𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 -19 ᯽𝑀𝑖𝑛𝑖ℎ𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝐴+𝐿᯽
Los pasos resonaban peligrosamente cerca, incitándolos a apurar el paso para evitar ser alcanzados. Los árboles se estremecían al compás del viento, creando un ambiente tenso impregnado de adrenalina.
-¡Mamá, ¿por qué estamos huyendo?! -la voz inocente de un niño rompió el silencio de la noche oscura.
-¡Sshh, cariño! Nos persiguen hombres malos.
Continuaron corriendo hasta que los pasos se desvanecieron en la distancia, pero eso no garantizaba que estuvieran a salvo.
-¿Y papá? mamá haya que esperar a papá.
-Papa nos alcanzará después bebé. Ahora iremos donde una amiga así que date prisa y corre.
Madre e hijo siguieron escapando de sus perseguidores, pero si seguían con ese paso los alcanzarían pronto.
-Bebe, tomaré este camino y te quedarás escondido aquí hasta que mamá regrese, ¿de acuerdo?
-Pero, mamá, no quiero quedarme solo.
-No estarás solo mi amor, alguien vendrá por ti.
-N-no
-Solo será por un momento, amor. Mamá se distraerá a los hombres malos y regresará por ti al amanecer. Sé valiente y quédate oculto hasta la mañana siguiente, ¿entendido? Es como un juego de escondidas: mamá distraerá a los hombres malos y luego volverá por ti.
El pequeño de apenas 5 años asiente, aún inseguro. No comprendía por qué los hombres malos los habían sacado de su hogar, solo recordaba ver cómo se llevaban a su papá antes de que mamá lo tomara y huyera de ellos.
-¿Volverás por mí, mamá?
-Por supuesto, mi amor. Mamá regresará por ti, mañana por la mañana. Pero debes recordar, cariño, que no eres un macho Omega y tu nombre no es Leo. A partir de ahora, tomarás el nombre de mamá. Será un secreto de ambos amor. ¿Cómo se llama mamá?
-Betsy, mamá Betsy.
-Muy bien, mi corazón. Mamá Betsy está muy orgullosa de que sea un bebé Omega macho. Así que, no lo olvides.
El bebé Leo asintió dándole una enorme sonrisa de dientes de leche, más nunca imaginó que esa sería la última prisa que le dedicaría a su madre.
Durante las décadas de los 70 y 80, ser un Omega, especialmente si era un macho, era considerado una aberración. La sociedad los veía como una falla de la Madre Luna, persiguiéndolos hasta deshacerse de ellos. Aquellos que nacían como Omegas machos se veían obligados a ocultar su verdadera identidad, haciéndose pasar por hembras para asegurar su supervivencia, aunque en realidad no existía diferencia alguna.
La familia de Leo no fue la excepción; su engaño fue descubierto, y no les quedó más opción que huir de su hogar para escapar. La verdad de su naturaleza los forzó a enfrentar la dura realidad de una sociedad que rechazaba a su propia raza.
-¿Qué haces solo en el bosque? -preguntó una delicada voz aniñada.
Leo dio un brinco del susto y se enfrentó a quien le hablaba, observando a una niña morena muy bonita de cabello ondulado, de su misma edad.
-Espero a mamá -respondió, con la mirada fija en la dirección en la que su madre se había ido.
-¿A dónde fue tu mamá?
-No sé, solo me dijo que iba a distraer a los hombres malos y luego volvería por mí.
-¿Hombres malos? ¿Esos que tienen armaduras y son feos?
-¡Si! Estamos jugando a las escondidas con mamá, y ella los distrae para que no me encuentren.
-¡Yo quiero jugar!
-Entonces no hagas ruido o nos encontrarán.
La pequeña se acercó enérgicamente, acurrucándose junto a Leo.
-Y, ¿cómo te llamas? Yo me llamo Osiris.
-Le... Betsy.
-¡Betsy, hay que ser amigas!
Y así floreció una hermosa amistad, fuerte e inquebrantable, entre ellos.
-¡Osiris! -exclamaron desde la lejanía.
-¡Aquí, estoy mamá! -la pequeña se levantó de un salto al encuentro con su madre.
-Osita no salgas corriendo de esa manera.
-¡Mamá, encontré una amiga¡
La pequeña Osiris guio a su madre hasta su nueva amiga. Y ella con solo observar a la pequeña que se encontró aún acurrucada en su puesto, lo supo de inmediato de quién se trataba, su pelito hasta los hombros rubios y esos ojazos azules, eran muy conocidos para ella, sus ojos se inundaron por las lágrimas, y un nudo se formó en su garganta, la frustración y la impotencia se apoderaron de ella, más no las dejo salir en ese momento, tenía que ser fuerte por su amiga, y ayudarla como lo prometió, apartir de ahora ese pequeño bebé era suyo, y lo criaría en memoria de su amiga querida.
