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❝ᴍᴇʟɪssᴀ❞

🍒Roier Top || Spreen Bottom🍒

Últimamente a isla Quesadilla le faltaba más diversión, más entretenimiento para desestresar a los residentes, y Maximus tuvo la idea de abrir un prostíbulo, con la influencia de Vegetta y contribución de Roier, el club nocturno "Las Casualonas" fue abierto exitosamente, por el momento solo tenían dos trabajadores, la Mamada junto a Melissa cuyos nombres eran de simples personajes, solo eran bailarinas pues el trabajo sexual no estaba en sus planes, pero los bailes eróticos eran bien recibidos por el público.

El prostíbulo en su inauguración obtuvo popularidad, la primera noche tuvieron varios clientes que pedían bailes sensuales, ya sea privados o para todo el público, el dinero era dejado en su lencería, en las medias o tanga, "Melissa" lo disfrutaba, bailar libremente y con solo mover el culo ganaba bastante dinero, y aunque haya algunos hombres que pedían pasar la noche juntos, no podía hacerlo, porque entre el maquillaje y vestuario, era solo un hombre. Melissa era un personaje femenino que solo actuaba en la noche, pues en el día era Roier.

Tener sexo con los clientes no era lo suyo, pero cuando Spreen quiso ir a ver el prostíbulo, si el híbrido llegaba a pedírselo no se negaría.

—Sabes Spreen, aquí hay chicas muy lindas, y de hecho conozco a una que puede darte un baile privado.

Ambos estaban en el prostíbulo, aunque era de día Spreen tenía curiosidad por conocerlo, por lo que Roier amablemente lo llevo, dejo que explorara el lugar sin mencionarle que todo estaba muy asegurado y a menos que el ponga la clave, no podría salir del local. El castaño observaba como el oso exploraba la zona del DJ.

—Nono, a mí no me gustan los bailes privados realmente.

—Oh... por si las dudas, hay dos sexys bailarinas. Dime. ¿Cuál te gusta más? ¿La que se llama Diente Mamada o Melissa?

—No las conozco...

—Por el nombreee.

Spreen dejo de caminar y se detuvo a ver a Roier, la pregunta era rara, pero si lo ponía a escoger entre esos nombres, iba a preferir el más humano. —Melissa.

—Comprendo.

Roier no podía evitar sonreír, de alguna forma se sentía bien que lo eligiera, aunque no supiera quien era "Melissa" La atracción que sentía hacia Spreen era intensa, no podía ignorar como su corazón latía con tanta fuerza de solo verlo, de escuchar su voz a pocos metros causaba que su sonrisa se agrandara y salgan a relucir sus hoyuelos, pasar el rato junto al oso era entretenido, mejor aún verlo descansar luego de una dura batalla, su cabello negro con ondas se veía tan suave que a veces deseaba acariciarlo, con sus hermosas pestañas largas que lo hacían ver tan frágil aunque no lo fuera, aparte de sus adorables orejas que sobresalían de su esponjosa melena, otro lado pecaminoso era que realmente fantaseaba con tocar su pequeña cola de oso mientras deslizaba sus manos por toda su espalda y así delinear su figura, pequeños pensamientos subidos de tono que rondaban por su cabeza, la codicia era fuerte.

—Me gusta todo esto.— Spreen se estaba entreteniendo con el equipo de DJ, pero había algo que no le terminaba de convencer. —Pero yo sacaría el caño, le roba el protagonismo al DJ.

—Es un tubo, esto es para que bailen las chicas.— Le divertía la "inocencia" que a veces mostraba el oso. —De hecho, déjame presentarte a una bailarina. ¿Va? Ya regreso.

Todo fue rápido, aunque fuera pervertido de su parte, llevaba lencería debajo de sus ropas, lo único que agarró del vestidor fue un vestido rojo, con sus mangas rosadas, una peluca y un labial carmesí, no importaba que fuera de día, iba a ser Melissa en menos de cinco minutos solo para Spreen, una vez listo se dio una ojeada en el espejo, el cambio fue rápido pero no se veía nada mal, realmente amaba ese vestido rojo ajustado a su cuerpo con corte en uno de sus muslos, se veía hermosa y con una sonrisa traviesa salió hacia donde estaba Spreen, con una voz más suave y cariñosa comenzó hablar. —Hola.~

Spreen se mantuvo inmóvil, no sabía si era una clase de broma, pero verla, a una persona alta con similitudes a Roier además de que era una "mujer" lo ponía torpe, no sabía que hacer ni de qué hablar. —¿Quién sos? ¿Cómo te llamas?— Comenzó cuestionándola.

