Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

018.ᴀᴍᴀᴘᴏʟᴀ

╔╦══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╦╗

ᴀᴍᴀᴘᴏʟᴀ

╚╩══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╩╝

━━━7 de Octubre

ME SENTÉ EN LAS GRADAS DE LA ARENA, mientras algunos campistas tenían una clase de lucha libre. 

Dejé caer mi bolso y me acomodé entre mis compañeras de cabaña que habían venido casi que vestidas de porristas a animar a los que participaban.

—¿Quién va ganando?

—Lucian de la cinco le rompió el brazo a Carter de la seis —dijo Valentina, mirando las competencias con la boca abierta.

—Y Marian de la once le bajó los pantalones y pateó a Connor fuera del círculo —agregó Silena señalando a esos dos a unos metros. Connor estaba en el suelo intentando subirse la ropa mientras ella se le reía en la cara.

—Miranda no parece contenta —mencionó Lacy.

Todas nos giramos para ver a la hija de Demeter, que miraba a Marian con furia.

—A ella le gusta él —dije sonriendo.

—Obvio que sí —respondieron las tres al mismo tiempo.

Saqué mi cuaderno y me puse a anotar ideas para cuando Miranda admitiera que le gusta y pudiera confesarle sus sentimientos. Connor era un tonto, pero le encantaban las sorpresas.

—¿No crees que son dignas de una película cursi y barata? —cuestionó Valentina frunciendo el ceño.

—¿Qué? —Miré la hoja. La mayoría solo eran ideas sueltas, casi ni siquiera tenían sentido y la mayoría eran fantasiosas—. Pero…son clásicos.

—Son clichés —dijo sonriendo apenada—, no digo que no sean lindos, lo son, pero…pues dudo que sean del estilo de esos dos.

Contemplé las cosas que había anotado, y tenía que admitir que Valentina tenía razón. Nada de eso era parecía del gusto de Miranda, mucho menos el de Connor.

La verdad…eran más de mi estilo.

No pude contener una sonrisa de solo imaginar algunas, no eran confesiones, tal como dijo Valen, eran situaciones tan clichés que parecían sacadas de una típica comedia romántica y repetitiva. Pero en mí opinión, por más usadas, las encontraba lindas, no era que fueran clichés, se trata de con quién las vives y bajo qué contextos las hace aún más especiales de lo que son.

Di vuelta a la hoja y anoté las que, a mí parecer, eran infaltables. Poco a poco fui escribiendo las que más quería experimentar y cuando me di cuenta, ya tenía veinte.

—Uuuuhhh —Silena se apoyó en mi hombro mirando por encima para ver la hoja—. ¿La quince no es mucho para alguien tan joven? —comentó divertida.

Ladeé la cabeza, sonriendo con igual tono.

—Por eso es simbólica, estaría loca si fuera de verdad.

Ella se encogió de hombros.

—Puede ser —Miró hacia el otro lado de la arena, y noté como observó a Beckendorf—. Tal vez te robe esa idea.

—Si lo haces, quiero ser la oficiadora.

Silena se rió y asintió.

—De acuerdo, pero tendrás que decirme cuándo cumpliste la primera —dijo señalando la única que ya estaba tachada.

—Cuando me des la tarjeta de invitación, te lo diré —respondí en broma.

—Tramposa —bufó poniendo los ojos en blanco.

Un grito de dolor resonó en el anfiteatro y miramos boquiabierta a Lucien riendo mientras le doblaba la pierna a uno de Hermes con una llave de lucha bastante fea.

—Ese chico es un completo salvaje sádico —dijo Valentina frunciendo el ceño.

—Ni Clarisse lo soporta —agregó Silena negando con la cabeza.

—¡A ver! —gritó Lucien con arrogancia cuando el pobre chico se rindió—. ¡¿Quién será el siguiente que intente vencerme?!

Dejé mis cosas a un lado y me sujeté el cabello.

—¿Dari?