-Vamos bebés, vayamos a casa.
-Pero estoy esperando a mamá y papá.
-Mamá y papá .....
¿Cómo se le explica a un bebé que sus padres ya no volvería jamás?
-Ellos... n-no ..... ellos.... A-ahora son estrellas muy brillantes que viven en el cielo.
-Entonces yo quiero ser una estrella.
-Lo eres, pero tú brillaras aquí.
-¡Yo tambien quiero ser una estrella!
Los niños, en su inocencia, son ajenos a la gravedad de los asuntos y a las decisiones egoístas y crueles que a menudo marcan la realidad de la sociedad que los rodea. Desconocen las dificultades del mundo adulto, donde las acciones pueden estar manchadas de motivos menos puros.
꧁༺°•᯽•°༻꧂
-¿Crees que mamá está bien, Iris? -preguntó Betsy.
-Ella está bien, donde quiera que esté, está bien.
Desde aquel fatídico día, Betsy regresaba al mismo sitio, esperando hasta la medianoche la llegada de su madre. Aún lo hacía a sus dieciséis años, visitando cada día el lugar donde se despidieron, depositando flores con la esperanza de encontrarla allí. Sin embargo, esa encuentro solo se cumplía en sus sueños.
Lilac, la madre de Osiris, una beta viuda, las crió desde entonces como si fueran hermanas. Juntas vivían en el centro de ese mismo bosque, manteniéndose alejadas de la civilización. Lilac era una bruja negra, en una época en la que estos seres también eran considerados una amenaza y aberración para la tierra. Por tanto, se ocultaba de las personas, guardando celosamente su verdadero ser.
Con el paso de los años, la creencia de tratar a los Omegas machos y brujas como un error y aberración fue desapareciendo, lo cual fue positivo. No obstante, no todo mejoró, ya que, aunque ya no eran considerados un error, los Omegas aún con su segundo género diferente eran secuestrados y vendidos con propósitos sexuales a extranjeros.
Una triste realidad para todos, y aún más para Leo; ya que si eso hubiera existido cuando sus padres aún estaban con vida, ellos seguirían con él. Así que Leo se aferró a lo único que le quedaba; conservó el nombre de su madre, casi olvidando el suyo propio. Decidió no cambiarlo, pues conforme crecía, su parecido con su madre se volvía asombroso. Al mirarse en el espejo, prefería aferrarse a la ilusión de que su madre seguía a su lado, optando por no volver a su identidad original.
꧁༺°•᯽•°༻꧂
Betsy disfrutaba del tiempo con Osiris, pero había ciertas actividades de las que no podía compartir con ella, especialmente si quería mantener su secreto a salvo. Una de esas actividades era el baño; no compartían la ducha ni se desvestían delante de la otra, un acuerdo no dicho que ambas respetaban. Aunque esto podría parecer extraño para algunas personas, para ellas era completamente natural.
Betsy encontró su propio espacio para disfrutar del baño durante el día. Se dirigió a una hermosa cascada ubicada en el centro del bosque, donde pasaba horas nadando y apreciando la caída del agua. Este rincón se convirtió en su santuario personal, un lugar donde podía conectarse con la naturaleza y al mismo tiempo, proteger su identidad oculta.
-¿Se te cayeron los pechos?
Betsy dio un sobresalto ante la sorpresiva voz y se sumergió rápidamente en el agua. Aunque desde allí podía distinguir la silueta deformada que se recortaba sobre la superficie acuática.
Cuando ya no pudo contener la respiración, emergió y se encontró cara a cara con unos ojos cafés profundos, tan hipnotizantes que no pudo apartar su mirada azulada de ellos durante un largo instante. Además, el aroma que emanaba era tan delicioso como inusual para Betsy.
Sin embargo, el momento mágico se rompió abruptamente con el resoplido de un caballo a lo lejos. Betsy parpadeó, saliendo de su concentración, observó ahora con ferocidad al desconocido frente a ella. Sin titubear, lo tomó del cuello de la camisa y lo arrastró hacia el agua, provocando un sonido que hizo que hasta los pájaros salieran volando asustados.
Betsy salió del agua desnuda y se vistió rápidamente, alerta de no querer ser vista. Luego, con firmeza, se enfrentó al desconocido que había interrumpido su momento de tranquilidad.
-¿Quién eres? ¿Y como llegaste aquí? -preguntó arisca.
El desconocido, que ya había salido del agua, no respondió, aún aturdido por lo que acababa de suceder. Solo podía pensar en la impresionante fuerza del pequeño Omega de ojos azules, y no podía ignorar su desbordante belleza.