Roier no pudo aguantar la risa, y acercándose para tocar el brazo del de gafas respondió. —Melissa.

Eso fue suficiente para que Spreen se alejara buscando alguna salida, pero la puerta estaba con clave haciendo imposible su escape, al mayor no le estaba gustando estar encerrado con una mujer.

—¿Qué pasa?— Se estaba entreteniendo, comenzó a perseguirlo y al tenerlo acorralado llevó su mano a su rostro. —No puedes salir de aquí, guapo.~

—Yo... yo vine aquí con Roier.— Intentó apartar la vista, no le estaba gustando la situación.

¿Roier? ¿El tipo al que te gusta molestar? Mejor pasa un rato conmigo.~ ¿Qué te parece, guapo?— Melissa comenzó a bajar su mano por el pecho del híbrido, sus dedos se deslizaban por encima de su camiseta, a pesar de la tela podía sentir el leve temblor en el cuerpo de Spreen.

—¿Qué hacés? ¡No! ¡Esto está mal...!— Empujó a la contraria para poder calmar su respiración, estaba algo nervioso.

—Tranquilo capo, soy yo.— Era divertido molestarlo, pero no quería incomodarlo, alejó su mano y levantó ambas demostrando que dejaría de tocarlo, su voz regresó al tono normal. —No pensé que te pondrías tan nerviosito.

—¿Por qué estas vestido como una puta?

—Puta es la que se prostituye, yo solo bailo.~— Sin vergüenza, se acercó al tubo y comenzó a dar algunas vueltas, tenía tanta seguridad pues le gustaba usar ese vestuario, además de que realmente no se prostituía, estaba fuera de sus planes. —¿Acaso te interesa un servicio especial?— Sin apartar la vista, comenzó a bailar, había algo de música que Spreen no apagó por completo, y moviendo lentamente las caderas comenzó hacer uno de sus bailes. —Puedo serlo solo si lo quieres.— Guiñó uno de sus ojos.

Las mejillas del mayor comenzaron a ruborizarse, de verdad no sabía cómo comportarse ante los coqueteos de Roier, peor ahora que estaba bailando de forma erótica en un tubo con un vestido revelador. —Déjame salir, me quiero ir.

—Ay Spreen.— Comenzó a caminar hacia el mencionado, por cada paso que daba era uno que retrocedía el azabache, tenía al gran Spreen acorralado en la pared, si otro viera lo nervioso que podía llegar a ponerse creerían que es un sueño. —Déjame ser tu puta.— Susurró cerca de su oído mientras su dedo acariciaba su pecho, sentir su corazón acelerado lo motivaba a continuar.

Roier interpuso su rodilla entre las piernas del pelinegro, con una de sus manos rozaba uno de los pezones del híbrido y con la otra tocaba por encima del pantalón su genital, todo mientras su mentón estaba apoyado en el hombro del mayor, sus labios estaban tan cerca del cuello de Spreen que le daba escalofríos. El de largas pestañas comenzó a jadear, los toques lujuriosos de Roier causaba que su cuerpo reaccionara y su voz temblara, la rodilla de Roier apretaba su parte baja causándole inquietud. El de banda azul llevó sus manos hacia las mejillas del oso y sin miedo unió ambos labios, al principio solo era un suave roce de labios, pero Roier estaba tan emocionado que ingresó su lengua a invadir la cavidad bucal del mayor, ambas salivas se mezclaban y ambas lenguas se entrelazaban, el arácnido hizo tan profundo el beso casi robándose el aliento del contrario sin importar si la saliva desbordaba de sus bocas, después de tanto por fin estaba besando esos labios suaves que ansiaba probar desde hace mucho.

