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35

Evimeria. Zona noreste.

Estaba comiendome la mano y no aguantaba más. La quité de su boca.Nos quedamos mirándonos.Yo asentí suavemente,y el tardó relativamente poco en lanzarse a mi boca,quien le esperaba con nervios. Creo que es la primera vez que quería un beso con tantas ganas. Estaba disfrutando como nunca. Lo quería, quería que estos besos sólo fueran para mi, que todos ellos estuviesen firmados con su nombre y el mío. Su mano se colocó en mi nuca.La mía en su hombro,la cual se acercaba a su cuello a pegarle más a mi.Hizo algo que jamás había vivido. Noté el piercing de su lengua contra la mía. Puedo confirmar que si, es tan maravilloso como lo pintan.Y más si esa persona te gusta, te encanta y quieres que sea tuya. Jamás pensé en estas cosas. Jamás me planteé la idea de querer que alguien me tratase de una manera u otra. Me quedaba encerrado en la idea de besar, abrazarse y cogerse de la mano.
Mamá, a tu hijo lo están llevando por el camino oscuro.
Se separó para morder mi labio.Notaba su aroma en mi cuerpo,en mi cabeza, en mis costillas incluso. Nos quedamos mirándonos. Había sido un beso, pero os aseguro que ni beber agua en un desierto es mejor que esto.
Estaba mal.En el fondo estaba mal. Tragué saliva,y doliendome en el alma,me levanté del taburete.

-A dormir Andrea.-dije mirándole,rojo.Sabía que estaba rojo,me dolía la cara.

-Vale.-me obedeció.Se levantó y se tumbó en el sofa,mirando el techo, con sus manos en su vientre.Cierto... Esa era su cama. Me miró de arriba a abajo.

-¿Ocurre algo?

-No es bueno que te lo diga.

-¿Por qué?

-Porque te juro que esa mesa nos recordaría toda la vida.-creo que tartamudeé una palabra. ¿Está diciendo lo que creo que está diciendo?

-No vuelvas a fumar nunca nada.

-No prometo nada.-dijo mirando mis ojos. Con los ojos que ahora tenía,su mirada se volvía afilada y profunda.Tanto que notabas como a tu propia alma le saludaba con una palmada en la espalda.

-Descansa.

-No.-y otra vez con la tontería.Me miré de reojo,ya un poco a la defensiva.

-¿Esto te divierte,verdad?-el pelirrojo sonrió de forma tonta.Me estaba mirando el culo.

-Un poco.-dijo subiendo a mis ojos de nuevo. Cogí aire, y con ganas lo expulsé.

-Descansa.-no dejé que terminara ninguna frase.Me metí en mi cuarto todo lo rápido que pude. Lydia me miró asombrada. Ah,si. El pelo.

-¡Eres rubio!-dijo sonriendo de forma dulce.Existe gente civilizada. Asentí cambiando mi nueva cansada a una más alegre y calmada.

-¿Te gusta?

-¡Te ves lindo,Ben! -sonreí de forma tímida.

-Gracias Lydia.-Miré su cabello. -¿Quieres que luego vayamos a por tinte para tú pelo?-ella asintió.

-¿Podemos?-le confirmé con un movimiento vertical de mi cabeza.

-Claro.-ella sonriendo miró su cabello. Prácticamente lo tenía todo azul. Tenía una zona un poco verdacea, pero predominaba el azul.
Aún me preguntaba que estaría haciendo Andrea ahí fuera,en el sofá.

Os preguntaréis como pasamos las tardes aquí.Simplemente como podemos.Me di cuenta básicamente al entrar que Keith y Jane no tenían tanto dinero como para ordenadores y compañía. Básicamente pasábamos la tarde como podíamos.Normalmente Keith se quedaba con Jane en su habitación. Solían echarse siestas.Y si no, Jane dormía y Keith subía al mirador a tocar su vieja guitarra. Si, tenían televisión, pero se veían pocos canales,y tampoco es que entretuviese mucho.
Hoy simplemente estaba sentado en la cama,apoyado en la pared,con Lydia de espaldas,entre mis piernas. Yo le estaba peinando.Le hizo tanta ilusión aquella idea de tintarse que estuvo todo ese ratito mirando su cabello.Me ofrecí para peinarle y asintió alegre.
Bueno,alli estabamos: yo tras Lydia peinando su cabello.Era suave, adicitivamente suave. Ni un solo enredo. Sus finas hebras azules relucian como si fuese oro de ese mismo color. Era embelesante.
Le estaba haciendo una trenza cuando de golpe,escuché el ruido de un cristal rompiéndose.

-¿Qué ha sido eso?-me dijo Lydia. Alcé los hombros.

-Ni idea.-el silencio inundó la habitación.No se oía nada.-Iré a ver quien es.-dije levantándome.Lydia me miró algo asustada.-Quédate aquí.

-De acuerdo.-murmuró,jugando con los mechones sueltos de su cabello.
Asomé mi cabeza. No habia ni un sólo ruido a la vista. Salí lentamente,cerrando la puerta.

-Tu otra vez...-Andrea estaba al lado del armario de la cocina,exactamente el de los vasos. Me miró sonriendo.Había pasado a penas media hora desde lo anterior.

-Sabía que vendrías.- dijo con aquella sonrisa estúpida. Bufé y me di la vuelta.

-Limpialo tú.

-No, espera.- me giré. -Es que...me mareo al agacharme.-de nuevo cogi aire y lo tiré. Un niño pequeño ,repito ,da menos problemas. Me acerqué,busqué la escoba por alguna parte y, tras encontrarla, barrí aquel estropicio. -Sabía que me ayudarías.

-Cierra ya la boca.¿Acaso has dormido?-miré sus ojos.Estaban menos rojos.-Imagino que no...-volví a dirigir la mirada al suelo y barrer.

-Un poco.Pero no podía.-Sonriendo,se apoyó en el mueble donde había cometido su crimen. Me acerqué a tirar los cristales a la basura y guardé la escoba.El pelirrojo no quitaba su mirada de encima mía.

-Duerme de una vez.

-Oye Benjamin.-me giré una vez más,cansado de sus chorradas y tonterías.Miré sus ojos.Seguían suavemente pintados de un tono rojizo,ya casi rosado. -¿Has acabado viniendo por que te gusto? -ladeó su rostro. Juraría que la sangre se evaporó de mi cuerpo.Juraria que la tierra me comió y también que mi pelo volvió a tornarse blanco. ¿Había sido capaz de preguntarme eso? Me estaba vacilando.Se estaba riendo de mi. Sentí como mi estómago se hacía una bola. Mi mano acabó por levantarse. Le pegué en la mejilla tal bofetada que sonó, que se quedó marcada de rosa.

-No me vuelvas a hablar. -una gotita paseo con calma por mi mejilla,disfrutando de tal espectáculo. Me volví al cuarto todo lo rápido que pude,dejando allí plantado a aquel chico que se reía de mi, pero que en el fondo,me seguía volviendo loco con sus ojos,su aroma y sus abrazos.
Al entrar, Lydia se asustó. Verme llorar no debía ser bonito.

-¿Ben, que ha pasado? -negué,sentándome en la cama.

-Nada. -dije mirándole. Ella se quedó haciendo lo mismo varios segundos. Terminó por abrazarme.
Nos acabamos acomodando.Termine en sus piernas. Me dijo que me apoyase,que no ocurriría nada. Estuve allí, dejando que mis ojos se ahogasen en un río que desembocaba en mi mentón.
Ella acariciaba mi pelo como yo anteriormente había hecho. Me quedé dormido en las piernas de Lydia.

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