⟦06⟧
Apenas Ari hubo desaparecido, HanSeul escuchó una familiar voz que la llamaba.
Hanie~. Vuelve aquí conmigo. Tengo muchas cosas que mostrarte.
La pelivioleta suspiró antes de salir corriendo de vuelta al río.
¿Qué tal lo llevas?
-¿El qué?-frunció su ceño, mirando a un pecesito que pasaba por allí.
Eso de ser deidad.
-Es algo...inesperado.
Pero...
-Me gustaría que mis padres y la señora Min estuviesen aquí-confesó, sentándose a la orilla de río de piernas cruzadas estilo indio.
Cariño, sé que los extrañas, pero ya va siendo hora de que lo superes.
-Tú lo dices muy fácil-bufó-. Estás llena de peces, tiburones, algas...todos ellos te hacen compañía. Yo estoy sola y juro que me siento vacía.
Tal vez te sientas así porque parte de tu alma la tiene tu guardián.
HanSeul rodó los ojos y el agua soltó una risita.
Deja esa mala cara ahora ¿sí? Ahora que tus poderes están completos, tengo muchas cosas que enseñarte y no sé por cuál empezar.
Así fue como, siguiendo indicaciones de su líquida amiga, la pelivioleta caminó sobre la superficie del río, sintiendo cómo las plantas de los pies se le mojaban. También aprendió a formar por sí misma figuras con las gotas o chorros y también a cambiarlas de estado, de líquido a sólido o evaporado, formando figuras de hielo y cortinas de niebla.
Finalmente, había comprendido cómo manejar el agua a su antojo, dejando que esta bailara a su alrededor tal cual una hermosa y elaborada danza.
Ya no le importaba si su largo cabello estuviese pegado a su frente, nuca, hombros y espalda, mucho menos que su ropa estuviera más que ajustada a su figura así como también le restó importancia al hecho de que sus zapatos estuviesen en la orilla, empapándose.
El agua y ella parecían una sola, riendo de alegría, la una porque siempre le agradó y causó cosquillas que la tocaran y jugaran con ella a pesar de que le gustaba, y la otra porque se sentía bien e impresionada al saber que todo aquel espectáculo lo estaba armando ella.
Sin embargo, escuchó un sonido que la hizo alarmarse.
Inmediatamente una hilera de flechas de hielo se dirigieron hacia el lugar de donde creyó ella haber escuchado el sonido, pero inmediatamente las mismas se deshicieron al chocar los azules ojos de HanSeul con los miel de aquel gran lobo castaño, cuyo pelaje estaba tan húmedo como la piel de ella.
El imponente lobo cambió su forma y un apuesto chico de cabellos grisáceos, mejillas rellenas y labios gruesos se hizo presente, no despeganfo jamás sus ojos miel de los de su contraria.
HanSeul, de repente, se sintió completa y una lágrima rodó por su mejilla, seguida de otras más que lograron camuflarse con las gotas de agua que la cubrían.
Caminó por la superficie del agua hasta llegar a la orilla donde estaba aquel chico y ambos tomaron la iniciativa de acercarse, al punto de tener sus narices y pechos rozando.
Sin embargo, lo que no sabía ella, era que aquel muchacho se sentía exactamente igual, y esas lágrimas retenidas en sus ojos eran suficiente prueba.
Aquella punzada en sua corazones no era normal y eran conscientes de ello.
Sabían, con tan sólo una mirada, que se pertenecían.
El peligris sonrió y la pelivioleta lo imitó, maravillada con tal vista y le fue imposible el no sonrojarse cuando sus manos se rozaron y el chico tomó una de ellas para llevarla a su boca y depositar un suave beso allí.
-Park JiMin-se presentó sonriente, volviendo a contagiar a su contraria.
-Kwon HanSeul.
La mano libre de la pelivioleta fue llevada a acariciar aquellas rellenas mejillas ajenas, haciendo que el peligris ladeara su cabeza en aquella dirección.
Estaban mojados de pies a cabeza, pero no le tomaban importancia a ello, siquiera notaron ese detalle. Estaban mucho más concentrados en mirarse a los ojos y secarse las imparables lágrimas.
