Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

002.ᴀʙᴏᴜᴛ ᴍᴏɴꜱᴛᴇʀꜱ ɪɴ ᴅɪꜱɢᴜɪꜱᴇ

╔╦══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╦╗

ꜱᴏʙʀᴇ ᴍᴏɴꜱᴛʀᴜᴏꜱ ᴅɪꜱꜰʀᴀᴢᴀᴅᴏꜱ

╚╩══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╩╝

MIENTRAS SALÍAMOS de la clase, Percy se detuvo frente a las taquillas, confundido mirando a todos lados.

—¿Qué ocurre?

—Creí....

Antes de que pudiera responder un montón de chicos cruzaron el pasillo y nos arrastraron hacia el gimnasio. Era la hora de EF. Nuestro entrenador les había prometido un partido quemados a los chicos, en plan batalla campal.

El uniforme de gimnasia del Meriwether era unos pantalones cortos azul celeste y unas camisetas desteñidas de colores variopintos. Por suerte, nadie que me conociera de fuera de la escuela me vería con algo así.

Mis compañeros de cabaña se hubieran infartado si me vieran usando esto.

Me cambié en los vestuarios rápidamente antes de que acabara peleando con alguna de las chicas que parecían encontrar divertido reirse de mi aparente "falta de pechos".

—No les des importancia, mi amor. —Me dijo mamá—. Cada cuerpo tiene su desarrollo adecuado, y dentro de un par de años ya no importará quién tuvo antes y quién después porque todas estarán en la misma etapa.

—Ese tipo de "bromas" son de gente inmadura que no ha comprendido cómo funciona la biología. En mi opinión es más preocupante no tener cerebro —agregó mi abuelo.

Cuando entré en el gimnasio, el entrenador Nunley estaba sentado ante su escritorio leyendo la revista Deportes Ilustrados.

Esperé apenas unos minutos cuando Percy y Tyson aparecieron listos para el partido.

Sloan había pedido ser capitán, y el entrenador sin prestarle mucha atención se lo permitió. Nombró a Percy el otro capitán, aunque daba un poco igual porque Sloan había elegido a todos los más grandes y fuertes.

—Dos mestizos pueden contra unos subnormales con esteroides —le dije en broma. Él se rió, pero la verdad es que nos iban a destrozar.

O al menos así hubiera sido hasta que el entrenador gritó—: ¡Backer, a trotar! ¡Las chicas no juegan!

—¡¿Qué?!

Ahora sí estaba furiosa, y traté de quejarme; pero el entrenador se puso los auriculares y me ignoró.

Los chicos se rieron, y Percy les sacó el dedo medio.

—Lo siento, Dari —dijo irritado.

En un acto impresionante de rebeldía caprichosa, di una patada a una de las pelotas y rompí una ventana.

—Backer, usa esa fuerza para darle toda la vuelta a la cancha externa —ordenó el entrenador.

Salí a grandes zancadas hacia el patio, donde algunas de mis compañeras ya estaban trotando. Estaba sola, salvo si estaba con Percy y Tyson, siempre estaba sola. Me costaba mucho hacer amistad con las chicas mortales, era tan diferente con las semidiosas.

Con ellas podía hablar de moda como de armas, de pintarnos las uñas como de maneras de limpiar las manchas de sangre de la ropa luego de un captura la bandera. Con ellas no tenía que fingir que mi papá era mi hermano mayor cuando se aparecía por la acera de la escuela para su "tiempo padre-hija".

Solo un día más, como dijo mamá.

Mañana estaría en el campamento por todo el verano.

Respiré profundamente, lista para una buena carrera cuando sentí un fuerte tirón en el brazo.

—¡Eh! —La fuerza me tapó la boca y me arrastró hacia las gradas. A esta altura ya sabía que solo había alguien que haría algo así—. ¡Annabeth! —grité molesta cuando me soltó.

Ella se quitó la gorra de su madre, y me sonrió incómoda.

—Hola, Dari. Lo siento, era una urgencia.

—¿Qué haces aquí? —pregunté.

—Algo pasa en el campamento, yo...no estoy segura pero...—Lo que estaba por decir, quedó en la nada, porque negó como si quisiera ordenar sus ideas—. Luego les diré a los dos, pero tenemos que ir por Percy.

—¿Por qué?

—Esos chicos grandes, son monstruos

—Mierda —murmuré recordando como nos llamó la atención aquellos chicos en la mañana—. Necesito pasar primero por mi casillero.

━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━

El camino hacia el gimnasio nunca fue tan grande, habíamos pasado rápidamente por mi casillero para poder tomar mi carcaj con forma de bolso.

—¡Tienes que tener un cuchillo, al menos! —me reprendía Annabeth mientras corríamos—. ¡No puedes depender de las flechas siempre!

—Ya lo sé —solté avergonzada porque tenía razón, pero yo era un completo desastre con las espadas y cuchillos.

