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16

Jungkook caminaba a paso rápido por los pasillos, sin importarle las gotas de sangre que seguían cayendo de su mano. Estaba demasiado furioso, tanto con Seo Sa-Kyung como consigo mismo. Había sido incapaz de controlar sus emociones frente a Jimin, y lo que más le frustraba era la sensación de impotencia. Ese maldito bastardo había osado tocar a su Jimin, hablarle de esa manera, como si tuviera derecho a él.

Llegó al baño que se encontraba vacío y cerró la puerta de golpe. Apoyó ambas manos en el lavabo y dejó escapar un gruñido bajo, sus ojos brillando con un tenue resplandor carmesí que delataba su naturaleza Myuin. El instinto animal dentro de él pedía a gritos enfrentarse a Seo Sa-Kyung, marcar territorio, proteger lo que era suyo.

"Pero Jimin no es mío", se recordó a sí mismo, su mandíbula apretándose al pensarlo. Por más que quisiera creer que tenía algún derecho sobre él, la realidad era otra. Aún no había confesado sus sentimientos, aún no le había mostrado quién era realmente, y ahora, con la llegada de ese maldito, todo parecía complicarse más.

Jungkook se miró al espejo, observando cómo el rojo de sus ojos se desvanecía lentamente. Cerró el grifo después de lavarse la sangre de la mano y envolvió su palma con un pañuelo improvisado. Ya que se había lastimado así mismo no podía utilizar sus poderes para curarse. Tendría que calmarse. Perder el control no era una opción, no ahora.

Mientras salía del baño, se cruzó con Hoseok, quien al instante notó la tensión en su rostro—. ¿Qué pasó?— preguntó el mayor, deteniéndose frente a él con el ceño fruncido.

Jungkook negó con la cabeza—. Ese hombre… Seo Sa-Kyung. Estoy seguro de que es un Zhar, y va tras Jimin—

Hoseok inhaló profundamente, procesando lo que su amigo acababa de decir—. Eso significa que debemos actuar rápido. Si realmente es un Zhar, no se detendrá hasta conseguir lo que quiere—

Jungkook asintió, su mirada endureciéndose.
—No dejaré que le haga daño. Ni a Jimin ni a nadie más—

Hoseok lo observó y puso su mano en su hombro—. ¿Le dirás a tu padre?—

Jungkook frunció el ceño cuando Hoseok menciono a su padre. La verdad es que si ese bastardo era un Zhar tendría que decirle ya que su padre era el Rey, pero hace mucho que no hablaba con su padre y si hablaba con él nuevamente lo obligaría regresar a Zeytharion.

—. No lo sé, mejor le diré a mi hermano. Hablar con mi padre no es buena idea, todavía no quiero regresar a Zeytharion para aceptar mi obligación como príncipe heredero— dijo Jungkook en un suspiro

Hoseok asintió, sabía que desde que Jungkook se fue de Zeytharion la relación con su padre y madre empeoró. Conocía a Jungkook desde que era un niño y siempre había sido un niño rebelde que se negaba a asumir las responsabilidades del trono.

—. Esta bien, entonces regresa a la oficina, creo que tienes trabajo que hacer— dijo Hoseok con una sonrisa mientras se dirigía al baño

Jungkook suspiró y caminó hacia la oficina, no quería verle la cara a Jimin todavía. Parece que ese bastardo de Seo Sa-Kyung y Jimin se conocen desde hace tiempo, eso lo molestaba demasiado, al verlos tan íntimos, tan en confianza, le daba envidia, porque aunque había progresado en acercarse a él, no creía que él se riera o lo mirara con otros ojos, esa era la triste realidad que todavía no quería aceptar.


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Jimin estaba frente a la puerta del departamento de Jungkook, tomando aire profundo mientras intentaba reunir el valor para tocar. Su menor lo había estado evitando durante todo el día, y eso lo tenía confundido y, de alguna manera, herido. Además, la imagen de la sangre en las manos de Jungkook seguía apareciendo en su mente. Quería asegurarse de que estuviera bien, pero también necesitaba respuestas.