Spreen solo se sujetó de los brazos del contrario, no podía seguir la corriente del menor por lo que se dejó manipular a su antojo, su mente estaba nublada, sintiendo como sus labios hervían y se hinchaban. Cada que abría sus ojos con cansancio, veía el rostro de Roier ruborizado, la forma en como su rostro era sujetado por las manos de él era tan posesiva que estaba confundido. ¿Desde cuándo Roier estuvo conteniendo este deseo? Se sentía intenso.

Al romper el beso, Roier lo abrazó y nuevamente acercó su rostro hacia el cuello del oso, el de castaño tenía una erección que hincaba uno de los muslos de Spreen, toda la seguridad que había mostrado Roier se desvaneció, ahora solo estaba avergonzado por su descaro.

—Estás loco.— Fue lo único que pudo decir, Roier seguía sin hablar durante pocos minutos mientras continuaban abrazados, hasta que el castaño lo jalo hacia uno de los grandes sofás, fue casi empujando por lo que estaba punto de gritar, pero Roier estaba enfrente suyo con sus manos en sus hombres impidiendo que se levantara.

—No puedo soportarlo teniéndote enfrente mio, Spreen.

—¿Qué mierda es lo que planeas?— Disgustado lo observaba sentado, pero el cosquilleos en sus labios lo distraia.

Roier apoyo una de sus rodillas en el sofá y comenzó a desvestirlo iniciando por su camisa y tirándola por algún lado de la habitación, sus labios no tardaron en invadir el cuello desnudo del pelinegro, dejando rastros del labial en su piel, actuando con cuidado mordía levemente sus clavículas, no quería espantarlo por lo que todos sus movimientos eran lentos, la lentitud hacía estremecer a Spreen, soltaba suspiros cada que el castaño succionaba su piel y dejaba marcas de chupetones, el menor con sus manos acariciaba su abdomen y con sus labios besaba su quijada hasta llegar a su rostro y besar dulcemente sus mejillas.

—Roier.— Su cuerpo estaba un poco tenso, con cada roce de los dedos en su piel lo erizaba, no quería apartarlo pero tampoco sabía qué hacer, solo apoyo su espalda con el encosto al igual que su cabeza. —Esto no es divertido...

—No es un juego.— Una vez que el pelinegro se apoyó en el sofá, se sentó en sus piernas, con una mano sujetaba su cintura manteniendo la cercanía y con la otra comenzaba a desabotonar su pantalón. —¿Cómo me veo Spreen? ¿No te da curiosidad sobre la ropa interior que estoy usando?— Sus dientes se clavaron en el cuello del contrario dejando marca, luego para aliviar el dolor comenzó a lamerlo.

El tinte de sus labios poco a poco iba dejando de manchar, si se detenía un momento para observar al mayor, se deleitaba notando como en los labios de Spreen tenía manchas de labial, al igual que en su cuello y pecho, una obra de arte que disfrutaba de alborotar. En cambio, el de ojos violeta sujetaba la peluca del contrario, una parte de su cuello palpitaba, su calor corporal aumentó y su cuerpo ansiaba más caricias por parte del chico araña, los besos delicados pero ruidosos que depositaba en sus mejillas lo ponía algo tímido. Cuando comenzó a procesar la pregunta, la sangre hervía en sus mejillas y solo apartó la mirada, ni siquiera esa duda paso por sus pensamientos antes.

—Yo... n-no lo se.— Nunca antes estuvo tan nervioso y mucho menos llegó a tartamudear, se sentía como un idiota, solo mordió sus labios de la vergüenza, era un lado que ni el mismo conocía.

Roier sonrió soltando una risilla, ver a Spreen de esa forma solo provocaba el querer molestarlo, pero no quería perder esta oportunidad, el ambiente estaba caliente y no quería arruinarlo, Spreen estaba dócil. Comenzó a meter sus manos por debajo del pantalón del pelinegro, inició acariciando encima de la ropa interior los glúteos del mayor, tan suaves y al apretarlos podía sentir su músculo, estaba agradecido de poder tocar tal jugosa carne. Sus torsos estaban juntos, Roier estaba cerca del oído de Spreen y con voz baja susurró.

