3: JUNGKOOK
CAPÍTULO 3
Jungkook
Aún no me lo creía, pero mi esfuerzo había valido la pena. Por fin pude entrar en la competencia municipal de skaters. Había pasado la única semana libre que tenía para entrenar a tope.
Estaba eufórico, feliz, emocionado. ¡Había ganado!
Estaba contento porque iba a competir en un campeonato nacional en donde todos los pueblos cercanos al mío competían por un trofeo.
Después el pueblo ganador (más bien los tres ganadores) competirían con los otros participantes para obtener un ganador final que representaba al pueblo. Se hacía cada año y era una evento esperado por muchas personas.
El campeonato final sería en Seúl, se organizaba en tres fases y estaríamos allí en exactamente dos meses, solo por cinco días.
Nuestro pueblo hace 6 años que no gana, pero yo pretendo poner todo mi esfuerzo, para este año traer aunque sea una medalla a casa.
No se como le voy a hacer con tanta cosa que tengo en mente, más las tareas que me rodean, eso zumándole la nueva, (la bendita tutoría).
Sería un estrés total y completo, pero se que puedo con esto y más.
Hoy hacían exactamente nueve días de la llegada de Taehyun al pueblo, y digamos que seguía siendo novedad.
Esta noche había sido especial. Y tenía que disfrutar al máximo ya que: una; era sábado, dos; el lunes comenzaba mi martirio con el principito.
Y realmente no estaba para pensar mucho en la segunda opción. No tenía ni un poco de ganas de que llegara el lunes, pero no tenía la elección de adelantar el tiempo para no darme cuenta ni de cuando me encontraba a su lado.
Estaba pensativo ante los acontecimientos recientes y una llamada a mi celular me hizo arrugar el entrecejo. Los que probablemente me llamarían a estas horas están conmigo en este instante, así que se me hizo raro.
Fruncí aún más mi ceño cuando vi que la llamada era de un número desconocido.
— Hola. —dije. Y me alejé de los chicos para poder oírle bien.
Yoongi me miró escrutó con la mirada, supongo q ue fue el único al que le llamo la ante vino la repentina llamada, pero no hizo ni siquiera una seña.
— Em.. si, verás Jeon, —suspiré con pesar al reconocer la voz de Taehyun— necesito tu ayuda en algo. Es realmente urgente.
— ¿Qué sucede?
— Ven a mi casa... no sé que hacer. Es algo malo.
— ¿Y soy acaso Batman? Llama a otra gente.
Luego de un bufido desesperado dijo;
— Escucha, mis padres no están, y no tengo a nadie más en mis contactos. Realmente es urgente, no es que quiera verte tampoco, pero mi perro tiene algo y no se a quien más acudir.
Lo pensé durante uno segundos.
— Mándame tu ubicación.
Colgué, guardé mi celular en el bolsillo de mi pantalón. Agarré mi patineta y le avisé a los chicos que me iría a casa. La mirada de Yoongi seguía sobre mi pero decidí ignorarlo.
Mi hermano insistió en acompañarme pero le convencí, y me dejó tranquilo. Nadie debía de saber que me iba a meter a casa del chico nuevo.
Activé mi conexión y me entró enseguida la ubicación del castaño.
«Begum street 368, casa 226A.»
Me moví con agilidad y destreza por las poco pobladas calles de mi pueblo a esas horas. Era bastante tarde ya. Todo estaba en silencio pero era seguro andar por ahí.
Encontré la casa del chico y toqué tres veces, no me hizo esperar y me tomó por sorpresa que me agarrara de la mano para llevarme dentro de la casa. Sus manos eran suaves a diferencia de las mías, típico de un principito con dinero.
El toque se sintió raro, eléctrico. Y después me mordí la lengua por detallar cada cosa que sucedía a mi alrededor cuando Taehyun estaba cerca.
— Ey, ey. —me quejé— El espacio personal amigo.
Él solo gruñó y me dio una mirada molesta por encima del hombro cuando intenté safarme. No me sé detuvo, afirmó su agarre y me llevó directo al jardín.
Ahí me soltó.
— Ayúdame. —pidió con un tono de súplica.
— ¿En que quieres que te ayude?
— Mi perro. Está enfermo. — señaló detrás de mi y cuando me volteé pude ver a un pequeño perrito de patas cortas con el pelaje negro y en algunas partes amarillas.
Retorné mi vista al frente y le miré.
— ¿Cómo sabes que está enfermo? Puede estar solamente cansado.
Él negó.
— No ha querido comer hoy, y no es porque mi padres no estén, porque estamos acostumbrados los dos. Ha estado triste todo el día, y a veces gime como si estuviera dolido, pero no tiene nada. No conozco a ningún veterinario de aquí, tampoco se si son confiables.
— Vale entiendo. —dije.
Caminé en dirección al perro, movió un poco la cola al verme. Podría tratarse de gastroenteritis así que lo volteé dejándolo con la panza arriba, le toqué el estómago y no lo tenía duro así que, no, no estaba enfermo.
A veces solía pasarme eso con mi perro y sabía uno que otro síntoma, pero realmente yo no era un experto.
— ¿Qué tiene?
— No se Kim, aún estudio y no em agita precisamente la veterinaria. —acaricié un poco más al perro y parecía estar a gusto con ello.
— No ha querido comer nada hoy. —repitió.
— ¿Tienes helado? —él me miró un poco desconcertado pero luego asintió.