Estos últimos días junto a Jungkook habían sido diferentes, lo suficiente como para que algo dentro de él comenzara a cambiar. Ya no lo veía como un dolor de cabeza en la oficina, ni como el chico impulsivo que siempre encontraba formas de irritarlo. Jungkook ahora parecía alguien más… alguien que lograba llenarlo de calma y, al mismo tiempo, encender algo extraño en su interior. Las sonrisas cálidas del menor y esa forma en la que lo miraba, como si fuera lo único en el mundo, empezaban a colarse peligrosamente en su corazón.

Pero hoy, por primera vez, Jungkook había mostrado algo diferente: frialdad. Esa mirada indiferente y esa voz desprovista de calidez habían hecho que su corazón se apretara con una punzada que no lograba comprender del todo. ¿Por qué le dolía tanto? ¿Había hecho algo mal? No podía quedarse con la duda, y por eso estaba allí, frente a la puerta de Jungkook, dispuesto a obtener una respuesta.

Jimin tocó suavemente la puerta y esperó. Tras unos segundos, escuchó los pasos al otro lado. La puerta se abrió, revelando a Jungkook, quien lo observó con una mezcla de sorpresa y aparente incomodidad. El menor parecía cansado, tal vez irritado, pero había algo más en su mirada, algo que Jimin no podía descifrar.

—. ¿Qué te trae por aquí?— preguntó Jungkook con un tono seco, distante, muy diferente de la calidez habitual que siempre lo caracterizaba.

Jimin tragó saliva, sintiendo una punzada de nerviosismo. Esa frialdad confirmaba sus sospechas: Jungkook estaba molesto. ¿Pero por qué?

—. Ah… yo…— Jimin bajó la mirada, sintiéndose extrañamente vulnerable—. Quería saber si tus manos estaban bien. Me preocupé cuando vi que estabas sangrando antes.—

Jungkook arqueó una ceja y cruzó los brazos. Su expresión se endureció ligeramente, y Jimin sintió que algo en el ambiente se volvía más denso.

—. Estoy bien, no es nada grave. No tienes que preocuparte— respondió Jungkook en un tono tajante, haciendo ademán de cerrar la puerta—. Si eso es todo, puedes regresar a casa—

La reacción de Jungkook lo tomó por sorpresa, pero Jimin reaccionó rápido, deteniendo la puerta con una mano antes de que pudiera cerrarla. Jungkook lo miró, confundido por el gesto.

—. ¿Puedo… Puedo entrar?— preguntó Jimin, su voz apenas un susurro mientras lo miraba a los ojos con una mezcla de incertidumbre y súplica.

Esa mirada fue la debilidad de Jungkook. Por más enfadado o frustrado que estuviera, nunca podría decirle que no a Jimin, mucho menos cuando lo miraba de esa forma. Su corazón, traicionero, comenzó a latir con fuerza, y soltó un suspiro antes de hacerse a un lado.

—. Claro… pasa— dijo, con un tono más suave, aunque seguía evitando mirarlo directamente.

Jimin entró despacio, sin saber muy bien qué decir. Se detuvo en medio de la sala, observando el lugar. No era la primera vez que estaba en el departamento de Jungkook, pero esta vez la atmósfera era diferente, cargada de tensión.

—. ¿Quieres algo? ¿Agua, café?— ofreció Jungkook, cerrando la puerta detrás de él y frotándose la nuca.

—. No, gracias. No quiero molestarte mucho tiempo— respondió Jimin rápidamente, girándose para mirarlo. Sin embargo, al ver a Jungkook evitar su mirada, algo dentro de él lo hizo hablar—. ¿Estás… molesto conmigo?—

Jungkook se tensó al escuchar esa pregunta. Sus ojos finalmente se encontraron con los de Jimin, y vio algo que no esperaba: preocupación. Jimin parecía genuinamente angustiado, y eso lo desarmó un poco.

