13
Respiró pesadamente. Sentía que el oxígeno le faltaba y necesitaba recuperar aire.
Había pasado un mes desde que Clint le había conseguido la cabaña, y aunque Clint le dijo que podía quedarse algunos días a la semana, pasaba con él casi todo el tiempo ayudándole a terminar su recuperación.
Porque sí, Clint no le había dejado que usara su velocidad hasta que ya no sintiera ni una sola molestia. Y cuando eso había pasado, le había obligado a comenzar a usa su velocidad poco a poco por si acaso se llegaba a lastimar.
—Ten. — tomó en el aire la botella de agua y la toalla que Clint le lanzó. El mayor también se sentó en el piso. Habían arreglado uno de los varios cuartos que tenía la cabaña, y lo habían convertido en una sala de entrenamiento.
—¡Me siento agotado!. — exclamó, recostándose en el piso nuevamente después de tomar agua.
Era de noche, y el clima era fresco, a pesar de estar en pleno verano.
—No aguantas nada. — se burló el mayor.
—Tú no luces mejor, eh, viejo, ¿la edad te esta cobrando la resistencia? — se burló, Clint rodó los ojos.
—Pensaba, en que quizás es momento de que puedas usar completamente tu velocidad. — comenzó.
—¿En serio? ¡Eso es genial! Pensó que jamás me dirías eso. — comentó, sin ningún tipo de vergüenza.
En un mes había aprendido a no ser tímido, y demostrar como se sentía. Claro que eso no aplicaba en todo. Porque también se había vuelto experto en ocultar su enamoramiento.
Porque sí, ahora era capaz de aceptarlo. Estaba enamorado de Clint. Habían bastado unos cuantos detalles -de los cuales Clint no se había dado cuenta- para enamorarlo por completo.
—Pero...
Pietro rodó los ojos.
—Siempre hay un pero. — reprochó, haciendo un puchero. Clint le sonrió dulcemente. Pietro desvió la vista sonrojándose.
—Así es, pero es algo que te servirá. Cuando este aquí, entrenaremos dos o tres horas combate cuerpo a cuerpo. Y sí te va bien, quizás te pueda enseñar unas cuantas cosas con el arco. — prometió, Pietro asintió. Sintiéndose emocionado.
Desde el principio había mostrado sumo interés por el arco y flecha. Aunque claro, eso no tenía que ver con que Clint los amara, por supuesto que no. A él también se le hacían interesantes.
—Gracias. — le sonrió a Clint, el mayor de devolvió la sonrisa.
Se quedaron algunos segundos, mirándose directamente a los ojos.
—Bueno...eh...creó que deberíamos hacer algo para cenar. — Clint rompió el silencio, rascándose la cabeza en un gesto nervioso. Pietro sonrió en su interior al ser capaz de haber memorizado casi todos los gestos que Clint hacía en un mes.
—Claro. — contestó sonriendo, se puso de pie rápidamente. Y tomó a Clint en brazos para llevarlo hasta la cocina.
Sonrió sacudiéndose el cabello cuando Clint le dio una mala mirada.
—¿Qué quieres comer?. — preguntó Clint, ignorando el hecho de que el menor lo había cargado. Aún cuando él no quería que hiciera demasiada fuerza.
En su interior sabía que estaba siendo sobre protector. Pero no era su culpa, el amor que sentía hacía el menor lo hacía no querer separarse de el ni un solo segundo.
«A ti» Pietro se sentó en la isla de la cocina, nervioso por sus pensamientos.
—Lo que sea. — contestó, fingiendo normalidad.
Clint le sonrió.
—Bien.
***
Trató de ser lo más silencioso que pudo, y bajo las escaleras despacio.
No podía dormir. El insomnio que tenía era más fuerte que él. El simple hecho de tener a Clint en su casa le estaba quitando muchas noches de sueños. Su mente le jugaba malas pasadas, y lo hacía pensar cosas que sabía no pasarían.
Suspiró, no creía realmente que fuera a ser capaz de seguir ocultando su enamoramiento. Se sentía agobiado a causa de lo fuerte que eran sus emociones.
Sacudió la cabeza, alejando sus pensamientos. Y se dirigió a la puerta, salió y se sentó en las gradas de la escalera. Hacía una buena noche, fresca y con miles de estrellas en el cielo. Aunque la ausencia de la luna era notable.
Ya había tomado una decisión, pero quería dejar pasar un poco más de tiempo para decirle a Clint.
