A veces, Ania lo arrastraba a salidas con Skyler y Castiel. No es que no lo pasara bien con ellos, solo que a veces, le gustaría no pasar tanto tiempo con ellos.

Ania y Skyler eran mejores amigas, y hacían todo juntas. Más de una vez había llegado a altas horas de la noche después de un largo turno para encontrarse a la chica porque Castiel estaba de gira y ella se sentía sola. No lo malentiendan, le encantaba que su novia tuviera una amistad como aquella pero a veces resultaba un tanto invasivo.

A los 25 años, hacían pijamadas...en su cama...con él durmiendo ahí, lo hacían ponerse mascarillas con ellas, que dicho sea no le molestaba cuando estaban a solas con Ania, pero Skyler tenía la costumbre de sacarle fotos y enviárselas a todos sus contactos.

Por eso cuando salían los cuatro, bueno...sobra decir que Nath no le animaba mucho saber que Skyler encontraba las formas de irritarlo solo por diversión, acción muy apoyada por Castiel. Pero Ania siempre era feliz cuando se reunía con Sky, ellas tenían un tipo de amistad tan difícil de encontrar, dos mitades de un todo, casi como si fueran gemelas; y él nunca sería capaz de quitarle eso.

Por Ania soportaría cualquier cosa, y estaba seguro que Castiel pensaba igual sobre Skyler, ambos soportarían lo que sea, pero esto era un nuevo límite.

—¡Provócame, mujer, provócame. Provócame, a ver, atrévete! —cantaban ambas subidas arriba de una mesa, con tragos en las manos—. ¡Provócame, a mí, acércate. Provócame, aquí, de piel a piel!

Solo se habían alejado unos minutos para ir a buscar unas cervezas, en el momento en que al DJ se le ocurrió poner música latina, ambos supieron que algo así podía ocurrir.

—¡Provócame, libérate de una vez. Ten valor, enfréntate. Provócame y conquista mi amor!

Los dos chicos se miraron sabiendo que lo más probable era que tuvieran que llevarlas en hombros a casa y por la mañana tendrían una resaca de mil demonios; encogiéndose de hombros se sentaron a esperar y mientras, disfrutar de las locuras de sus novias.