—Ya es hora de bajarle los humos a ese imbécil —espeté poniéndome de pie y bajando las gradas.

Varios se hicieron a un lado para dejarme pasar. 

—Diez dracmas a que Dari lo hace llorar en menos de cinco minutos —murmuró Connor.

—Espero que lo mande a la enfermería con varios huesos rotos —masculló Carter sujetándose el brazo que Lucien le había roto horas antes.

—Ella va a despedazarlo —comentó Clarisse sentándose en las gradas con aburrimiento.

En cuanto llegué al círculo, Lucien me miró con una sonrisa condescendiente.

—¿En serio? ¿La princesa de papi? —Me miró de arriba abajo, entre decepcionado y divertido—. Esto es lucha libre, no podrás usar tu arco.

Le devolví la sonrisa, fingiendo estar apenada.

—Supongo que entonces no serás muy duro conmigo, ¿cierto Lucien?

—He…sin morder —pidió Quirón desde el atril, mirándonos con preocupación.

—No te preocupes, Quirón —dijo Lucien cruzándose de brazos y sonriendo—. No le haré daño a una chica, mucho menos a una tan pequeña.

«Pobrecito, como se nota que no lleva aquí ni seis meses».

—La advertencia no era para tí —respondió el centauro.

Todos se habían detenido, observándonos a nosotros solos.

—Esto será rápido —agregó el tonto.

—Sep, lo será —Me crují los nudillos, hacía tiempo que necesitaba una buena pelea.

━━━━━━━━♪♡♪━━━━━━━━

Esa noche en el comedor me recibieron con aplausos. 

Lucien estaba en la enfermería con una pierna rota, la cara magullada y un hombro dislocado, y Will había dicho que necesitaba acomodar algunas cosas antes de darle ambrosía o néctar.

Me senté en mi mesa y mis compañeros me miraron las manos algo horrorizados. Tenía los nudillos inflamados, abiertos y sangrantes.

—¿Will no te curó? —preguntó Silena. 

—Quiso, pero creo que me quedaré un tiempo con estos bonitos recuerdos —dije abriendo y cerrando los puños con satisfacción. Nada como cicatrices de triunfo.

—Eres una vergüenza para la cabaña diez —masculló Drew mirándome con asco.

—Afrodita no dice eso —repliqué tomando mi hamburguesa—, dice que soy su nieta favorita.

Algunos se rieron, Drew parecía que había chapado un limón.

—Del lado mortal, eres su única nieta —comentó Mitchell.

—Eso me hace con mayor razón la favorita. —Le di un mordisco a la hamburguesa.

«Le han puesto cheddar» pensé cerrando los ojos con gusto.

Pronto tenía toda la cara y las manos manchadas, pero no me importaba. Luego podía limpiarme, ahora comería a gusto.

—Eres una salvaje —soltó Drew apuntándome con su tenedor de ensalada.

—Comprate una vida y deja la mía en paz —Tome una servilleta y me limpie las manos y la cara.

—Vas a ponerte gorda de tanta grasa.

—Drew, ya basta, déjala en paz —Silena la miró mal, y varios en la mesa también.

—¿Y qué te importa si subo o no de peso? Será mi problema, y aún así me vería fabulosa.

—Dudo que…

—Si sigues probando mi paciencia voy a ponerte a babear por el Señor D —advertí con una sonrisa maliciosa, interrumpiendo a Drew antes de que pudiera terminar su frase.

Drew parpadeó, visiblemente sorprendida, y luego frunció el ceño.

—¿Qué…? —Saqué mi horquilla, apuntándole con ella.

—O tal vez te haga un corte de cabello mientras duermes.

El silencio se prolongó por un momento antes de que Drew soltara un suspiro exasperado y rodara los ojos.

—¡Dioses, eres insoportable! —exclamó ella, empujando su ensalada hacia un lado y levantándose de la mesa.

Todos estallaron en carcajadas mientras la chica se iba de regreso a la cabaña.

