriendo por lo tierno que se veía con ese pucherito y hermosos ojos azules; grandes, brillando con esas largas pestañas. Su rostro tan bonito lleno de pecas. Era imposible no darle un beso o varios.

—¿Besito, mi amor?

—Mmh.

Chip rió suave, dandole un gran beso en los labios. Freddy sonrió contra sus labios, besandolo de vuelta y colocandose sobre sus piernas para poder besarlo más cómodo. Unos besos bastaron para que Chip dejara el videojuego y se enfoque más en su novio, acostándose en aquel gran sillón de la sala de estar, sosteniendo el cuerpo de Freddy con sus brazos.

A veces Freddy solo necesitaba unos besos.