—Cuando volvamos al campamento, voy a tenerte día todo el verano entrenando —gruñó irritada.

—¡Ya, lo siento!

Llegamos al pasillo del gimnasio, pero al intentar abrir la puerta, esta estaba trabada.

Annabeth soltó un insulto en griego antiguo y zamarreo la puerta con frustración. Di unos pasos atrás, y con todas mis fuerzas, le di una patada a la madera.

La puerta se estremeció. Di otra, y otra y otra, sin resultados.

—¡Tyson! ¡Cuidado!

Me detuve abruptamente, Annabeth me miró preocupada. El grito aterrado de Percy por Tyson me había dejado helada.

—¿Qué pasa? —Me tomó por los brazos y me dio una sacudida.

—Tyson —murmuré.

Percy sabía defenderse, pero Tyson era demasiado inocente y todo le daba miedo, él necesitaba que lo protegieran. Hubo una explosión del otro lado, un ruido tan fuerte que iba a atraer la atención de muchos mortales.

—¡Darlene!

Empujé a Annabeth y me acerqué a un matafuegos que había en el pasillo. Era demasiado pesado, justo lo que necesitaba.

—¡Apártate! —le grité.

Estrellé el objeto tres veces contra la cerradura, y cuando esta se reventó, lo arrojé a un lado mientras Annabeth abría la puerta y entraba corriendo al gimnasio conmigo detrás.

Dentro era un caos. No vi a Tyson por ninguna parte, los chicos corrían en todas direcciones gritando; otros aporreaban la puerta y pedían socorro. El propio Sloan estaba petrificado en mitad de la pista, mirando incrédulo aquellas bolas mortíferas que volaban a su alrededor.

El entrenador Nunley seguía sin enterarse de nada. Dio unos golpecitos a sus audífonos, como si las explosiones le hubieran provocado alguna interferencia, pero continuaba absorto en la revista.

—Oh mierda —murmuré.

¿Cómo íbamos a explicar todo esto?

━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━

PERCY

Era todo, íbamos a morir.

—¡Espera! —grité—. ¡Es a mí a quien buscas!

El gigante sonrió con crueldad.

—¿Quieres morir tú primero, joven héroe?

Tenía que hacer algo. Contracorriente debía de estar por allí, en alguna parte... Entonces divisé mis tejanos en un montón humeante de ropa, justo a los pies del gigante. Si conseguía llegar hasta ellos... Sabía que era inútil, pero decidí ir a la carga.

El gigante te echó a reír.

—Se acerca mi almuerzo.

Levantó el brazo para lanzarme un proyectil, y yo me preparé para morir.

De repente, el cuerpo del gigante se puso todo rígido, y su expresión pasó del regodeo al asombro. En el punto exacto donde debía de tener el ombligo se le desgarró la camiseta y apareció algo parecido a un cuerno. No, un cuerno no, era la punta reluciente de una hoja de metal.

La bola se le cayó de la mano. El monstruo bajó la mirada y observó el cuchillo que le había traspasado desde la espalda.

—Uf —murmuró, y estalló en una llameante nube verde.

De pie, entre el humo que se iba disipando, vi a Annabeth. Tenía la cara mugrienta y arañada; llevaba el hombro una mochila andrajosa y la gorra de béisbol metida en un bolsillo. En la mano sostenía un cuchillo de bronce. Aún brillaba en sus ojos grises una mirada enloquecida, como si hubiera recorrido mil kilómetros perseguida por una manada de fantasmas.

Darlene apareció a unos pasos detrás, llevaba su arco en el brazo, y una flecha en la otra.

Matt Sloan, que había permanecido mudo de asombro todo el tiempo, pareció recobrar por fin el juicio. Miró parpadeando a Annabeth, como si la recordara vagamente por la fotografía de mi cuaderno.

—Ésta es la chica... La chica... —Annabeth lo tumbó de un puñetazo en la nariz.

—Y tú —le dijo ella—, deja en paz a mis amigos.

Darlene le dio unos aplausos encantada, como si ella casi no le hubiera quebrado la muñeca esta mañana.

—¡Amiga, eres mi heroína!

El gimnasio estaba en llamas mientras los chicos seguían gritando y corriendo en todas direcciones. Oí el aullido de las sirenas y una voz confusa por megafonía. Por las ventanillas de las puertas de emergencia divisé al director, el señor Bonsái, que luchaba furiosamente con la cerradura rodeado por un montón de profesores agolpados a su espalda.

—Annabeth... —balbuceé—. ¿Cuánto tiempo llevas...?

—Prácticamente toda la mañana —respondió mientras envainaba su cuchillo de bronce—.He intentado encontrar una ocasión para hablar contigo, pero nunca estabas solo. Fue más fácil interceptar a Dari que a tí.

—La sombra que he visto esta mañana...—La cara me ardía—. Oh, dios mío. ¿Estabas mirando por la ventana de mi habitación?

—¡¿Que ella qué?! —chilló Darlene con el rostro pálido.