—La echaste de la mesa —me reprendió en broma Silena. 

—No la corrí, ella se fue sola —Tomé mi vaso de pepsi sin preocuparme mucho—. Le di una advertencia y ella eligió irse.

Silena negó con la cabeza, bastante divertida por toda la situación. 

—Solo está molesta porque cree que Lucien es sexy, y tú lo humillaste frente a todo el campamento.

—Pues que vaya a hacerle compañía en la enfermería, pero que a mí me dejé en paz. —Tomé otra hamburguesa y me dispuse a ser feliz por otros quince minutos.

El resto de la cena pasó bastante tranquilo, y pronto los campistas se volvieron más conversadores ahora que no tenían las bocas llenas de comida. Miré mis manos con algo de pereza y toqué una de las heridas, siseé cuando sentí un cuerito levantado y lo arranqué. Iba a tener que ir a la enfermería para ponerme cremita para el dolor y vendarlas.

Una servilleta se agitó frente a mi cara sacándome de mis pensamientos.

—¿Qué voy a hacer contigo, Dari? —preguntó riendo suavemente.

—¿Qué pasa?

—Todos están yendo al anfiteatro —dice señalando a los campistas poniéndose de pie y saliendo en filas.

—Estoy algo cansada —murmuré, bostezando hasta que se me hicieron lágrimitas en los bordes de los ojos.

Silena frunció el ceño, confundida.

—Últimamente te acuestas muy temprano —comentó, de repente sonrió—, y ya no tienes pesadillas, ¿verdad? —Asentí—. ¡Eso es genial, Dari! Esos jugos terapéuticos son una maravilla.

«Sí…los juguitos terapéuticos».

—Algo así.

—Bueno, me alegro mucho —Se puso de pie y se sacudió las manos en los jeans—. Puedes ir a dormir, pero te recuerdo que probablemente Drew se haya encerrado en la cabaña y estarán solas.

Sin darme tiempo a quejarme, se marchó con el resto de campistas.

Solté un suspiro, realmente quería irme a la cama. Había pasado todo el día entrenando y mi pelea con Lucien, aunque lo había despedazado, tampoco había sido tan fácil como todos parecían pensar. Después de todo, el tipo tenía diecisiete, me sacaba una cabeza y unos puños de acero. Debía tener moretones por todas partes.

Tomé mi bolso y me marché a la cabaña, donde hice una parada rápida aprovechando que Drew se había encerrado en el baño, y luego volví a salir. Me trepé por el costado para subir al techo.

Dirán, ¿Darlene, por qué te trepaste en lugar de volar con tus esplendorosas y hermosas alas?

Bueno, es simple, tendría que romper o quitarme la camiseta. 

Tendría que considerar hablar con Nyssa y Valentina para que me ayuden a crear alguna ropa que me deje sacarlas sin quedarme semidesnuda o con una camiseta sin espalda. En invierno no es nada práctico.

Extendí la mantita de lana que saqué de mi baúl y la extendí sobre la madera. La brisa nocturna era cada vez más fría, pronto sería otoño y se notaba en el ambiente.

Miré el cielo estrellado, deteniéndome un rato en la cazadora y luego en la luna. 

«¿Qué estarán haciendo Thalia y las cazadoras?».

Respiré profundo y rebusqué en mi bolso sacando el lápiz y el cuaderno, busqué la hoja donde tenía la lista y pensé en qué otro cliché quería.

—Mmm… —La verdad, la mayoría que ya tenía anotado eran los que más quería y ahora me estaba costando un poco más pensar en otro.

—¿Qué haces? —La voz masculina que apareció de repente, me sobresaltó y casi hace que pierda el equilibrio en el techo. 

Un jadeo de sorpresa se me escapó y la primera reacción que tuve, fue de lanzar un puñetazo al aire hacia donde provenía la voz; pero fui detenida por una mano mucho más grande y fuerte que la mía. 

Una risa suave me puso la piel de gallina, levanté la mirada hacia Apolo, sentado a mi lado con una sonrisa divertida.

—Estás un poco distraída esta noche —murmuró—, normalmente me reconoces incluso antes de que diga algo.

—¡Dioses, Apolo! —exclamé, poniéndome una mano sobre el corazón que latía a mil por hora—. ¿No puedes anunciarte como alguien normal?

Apolo rió, un sonido brillante y lleno de alegría que llenó el aire nocturno. Su mano se desvió hacia mi muñeca, acariciando lentamente y dejando un rastro cálido por allí por donde sus dedos tocaban mi piel.

—Oh, pero ¿dónde estaría la diversión en eso? Además, no es tan emocionante si todos saben que estoy llegando, me gustan las entradas sorpresas.

Lo miré con una ceja alzada, dejando escapar un suspiro.

—Eres un fastidio, ¿lo sabías?

Se inclinó más cerca, ladeando la cabeza para mirarme a los ojos por más que yo intentaba desviar la mirada.

—¿Ah sí? ¿Un fastidio? —Llevó mi mano hacia su pecho, colocándola sobre su corazón—. Eso habla más de tus gustos que de mí, ¿sabes? ¿Qué dice de tí que te hayas enamorado…?

—Que te quiera no quita que eres insufrible cuando te lo propones.

Apolo soltó una risa melodiosa, su mirada brillando con diversión y un toque de travesura. 

—Nunca había conocido a alguien que me golpeara el orgullo tanto como tú.

—Eso habla más de tus gustos que de mí, ¿sabes? —repetí sus palabras, con burla—. ¿Qué dice de tí que seas así de masoquista?

Apolo levantó una ceja, fingiendo una expresión ofendida.

—¿Disculpa? 

—Si sigo golpeando tu ego herido y sigues volviendo, ¿qué dice de tí?

Él sonrió de lado, amaba tanto esa sonrisa. Se acercó mucho más cerca, sin soltar mi mano.

—Que me tienes por completo en tus manos.

Le sostuve la mirada, perdida en sus ojos, aunque podía sentir como mis mejillas, orejas y cuello ardían de pena.

—¿Qué haces aquí, Apolo? —pregunté, mi voz salió algo ronca.

Se apartó unos segundos, como si estuviera pensando en qué responder.

—Últimamente solo te veo cuando estás dormida —dijo después de unos segundos, con un matiz más profundo, como si fuera un secreto que solo quería que yo escuchara—, quería verte en persona.

Levantó mi mano cerca de su rostro, observando las heridas de la pelea que había tenido, y las admiró pensativo. 

«Drew tiene razón, eres una salvaje». Tragué nerviosa cuando los pensamientos inseguros aparecieron. «Un ser cómo él está acostumbrado a la belleza perfecta, claramente, tú no lo eres, estás llena de cicatrices y…».

—¿Por qué tengo la sensación de que tu mente se ha ido?

Lo miré, volviendo a centrar mi atención en él. Por la forma en que me miraba, parecía haberse dado cuenta de mi cambio de ánimo.

—No es nada —murmuré negando con la cabeza, mientras mis dedos jugueteaban con un borde suelto de la manta.

—Nada que ponga esa mirada en tus ojos es nada.

—Solo estoy siendo tonta.

—Darlene.

Respiré profundamente, no quería decirle lo que pensaba cuando mi estúpida conciencia me hacía darme cuenta de pequeñas cosas como las diferencias entre él y yo. Me enojaba considerar que antes de mis sentimientos por Apolo, rara vez había sido tan insegura sobre mi capacidad para gustarle a alguien.

Antes de él, no me lo cuestionaba tan seguido. Con Percy quizá dos o tres veces me había pasado, pero era más una decepción que malestar conmigo misma. Esto era diferente.

«La diferencia es que él es un dios, y tú una mocosa que siempre estarás un paso detrás de todo lo que él conoce y ha vivido».

—¿Darlene? —Su toque acariciando mis nudillos sobre las heridas abiertas fue tan gentil. El dolor había empezado a disminuir, y antes de que me diera cuenta, sentí unas vendas cubriéndolas.

—¿Ahora también eres una farmacia? —mascullé fingiendo el tono de diversión.

—¿Por qué sigues desviando mi pregunta? —cuestionó tomando un mechón de mi cabello y dando un tirón suave.

Me mordí el labio, insegura de cómo hacer para no tener que hablar de mis inseguridades. 

—Una lista.

—¿Qué? —Apolo frunció el ceño.

—Me preguntaste qué estaba haciendo, es una tontería en realidad —dije rápidamente, sin darle tiempo a insistir—, surgió como una cosa de ayudar a una posible pareja.

Él me escuchó con atención, aunque me daba cuenta que no le gustaba nada que cambiara de tema así sobre algo que de verdad le interesaba.

—¿Y de qué es esta lista?

Agradecí que siguiera mi juego y no me presionara.

—Te vas a burlar —Me reí bajito y eso atrajó su curiosidad, extendió la mano para tratar de tomar mi cuaderno y me apresuré a sujetarlo con fuerza contra mi pecho—. Es bochornoso.

Apolo sonrió, un brillo travieso en sus ojos. Se inclinó un poco más cerca, dejando que su aliento cálido rozara mi piel.

—¿Qué estás tramando?

Tomó el extremo del cuaderno y forcejeamos un poco, aunque ambos sabíamos que era más un juego. Sentí su otra mano dándome un pellizco suave en el estómago que me sacó una carcajada por las cosquillas, y él aprovechó ese descuido para quitarmelo.

—¡Eso no es justo! —exclamé tratando de recuperarlo, pero él extendió el brazo bien en alto para alejarlo de mí. 

—Ya deberías saber que la vida no es justa.

Se giró, dándome la espalda y manteniéndome alejada con un brazo mientras intentaba leer a pesar de mis esfuerzos por impedirlo.

—“Clichés románticos que quiero vivir antes de morir”.

Me miró por encima del hombro, frunciendo el ceño ligeramente. 

—Te dije que era una tontería.

—No lo es —dijo con seriedad, volvió a acomodarse en mi dirección mientras leía una a una, luego levantó la mirada y sus ojos parecían contener un fuego depredador—. Creo que es adorable. —Volvió a bajar la vista a las hojas y sonrió—. Me gusta la dos y la ocho. La once me parece hermosa, y la quince… —Enarcó una ceja, con diversión.

—¡Es falsa, no es real! —dije sonrojada a muerte y quitándole el cuaderno.

Apolo tomó mi brazo, acercándome bruscamente cerca suyo con una sonrisa complacida.

—¿Y las escribiste pensando en mí?

«Estúpido dios narcisista».

—¿Qué te hace pensar que es sobre ti?

Se pasó la lengua por los labios, dejando escapar entre dientes una risita. Miró nuevamente la lista, apuntando a la primera. La única tachada.

—“Un viaje inesperado sin rumbo fijo”. —Leyó con soberbia.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, su aliento cálido rozando mi piel mientras sus ojos continuaban clavados en los míos. Tragué saliva, intentando mantener la compostura.

—Ese fue el viaje al Mar de los Monstruos con Percy.

Su cercanía era igual que tener un tornado bajo mi piel, y estaba segurisima que el muy cabrón lo sabía, porque su sonrisa se mantuvo.

—No sirve mentirme a mí —susurró—, soy el dios de la verdad, ¿recuerdas?

Luché por mantener mi mirada firme, a pesar de sentir cómo sus palabras parecían despojarme de mis defensas. Apreté los puños, tratando de frenar el tambaleo que amenazaba con tomar mis piernas. Apolo no se movía, su proximidad me mantenía atrapada en su hechizo, una especie de juego peligroso que sabía que no debía permitir que me envolviera.

—Te estás burlando de mí.

Apolo acarició mi brazo con la punta de los dedos. Era apenas un efímero toque, pero dejó un rastro de fuego en su camino. Me estremecí involuntariamente, deseando con todas mis fuerzas no ser tan obvia en mi reacción.

—No me burlo, ya te dije que me parece adorable —respondió en un tono que era casi un susurro—. Entonces, ¿las escribiste pensando en mí?

Me mordí el labio, apartando la mirada un poquito avergonzada, y asentí.

—No lo planeé, solo…me salió así —admití.

Sentí su mirada sobre mí, como si estuviera analizando cada palabra, cada gesto. Finalmente ladeó la cabeza, regresando su atención a la hoja y frunció los labios.

—Bueno…la dieciocho puedo cumplirla pronto…si quieres.

Fruncí el ceño confundida, tomé la hoja para ver cual era la dieciocho porque para esas cosas tengo memoria de Doris y no me acuerdo todas o dónde estaba cuál.

Chasqueé la lengua y me reí con burla.

—Dijiste que no me besarías.

—Y no voy a besarte —replicó poniendo los ojos en blanco—, pero puedo llevarte a un concierto.

Solté una leve carcajada, la sola idea de imaginarlo en un concierto era divertida. Su capacidad para llamar la atención a dónde quiere que fuera iba a ser un revuelo si íbamos a uno.

Aún así, decidí seguirle el juego para ver con qué me salía.

—¿Y a cuál me llevarías? 

—Bueno…no es un concierto concierto, pero…¿qué tal…los MTV VMA?

Me quedé boquiabierta. No esperé eso.

Parpadeé atónita, sin poder creerme que en serio me estuviera diciendo que me llevaría a ver los VMA.

—¿Qué…?

—Ah, te sorprendí, ¿verdad? —dijo complacido. 

—P-ero…eso es…en dos semanas —Me salía la voz como gallina atragantada. 

Se encogió de hombros como si lo que hubiera dicho no fuera nada, y para él probablemente no lo era.

—Entonces consigue un bonito vestido, te llevaré en primera fila y hasta por la alfombra roja —dijo guiñándome el ojo.

«Los…MTV Video Music Awards, ¡por los calzones sueltos de Zeus, los VMA!».

Había visto esos premios en la televisión tantas veces, y ese año, mi poderosísima Britney estaría ahí.

—¿Es…una broma?

Apolo sonrió con suficiencia, como si estuviera disfrutando mi reacción.

—¿Por qué bromearía con algo así? No, de verdad, puedo llevarte sin problema.

Puede que se me escapara un grito muy fuerte, pero no pude evitar, tampoco la emoción tan grande que terminé arrojándome sobre él en un abrazo de pitón que si no fuera porque el señorito es un dios, puede que lo hubiera ahorcado.

—Shhh —Me sujetó los brazos, no apartándome, sino para evitar que me cayera del techo—. Creo que tus compañeros de cabaña ya están durmiendo.

No me importaba, seguía en el séptimo cielo. Era un sueño tan increíble que apenas podía asimilarlo.

—No puedo creerlo, ¡es todo un sueño! —chillé muy emocionada. Y ahí empecé mi vomito verbal, no podía quedarme callada por más que lo intentara—. Imaginalo, alfombra roja, vestidos de gala, música y cámaras. ¡Llos papparazzi! ¿Cómo vas a hacerme caminar por la alfombra roja con ellos ahí? ¡Da igual, no importa! ¡Britney estará ahí!

Mi mente estaba en plena ebullición, imaginando todos los detalles de esa noche. 

—Darlene, respira —intervino, posando una mano tranquilizadora en mi brazo. Respiré hondo, tratando de controlar mi agitación—. Eres un torbellino de energía —comentó, pasando su mano por mi cabello.

—¡Es que los VMA! —grité en voz baja.

—Me alegro que te….