—. ¿Por qué lo estaría?— respondió Jungkook, intentando sonar neutral mientras se cruzaba de brazos para ocultar su incomodidad.

Jimin frunció el ceño ligeramente. No sabía por qué, pero sentía que Jungkook no estaba siendo completamente honesto. Decidido, dio un paso hacia él.

—. No lo sé, pero hoy no fuiste tú mismo conmigo. No estabas como siempre… no tenías esa…— Jimin hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. Esa calidez con la que sueles hablarme. Y no sé si hice algo que te molestó, pero si es así, quiero que me lo digas—

Jungkook lo observó en silencio por un momento. Las palabras de Jimin lo habían tomado por sorpresa, especialmente la forma en la que describió su calidez. No podía creer que Jimin, su jefe, estuviera tan preocupado por lo que él sentía.

—. No es nada que hayas hecho, Jimin. Solo tuve un día difícil…— murmuró Jungkook, desviando la mirada.

Jimin lo estudió con atención. Aunque las palabras de Jungkook parecían sinceras, algo en su postura le decía que estaba ocultando algo. Decidido a no dejar el tema, dio otro paso hacia él y, sin pensarlo demasiado, tomó su mano vendada con cuidado.

—. Entonces, ¿Me dirás qué pasó?— preguntó con un tono suave, mientras sus dedos acariciaban suavemente los de Jungkook, buscando que hablara.

El contacto fue suficiente para que Jungkook sintiera cómo su fachada se tambaleaba. Por un momento, pensó en decirle todo: lo que había visto, lo que sentía, la ira que lo consumía cada vez que pensaba en Seo Sa-Kyung. Pero sabía que no podía. No ahora.

—. De verdad, no es nada. Solo necesito descansar un poco…— dijo finalmente, su voz más baja y casi derrotada.

Jimin lo miró fijamente por unos segundos antes de soltar un suspiro. Aunque sentía que había más detrás de sus palabras, decidió no presionarlo.

—. Está bien… pero si necesitas algo, estoy aquí— dijo finalmente, soltando su mano con cuidado, aunque algo dentro de él se resistía a hacerlo.

Jungkook asintió en silencio, observando cómo Jimin daba un paso hacia la puerta. Sin embargo, antes de salir, Jimin se giró una vez más, su mirada llena de sinceridad.

—. No me evites, ¿Sí? Me gusta… estar cerca de ti— confesó con un rubor leve en sus mejillas antes de salir rápidamente, dejando a Jungkook paralizado en su lugar, con el corazón latiendo descontrolado.

¿Había escuchado bien? ¿Será que estaba alucinando? Era lo más probable, ya que Jimin nunca sería tan sincero y le diría eso ¿Verdad?

Jungkook pasó una mano por su cabello, frustrado y agotado mentalmente. Ver a Jimin tratándolo con tanta dulzura era como un sueño hecho realidad, pero ese mismo sueño lo atormentaba. ¿Debería ser honesto y decirle lo que realmente sentía? Pero ¿Qué pasaría si Jimin se enojaba al enterarse? ¿Qué pensaría si le confesaba que estaba celoso, que la cercanía de Seo Sa-Kyung lo consumía de inseguridad y envidia?

Mientras daba vueltas por su sala, el conflicto interno crecía. Tal vez, al sincerarse, podría acercarse más a Jimin, demostrarle cuánto le importaba. Sin embargo, el riesgo de ser rechazado o ridiculizado era grande. Después de todo, ellos no eran nada oficial, y Jimin podría pensar que no tenía derecho a sentirse así.

Pero algo dentro de Jungkook lo mantenía esperanzado. Había notado algo en la forma en que Jimin lo miraba últimamente, algo diferente. ¿Podría ser que los sentimientos de Jimin estuvieran cambiando?

Se detuvo de repente, con una decisión clara. No podía seguir con dudas. Era el momento de arriesgarse, de ser sincero. Respirando profundamente para reunir valor, salió de su departamento y caminó hasta la puerta de Jimin. Tocó un par de veces, pero en cuanto el sonido resonó, la confianza que había acumulado se desvaneció al instante.

La puerta se abrió, revelando a Jimin, quien lo miró sorprendido.

—. ¿Jungkook?— preguntó con una mezcla de confusión y curiosidad.

Jungkook respiró hondo y, antes de que su miedo lo detuviera, tomó a Jimin suavemente de los hombros y lo guió de regreso al interior de su apartamento. Cerró la puerta detrás de ellos, decidido a no dar marcha atrás.

—. Escucha, Jimin. Necesito decirte algo, y quiero que prestes atención— dijo con seriedad, mirándolo directamente a los ojos.

Jimin lo miró aún más confundido, pero asintió en silencio, esperando que Jungkook continuara.

—. Hoy estuve enojado, frustrado… porque tengo celos. Celos y envidia— confesó Jungkook, con la voz firme pero el corazón latiendo descontrolado.

Los ojos de Jimin se abrieron con sorpresa—. ¿Celos? ¿Por qué?— preguntó, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.

Jungkook suspiró y continuó, esta vez con un tono cargado de emoción—. Porque verte tan cercano a Seo Sa-Kyung, verte reír con él, mirarlo como lo hiciste… me hizo sentir como si estuviera perdiendo algo que nunca tuve. Me llené de envidia, porque él puede tener esa confianza contigo, esa intimidad que yo no tengo. Y…— hizo una pausa, tragando el nudo en su garganta antes de continuar—. Porque sé que tú nunca me mirarías de esa manera, nunca te reirías conmigo como lo haces con él—

El dolor en su voz era evidente, y Jimin sintió cómo su corazón se apretaba. Finalmente entendió el comportamiento de Jungkook durante todo el día. No estaba molesto con él, estaba herido, inseguro… celoso. Y, por alguna razón, ese descubrimiento lo alivió.

Jimin dio un paso hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de ternura y arrepentimiento. Extendió una mano y, con cuidado, la posó sobre la mejilla de Jungkook, acariciándola suavemente.

El toque tomó a Jungkook por sorpresa, y sus ojos se abrieron ligeramente mientras el calor de la mano de Jimin invadía su piel.

—. Lo siento por haberte hecho sentir así, Jungkook. No era mi intención— dijo Jimin, su voz suave pero llena de sinceridad—. Pero no tienes nada de qué preocuparte. Seo Sa-Kyung y yo solo somos amigos desde hace mucho tiempo, nada más. Él nunca me ha hecho sentir lo que tú me haces sentir—

Los ojos de Jungkook buscaron los de Jimin, llenos de asombro y desconcierto.

—. ¿Qué…?— murmuró, sin poder creer lo que estaba escuchando.

Jimin sonrió levemente, su pulgar trazando círculos suaves sobre la piel de Jungkook.

—. Contigo me siento en paz, cómodo, como si pudiera bajar todas mis defensas. Tal vez no me ría mucho frente a ti, y tal vez no siempre te sonría como lo hago con otros, pero eso no significa que no seas especial para mí. De hecho, tú…— hizo una pausa, bajando ligeramente la mirada, como si estuviera confesando algo que llevaba mucho tiempo ocultando—. Tú eres el único que logra hacerme sentir de mil formas diferentes. Formas que todavía no entiendo del todo, pero que me hacen querer estar más cerca de ti—

Jungkook sintió cómo su corazón daba un vuelco, incapaz de procesar lo que estaba sucediendo. Había soñado con escuchar palabras como esas salir de los labios de Jimin, pero nunca creyó que se harían realidad.

—. Así que, por favor, no te pongas celoso— concluyó Jimin con una sonrisa cálida, su mano todavía acariciando la mejilla de Jungkook—. Porque, al final del día, eres tú quien está aquí, quien ocupa mi mente más de lo que debería—

Jungkook se quedó sin palabras, paralizado por la intensidad del momento. Su corazón latía con tanta fuerza que sentía que Jimin podría escucharlo. Y entonces, una sonrisa se dibujó en sus labios, una sonrisa llena de felicidad pura, como la de un niño que acaba de recibir el mejor regalo de su vida.