—¡No hay tiempo para explicaciones! —espetó Annabeth, aunque también ella parecía algo ruborizada—. Simplemente no quería...

—¡Allí! —gritó una mujer. Las puertas se abrieron con un estallido y todos los adultos entraron de golpe.

—Los espero afuera —dijo Annabeth—. Y a él también. —Señaló a Tyson, que seguía sentado con aire aturdido junto a la pared, y le lanzó una mirada de repugnancia que no acabé de entender—. Será mejor que lo traigan.

—¡¿Qué?!

—¡No hay tiempo! —dijo—. ¡Dense prisa!

Se puso su gorra de béisbol de los Yankees, un regalo mágico de su madre, y se desvaneció.

Nos quedamos solos en medio del gimnasio en llamas, justo cuando el director aparecía, escoltado por la mitad del profesorado y un par de policías.

—¿Jackson, Backer? —dijo el señor Bonsai—. ¿Qué...? ¿Cómo...?"

Junto a la pared agujereada, Tyson soltó un quejido y se incorporó entre un montón de ladrillos carbonizados.

—La cabeza duele.

Matt Sloan se acercó también. Me miró con una expresión de terror.

—¡Ha sido Percy, señor Bonsai! Ha incendiado el edificio entero.

—¡Oh hijo de puta! —soltó Darlene avanzando hacia él, los adultos la miraron horrorizados. Tenía los ojos rojos, iguales a su padre cuando se enojaba, esperaba que la niebla escondiera ese rasgo—. ¡Ahora sí te la ganaste!

La detuve por el brazo, porque lo último que necesitábamos ahora que a ella también la complicaran por agresión.

—El entrenador Nunley lo contará. Él lo ha visto todo —agregó Matt Sloan retrocediendo asustado por mi amiga.

El entrenador había seguido leyendo su revista todo el tiempo, pero —buena suerte la mía— eligió aquel momento para levantar la vista, al oír que Sloan pronunciaba su nombre.

—¿Eh? Hummm...sí.

Los demás adultos se volvieron hacia mí. Sabía que nunca me creerían, incluso en caso de que pudiera contarles la verdad.

Entonces saqué a Contracorriente de mis jeans destrozados.

—¡Vamos! —le dije a Tyson y tomando la mano de Dari, salté a la calle por el agujero de la pared.

━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━

DARLENE

Annabeth nos estaba esperando en un callejón por la calle Church. Nos sacó a los tres de la acera, justo cuando un camión de bomberos iba para la Preparatoria Meriwether.

—¿Dónde lo encontraron? —preguntó ella, señalando a Tyson.

—Él es mi amigo —dijimos los dos al mismo tiempo.

Annabeth nos miró como si nos hubiera salido un cuerno en el medio de la frente.

—¿Está sin hogar?

—¿Qué tiene eso que ver? —espeté molesta—. Puede oírte sabes. ¿Por qué no le preguntas a él?

Me miró sorprendida.

—¿Él puede hablar?

—Hablo —dijo Tyson—. Tú eres bonita.

—¡Ah, asqueroso! —Annabeth se apartó de él.

—¡Annabeth estás siendo grosera!

Percy la miraba como si no pudiera creer que ella se estuviera comportando así. Se giró hacia Tyson y le examinó las manos en busca de heridas, pero se veían bien.

—Tyson —dijo con incredulidad—. Tus manos no están ni siquiera quemadas.

—Por supuesto que no —Annabeth murmuró—. Me sorprende que el lestrigón haya tenido las agallas para atacarte con él alrededor.

—¡¿Eran lestrigones?! —cuestioné impactada. Ella asintió

Tyson parecía fascinado por el pelo rubio de Annabeth. Trató de tocarlo, pero ella le golpeó la mano.

—¿De qué están hablando? ¿Lestri-qué?

Ella soltó un suspiro, y me miró con cansancio. Conocía esa mirada, cuando Percy hacía muchas preguntas como aquellas, ella recurría a mí para dar una explicación sencilla.

—Lestrigones. Los monstruos en el gimnasio. Son una raza de caníbales gigantes que Odiseo se encontró una vez.

—Nunca he visto uno tan al sur como Nueva York antes.

—Lestri...ni siquiera puedo decir eso. ¿Tienen otro nombre?

Lo pensó por un momento.

—Canadienses —decidió—. Ahora vamos, tenemos que salir de aquí.

—La policía estará detrás de mí.

—Ese es el menor de nuestros problemas —dijo—. ¿Has tenido sueños?"

—¿Los sueños... sobre Grover?

Su rostro se puso pálido.

—¿Grover? No, ¿qué hay con Grover?

Le contó su sueño.

—¿Por qué? ¿Sobre qué tenía que soñar?

Sus ojos parecían de tormenta, al igual que su mente estaba compitiendo con un león millones de millas por hora.

—Campamento —dijo al fin—. Grandes problemas en el campamento.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro