008.ᴄᴀᴍᴇʟɪᴀꜱ ʀᴏᴊᴀꜱ - ᴘᴀʀᴛᴇ 2
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ᴄᴀᴍᴇʟɪᴀꜱ ʀᴏᴊᴀꜱ - ᴘᴀʀᴛᴇ 2
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ME SENTÍ ATRAPADA EN SU INTESA MIRADA, incapaz de escapar de la verdad, sabía que Michael no me dejaría de preguntar hasta que respondiera, y eso me hacía sentir tan expuesta y vulnerable.
—Porque... porque sí estaba celosa —admití con voz temblorosa, mis ojos se llenaron de lágrimas—. No tenía derecho a sentirme así, y me enojaba aún más conmigo misma. Pensé que si te hablaba, podría terminar siendo irracional y lastimarte con mis palabras.
Michael soltó un suspiro.
—Ya te había dicho que eres la única en mi corazón —murmuró.
Me limpié las lágrimas con la manga de mi chaqueta y le miré a los ojos.
—No importa eso —respondí—, porque soy yo la que está confundida y...
—¿No sabes si te gusto y eso te molesta? —preguntó dando pasos lentos hacía mí.
Retrocedí casi instintivamente, sintiendo la adrenalina correr por mis venas. Su cercanía era abrumadora, pero a la vez, algo en mí anhelaba ese contacto.
—N-No —respondí, mi voz apenas un susurro tembloroso.
—Pero te pones celosa de que alguien me coquetee y te pones nerviosa cuando me acerco —dijo él, con una sonrisa enigmática dibujada en su rostro.
No pude negarlo. Mi corazón latía desbocado, y mi respiración se volvió entrecortada.
Sus ojos brillaban con una mezcla de deseo y determinación, mientras se acercaba un paso más. Su presencia me envolvía, como si un imán nos atrajera sin posibilidad de escapatoria.
Sentí el borde del escritorio detrás de mis piernas, no podía retroceder más. Y él lo sabía, me miró con un ardor que me hizo estremecer, como si me estuviera haciendo cientos de promesas que me volverían loca por él.
Mis manos temblaban mientras intentaba controlar la avalancha de emociones que me embargaban. Sabía que si lo dejaba acercarse más, me perdería en un abismo sin retorno. Pero la verdad era, que no quería detenerlo.
Extendió su mano hacia mi mejilla y acarició suavemente mi piel, enviando corrientes eléctricas a través de mi cuerpo. Mis latidos se intensificaron y cerré los ojos por un instante, dejándome llevar por la sensación embriagadora. Era como si el mundo se redujera a la conexión única que existía entre nosotros dos en ese momento.
—Y-Yo...
—Shhh...no hace falta. —Acarició mis labios con el pulgar, mirándome con tanta necesidad que mis piernas temblaron de solo pensar en lo que sería cuando dejáramos de contenernos.
Deslizó sus manos por mi cintura, acercándome suavemente a él. Cada roce de su piel contra la mía era como una descarga eléctrica que encendía mi deseo y debilitaba mi resistencia.
Mis manos se aferraron a sus hombros, buscando un punto de apoyo en medio del torbellino de emociones que nos envolvía.
—Michael —Su nombre escapó de mis labios como un suspiro apenas audible.
Su sonrisa enigmática se intensificó mientras sus manos se deslizaban por mi espalda, acercándome aún más.
—Me encanta como suena mi nombre en tu boca.
El deseo ardía en su mirada y sus palabras confirmaban lo que ambos sabíamos, entre nosotros, había una fuerza potente que nos atraía el uno al otro, haciendo anhelarnos con locura.
Mi corazón latía con fuerza mientras se inclinaba lentamente hacia mí. Sentía su aliento cálido acercándose, rozando apenas mis labios, creando una tensión eléctrica en el aire que me hacía temblar de anticipación. Era como si el tiempo se detuviera en ese instante.
Me besó la comisura del labio y solté un suspiro, tenía la sensación de estar derritiéndome en sus brazos.
Cerré los ojos, dejándome llevar por la tentación. Mi mente luchaba con la razón, advirtiéndome de las consecuencias, pero mis instintos clamaban por él.
No lograba comprender por qué mi corazón seguía gritando que me alejara, que estaba cometiendo un error, cuando mi alma me pedía a llantos que no lo dejara ir.
Sentí el roce de sus labios rozando los míos, tan suave como el tacto de una pluma, y un estremecimiento recorrió mi espina dorsal. El tiempo se detuvo en ese fugaz instante, mientras nuestras respiraciones se entrelazaban en el espacio compartido entre nosotros.
—¡Michael! —gritaron desde afuera, como único aviso de que seríamos interrumpidos.
Pero, contraria a otras donde solíamos apartarnos el uno del otro, esta vez me siguió sosteniendo en sus brazos, soltando un suspiro resignado. Abrí los ojos lentamente, encontrándome con la mirada de Michael, que reflejaba la misma mezcla de frustración y deseo que sentía yo.
—Pareciera que el universo conspira para que no pueda besarte —murmuró con la voz ronca. Extendió una mano y acarició mi mejilla suavemente, como si quisiera memorizar cada centímetro de mi rostro—. No importa, ya llegará el momento.
Sus palabras resonaron en el aire, dejando una promesa flotando entre nosotros.
—¡Michael!
La puerta se abrió bruscamente, ambos nos giramos hacia el recién llegado.
Will estaba agitado, sus ojos seguían lagañosos y tenía marquitas de la almohada por toda la cara. Parecía que las horas de descanso hubieran sido largas, pero apenas había dormido unas dos horas.
—Me voy a casa —dijo Will parándose delante de Michael.
—¿Qué? —cuestionó él apartándose de mí. Sentí una oleada de frustración y decepción mientras nos separábamos, intenté ignorarla, porque lo que sea que Will estaba planeando era más importante.
Traté de recuperar la compostura rápidamente, mi corazón aún latiendo a lo loco. Miré a Will, quien parecía ajeno al momento íntimo que acababa de arruinar.
—Me voy a casa —repitió el niño.
—¿Cómo que te vas a casa?
Will asintió.
—Quiero ir a casa, no he estado ahí en dos años. Tampoco he visto a mi mamá desde entonces, solo por mensajes Iris o cartas. —Se cruzó de brazos a la defensiva y nos miró como si nos estuviera desafiando a decirle que no, aunque por el ligero temblor en su labio y los nervios que brotaban de él era claro que se sentía inseguro—. A-Así que eso, me voy a casa.
Michael se pasó las manos por la cara, agotado e irritado.
—Mirá, puedo entenderlo, pero Texas está lejos del campamento, si te pasa algo, no podremos ir rápido a ayudarte.
Will frunció el ceño, pero había un ligero rastro de temor en sus ojos.
—No me importa, quiero ir a casa.
—Will...
—¡Puedo defenderme, no necesito que alguien me proteja!
—No —sentenció Michael—. No voy a dejar que mi hermano pequeño recorra la mitad del país, arriesgándose a ser atrapado por los monstruos o cualquiera de esos lunáticos del imbécil de Luke.
—¡¿Y si piensas eso, por qué dejaste que los demás se fueran?! —gritó Will dando un pisotón en el suelo—. Dejaste que Helena, Keelian, Urian se fueran. ¡Keelian se va de gira por el país!
—Ellos son mayores, Will —dijo Michael cruzándose de brazos—. Saben cuidarse mejor, tienen más experiencia, y exactamente no puedo prohibirles algo a mis hermanos mayores.
—¿Ah sí? ¿Y Aurora y Nathan? ¿Qué hay de ellos?
Michael rodó los ojos.
—¿Crees que no tuve esta conversación con ellos también? La única diferencia es que ambos hablaron con Quirón primero, y él les dijo que sí. Si querías irte, debiste hablar primero con él, no conmigo.
—¡No es justo! —gritó Will—. ¡No me puedes prohibir ver a mi madre!
—Chicos...
Esto se estaba saliendo de control.
—No te estoy prohibiendo ver a tu madre, te estoy tratando de proteger —replicó Michael.
—Pero... —Will nos miró con los ojos llenos de lágrimas—. Pronto será su cumpleaños...yo...no sé si el próximo año...
Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, no hacía falta que completara la oración, los tres sabíamos lo que quería decir.
La habitación quedó en silencio por un momento, mientras absorbíamos las palabras de Will. Su deseo de ver a su madre en su cumpleaños era comprensible y conmovedor, pero la preocupación por su seguridad seguía siendo una prioridad.
—Lo siento, Will —dijo Michael, su voz ahora más suave y comprensiva—. Entiendo que extrañas a tu mamá y que su cumpleaños es importante para ti, sobre todo considerando cómo están las cosas. Pero no puedo permitir que te pongas en peligro. Hay muchas amenazas allá afuera y mi deber es protegerte.
Will se mordió el labio inferior, tratando de contener sus emociones. Sus hombros se encogieron y su mirada se desvió hacia el suelo. Era evidente que estaba luchando con sus propios deseos y la preocupación por su seguridad.
Levantó la mirada hacia su hermano con ira contenida.
—Bueno, iré a casa te guste o no —espetó.
Y salió dando un portazo.
Michael se giró hacia mí. Lo miré enarcando una ceja, cruzada de brazos y seriamente. Él soltó un gemido hastiado.
—No me digas nada —gruñó—. Solo quiero cuidarlo.
—Y él solo un niño que extraña a su madre.
—¡Son dos días hasta Austin! —espetó—. Podrían hacerle daño y no estaré ahí para protegerlo.
—¡Y puedo entenderlo, de verdad que sí! Sé que tienes razón, pero no lo manejaste de la manera correcta. Will tiene razón, lo hiciste sonar como si le estuvieras prohibiendo ver a su madre.
—¡Me importa poco si sonó de esa manera o si él me odia! —soltó—. Ya perdí un hermano, no perderé otro solo porque extrañe a su madre. Estoy seguro de que la señora Solace estaría de acuerdo conmigo.
Su respuesta me dejó sin palabras por un momento. Sentí un nudo en mi garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para expresar mi frustración y preocupación.
—Michael, entiendo que estés preocupado por Will, pero también necesitas entender su perspectiva —dije, tratando de mantener la calma en mi voz—. Él ha estado separado de su madre durante dos años, su deseo de verla en su cumpleaños es comprensible.
Me miró con los ojos entrecerrados, claramente molesto con mis palabras.
—No puedo permitir que se ponga en peligro —respondió con firmeza.
—¡No lo hará! Will se está entrenando precisamente para sobrevivir al mundo exterior —dije comenzando a irritarme con su comportamiento—. No puedes mantenerlo encerrado aquí por siempre. No es justo.
»Los hijos de Apolo no tienen un aura tan marcada como los hijos de los Tres Grandes.
—No es solo los monstruos, si Luke...
—Si haces eso, estás dejando ganar a Luke —espeté—. Ya es injusto que tengamos que vivir huyendo de los monstruos, si ahora tenemos que también quedarnos aquí solo para mantenernos a salvo de Luke. Sé que tienes miedo de que algo le pase a él o a cualquiera de tus otros hermanos, pero encerrarlos no es la solución.
Lo miré con compasión, entendiendo la carga emocional que llevaba consigo. La pérdida de Lee había dejado una profunda marca en él, y ahora se aferraba a la necesidad de proteger a sus seres queridos como una forma de evitar más dolor—. Entiendo que quieras proteger a tu familia.
»Pero también necesitas confiar en ellos y permitirles tomar sus propias decisiones, incluso si eso implica correr un riesgo. Will es valiente y está decidido a ver a su madre, aunque le digas que no, lo hará igualmente, y quizá así, sí se pondrá en peligro.
Michael frunció el ceño y suspiró pesadamente. Parecía estar considerando mis palabras, pero también se notaba que luchaba con sus propios miedos y preocupaciones.
—No quiero seguir hablando de esto —murmuró.
—Michael...
Pero él no me escuchó, salió de la enfermería, también cerrando de un portazo.
Solté un gemido frustrado.
—¡Gracias, Sunshine! —medio grité mirando al techo—. Gracias por heredarles tu dramatismo y cabezonería.
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Volví a mi cabaña cuando todos se estaban preparando para dormir.
Silena dejó de acomodar su cama para mirarme con precaución porque avancé directo hacia Milena, que estaba en la suya peinándose el cabello.
Los demás debieron sentir la tensión, porque también dejaron de hacer sus cosas para mirarnos.
—¿En qué mierda estabas pensando? —espeté, cruzando los brazos frente a ella.
Milena levantó la mirada, y su sonrisa se desvaneció al ver mi expresión. Trató de disimular, pero era evidente que se había dado cuenta de que su "genial" plan había causado más daño que bien.
—¿De qué estás hablando, Darlene? —preguntó con una falsa inocencia.
—Sabes muy bien de qué hablo —respondí, apretando los puños—. Tu jueguito de celos terminó, si vuelves a intentar una estupidez así —murmuré en voz muy baja, inclinándome hacia ella—, la próxima vez no podrás respirar cuando te arroje al lago.
Milena me sostuvo la mirada, tratando de mantener la calma, aunque sus manos temblaban ligeramente. Los demás se mantenían en silencio, observando la tensión en la habitación.
—Lo siento si te he molestado, pero solo pensé que tal vez podría ayudar a que ambos se dieran cuenta de sus sentimientos —respondió con una voz entrecortada—. Pero veo que me equivoqué.
—Te equivocaste, y mucho —le dije, apretando los dientes—. Nuestra relación es complicada y delicada, y no necesito la intervención de nadie para complicarla más.
«Con tener a toda mi familia divina metida en esto basta, no necesito al lado mortal también».
Milena asintió lentamente, bajando la mirada y jugueteando con sus manos nerviosamente. Parecía arrepentida y avergonzada por lo que había hecho.
—Lo siento, Dari. No pensé que fuera a causar problemas, solo quería ayudar.
Respiré profundamente, intentando controlar mi enojo y frustración. No quería ser tan dura con ella, pero me sentía vulnerable y confundida, y la intervención de Milena solo había empeorado las cosas.
Esta era principalmente la peor parte de poder sentir las emociones de los demás, era muy muy muy difícil permanecer enojada con alguien que se disculpa porque de verdad lo siente. Siempre sé cuando es una disculpa honesta o una falsa.
Solté un suspiro cansado, pasándome las manos por la cara.
—Mira, sé que tuviste buenas intenciones, pero Michael no te lo pidió, y las cosas entre él y yo ya son demasiado complicadas para tener problemas de celos en medio; así que por favor, no te metas —pedí tratando de sonar más calmada.
Ella asintió y volvió a disculparse.
Silena aprovechó para acercarse y romper un poco la tensión que se había formado en la cabaña.
—Bueno, es agradable que todo vuelva a la armonía —comentó sonriendo incómoda. La verdad es que estos cuatro días habían sido muy estresantes para todos dormir con nosotras dos en el mismo lugar.
Los demás asintieron en acuerdo, y poco a poco la tensión comenzó a disiparse. Algunos volvieron a sus tareas, y otros se recostaron en sus camas preparándose para dormir. A pesar de todo lo ocurrido, el ambiente parecía haber vuelto a la normalidad, al menos en apariencia.
Milena se disculpó nuevamente y prometió no intervenir en asuntos personales sin ser solicitada.
Sin querer darle más vueltas al asunto, me preparé para dormir. Estaba cansada y necesitaba una noche de sueño de belleza.
Por la mañana amaneció algo nublado, pero sabíamos que no llovería en el campamento, fuera era otra cosa.
Yo fui la última en levantarme, era la primera vez que dormía diez horas seguidas sin pesadillas, no iba a desperdiciar la oportunidad.
Estaba sola en la cabaña, los demás se habían ido hacía rato, y me estaba terminando de atar mis botas cuando Silena asomó la cabeza por la puerta con una sonrisa divertida.
—Ey —dijo—, que bueno que estás despierta. Tienes visitas.
Antes de que pudiera formular una pregunta, Silena abrió la puerta completamente y empujó dentro a Michael, que estaba sosteniendo un enorme y hermoso ramo de camelias rojas en sus manos.
Mi corazón se puso a saltar como loco con solo verlo. Tragué nerviosa.
—Hola.
—Hola —dijo caminando hacia mí.
—No se tarden —indicó Silena con tono cómplice cerrando la puerta.
—Sé que últimamente todo es un desastre, pero pensé...que tal vez podía hacerlo un poco más agradable. Y también sé que te gustan mucho las flores —murmuró entregándomelas.
—Gracias, son preciosas —dije tomando el ramo.
Me sonrojé, acercando los pétalos a mi rostro para sentir el aroma suave, elegante, como el susurro de una brisa de verano.
—Katie me dijo que te trajera camelias.
Me reí.
—Por supuesto, solo con los de Demeter se obtienen flores tan bonitas.
Él se encogió de hombros.
—Solo le pedí que me diera un ramo de flores, no tenía idea de cuales traer y ella dijo que estas te gustarían.
—Me gustan mucho, en serio, gracias.
Me quedé mirándolo mientras sostenía el ramo de camelias. Su gesto era inesperado y dulce, y me hizo sentir una mezcla de emociones en el pecho.
—Me disculpé con Will, le dije que podíamos intentar ver cómo organizar las cosas para que vaya a su casa para el cumpleaños de su madre —me informó. Sonreí al ver que a pesar de lo cabeza dura que había sido anoche, al menos lo había pensado—, y quería disculparme contigo por cortarte como lo hice cuando intentaste hacerme ver mi error.
—No te preocupes, sé que solo estabas intentando cuidarlo —respondí suavemente.
Michael asintió, y ambos nos quedamos en silencio sin saber qué decir. Lo que anoche había pasado pendía entre nosotros como un péndulo cortante.
—Estás hermosa —dijo de repente mirándome.
Mi corazón latió como loco, tragué nerviosa, sintiendo como una leve corriente eléctrica me recorría el cuerpo.
—Gracias. —Lo miré por entre las pestañas, y sus ojos se dilataron.
Michael dio un paso hacia mí, y la expectativa me provocó cosquillas en el estómago.
Pero sin que pudiera prevenirlo, mi cuerpo se tensó instintivamente. Una ola de emociones contradictorias me invadió, y en mi mente, unos bonitos ojos como oro fundido resplandecieron como una advertencia.
Mis instintos se activaron, y retrocedí un paso, sorprendiéndome a mí misma por la reacción que no ordené.
La mirada de Michael se oscureció ligeramente al notar mi reacción, y retrocedió unos pasos, dándome espacio. Pude ver la confusión y la decepción en su rostro, y me mordí el labio, sintiéndome culpable por arruinar el momento.
—Lo siento. No es que no quiera, pero todo es demasiado complicado y... —traté de explicarme, pero me costaba articular las palabras.
—Está bien —dijo cortándome.
—No, no está bien, no quiero que pienses que no me importas, no quiero hacerte daño, yo... —comencé a decir, pero él levantó una mano suavemente para interrumpirme.
—Dari... —murmuró mirándome con una sonrisa triste—, en serio, está bien, ya te lo había dicho, no espero que correspondas mis sentimientos tal como yo te quiero. Sé que estás confundida, no quiero que hagas nada porque te sientas presionada solo para no hacerme daño. Aceptaré lo que necesites de mí, incluso si solo somos amigos.
Sus palabras me conmovieron profundamente, y una lágrima solitaria escapó de mis ojos. Michael la quitó con el pulgar y me sonrió cálidamente.
Tragué saliva, sintiendo cómo mis ojos se llenaban de lágrimas. Su amor incondicional era más de lo que jamás hubiera imaginado. No merecía a alguien como él, alguien que me amara sin condiciones, que estuviera dispuesto a estar a mi lado pase lo que pase.
—Gracias —murmuré sin voz.
Cerré los ojos, apoyando mi rostro contra su mano.
Él acarició mi mejilla con su pulgar, mirándome con tanta ternura que me sentí como si estuviera mirando directamente a mi alma.
—Está bien, dejemos que las cosas pasen como tengan que pasar, sin presiones.
Asentí con un nudo en la garganta, incapaz de hablar debido a la emoción que sentía. Él me rodeó con sus brazos, abrazándome con suavidad y protección.
Sentí su calor y su corazón latiendo cerca del mío como si fueran uno solo, y me di cuenta de que no importaba cuánto miedo tuviera, no quería alejarme de él.
La Camelia Roja significa: Amor sin condiciones, deseo y pasión
Les prometo que en el siguiente capítulo, sale Apolo de nuevo 🤣
Meme time...
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