Alexis entró a la casa junto a su hijo luego de un día de compras entre chicos, así les decían ellos. No volvieron con las manos vacías, menos en un día como lo era ese.

"¡Mamá!" Thiago con sus manos llenas con un ramo de flores amarillas fue directo a donde su madre en la cocina preparando brownies, al ella verlo sonrió enormemente.

"¡Hola!" Le dijo agachándose un poco para darle un beso en la frente. "¿Son para mí?" Le preguntó sonriendo.

"¡Sip!"

"Gracias, mi amor, están preciosas." Mary tomó las flores para darle muchos besos a su pequeño haciéndolo reír.

El padre de la familia caminó a la sala donde estaba su hija mayor viendo una película con sus hermanitas, al ellas verlo rápidamente bajaron del sofá y corrieron a él con la velocidad que sus pequeñas piernas les permitían.

"¡Papa!"

"Hola, bebés." Saludó él agachándose para abrazarlas con su brazo libro. Al separarse les dió a cada una pequeña flor amarilla de peluche, movió mar y tierra para poder encontrarlas.

Las pequeñas se emocionaron mucho a pesar de no entender la razón de las flores pero igualmente se pusieron muy feliz. Alexis se enderezó para ir al sofá donde su hija mayor y darle un gran ramo de flores amarillas haciéndola sonreír. Amely no dijo mucho, sonrió y se abrazó a su papá dejando las flores de lado, le hacía muy feliz que su padre siempre pensara en ella hasta en esas cosas tan simples.

"Gracias, papito." Dijo ella feliz.

"De nada, güerita." Sonrió Alex dándole un beso en la cabeza al escucharla.

Cuando se separaron del abrazo Amely fue rapidísimo a buscar donde poner las flores en su habitación, esto le permitió a Alexis ir a donde su esposa con el ultimo ramo de flores, estas eran falsas, como las que trajo Thiago.

"Tus flores amarillas como siempre." Le dijo a la castaña con una sonrisa.

Mary rió y las tomó. "Más flores amarillas para mi colección." Sonrió haciéndole reír. "Te amo." Le dejó un corto beso en los labios que le hicieron muy feliz.

"Yo más."

Todas las flores que le regalaba Alexis las dejaba en su estudio de arte en la pared, había hecho un espacio justamente para estas y era lo suficientemente grande para que cupieran. No le gustaría tirarlas. Tenía desde cuando le empezó a regalar flores hace años hasta en el presente, nunca olvidaba el detalle y eso la hacía enormemente feliz.

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