No seguiría siendo un héroe o villano. Quería quedarse fuera, le diría a Wanda y quizás al resto que estaba vivo. Pero no volvería. Sabía que en algún momento lo descubrirían. Pero no quería volver a arriesgar su vida. Sabía que era egoísta, seguramente Wanda lo iba a querer con ella, pero él no podía estar todo el tiempo con ella. Ya lo había aceptado. Clint no se lo había dicho, pero se había enterado de que Wanda estaba con Visión. Él ya no podía estar todo el tiempo con ella, ahora que ella tenía pareja. La cuidaría hasta donde le fuera posible, aunque sabía que probablemente Visión también haría lo mismo.
Tenía que rehacer su vida. Conseguir una pareja, llevar una vida normal aunque el no lo fuera.
—¿Qué haces aquí?. — se sobresalto cuando Clint puso una mano en su hombro. Pero no se levantó al conocer la voz. Llevo su vista hacía el frente, observando lo poco que le era posible el jardín.
—No tengo sueño. — confesó.
—Yo tampoco. Quizás si me hubieses buscado habríamos charlado un poco. — no sabía si era su imaginación, pero le había sonado a reproche.
—Ya estamos charlando. — contestó en voz baja, su voz había sonado desganada.
—Oye, ¿qué tienes, eh? Te escuchó desganado. — Clint se sentó en la misma grada que él, a la par.
—Nada...— escuchó que Clint bufo. — Extraño a mi hermana. — medio mintió. La extrañaba, pero no era por eso exactamente que se había comenzado a sentir triste.
—Sé lo que es extrañar a tu familia. — contestó el mayor. Con la vista pérdida. Pietro cerró los ojos cuando pensó en lo mucho que Clint extrañaba a sus hijos...y su esposa. — Yo extraño mucho a mis hijos. — confesó.
Pietro alzó la visa.
—¿a tu esposa? ¿extrañas a tu esposa?. — preguntó por impulso. Luego desvió la mirada. Avergonzado.
—Yo...— volvió su hasta Clint cuando escucho duda en su voz. — Es complicado.
—¿Por qué?. — se mordió la mejilla. — Digo, si quieres hablar del tema, claro. — agregó rápido.
—Tranquilo. — Clint sonrió, notando el nerviosismo de Pietro. Luego su semblante paso a ser serio de nuevo. — Me divorciaré de Laura. — confesó. Pietro boqueo como un pez, pero no fue capaz de decir nada.
No esperaba eso.
—Oh...es, es...lo siento. De haber sabido, no te hubiese preguntado. — se disculpó.
—No hay problema. — Clint sonrió. Tranquilizándole un poco, ya que no pudo evitar ponerse feliz por la noticia.
Era genial.
—Si tu lo dices. — contestó.
Silencio los envolvió.
—Las cosas con ella, ya no estaban funcionando. Mis sentimientos por ella son nulos. No...no quería seguir así, viviendo en un engaño. Era lo mejor para ella...y para mí. — Pietro asintió, entendiendo el punto de vista de Clint.
—¿Tus hijos?. — preguntó curioso. No los conocía, pero no creía que se merecieran sufrir.
—Por suerte Laura es una buena mujer, y lo entendió perfectamente bien. Nos dividiremos el tiempo a partes iguales luego de divorciarnos, no creemos que pelear la custodia les haga bien a ellos, no queremos hacerles daño. — comentó.
—Lo tomó bien. — Pietro dijo, cruzando los dedos de ambas manos sobre sus rodillas.
—Por lo menos no me lanzó los platos y cubiertos. — Pietro rió ante la broma de Clint.
—Maravilloso. — dijo, viendo los ojos brillantes de Clint.
—Así es. — sintió como su respiración se volvía lenta cuando Clint se acercó más a él.
Un poco más y...
Cerró los ojos cuando sintió los cálidos labios de Clint contra los suyos. Tan suaves, húmedos y...deliciosos.
Gimió cuando tomó a Clint del cuello, y profundizó el besó. Era demasiado bueno para ser real. Por un momento pensó que tal vez estaba soñando, pero cuando enredo sus manos en el cabello de Clint, y el mayor lo tomó del cuello se dio cuenta de que no era así. Todo era real.
«Es más que real, y también es genial» pensó.
Se separó de Clint cuando el oxígeno se le terminó, y sonrió como el tonto enamorado que es, con Clint rozando la nariz de él con la suya. Se miraron a los ojos, pudo ver los ojos azules de Clint casi negros.
—¿Maravilloso? — Clint sonrió, cerca de sus labios, y sólo pudo pensar en lo maravillosa que era su sonrisa.
—Muy maravilloso. — volvió a sentir los labios de Clint presionándose con los suyos, y esta vez no esperó demasiado para corresponderle.
Sólo habían sido dos besos, y sentía que ya era un adicto a los labios del mayor.
***
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