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𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 16

Maldita lluvia; caía sobre el cuerpo del Celeste mientras esta se apresuraba en llegar a la proa. Hoy ni el clima la favorecía, todo estaba en su contra. Con su vestido no podía abrigarse del frío que le proporcionaban las gotas provinentes del hermoso cielo nocturno, mas la adrenalina del momento la había hecho olvidar este pequeño detalle, y solo cayó en cuenta cuando se agarró de las barandas de hierro del barco.

Respiró entrecortado, su pequeña carrera la había dejado sin aliento, y luego gritó frustrada. Eso se ganaba por meterse con los ricos, eso se ganaba por creer que había un lugar para ella en esa mesa y eso se ganaba por darle una oportunidad a ese mundo. Frustrada y sola golpeó, con uno de sus pies, el metal frente a ella, lo que la llevó a soltar un sonido quejimbroso por semejante acción. Genial, ahora también estaba coja.

Se encontraba avergonzada, pero más que por sí misma o por cómo la habían tratado, lo estaba por Rengoku. Celeste no pudo tragarse su orgullo y aguantar hasta el final con él, fue impulsiva y lo dejó solo, inclusive más ridiculizado que ella, porque su pareja lo abandonó. Seguramete aquel hombre no querría saber más de ella, no lo culpaba, se lo merecía.

«¿Si no podías con la cena por qué aceptaste, Celeste?» se preguntó. ¿Quién tuviera una máquina del tiempo para regresar al pasado?

—Señorita —escuchó a sus espaldas.

Si era posible que el corazón se parara y uno pudiera seguir viviendo, eso le pasó a Celeste. Reconocía su voz y aquella peculiar forma de llamarla, no se cansaría de escuchar esa palabra de sus labios para referirse a ella.

¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué seguirla a ella en vez de terminar la cena y aclarar el malentendido?

Simple Celeste, tú eres más importante para él que eso. Puedes negarte a aceptarlo porque no quieres creer que sus sentimientos sean tan fuertes, pero en el fondo lo sabes. Sabes también que tu gusto por Kyojuro había dejado de ser eso, solo gusto, crecía, crecía con potencia a cada segundo, como un fuego abrasador que amenazaba con consumir tu alma, y por eso te asustaba.

—Perdón —dijo sincera, girándose para poder encararlo, tenía el rostro ligeramente agachado, no quería verle el semblante.

Rengoku la divisó dudoso, interrogante, no entendía por que se disculpaba. Se encontraba empapado igual que la pelirrosa, sus elegantes ropas estaban arruinadas y su cabello completamente mojado, al igual que su cara. La había perseguido y ahora se encontraba frente a ella.

Se hubiera mantenido así, estático, aguardando una señal, pero observó sus ojos cristalizarse, y eso sí no lo permitiría. Sin preguntarle, sin esperar por su aprobación y sin cuestionarse, Kyojuro caminó veloz donde ella.

Apresó su cintura entre uno de sus brazos, brindándoles el calor que necesitaban; pegó lo más posible sus cuerpos mojados, provocando un peculiar cosquilleo en sus estómagos y alzó su mentón con su mano libre, obligándola a mantenerle la mirada, necesitaba apreciar esos hermosos orbes dorados.

Celeste estaba arrinconada, apresada en la cárcel más hermosa y perfecta del mundo. Su espalda terminó recatada contra el barandal del barco y su rostro se tiñó de rojo al ver lo atractivo que se veía aquel hombre todo mojado. Era momento de rogarle al tiempo que se hiciera eterno, ahí, con ellos, en esa posición.

Se devoraban con la mirada y sus labios ni siquiera se habían rozado. ¿Era posible sentir eso?

—Te lo dije, te dije que lo que más amo de ti es tu naturaleza libre. Nunca... —habló él, acariciando su barbilla con su pulgar —nunca te disculpes conmigo por ser tu misma.

Ay, santa madre de dios. La fémina sintió sus mejillas arder y su interior retorcerse con deseo. Por primera vez en su vida, sentía necesidad de ese tipo de cosas. Quería que la tocara, que explorara su cuerpo sin consentimiento ninguno. Era su culpa por ser tan sexy, porque sus palabras fueran tan profundas, por provocar eso en ella. Rengoku despertaba a la chica mala en su interior, pero claro, no se lo confesaría.

—Kyojuro, ¿puedes besarme? —preguntó, en lugar de admitir que quería mucho más.

Él sonrió de medio lado, complacido—Sus peticiones son órdenes para mí, señorita —contestó, acercando sus rostros.

Sus respiraciones se cortaron, si dejar de respirar sería tan precioso siempre podrían morir en paz. Se miraron una última vez a los ojos antes de explorar sus bocas con deseo y pasión. Era el paraíso en tierra, si eso era posible.

El varón terminó por abrazar la espalda de la mujer, dibujando sabe dios qué en ella con sus dedos. La chica, dirigió sus manos al revuelto y empapado cabello de su pareja, acariciándolo. Olvidándose, de este modo ambos, de la llovisna leve y el sereno de la noche. Si ese beso pudiera durar para siempre, que así sea.

Tuvieron que separarse, porque los labios ya estaban rojos, tardaron largos minutos en hacerlo, pero al final, el dolor llegó. Aunque ya no devoraban sus bocas, se mantuvieron en la misma posición, con sus ojos cerrados, inhalando y exalando tranquilos. Momento de paz, todo era tan perfecto.

De repente Kyojuro retrocedió dos pasos e hizo una reverencia.

—¿Bailamos? —inquirió, extendiéndole una mano.

—Para mi sería un placer —respondió ella, tomando los extremos de su vestido para inclinarse levemente.

Bailar bajo la lluvia a Celeste siempre le pareció algo que únicamente pasaba en sus novelas de amor. Danzar sobre los pequeños charcos, que su cuerpo mojado chocara contra otro igual y al final solo hubiera calidez, tararear esperando que ese tonto intento de canción fuera la melodía, todo aquello, siempre lo consideró fantasía; mas ahí estaba Kyojuro, rompiendo las barreras de lo imposible nuevamente.

Imposible bailar bajo la lluvia. Ja.

Imposible que alguien de clase alta se fije en ti. Ja.

Imposible enamorarse en cinco días. ¡Ja!

Él la guiaba, pero también se dejaba llevar. Era un juego de dos, un baile de dos, un instante de dos, tan fugaz, pasajero y precioso que parecía irreal, pero estaba pasando. Las risas tontas inundaban el ambiente mientras el bicolor le daba volteretas hábiles; las miradas deseosas cuando sus rostros se encontraba estaban presentes; los roces y las sensaciones eléctricas también eran normales.

Danzaron como dos niños pequeños pero también como dos amantes empedernidos.

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Palabras del autor:

Tengo que empezar a considerar tener un horario como las personas normales y actualizar como las personas normales ಥ‿ಥ

Nuevamente se me caen los ojos del sueño pero quería actualizar.

PRÓXIMO CAPÍTULO LEMON.

Ahí lo dejo :)

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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.


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