Jungkook tomó la mano de Jimin, aún en su mejilla, y entrelazó sus dedos con los de él.

—. Jimin… tú no tienes idea de lo feliz que me haces escuchar eso— susurró, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y adoración.

Jimin lo miró en silencio, notando cómo la mirada de Jungkook había recuperado esa calidez que tanto había echado de menos. Y eso lo hizo sentir feliz.

Jungkook alzó una mano con cuidado, sus dedos rozando suavemente la mejilla de Jimin, como si temiera que cualquier movimiento brusco pudiera romper la magia del momento. Sus ojos se detuvieron en los labios de su mayor, observándolos con una mezcla de anhelo y devoción. Lentamente, sin apresurarse, acercó su rostro al de Jimin, mientras su otra mano se posaba firme pero delicadamente en su cintura, atrayéndolo más hacia él.

Sus respiraciones se entrelazaron en un susurro compartido, y el espacio entre ellos desapareció cuando sus labios finalmente se encontraron. Jungkook comenzó con un beso suave, como si estuviera probando algo que había soñado durante mucho tiempo. Saboreó cada segundo, cada sensación que le brindaban esos labios que tanto había deseado.

Cuando notó que Jimin no se apartaba, su confianza creció. El beso se volvió más intenso, más hambriento. Sus labios se movieron con más rapidez y pasión, mientras sus manos lo sostenían con más fuerza, acercando sus cuerpos hasta que no quedó ningún espacio entre ellos.

Jimin dejó escapar un suave jadeo, casi involuntario, que resonó como un eco en los oídos de Jungkook. Ese sonido hizo que algo dentro de él se encendiera, despertando a su lado más instintivo, más animal. Era un deseo profundo, primitivo, que lo llamaba a reclamar lo que sentía que le pertenecía.

Sin embargo, incluso en medio de esa vorágine de emociones, Jungkook se esforzó por mantener el control. Aunque su naturaleza Myuin exigía más, él no quería asustar a Jimin ni apresurarlo. Así que, en lugar de dejarse llevar por completo, decidió enfocar toda su pasión en el beso, en transmitirle con cada movimiento lo mucho que lo deseaba, lo importante que era para él.

Jimin, con las manos ahora firmemente enredadas en el cuello de Jungkook, respondió al beso con la misma intensidad. Su corazón latía descontrolado, pero no había lugar para dudas ni temores. En ese instante, todo lo que importaba era Jungkook, el calor de su cuerpo, la firmeza de sus manos y en la forma que lo hacía sentir tan vivo, tan deseado.

Ambos se perdieron en el momento, enredados en una conexión que iba más allá de lo físico, algo profundo que vibraba en lo más íntimo de sus almas. Cada movimiento, cada roce, transmitía emociones que las palabras no podían expresar. Era un sentimiento puro y abrumador, una mezcla de deseo y devoción, de anhelo y pertenencia. En ese instante, no existían dudas ni temores, solo el calor que compartían, una promesa silenciosa de que ese vínculo que los unía sería indestructible, creciendo más fuerte con cada latido de sus corazones sincronizados.





Hola. Espero que hayan tenido un magnífico fin de semana. Aquí les traigo otro capítulo con el primer beso de ellos dos, espero lo disfruten.

Aunque este capitulo es más largo que los anteriores. A las personas que no les gusta leer cosas largas, pido perdón 😞 No se, he sido alguien que escribe capítulos medio largos, medio cortos, para los que han leído mis otras historias ya lo saben. Pero creo que con esta me estoy pasando un poquito 🤏 es que siento que si lo hago más corto quedarían cosas sin explicar.

Bueno, solamente les puedo decir muchas gracias a las personitas que están leyendo esta historia. Son pocas pero me alegra que alguien la esté leyendo y apoyando. Muchas gracias por leer y votar.

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