—Permíteme penetrarte mientras uso este vestido, déjame estar dentro tuyo y sentir como tu interior me exprime.~

Roier se quitó uno de los guantes con sus dientes para luego lubricar sus dedos con la saliva del oso y así rozar la entrada del pelinegro con las yemas de sus dedos, su mano que llevaba el guante rosa separaba las nalgas y con la ensalivada comenzaba a ingresarlo por su orificio. Spreen clavo sus garras en los brazos del menor, estaba sintiendo dos intrusos entrar por un lugar que no imaginó que podía usarse de esa forma, sentía que ya no podría estar más avergonzado, una voz que nunca antes hizo salía de su garganta y lo peor es que estaba cerca del oído de Roier, si otra cosa lo llegaba abochornar, lloraría. El de hoyuelos volvió a besarlo, esta vez se tomó su tiempo para disfrutar del beso, movía su quijada a un ritmo lento, mientras continuaba devorando sus labios sus dedos agrandaban las paredes internas del hibrido, dos de sus dedos los tenía dentro del mayor, los movía con cuidado de no rasgarlo, pero lo suficiente como para dilatarlo, mientras que con la otra mano solo acariciaba su esponjoso rabo.

—Roier...— Alejó sus labios con la respiración agitada, sus piernas tenían vagos temblores y no podía soportar la erección que era apretada por su ropa interior. —El bóxer...— Trago la saliva que estuvo reteniendo. —Me aprieta el bóxer.— Gimoteo mientras dejaba caer su frente en el hombro del contrario, adelante sentía presión y por atrás cosquilleos.

El mencionado sacó sus dedos del interior de Spreen, el pelinegro sintió un vacío, pero Roier lo hizo para echarlo en el sofá con cuidado para poder quitar con facilidad su ropa interior, al ya no tener ninguna prenda era visible su erección. No era la primera vez que Spreen estaba desnudo frente a Roier, pero esta vez tenía el privilegio de tocarlo. El castaño con sus manos separó las piernas del de largas pestañas, las sostenía para que no las cerrara y así poder molestarlo un poco, estaba feliz de que Spreen consiguiera una erección por sus caricias, solo pensaba en que era agradable para el mayor, con una de sus manos comenzó a tocarlo, sentía como se estremecía el hibrido, el roce de sus dedos y palma provocaban que Spreen tuviera algunos temblores en sus piernas y que arqueara su espalda, le gustaba.

—Vaya, que lascivo te ves ahora mismo.~

Spreen estaba aturdido, agarró la mano del menor y la acercó a su rostro, Roier sintió el calor de sus mejillas, el de ojos violeta suspiraba en la palma del otro, cada que el arácnido tocaba su miembro el aliento caliente chocaba contra la palma de Roier. Era tan excitante que comenzó a masturbarlo para continuar viendo esas nuevas expresiones en el rostro de Spreen. El castaño con toda su palma envolvió el falo del azabache, inició con un lento vaivén de arriba hacia abajo, poco a poco aumentaba el ritmo y con su pulgar estimulaba el glande. Con su mano libre que era sujetada por el menor comenzó a rozar sus dedos contra los labios de Spreen, estaban algo rojos de tanto besarlo y en su comisura tenía leves manchas de labial, todo su cuerpo era un desastre con marcas de chupones y manchas de labial, con mordidas mezclados de sudor y saliva, aunque no quiera alejar su mano del rostro de su amado, tuvo que hacerlo para continuar aflojando su interior, ingresó sus dedos en la boca del hibrido y los envolvió en saliva, luego los sacó y los llevó hacia su trasero, esta vez fue fácil entrar, ahora aumentó dos dedos más, con ellos agrandaba su entrada y con su otra mano seguía masturbándolo.

—¡Ah!— Gimió al arquear su espalda por el estímulo que sintió, en su interior un lugar sensible fue tocado y el placer subió de golpe por su columna, sus manos ansiosas solo apretaban el sofá.

De golpe Roier quitó sus dedos del interior de Spreen, algo brusco agarró las piernas del contrario y las subió a sus hombros, tal acción hizo que sus gafas cayeran dejando sus ojos expuestos, el arácnido dejo de masturbarlo para ahora besar sus muslos, acercándose hacia su pene y poder hacerle una felación, Spreen intentó alejarlo empujando su cabeza para atrás, pero sus piernas estaban débiles que era imposible apartarlo, Roier metió todo el genital del hibrido dentro de su boca, el castaño soportó las arcadas, su nariz tocaba la pelvis del pelinegro sintiendo cosquillas por sus vellos, el olor era fuerte que solo aumentaba el deseo de penetrarlo, con una mano sostenía la cadera de Spreen y con la otra volvió a penetrar su interior con sus dedos. Roier comenzó a meter y sacar el falo del pelinegro de su boca, saboreando todo el tronco con su lengua y succionando el glande. Spreen comenzó a lagrimear, no podía creer que Roier tuviera su pene en su boca, no estaba limpio y solo le provocaba ganas de escapar.

—¡Roier! ¡Ahg!— Gimió mientras jalaba un mechón de la peluca.

Roier dejó el pene de Spreen para ahora lamer su entrada, los lloriqueos del azabache eran más audibles, pero por el calor del momento Roier no se detuvo e ingresó su lengua en aquel orificio, se aseguró de lubricarlo con su saliva, dejarlo tan resbaladizo para que Spreen no llegara a rasgarse, una vez que lo sintió tan húmedo, bajó su cadera sobre el sofá. Y siendo visto por el oso, levantó parte del vestido mostrando la lencería en la cual había un bulto notorio.

—El rojo es mi color. ¿No crees?~

Sin vergüenza, Roier liberó su erección y se acercó a la entrada del otro, con sus manos sobre cada pierna separándolas para que no se cerraran rozaba su pene contra el trasero de Spreen, lentamente ingresaba dentro de él, el interior lo abrazó, lo succiono hasta el punto de ser apretado, ambos suspiraron, se sentía bien estar entre el calor de sus paredes internas y se mantuvo quieto por un momento para que Spreen se acostumbrara.

—Ugh... se siente extraño, como si mi estómago estuviera lleno.— Se quejó intentando buscar consuelo, quería que Roier lo abrazara.

La vista de Spreen era extraña, tenía a Roier entre sus piernas usando un vestido y peluca, se sentía como si una mujer estuviera penetrando sus entrañas, pero al escuchar su voz gruesa esa idea desapareció, la grave voz de Roier resonaba en sus tímpanos recordándole que no era una mujer, solo era andrógino que mantenía la belleza de ambos géneros. Gimoteo buscando más caricias.

Roier metió todo su miembro dentro de Spreen, luego sus manos sujetaron la cintura del hibrido, pero Spreen llevo sus manos a su cuello haciendo que el castaño levantara su espalda para que este cómodo, el oso no quería soltarlo, le dio ternura que el mayor rodeara sus brazos en su cuello acercando sus torsos, sin duda amaba a Spreen. El menor comenzaba a mover su pelvis contra el trasero del mayor, su miembro ingresaba y regresaba sin salir de su entrada dilatada, Roier lo besó para callar sus gemidos, no quería que su voz se desgastara, tenía una de sus manos sujetando su muslo y con la otra abrazándolo para que estuviera alzado, el sudor recorría en su cuello pues la ropa ajustada y peluca comenzaba a acalorarlo.

Spreen embriagado por el placer, encarnó sus garras en la espalda del menor, rasgando partes del vestido y su piel expuesta. Roier sintió la gloria al estar dentro de Spreen, sentía que en cualquier momento terminaría por correrse, pero estaba soportándolo porque quería disfrutar del momento. Al cortar el beso, el chico araña volvió a recostar la espalda de Spreen en el sofá y volviendo a sujetar su cintura aceleró las embestidas.

—¡Ah! ¡Roier, ugh!— Sus gemidos eran más altos, tan estimulante para los oídos del castaño, las estocadas eran tan satisfactorias que rozaban su punto sensible, las lágrimas desbordaban junto con el sudor, los fluidos en su recto causaban que sus pieles hicieran un chapoteo lúbrico que aumentaba la excitación. Spreen observaba a Roier, sus mejillas estaban sonrosadas, el vestido estaba arrugado y roto por sus garras, la peluca debido a las fuertes embestidas amenazaba con caerse de su cabeza, los únicos sonidos en la habitación eran los gemidos de ambos junto al choque de fluidos al ser penetrado, ambos estaban disfrutando del sexo.

—Dios, Spreen... se siente tan bien dentro tuyo, tan caliente.~— Suspiró continuando con las penetraciones, no podía controlar su emoción por lo que mordió sus labios.

La peluca no tardo en caer, Roier abrió sus ojos y observó a Spreen, acerco sus labios para besarlo mientras las estocadas aumentaban con fuerza e intensidad por lo que el pelinegro no se contuvo y gimió entre en el beso, sus gimoteos eran audibles durante el beso, Roier jugueteaba con su lengua y no se detenía con las embestidas, estaba cerca de terminar, mientras tanto con una de sus manos sostenía a su amado y con la otra presionaba con su dedo su uretra para que no se corriera, iba a retenerlo. Esto no le gusto al hibrido por lo que mordió su lengua, no soportaba más, quería terminar.

—¡No! ¡Suelta, hijo de puta!

De forma imprevista salió de su entrada y giro el cuerpo del hibrido, empujo su espalda contra el sofá y levanto su trasero para nuevamente ingresar sin aviso y con su mano que traía el guante tapo su boca, era lindo escucharlo gemir, pero ser maldecido mientras lo follaba no tanto, continuó penetrándolo y bloqueando su uretra con la mano libre, Spreen ya estaba por correrse, Roier podía sentirlo debido a que su interior lo apretaba más que antes, siguió chocando su pelvis contra su trasero durante unos minutos más y dejó de bloquear su uretra, Spreen expulsó su esperma mientras arañaba la mano que cubría su boca, las lágrimas no dejaban de bajar, estaba en el máximo éxtasis, al haberse corrido estaba sensible y debido al placer que sentía las lágrimas no paraban, el pene de Roier estaba clavando profundamente su punto débil, cada vez más intenso debido a que su interior lo apretaba.

—¡Spreen!— No logro retener su voz y no tardó en correrse en el interior del mayor, dejo salir todo su esperma en el interior de Spreen, dejando toda su semilla en lo profundo de sus entrañas, del cansancio se recostó en la espalda del mayor y aflojó su agarre que callaba la voz del contrario, ambos estaban agotados y con fluidos en sus cuerpos.

Era la primera vez que Spreen experimentaba el sexo, no iba a negar que se sintió bien. —Roier de mierda...— Alejo su trasero para poder voltearse y llevar su mano a la cabellera del nombrado, pequeños mechones con sudor estaban pegados en su rostro y comenzó a despejar su frente, la peluca se cayó y el labial estaba desgastado pero embarrado en su rostro por los besos, estaba un desastre su apariencia.

Estaba agitado, aunque Spreen haya sido el penetrado, Roier se veía más exhausto, solo podía pensar que tenía pésima resistencia, el hibrido sentía su culo caliente, podía sentir como de sus piernas comenzaba a deslizarse el esperma de Roier, era realmente vergonzoso.

—Fue increíble.— Con una sonrisa boba estaba recuperando energías mientras veía el techo.

—¿Melissa se acuesta con todos sus clientes?

—Melissa solo baila, Roier es quien se acostó contigo.— Una vez con la respiración tranquila, se reincorporo y agarro la mano del azabache. —Aunque si deseas, Melissa puede ser tu puta.— Levanto la mano del mayor y beso sus nudillos. —Te dije que puedo ser lo que sea si me lo pides.

—No me interesan las mujeres.

—Puedo ser tu puto.— Guiño un ojo.

El que se llamara de esa forma le dio gracia, soltó una corta risa mientras limpiaba sus parpados, sus cuencas estaban húmedas por las lágrimas de momentos atrás, las ocurrencias de Roier lo divertían.

—Llévame a casa, me duele el culo.

—Como ordenes mi amor.

Roier beso la frente de Spreen, antes de llevarlo a casa, fue por una toalla para limpiarlo y también a quitarse el vestido y arreglar su apariencia, también se repetía mentalmente borrar la memoria de la cámara, no quería que nadie viera el otro lado de Spreen. Y una vez listos salieron del night club.  

Esto fue rápido, pero necesitaba escribirlo XD.
Ns pero siento que Roier pone nervioso a Spreen cuando le coquetea, por lo que no lo veo tan dominante en la cama a amenos q este enojado(?

Art cr: pickmeyuh

Art cr: ZammyX1

Art cr: blr_kaa

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