-¿Por qué te disfrazas de mujer? -respondió el desconocido con otra pregunta.
-¡No es un...! ¡Oye, te preguntaste cómo llegaste hasta aquí?!
-Qué agresivo, mira belleza, solo estoy aquí para explorar. No quería espiarte ni nada, pero tampoco quería perderme el espectáculo que montaste.
-¡Tú! ¡Pervertido!
-Yo, ¿pervertido? ¡Tú fuiste el que llegó y se desnudó frente a mí! No tengo culpa, estoy aquí desde antes que tú, así que el único culpable aquí eres tú, no yo.
-¡Eres un sinvergüenza! Se supone que cuando ves a alguien bañarse desnudo, te largas de aquí, no te quedas a espiar.
-¿Y perderme lo que aprecié? No, precioso, el arte se aprecia y observa cuidadosamente. Y tú, cariño, eres arte.
¡Plas! El sonido de una cachetada resonó entre el agua de la cascada. Betsy estaba ardida en cólera. ¿Cómo se atrevía este pervertido a hablarle así? Ella era una señorita pulcra y no permitiría que alguien la tratara de esa manera.
-Escúchame bien, pervertido de mierda. Lárgate de aquí si no quieres quedar loco.
-Pero si loco ya estoy.
-¡Ah! ¡Fuera, si no quieres salir con verrugas en tu horrorosa cara!
El desconocido se retiró obedientemente, pero no sin antes lanzarle una mirada hambrienta y cargada de deseo.
-Que buen trasero Omega.
-¡Tu! ¡idiota pervertido!
Betsy observó cómo el desconocido montaba su caballo y desaparecía de su vista, dejándola allí quieta con emociones que no lograba comprender. Su rostro ardía ante el atrevimiento del Alfa, y recordar esa mirada profunda provocaba en Betsy un escalofrío que recorría todo su cuerpo.
꧁༺°•᯽•°༻꧂
Lilac y Betsy viajaron desde lejos siguiendo un camino marcado, pero a medida que avanzaban, no sentían que se acercaran a su destino. Rendirse fue la opción, y se establecieron en un pequeño pueblo donde encontraron el amor, dejando atrás la búsqueda incierta. Sin embargo, el anhelo de descubrir esas tierras persistía, especialmente con la nueva ley que amenazaba a los Omegas machos y a las brujas.
Obligadas a vivir en constante alerta y en las sombras, Lilac perdió a su pareja, asesinado mientras intentaba protegerlas. Lo mismo sucedió con Betsy. Ambas se prometieron que si alguna faltaba, no permitirían que sus hijos sufrieran lo mismo.
Lilac sentía que había fallado a esa promesa, ya que no podría cumplirla. Cada día se enfermaba más, acercándola al borde de una muerte segura. No le quedaba más opción que hablarle a sus hijas sobre esas tierras y pedirles que cumplieran su sueño en nombre de ellas, quienes ni siquiera lograron llegar ahí.
-Hace dos años, vino un joven en busca de mis habilidades con la magia negra, y me reveló lo que tanto había querido escuchar por años. Lo que buscamos y creímos irreal vino hasta mi casa, pero lo rechacé por mi salud. Pero ustedes, mis niñas, pueden lograr lo que nosotras no pudimos. Ustedes cumplirán nuestro sueño de llegar hasta allí.
-¿De-de qué hablas, mamá? -susurró Osiris, tomando la pálida mano de su madre.
Lilac no aguantaría pasar de esa noche; su enfermedad había culminado su propósito y con ella su muerte.
-Ustedes irán hasta Ekaia, y buscarán a la familia Wood. Ellos encontraron el Мapa нуомо, pero lo que están planeando hacer con el lugar es una aberración -tos, tos-, que-que no hay -tos, tos-, que permitir. Así que, mis niñas, tienen la misión de arrebatarles ese mapa y largarse de este lugar, y también evitar que ellos lleguen hasta allí -tos, tos-. Lo que planean hacer no es nada bueno, así que mis amores cuídense y no se fien de nadie de allí. Cumplan el sueño de sus madres y sean muy, pero muy felices.
Lilac falleció ese día, dejándoles sus sueños y los de Betsy a ellas. La lucha por encontrar un mejor lugar las mantuvo vivas hasta el último aliento, aunque no pidieron cumplirlo, estaban seguras de que sus hijas sí lo lograrían.
Con nada en ese lugar, Osiris y Betsy emprendieron el camino hacia Ekaia, en busca del lugar al que sus madres quisieron llegar. Robarían el mapa y se dirigirían al lugar soñado.
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1/3....
La historia será de tres capítulos...
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𝘓𝘦𝘰 (𝘉𝘦𝘵𝘴𝘺)
𝑂𝑠𝑖𝑟𝑖𝑠
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