— Trae un poco. —asintió y luego se fue. El helado siempre funcionaba con Bam así que esperaba que con este perro funcionara para animarle.
Cuando me quedé a solas con el animalito, logré escuchar un perro callejero gemir. Y seguido el perro a mi lado también gimoteó.
Con esto, creo que comenzaba a entender porque el perro estaba triste. Logré hacer una loma con cosas que aguantaran el peso de mi cuerpo para asomarme al otro lado de la tapia, y en efecto. Era una perrita, no parecía ser de alguna raza en especial pero estaba preciosa, solo un poco flaca y sucia.
— ¿Quieres entrar a ver a tu novio? — ella me ladró en respuesta.
Por loco que fuera creo que entendió a la perfección a lo que me refería. Me quedé mirándola y ella me movía la cola.
— ¡¿Oye qué haces ahí?! —Una voz me asustó y por el brinco que pegué arriba del andamio que yo mismo había hecho mi culo iba directo al piso.
Cerré mis ojos para aminorar el golpetazo, pero realmente nunca llegó, porque mi cuerpo quedó sujeto por unos fuertes brazos.
— ¿Qué estabas haciendo? —preguntó él.
Abrí mis ojos con lentitud, y los suyos me hipnotizaron por un mili segundo. Era Taehyun.
Tartamudeé un momento pero luego mi lengua dejó de trabarse.
— Ya se lo que tiene tu perro. —me soltó bruscamente y me fastidié por eso, me tambaleé pero no me caí. Volví a mi postura recta.
— Bien ¿y entonces? —cruzó de brazos.
— Eres un poco bruto ¿sabías? —reclamé y él solo me dió una mirada con un levantón de ceja.
— Tenía el helado en la mano, comenzaba a derretirse y tu pesas un poco.
— No estoy gordo. —zanjé.
— Los huesos también pesan. —respondió agachándose frente al perro y yo bufé.
Le ignoré porque terminaríamos jaloneándonos los pelos.
El chico intentaba hacer que el perro comiera algo de helado, pero solo aparataba la cara.
— Tu perro solo está enamorado. —dije.
— ¿Enamorado? ¿Pero si en este vecindario no hay muchos perros?
— Si hay, pocos, pero hay. Yo tengo uno. Un dóberman y lo que trataba de mirar era una perrita que está allá afuera esperando a tu perro.
— ¿Una callejera? —asentí.
— Estaba mirándola a través de la tapia, pero alguien decidió asustarme y ella se fue también.
— Yeontan, ¿cómo puede ser que te enamores de una pordiosera? — el perro movía la cola efusivamente, rodé los ojos.
No me molestaría nada que Jimin se diera cuenta de quien es este chico realmente. Vive por y para los lujos, está claro que no llego a este pueblo por decisión propia.
— Tu perro ama de verdad, en cambio tu solo te fijas en apariencia. —respondí. —No entiendo como puede quererte si tienes el corazón podrido.
Taehyun dejó el helado en el plato del perro y se levantó para mirarme. Caminó erguido hasta estar frente a mi, y sin dejar de retarlo con la mirada me obligó a cambiarla.
Sus ojos me escrutaban con cautela, y su mirada me puso bien nervioso.
— Es que no todas pueden estar a mi altura. Mírate a ti. —ME TIENES QUE ESTAR JODIENDO, ENSERIO— Tienes pelo de loco, vistes tal cual, y tu perfume es rechinante.
¡Pum! Si señores, eso había sido un puñetazo. ¿Quién cojones se creía este? ¿El primer nieto de la reina Isabel o qué?
— Tu, —le señalé con mi dedo índice mientras el desconcertado me miraba mientras se tocaba la mejilla, mi cara seguramente estaba de color carmín debido a la rabia—, no tienes el derecho de decirme eso. Mi pelo es precioso y único, mi perfume es el olor que muchas y muchos querrían sentir todo el tiempo, porque les encanta, que sea barato no quiere decir que huela feo, y me visto como me sale del culo, no vivo para cumplir estándares de nadie sino los míos. —despotricaba cosas con una llama en el pecho, estaba a punto de explotar, y soltar palabras me estaba ayudando a contenerme un poco más, porque sería capaz de darle más puñetazos y no parar—. En cambio a ti ¿de que te sirve ser un chico rico si al final eres una mierda de persona? No todo es apariencia maldito niño pijo —, en su mirada había sorpresa, fuego, algo oscuro.
Seguramente esta acostumbrado a humillar y a irse de lengua, lo que no está acostumbrado es a recibir una buena cuando se lo merece, por eso seguramente su cara de ¿qué cojones?
— Tú... —me señaló con su dedo índice y le manoteé para que lo bajara.
— Yo nada maldito idiota. Sabes que no me caes bien y aún así cuando me pediste ayuda he venido, te he ayudado con tu mascota si saber una mierda y así me pagas. ¿QUÉ MIERDA PRETENDES? —el cerró sus labios en una fina línea y se dedicó a sostenerme la mirada. — Que te enteres que lo que podía empezar como una tregua hoy, tú acabas de joderlo. Nos hablaremos lo necesario para la tutorías.
Me di la vuelta y agarrando mis cosas me perdí dando un portazo. Estaba hecho una furia y realmente necesitaba calmarme con algo que me llevara a otro mundo porque los cigarros no me bastarían, necesitaba ponerme a volar con un blunt.
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