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18

____________ yacía en su cama, sumida en un profundo sueño, cuando de repente sintió una presencia oscura y hostil a su alrededor que la obligó a despertarse. Abrió los ojos y se encontró rodeada por una horda de demonios, cuyas miradas siniestras y ojos ardientes parecían perforar su alma. Presa del pánico, intentó gritar, pero no salió ningún sonido de su garganta.

De repente, una voz familiar y reconfortante la llamó desde las sombras. Era la voz de su madre, que le transmitió un alivio inmenso al oírla, y trató de localizarla entre los demonios.

—Mamá, ¿estás aquí?— susurró con voz temblorosa.

—Sí, mi querida hija. Estoy aquí contigo— respondió la voz suave de su madre.

La chica se sintió aliviada al escucharla, y corrió hacia ella. Pero cuando su madre se materializó entre aquellas criaturas infernales, estas comenzaron a reírse y a burlarse de ella, con una risa estridente y malvada que hizo que __________ se estremeciera de miedo.

—No les hagas caso, mi niña. Son solo ilusiones— aseguró su madre, intentando calmarla.

Sin embargo, las burlas de aquellos seres no cesaban y sus risas eran cada vez más estridentes y amenazadoras. De repente, ___________ despertó de la pesadilla, empapada en sudor y temblando de miedo.

Se incorporó en la cama, tratando de recuperar el control de su respiración acelerada. La habitación estaba oscura y silenciosa, pero ella sentía una extraña presencia a su alrededor, como si algo o alguien estuviera observándola.

Fue entonces cuando se dió cuenta de que Beel estaba parado en la puerta de su habitación, y no estaba solo. Su padre se encontraba a su lado, observándola fijamente con una expresión fría y distante. La femenina se alegró de verlo allí, sano y salvo, no obstante, al verlos, tuvo un extraño y repentino  presentimiento: que su pesadilla no había sido solo una casualidad, sino una premonición aterradora de la oscuridad que se cernía sobre ella.

—¿Qué sucedió?—  preguntó tratando de controlar su miedo.

—Tuviste una pesadilla, estaba a punto de despertarte para avisarte sobre la llegada de tu padre— Beelzebub respondió, dedicándole una cálida sonrisa.

La castaña asintió, llevando su atención ahora a la silueta de su progenitor.

—Puedes volver a dormir, hija. Todo está bajo control— afregó el hombre con un tono frío antes de abandonar el cuarto.

El sol se cernía alto en el cielo, bañando el bosque en un calor sofocante. ___________ observaba a Beelzebub reparando el agujero del techo de su cabaña, causado mayormente por una rama que cayó sobre el susodicho tras la fuerte ventisca de la noche anterior.
El hombre se encontraba en una posición bastante incómoda, casi colgado del tejado, mientras clavaba vigas y aseguraba tablones. La chica  sacudió la cabeza, aún con la mente inquieta y el corazón agitado por las pesadillas de la otra noche, trató de concentrarse en la tarea encomendada.

—Los clavos, por favor— pidió Beelzebub, tendiendo la mano sin despegar la vista del trabajo.

La voz del azabache la sacó de sus más profundos pensamientos, apresurándose a entregárselos. Su pulso se aceleró al rozar sus dedos al pasarle los clavos y se maldijo internamente por su debilidad. ¿Cómo podía tener tales reacciones ante un simple roce?

—Gracias— agradeció él con una sonrisa para continuar con su trabajo.

—¿Necesitas algo más?— preguntó con voz temblorosa. Su corazón latía rápidamente, de una forma que le resultaba extrañamente familiar.

Beelzebub volteó a verla, extrañado.

—Solo unas cuantas tablas más— indicó con una sonrisa enigmática, casi maliciosa. Era como si supiera perfectamente el efecto que su presencia estaba teniendo sobre ella.

__________ asintió y se apresuró a buscar las tablas necesarias, sintiéndose casi mareada. Volvió junto a Beelzebub y se las entregó en silencio, incapaz de encontrar las palabras adecuadas.

—Veo que las pesadillas te afectaron— rompió el silencio el azabache, concentrado en su tarea —¿Segura de que estás bien?— preguntó, deteniéndose por un instante para verla a los ojos.

—Sí, lo estoy. Solo fueron pesadillas...es todo— apartó la vista, sintiéndose confundida y preocupada.

Realmente no estaba bien.

—Está bien, creo que he terminado— dijo Beelzebub apartándose del tejado, donde las reparaciones quedaron listas.

Ella lo observó descolgarse, sorprendida. Estaba cubierto de sudor y polvo, y sin embargo no lucía para nada agotado.

—Gracias por tu ayuda— agradeció Beelzebub, mirándola con intensidad. Había algo en su mirada que hizo que ___________ se estremeciera incómoda.

Por algún motivo, los ojos de su amigo le recordaron a aquellos ojos demoníacos que la observaban fijamente desde las sombras.

La castaña asintió, dando media vuelta dispuesta a irse. Sin embargo, el llamado de su compañero la obligó a regresar sobre sus pasos solo para escuchar lo que tenía que decir.

—Oye...¿cómo te encuentras? Ya sabes, por todo lo de Arón—

La chica se estremeció al recordarlo a él y aquel episodio traumático de hacía semanas. Había intentado olvidarlo, pero nunca pudo sacarlo de su mente.

—Yo...— guardó silencio por unos largos e interminables segundos, hasta finalmente realmer sus labios y proseguir —todavía permanece en mi mente pero, me reconforta saber que estuviste allí para ayudarme— confesó sonriendo de lado.

Beelzebub asintió sin apartar su mirada de ella.

—Bien, ya debo irme. Nos vemos mañana ¿si?— se despidió de él con una sonrisa forzada y regresó a su hogar, sintiéndose más confundida y preocupada que nunca.

Regresaba a casa después de una larga caminata por el pueblo, sintiéndose demasiado cansada como para subir las escaleras hasta su habitación. Se tumbó en los escalones de la entrada, con los ojos cerrados, y se quedó dormida al instante.

En su sueño, ella se encontraba en la entrada de la iglesia donde solía asistir. Allí, el padre Arón la observaba con una sonrisa malvada en el rostro, causándole escalofríos. 

La chica no pudo moverse ni gritar y cuando aquel hombre fue avanzando lentamente hacia donde estaba, una voz externa la obligó a abandonar su sueño.

_____________ abrió los ojos y se encontró con la figura de Belfegor parado frente a ella, con los brazos cruzados y una sonrisa burlona en el rostro.

—¿Qué haces aquí, Fegor?— preguntó domirando aún.

—¿Yo? solo pasaba por aquí para ver si necesitas ayuda con algo— explicó  Belfegor con una sonrisa ladina.

La femenina sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sabía que nunca había confiado del todo en Fegor, y esta vez no era la excepción.

—No necesito tu ayuda. Gracias de todas formas— habló con frialdad, luchando por no sonar  incómoda.

Belfegor la miró fijamente por unos segundos, y luego se alejó de su casa con una sonrisa siniestra en el rostro. ___________ se levantó y entró a su casa, sintiendo su ritmo cardíaco más acelerado que nunca.

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