-¿Quién...eres?-murmuró la chica.
-¿Quién eres tú?-preguntó él con suavidad.
Yo creo que deberían sentarse a conversar.
JiMin abrió sus ojos con amplitud y sorbió por su nariz.
-¿Qué fue esa voz?
-¿La escuchaste?-preguntó una impresionada HanSeul, y sus orbes se abrieron más cuando el chico asintió-. Es el agua.
-¿El agua?-ahora el chico fue quien quedó anonadado.
Sí, definitivamente. Tienen que hablar.
-¡Otra vez!-exclamó el muchacho y, en esta ocasión, HanSeul rió-. ¡Yah! No es gracioso-hizo puchero, a lo que la chica sonrió.
-Agua tiene razón ¿Te gustaría sentarte conmigo y platicar un poco? Puedo explicarte muchas cosas.
JiMin no lo pensó dos veces antes de asentir y fue el primero en tomar asiento cerca de la orilla, a un lado de los zapatos de HanSeul, quien se sentó a un costado suyo.
-Dejando de lado el por qué nos encontramos de esa...extraña manera-el chico asintió, estando de acuerdo-, me presentaré mejor-carraspeó, provocando las risillas de JiMin-. Mi nombre es Kwon HanSeul, tengo veintitrés años y una vida miserable hasta ahora-suspiró-. Desde niña he podido comunicarme con el agua y...me acabo de enterar de que soy la deidad del agua.
-¿Eras tú?-la pregunta del peligris provocó el ceño fruncido de la chica-. A ver. Comencemos desde un principio-sonrió-. Mi nombre es Park JiMin, tengo veintidós años y soy un licántropo. En mi familia, desde que se crearon las deidades, nos hemos dedicado a cuidar el templo de las mismas, así como cuidarlo para evitar que, por alguna casualidad se aparezcan los shinigams. Cuando una deidad toma sus poderes, se lo hace saber a todos y cuando aquella luz de poder alumbró el cielo, mi abuela me mandó a verificar que pasaba y...bueno, tuve mucha suerte de encontrarme a la hermosa deidad del agua.
HanSeul se sonrojó por el cumplido, mas sonrió.
-¿Sabes? Mi mejor amigo se llama igual que tú.
-¡Oh!
-Aunque son muy diferentes físicamente-soltó una risilla. Su amigo era muy vanidoso y estaba segura que, en cuanto viera al peligris, iniciaría una competencia, no sólo por tener sus nombres iguales, sino también por ver quién era el más apuesto.
En su opinión, Park JiMin llevaba la delantera.
-Te estaba observando desde hacía ya tiempo-habló el chico-. Parecías una sola jugando con el agua.
-Uhm...con respecto a eso-se encogió en su lugar-. Lamento haberte mojado.
-No pasa nada-le restó importancia.
¿No van a hablar del extraño encuentro que compartieron? Por un segundo pensé que se besarían.
-¡Agua!-se quejó una sonrojada HanSeul.
-No sé por qué de repente puedo escuchar al agua, pero creo que tiene razón-rió el muchacho.
-Siéndote sincera...no sé qué me pasó-suspiró la pelivioleta.
-Yo tampoco. Simplemente me dejé llevar-habló con suavidad.
Y otra vez sus orbes se conectaron, dejándolos en silencio durante un par de segundos.
¡Ya basta!
Ante aquella exclamación, ambos jóvenes saltaron en sus lugares del susto.
Se están enamorando en mis narices y si se van a besar, déjenme decirles que aún no es tiempo. Esta niña necesita adiestrarse y conocer ciertas cosas antes que nada.
-Mi abuela nos puede ayudar-asintió JiMin-. Sé muchas cosas, pero sé que ella nos podrá explicar mejor qué es lo que pasa-se levantó y extendió su mano hacia la chica-¿Vamos?
HanSeul sentía que podía confiar en el chico, al punto de declarar que sería capaz de ir junto a él hasta los mismísimos confines del mundo.
Por eso, no se lo pensó mucho antes de tomar su mano.
-Vamos.
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