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005.ᴀᴅᴏɴɪꜱ

Nota de autora:
El siguiente capítulo contiene una canción que en realidad salió en 2021, por beneficio de la trama vamos a fingir que es mucho más vieja y que ya existía en 2007.

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ᴀᴅᴏɴɪꜱ

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━━━1 de Febrero

SAN VALENTÍN estaba a dos semanas y yo ya tenía montañas de encargos que realizar.

En mi opinión personal, para los enamorados, San Valentín debería ser todos los días y no solo el 14 de febrero; no es por ser mala, pero si solo se acuerdan de tener detalles bonitos con sus parejas en días puntuales y el resto del año solo se pelean, se engañan, se olvidan que tienen pareja...bueno, dudo que les dure la relación.

Soy hija de Eros, dios primordial del amor, la atracción y el deseo; el amor mismo encarnado en una divinidad. Y soy nieta de Afrodita, diosa del amor; así que para mí el romanticismo y el amor verdadero es todo.

Mi herencia divina me permite tener atisbos de las parejas que serían ideales juntas, no perfectas, pero sí felices y amorosas. Pero no todos se ponen contentos cuando no obtienen a una persona atractivamente hegemónica.

No comprenden que la belleza, si bien importante como primera impresión, no sirve de nada si no viene acompañada de otras cosas más importantes, como la personalidad, las buenas intenciones, los valores, etc.

¿De qué te sirve salir con una persona sumamente atractiva, si es una persona que cada vez que abre la boca solo salen palabras que lastiman?

En todo caso, les aliento a tener gestos bonitos hacia su pareja para que puedan tener una relación sana.

Y aquí es cuando entra mi lado humano como una adolescente de Nueva York. Crecí viendo a mi madre tomar distintos trabajos a lo largo de toda mi vida para poder cuidarme, el abuelo siempre la ayudó, pero era el orgullo de mi madre el que la hacía buscar ser una mujer fuerte e independiente que pudiera ser capaz de cuidarse a sí misma y a su hija.

Parte de eso, lo heredé. Quería ser una carga menos para ella, igual que ella lo deseaba para mi abuelo. Empecé a buscar maneras de obtener dinero para no tener que pedírselo cuando se trataba de gastos que eran mis caprichos.

Y a lo largo de mis años me había ido muy bien gracias a mis dotes divinos. Aunque hubo un cambio que empezó a manifestarse últimamente.

Tal cómo Nico había mencionado, al parecer, mis poderes comenzaban a florecer sin darme cuenta.

Había sido en una clase de arte hace unas semanas atrás. La maestra nos estaba pidiendo que hiciéramos decoraciones con temas de invierno, y yo estaba intentando cortar una hoja con la forma de copos de nieve; pero cuando abrí la hoja lo que apareció fueron corazones.

Casi que me sentí Jack del Extraño Mundo de Jack cortando copos y saliendo arañas.

La maestra me dijo que estaban muy bonitos, pero que guardara aquello para San Valentín.

Eso me dio una idea. Una que mis compañeros apreciaron bastante.

Y así, heme aquí, dos semanas antes de San Valentín con una lista repleta de regalos hechos a mano que mis nuevos clientes encargaron.

Mi cama, piso y escritorio estaba repleto de material que pronto convertiría en bellos regalos. No había sido barato, había invertido un poco del dinero que estaba ahorrando para comprar los materiales y debido a eso había tenido que cobrar un buen porcentaje de ganancias. No a todos les gustó, pero al final, acabaron cediendo.

Llevaba días sin dormir bien, entre estar a tiempo con mis deberes, el único tiempo libre para hacer esto era por las noches. Mi madre aún no se había dado cuenta de esto o ya me habría quitado todo diciendo que no era necesario y que debía dormir más.

Estaba cortando un trozo de cartón para hacer una réplica de una máquina de garra repleta de dulces y un par de peluches. El chico ciertamente se había mostrado creativo sobre lo que quería para su novia pero carecía de habilidades manuales.

Eran como las dos de la mañana y estaba escuchando una playlist de San Valentín en uno de mis auriculares. Solía ponerme uno solo para controlar mi tono de voz porque sino me ponía a cantar a puro grito y después mi mamá me regañaba por andar haciendo ruido en la madrugada.

Terminé de cortar el último cartón y puse pintura roja en el platito para empezar a pintarlos.

Y me inventaré mil maneras para enamorarte —tarareaba en voz baja mientras pasaba el pincel por el cartón—, y en lugar de una rosa, mi vida entera te regalaré.