—¡Oh por Afrodita, el vestido! —exclamé de repente, apoyándome con una mano en su hombro y la otra en su cara, interrumpiendo lo que sea que iba a decir—. ¡Tengo que encontrar el vestido perfecto! Y el peinado, y el maquillaje, y zapatos…y…

Se rió suavemente entre dientes, mientras apartó mi mano de su cara.

—Veo que los preparativos mentales ya están en marcha. 

Apolo extendió su mano y apartó un mechón rebelde de mi rostro, sus dedos trazando un camino cálido sobre mi piel. El contacto era suave y electrizante al mismo tiempo, y sentí que mi corazón latía aún más rápido.

—Estoy deseando verte con vestido en la alfombra roja —dijo en voz baja, sus ojos fijos en los míos.

Ladeé la cabeza, sonriendo con suficiencia. 

—Ya verás, te dejaré babeando —solté en burla.

Y él asintió divertido.

—Te he visto cubierta de lodo y sangre, con un nido de pájaro por cabello, con la cara llena de mocos cuando lloras por una película de perritos, hasta con mascarillas y recién despierta —Enumeró cada una de esas situaciones en las que obviamente, me veía preciosísima y me puse más roja que un corazón de San Valentin—. Y siempre te has visto hermosa,  ¿pero en vestido de gala? No me queda ninguna duda de que lograrías tu meta.

«Ay baboso, como me gusta» pensé aguantando las ganas de besarlo.

—Bueno…tú si sabes como subirle el ego a una chica.

Se puso de pie, sacudiéndose el polvo de los pantalones y me dio una sonrisa arrogante.

—Es una de mis especialidades. —Se inclinó un poquito hacia adelante y pidió mi mano. Puse los ojos en blanco y se la dí, entonces me dio un tierno beso sobre las vendas y luego me jaló hacia arriba de un solo tirón, jadeé sorprendida por el repentino movimiento y me sujetó cuando me estrellé contra él—. Ya es tarde y pronto hará más frío, deberías ir a dormir.

—¿Y me visitarás ahí? —pregunté sonriendo, aferrándome a sus hombros.

—No, me temo que no podré visitarte en un par de días —admitió haciendo una mueca—, tengo un par de asuntos que resolver para Zeus, por eso vine ahora. 

No pude evitar sentirme mal, no quería dejarlo ir, pero sabía que seguramente sería cosas de la guerra.

«Cronos jodiendonos la existencia desde tiempos ancestrales» pensé frustrada.

—Entonces nos veremos en dos semanas.

—Así es. —Asintió, me acarició la mejilla y se apartó—. Estoy ansioso por ver ese vestido.

Me guiñó un ojo, retrocediendo un par de pasos hasta el borde del techo y comenzó a brillar. Me apresuré a cerrar los ojos antes de que el muy imbécil me calcinara. 

Cuando todo volvió a quedar oscuro y el aire frío me azotó el cuerpo, supe que se había ido. Era increíble como su sola presencia hacía más cálido todo. 

Miré la mano que me había besado, y me di cuenta que sobre la venda, había un sticker de una amapola, chiquita y con rostro como de personaje de ánime, muy bonita y dulce.

—Buenas noches, Sunshine —murmuré sonriendo.

Lo de la lista de Dari de sus "clichés románticos" sí existe de momento, la tengo hecha y la veremos más adelante...🤭.

Últimamente me he olvidado de hablar del significado de las flores, aquí van:

Trebol Blanco = Atesoro mis momentos contigo.
Tulipán Rojo = Declaración de amor.
Tulipán Naranja = Cumple mi deseo.
Amapola = Te regalaría el mundo.

💖Apolo dejandole un sticker de una flor en las vendas de Dari💖

Por cierto, alguien en los comentarios del capítulo anterior mencionó que Apolo había dicho algo de Britney Spears en su saga, y puntualmente, él dijo:

"Descargué mi ira sobre Britney Spears en la gala de los Premios MTV de 2007."

Meme time...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro