Te empujaron hacia adelante mientras tú aún sentías la respiración agitada y el corazón a mil en tu pecho, jurabas que se te iba a salir en cualquier momento por la boca.

Estabas aterrada, tan asustada que simplemente estabas resignada a tu propia muerte.

Un poco exagerado tal vez.

Pero en este instante, solo sentías miedo, un terror enorme.

No tenías vista de nada, tenías una bolsa desgastada en la cabeza  y tenías las manos atadas detrás de tu espalda mientras que los enmascarados que te habían secuestrado te empujaban.

¿Llegaste a ver a alguien en específico?

Nadie, absolutamente nada, de un momento a otro te atraparon y te llevaron a la fuerza a un lugar el cual no conocías.

── la encontramos a las afueras metiendo las narices cerca de la entrada.

Te tiraron de rodillas, sin posibilidad de que te movieras.

── ¿Estaba ella sola?

Se escuchó una voz diferente, muy distorsionada, te sentiste aún más aterrada, tanto que tu cuerpo se paralizó.

Una persona que distorsiona su propia voz no podía tener buenas intenciones, no podía ser buena.

── probablemente, tampoco fue tan ágil cuando la atrapamos, tal vez haya sido una carnada.

Contuviste la respiración cuando las voces desconocidas pararon y escuchaste unos pasos acercarse a ti.

── ¿Carnada?

── tal vez fue enviada por los hombres de Silco para distraernos y poder atacar, dejamos a algunos muchachos afuera haciendo guardia.

Contuviste la respiración, reuniendo fuerzas para hablar

── Yo... Yo no sé qué pasa... Déjenme ir... Por favor

Sentiste tus ojos picar mientras tu cuerpo temblaba con fuerza, cada vez te sentías más diminuta desde tu posición, no veias nada, y la falta de aire por la bolsa en tu cabeza te estaba haciendo sentir muy mareada.

── ¿Quién te envío?

Volvió a sonar la voz distorsionada. Te encogiste en tu lugar.

── ¿Quién te envío?

Repitió con aún más fuerza y tú negaste seguidamente, incapaz de poder hablar, el aire te faltaba.

── ¿Fuiste enviada por Silco?

Reuniste fuerzas, sintiendo tu boca casi incapaz de abrirse para decir algo. No esperabas que la situación terminará así, todo había sido instantáneo e inesperado, sin manera de procesar nada.

── ... No... Por favor

Buscaste aire, te sentías asfixiada, la bolsa cada vez más se sentía más pequeña.

Sudabas frío, tu cuerpo temblaba mucho y no eras capaz de respirar del miedo.

── No puedo... Respirar...

Fue lo último que dijiste antes de sentir unos brazos recibirte antes de caer en el suelo.

El pánico te ganó.

──────

Sentiste un paño húmedo en tu frente, junto a un olor muy fuerte cerca de tu nariz, haciéndola arder, alterando de a poco tus sentidos en medio de la inconsciencia.

Abriste los ojos, siendo dificultoso por el malestar que aún se notaba, sin embargo, lentamente recordaste el porque te habías desmayado, poniéndote alerta con rapidez.

Te levantaste, aún sintiendo dolor en tu cabeza y tu respiración agitada.

── Joven, ___, que bueno que despierta.

Tu respiración se tranquilizó de apoco, y una sonrisa se dibujó en tu rostro. Reconociste al profesor, quien sostenía un pequeño frasco y un paño húmedo en su mano.

── profesor Heimerdinger...

Lo abrazaste, siendo correspondida por él.

── profesor, estuve tan preocupada por usted, desapareció completamente después de su destitución, pensé lo peor...

Él bajó la mirada, con una expresión de pesar muy notoria, sin embargo te sonrió con cariño.

── lamento las preocupaciones, señorita ____, sé que fue muy repentino, pero debía hacerlo...

── profesor, no hace falta que se disculpe, puedo entenderlo, pero, su desaparición fue muy...

Bajaste la mirada, sin saber que decir.

La habitación era oscura, manteniendo en tu cuerpo el frío que había persistido desde hace horas. Cada esquina del lugar era oscura, generándose un sentimiento de desconfianza en ti a cada segundo que pasaba.

── vine a buscarlo, un vigilante dijo que la última vez que lo vio fue por las entradas de Zaun... Me preocupé aún más, este es un lugar peligroso, este no es ambiente para usted.

── no es tan malo si lo ves desde otros ángulos, ___.

Negaste, sintiendo la fea sensación en tu cuerpo cuando recordaste cómo habían sucedido las cosas.

Seguías sin entender porqué Heimerdinger estaba tan tranquilo.

── profesor, son personas muy malas, este no es un buen lugar, debemos irnos antes de que le pase algo malo.

Él negó reiteradas veces mientras que tú intentabas ponerte de pie.

── señorita, ___, estoy muy seguro que no habrá problemas. Solo guarde la calma.

── profesor, no hay tiempo que perder, estas personas, este lugar, es definitivamente un gran peligro. No hay que confiar en ellos.

La puerta fue empujada con fuerza, saltaste un tu lugar, mirando directamente a la entrada de la habitación.

Un chico con una máscara de Búho entraba con una posición defensiva.

── aquí el único peligro eres tú.

Esa voz...

── más vale que cuides lo que dices antes de que decida de verdad hacer algo respecto a ti.

No podría haber peor inicio.