Una figura se sentó frente a mi en la cama, me sobresalté al verlo pero medio que ya empezaba a acostumbrarme que apareciera de repente.

Aunque es verdad que ya había pasado casi un mes sin que volviera a verlo. Se había mantenido lejos más de lo que esperaba considerando lo intenso que estaba siendo.

Yo por tí, venzo mi miedo a las alturas y me hecho a volar —recitó en igual tono—, y vuelvo a ver esa película romántica.

Bajé el pincel, mirándolo con curiosidad. Era fácil de ver que él se debería saber todas las canciones que existen, la música era uno de sus dominios y por lo que me han dicho los chicos de su cabaña, es su favorito.

Si me lo pides, yo por tí a bailar aprendo —continué.

Yo quiero ser el hombre de tus sueños —siguió él.

Yo por tí me entrego —cantamos al mismo tiempo.

Me saqué el auricular apagando la música.

—¿Otra vez acosándome, Apolo? —pregunté enarcando una ceja.

—¿Qué estás haciendo? —indagó ignorando mi pregunta.

—Regalos de San Valentín —respondí volviendo a pintar. Sentía la mirada intensa de Apolo sobre mí—. ¿Qué?

—¿Para quién?

—Para mis clientes.

Apolo se mantuvo callado unos segundos y dijo—. ¿Clientes?

«Estamos muy preguntones hoy» pensé soltando un suspiro.

—Se acerca San Valentín, la escuela hará una especie de festival y muchos quieren ir invitar a los que les gustan, otros quieren tener gestos bonitos con sus parejas; sea lo que sea, se me da facilidad para ayudar en ese tipo de cosas —expliqué—. Y puntualmente con los regalos no puedo darme el lujo de hacerlo gratis, si quieren algo extravagante deberán pagar por ello.

En ese momento, hubo un pin en la computadora.

Me levanté para ver qué era lo que pasaba. Tenía la pantalla repleta de imágenes y videos de ideas, pero había una ventanita con una campana que vibraba. Abrí el chat y era una de mis compañeras.

Había enviado una imagen de un vestido de invierno y una chaqueta.

"¿Crees que combina bien?"

"¿Rosa y púrpura? ¡Por supuesto que sí! Y a tí se te verá fenomenal"

—¿También haces de asesora de modas? —cuestionó mirando por encima de mi hombro.

Rodé los ojos, dándome vuelta para mirarlo. Estaba demasiado cerca.

—¿Ya acabaste de cazar monstruos? —pregunté—, si vienes a preguntar si ya tengo visiones, no, aún no.

Pero él no respondió a eso. En su lugar, inclinó la cabeza y me observó como si estuviera analizándome cuidadosamente.

Luego miró el resto de cosas sobre mi cama, y tomó una tarjeta metida dentro de un corazón de de acrilico con brillos que decía "mi corazón por un sí a tu lado".

—¿Estas cosas son las que te gustan? ¿Hacer de cupido?

No entendía porque hoy estaba siendo tan civilizado, pero no sería yo la que buscara discutir.

—Es emocionante ver a los demás enamorarse —respondí. Él enarcó una ceja con incredulidad. Tomé mi libro que estaba apoyando en la mesa de noche, lo abrí en una página X y leí.

»A Malcom Pace, hijo de Atenea, le gustan las matemáticas, la artesanía y la arquitectura. No le gustan las arañas. Ventajas, es un excelente estratega. Desventajas: es demasiado tímido —recitando la información de uno de los hermanos de Annabeth. Apolo enarcó una ceja sin comprender—. Y está profundamente enamorado de Oliver Mackenzie, un hijo de Hefesto.

»Encuentro bonito ayudar a las personas a unirse entre sí, no forzarlo, pero sí ayudar si es lo que tanto desean —Apolo me escuchaba atentamente—. Es más profundo que solo hacer citas a ciegas, pongo atención a cada detalle, cuido el corazón de la persona.

—Se nota que arrastras parte de su esencia divina, pero no pareciera que disfrutes de la parte dolorosa.

Supe de inmediato a qué se refería, pero no sabía qué decirle. A pesar de todo, Apolo era un dios que había sufrido mucho en el departamento del amor, él y también todos sus amoríos.

Se inclinó sobre mi libro, mirándolo fijamente. Luego miró la lista de todos los que estaban anotados para recibir un regalo.

—¿Y dónde está Darlene? —preguntó.

—¿Qué? —Lo miré confundida, él señaló el libro.

—¿Dónde estás tú en buscar a tu persona ideal?

Tragué saliva, nerviosa, sintiendo como un nudo se me había formado en el estómago. Yo ya había encontrado a mi persona ideal, o al menos lo creí, y no estaba destinado a mí.

Estaba intentando sacarlo de mi mente y corazón, pero a veces, por las noches, seguía llorando por horas al pensar en deshacerme de sentimientos tan bellos y todo lo que Percy representaba para mí.

—No lo hago, ya no —respondí bajando la vista—. Es más lindo ayudar a los demás, por ahora no estoy interesada en volver a enamorarme, solo...dejaré que suceda cuando aparezca la persona correcta.

—Cuando aparezca la persona correcta —repitió en voz baja—. A veces eso te trae más sorpresas de las que preferirías.

Eso era cierto, y al parecer yo tendría dos personas correctas. Qué difícil sería elegir.

—¿Qué se siente?

—¿El qué?

—Amar y ser correspondido.

Apolo me miró como si no supiera qué responder, parecía entre triste y enojado.

—No he sido el más afortunado en el amor —admitió—, los mitos lo han retratado muy bien.

—Aún así tuviste un bonito amor correspondido —dije.

Él me miró confundido, al menos unos segundos antes de caer en cuenta sobre quién estaba hablando.

Una sonrisa adornó sus labios, una que no había visto nunca y que lo hacía lucir tan diferente del dios que todos conocían, incluso del que yo había conocido.

Fue un cambio agradable. Era tan claro como el agua que había sido muy feliz con Jacinto.

Pero sus ojos lucían tristes y cansados. La expresión de su rostro era realmente dolorosa, como si aún después de tantos siglos siguiera llorando su pérdida.

Me sentí mal por haber preguntado.

No creía verdaderamente que quisiera hablar conmigo de él, sobre todo considerando que Céfiro lo mató por celos y luego mi papá protegió al dios del viento.

—Lo siento —dije—, no debí...

Apolo me dio la espalda, observando los regalos esparcidos en mi cama.

—¿Tantos regalos para otros, y ninguno para tí? —preguntó cambiando de tema.

Miré el escritorio, donde estaban mis plantitas, Regina y Cherilyn, o Cher como la llamaba cariñosamente, y que estaba siendo el resultado de la betónica que había recibido en diciembre como regalo de mi admirador secreto.

También el ramito de cártamo que había recibido un mes antes, estaba dentro de un fresquito de alcohol que había preparado, junto con el brezo y el heliotropo para guardarlas de forma permanente.

—Yo ayudo a los demás a enamorarse, no es el tipo de cosas que me suele pasar a mí —respondí.

—Ya deberías saber mejor que nadie que es algo que le puede pasar a cualquier persona —dijo en voz baja—, no eliges de quién o cuándo por más que te gustaría.

»Lo mejor que puedes hacer, es simplemente disfrutar el momento y los recuerdos que te dejen cada experiencia sin importar la medida del amor que se tenga, porque eso es inevitable. Siempre habrá uno que ame más que el otro, y en cuanto eso sea claro, el que exponga más su corazón, será el que más sufra.

Bajé la mirada hacia mis pantuflas de conejito, meditando sus palabras.

He de admitir que Apolo tenía razón.

El amor que sentía por Percy aún seguía doliendo en mi corazón, y aún así, al sumergirme en nuestros recuerdos juntos me era inevitable no sonreír ante ellos. Los guardaba con tanto cariño, y me rehusaba a dejar que se tiñeran de rencor, porque en el fondo, siempre supe que él no me correspondía.

El recuerdo de la primera vez que lo vi, cuando apenas me acababa de mudar al edificio dónde ahora vivimos, y se ofreció a ayudarme a cargar mis cajas de mudanza, incluso a compartir su paquete de regaliz, es quizá el más bonito de todos. Porque ese día, fue la primera vez en mi vida que mi corazón se sintió como un terremoto.

A partir de ese día, me era imposible apartar la mirada de él. Cada vez que escuchaba su voz, me invadía un cosquilleo en el estómago; cuando reía, mi corazón latía como si fuera un colibrí.

Percy estaba en todos mis pensamientos, en todos mis sueños. Me ponía nerviosa de solo estar cerca, pero también me sentía viva.

Y cuando por fin nos volvimos amigos, cuando descubrimos el mundo divino que compartíamos, los momentos juntos se habían vuelto únicos. Los apreciaba infinitamente, incluso cuando parte de ellos era tener que soportar ver que Percy se estaba enamorando de Annabeth.

Sabía que no sentía lo mismo por mí, y aunque me dolía en el alma, no podía evitar seguir sintiendo una pequeña esperanza, por más mínima que fuera, de que ni siquiera él sabía lo que sentía por ella.

A veces, el amor es una calle de un sólo sentido. He aprendido eso con Percy, probablemente Apolo lo aprendió con Dafne o Cassandra o cualquiera de sus otros amoríos.

Pero a pesar de todo, atesorar los recuerdos de ese amor quizá sea la mejor forma de superar el dolor.

Porque amar a Percy es parte de quién soy, y será parte de quién seré, de mi historia y vida. Y amar a los que vendrán me definirán aún más, y ellos me amarán por ello, porque sin quererlo, iré preparando mi corazón para un amor más maduro y duradero.

Quizá por eso es que Apolo es recordado por tantos amores fallidos incluso milenios después de la Antigua Grecia, porque esos amores son parte de quién fue, quién es y quién será. Porque cada experiencia lo hizo alguien nuevo, y cada una de ellas lo fue preparando para cada una de las nuevas que vendrían, y así, evitó volver a cometer errores que antaño lo dañaron.

—Ya es tarde —murmuró. Miré el reloj en mi computadora, la 1.45 de la mañana. No me había dado cuenta de que el tiempo había pasado tan rápido—. Mucha filosofía para una hora en que deberías descansar.

—Aún tengo cosas que terminar.

—Tienes tiempo, las prisas por conseguir algo a veces solo retrasan más lo que uno desea. Tomate tu tiempo sin hacerte daño.

—Pero...

—A dormir —sentenció.

—Mandón. —Rodé los ojos por el tono que usó, aún así me giré para quitar las cosas de mi cama y dejarlas en el suelo.

—Pero al final no me dijiste qué viniste a hacer aquí —dije volviendo a mirarlo.

Excepto que estaba sola en la habitación.

Sola, y frente a mí en el escritorio, había una maceta morada con una planta amarilla.

Con curiosidad, levanté la maceta observándola. La planta parecía delicada, con sus tallos delgados y sus cuatro flores brillantes, un despliegue de petalos rojos y amarillos que se extendían desde el centro, creando un espectáculo de color que parecía arder en llamas.

Cada pétalo tenía un brillo dorado, como si fuera un pequeño sol brillante.

Miré la notita que había atada al tallo.

"Los recuerdos deben atesorarse con cariño, pero no debes perderte en su belleza u olvidarás que hay una vida esperando por tí más allá de ellos."

—Supongo que eso lo sabes mejor que nadie —murmuré colocando la maceta al lado de Regina y de Cher—. Mañana te elegiré un nombre.

Me acosté, y esa noche soñé con flores amarillas, ojos verdes como un océano profundo, abrazos con la fuerza de un guerrero y el calor del sol en un día de verano.

Y sí, Dari le está poniendo a sus plantitas el nombre de personaje icónicos de las películas para chicas de la época.
Regina George y Cher Horowitz están en su escritorio.
¿Qué nombre debería ponerle al adonis Estoy entre:
> Elle
> Sharpay
> Miranda

Por si les interesa escuchar la canción completa, se llama "Me entrego" de Juan Solo y Kurt.

Yo sé que muchas acá queríamos ver a Apolo dejando de ser un imbécil, incluyéndome. Llegó su verdadero primer intento. Le molestó bastante lo de Percy en el capítulo anterior, y hay una explicación para su actuar en este, lo veremos en el siguiente. 😉

Con esto no significa que dejará de ser un completo imbécil, el niño tiene problemas de ira, celopatía, el ego más grande de todo el universo, y además, como habrán notado es bastante bipolar. Esto tiene una explicación:

He estado investignado sobre la dualidad de los dominios de Apolo. Que Artemisa sea su gemela no significa que ella sea su opuesto, es su propia contraparte, una dualidad latente en su propia existencia, es enfermedad y salud, racionalidad e irracionalidad, cienca y arte, calor como vida y muerte; y eso se refleja en sus actos.
Basicamente, podría decirse que sí, tiene un desorden de personalidad.

Así que no debería de sorprender que un día sea un tonto y al siguiente sea una amor, incluso que esos cambios sean en minutos.
Solo queda tenerle paciencia.

¿Adivinaron el Adonis?

Meme time

Voy a ser bien honesta con esto....

Me olvidé de Nico, un agradecimiento a More_Heart15 que me preguntó por él y yo:

Pero no se preocupen, ya ando pensando en cómo arreglarlo y quizá lo mencione en el siguiente capítulo sobre dónde está.

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