05
Jungkook dejó caer su cuerpo pesadamente en la silla giratoria, sintiendo cómo la energía lo abandonaba por completo. El eco de los gritos de Park Jimin todavía resonaba en su cabeza. "Inútil" le dijo así porque no planifico bien los anuncios para promocionar la nueva comida instantánea ¿Pero y él que culpa tenía para que le dijera esa palabra?, esa palabra parecía clavarse en su pecho como una daga. Por más que intentara convencerse de que era sólo un comentario en el calor del momento, no podía evitar el dolor que le producía. Porque no venía de cualquiera. Venía de él. De la persona que más admiraba, deseaba, y... amaba, aunque nunca se lo diría en voz alta.
Dejó escapar un suspiro largo y cansado, mientras se pasaba las manos por el rostro. La oficina seguía vibrando con el bullicio típico de la jornada laboral, pero para él todo se sentía distante, amortiguado. Sólo podía concentrarse en esa mezcla de frustración, tristeza y desilusión que lo consumía por dentro. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué seguía poniéndose en esta posición una y otra vez, como un masoquista que no aprende la lección?
Taehyung, sentado a unos metros, lo observaba en silencio, con esa mirada que decía que conocía exactamente lo que estaba pasando por su mente.
Jungkook inclinó la cabeza hacia atrás, dejando que el techo fuera su único testigo mientras un pensamiento doloroso se abría paso en su mente. "¿Por qué siempre termino así?" Había pasado tres años enamorándose cada día más de alguien que parecía completamente incapaz de verlo de la misma forma. No podía evitarlo. Jimin lo tenía todo: su inteligencia, su elegancia innata, esa voz firme pero suave que podía llenar una sala entera... Pero también tenía algo más, algo que lo mantenía frío y distante, como si hubiera una barrera impenetrable entre él y el resto del mundo.
Y sin embargo, Jungkook no podía dejar de intentar acercarse, aunque fuera un poquito.
Cerró los ojos, pero en lugar de encontrar paz, su mente lo transportó de nuevo al estacionamiento. Pudo ver a Jimin, encogido, vulnerable, agradeciéndole con esa voz suave que no parecía encajar con el hombre severo que todos conocían en la oficina. Por un breve momento, había sentido que había algo más, que tal vez... sólo tal vez, Jimin podría verlo de forma diferente. Había sido un instante tan fugaz como un destello en la oscuridad, pero suficiente para llenar su corazón de una esperanza que ahora lo hacía pedazos.
Abrió los ojos de golpe, tratando de ahuyentar ese recuerdo. Lo odiaba. No el momento, sino lo que significaba. Odiaba la forma en que una simple mirada, una pequeña palabra amable, podían hacer que su mundo entero girara en torno a Jimin, como si todo lo demás dejara de importar.
Se inclinó hacia su escritorio y enterró el rostro entre las manos.
-. Soy un maldito idiota...- murmuró, apenas audible.
-. ¿Otra vez el jefe?- preguntó Taehyung finalmente, rompiendo el silencio entre ellos. Su tono no era de burla, sino de alguien que ya había visto esta película demasiadas veces.
Jungkook asintió lentamente, sin levantar la cabeza-. No entiendo por qué lo hace- dijo, su voz cargada de amargura y frustración. -. Un día parece tan... humano, tan cálido. Y al siguiente, me grita como si no valiera nada-
Taehyung se cruzó de brazos, inclinándose un poco hacia él-. Porque eso es lo que es, Kook. Un jefe. Y tú...- dudó por un instante, sabiendo que sus palabras serían como echarle sal a la herida-. Tú te estás montando toda una película que no existe-
Jungkook levantó la mirada, su mandíbula apretada, pero no dijo nada. Porque sabía que Taehyung tenía razón. Y eso era lo peor.
-. Lo sé- respondió después de un largo silencio, su voz quebrada. -Pero... ¿cómo se supone que lo deje ir? ¿Cómo dejo de sentir esto? ¿Y como dejo que mi animal interior también deje de sentir eso por él?-
Su amigo suspiró, sentándose en el borde de su escritorio-. No digo que sea fácil. Sólo que no puedes seguir así, Kook. Te estás desgastando. Por él. Y Jimin... no va a cambiar. Aunque tu animal interior no creo que lo deje ir así tu quieras-
Jungkook miró hacia la oficina de Jimin, esa puerta cerrada que parecía un reflejo perfecto de la distancia que siempre había entre ellos.
-. Lo sé- murmuró de nuevo.
Y sí, lo sabía. Pero, ¿cómo ignorar el hecho de que su corazón seguía latiendo sólo por esa persona que nunca lo miraría de la misma manera? ¿Cómo apagar un amor que parecía arder más con cada rechazo?
La respuesta era simple: no podía. No todavía.
...........
La lluvia no daba tregua, golpeando con fuerza sobre el asfalto del estacionamiento. Jungkook bajó del ascensor, cansado después de un largo día. Estaba a punto de dirigirse hacia su apartamento cuando lo vio: Jimin, sentado en el suelo frente a la puerta de su apartamento, con la camisa del traje desabotonada y una botella de vino tambaleándose en su mano.
-. ¿Señor Park?- preguntó Jungkook, corriendo hacia él sin dudarlo.
Jimin levantó la mirada, y Jungkook notó inmediatamente lo borracho que estaba. Sus ojos brillaban por el alcohol, pero había algo más allí, algo que lo hacía lucir vulnerable de una forma que Jungkook jamás había visto.
-. Ah, Jeon Jungkook- murmuró Jimin, su voz arrastrada por la bebida. -El chico perfecto. Siempre impuntual, siempre ineficiente... siempre...- Se interrumpió con una risa amarga y vacía.
Jungkook se arrodilló frente a él preocupado-. ¿Qué hace aquí afuera? Debe de tener frío- dijo con preocupación genuina.
-. No recuerdo... la clave de mi apartamento- respondió Jimin, agitando la botella en el aire antes de darle otro trago. -Además, ¿A quién le importa? Ni siquiera quiero entrar-
Jungkook frunció el ceño. Jimin rara vez mostraba alguna emoción en la oficina, y ahora, verlo tan derrotado y fuera de sí lo desconcertaba.
-. Señor, déjeme ayudarlo a subir- insistió Jungkook, intentando tomarlo del brazo.
Jimin lo apartó con un gesto brusco, pero no agresivo-. ¿Por qué siempre tengo que ser tan... perfecto?- preguntó de repente, mirándolo con una mezcla de frustración y algo más que Jungkook no pudo identificar. -. No entiendes, ¿Verdad? Todo el mundo siempre espera algo de mí. Que sea el empleado modelo, el nieto perfecto, la pareja ideal. Pero cuando no cumplo con lo que quieren...- Su voz se quebró.
Jungkook sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras-. No tiene que ser perfecto para nadie- dijo en voz baja, sin saber si Jimin lo estaba escuchando realmente.
Jimin soltó una risa amarga-. Eso es fácil de decir cuando no tienes a un ex golpeándote por no querer darle más dinero- murmuró, mirando la botella como si fuera su única compañía.
Jungkook apretó los puños, recordando la escena con Kyung-Jae-. Él no tenía derecho a tratarlo así- respondió con firmeza-. Nadie lo tiene-
Jimin alzó la vista hacia Jungkook, sus ojos ligeramente nublados por el alcohol, pero cargados de algo que parecía un profundo cansancio.
-. ¿Y qué sabes tú de eso, Jungkook?- preguntó, con una pequeña sonrisa triste. -. Eres joven, guapo y probablemente nunca has cometido los errores que yo he cometido-
Jungkook desvió la mirada, incómodo con el repentino cambio de enfoque hacia él-. Eso no importa ahora. Déjeme ayudarlo antes de que se enferme- insistió nuevamente, esta vez más firme.
Finalmente, Jimin suspiró y dejó caer la botella al suelo con un golpe sordo-. No sé la clave... la olvidé- murmuró, dejándose caer ligeramente hacia Jungkook.
-. Entonces puede quedarse en mi apartamento hasta que se sienta mejor- ofreció Jungkook sin pensarlo dos veces.
-. ¿Tu apartamento?- preguntó Jimin, con un deje de burla mezclado con curiosidad. -. ¿Eso no romperá alguna regla de empleado-jefe?-
Jungkook se puso de pie y lo ayudó a levantarse, pasándole un brazo alrededor de la cintura para sostenerlo.
-. No creo que haya una regla para esto, señor Park- respondió, tratando de ignorar lo cerca que estaba Jimin ahora, su perfume mezclado con el olor a vino, su animal interior se removió fuertemente ordenandole qué lo abrazara y que metiera su rostro en su cuello, pero Jungkook lo ignoró.
Jungkook se dio la vuelta para abrir su puerta con su clave, el pelinegro trago grueso cuando sintió el aroma embriagador de su jefe, olía tan bien. Además su pequeño cuerpo se adheria también al de él.
Ah... de verdad sus instintos lo iban a volver loco un día de estos. Jungkook subió las escaleras junto a Jimin, el cuerpo de su mayor estaba completamente apoyado en él, eso lo hacía sentir como en una tortura. Jungkook llegó a su habitación y abrió la puerta, suavemente acostó a Jimin en la cama y lo observó.
Jimin se recostó, cerrando los ojos por un momento antes de hablar-. ¿Por qué eres tan amable conmigo, Jungkook?- preguntó en un susurro, su voz cargada de una vulnerabilidad que lo hacía ver completamente diferente al hombre frío de la oficina.
Jungkook lo miró por unos segundos, su corazón latiendo con fuerza-. Porque alguien tiene que serlo- respondió finalmente, tomando una manta para cubrirlo.
Jimin no dijo nada más. En pocos minutos, se quedó dormido, su respiración volviéndose pausada y tranquila. Jungkook lo observó por un momento, sintiendo una mezcla de emociones que no podía explicar del todo. Era extraño ver a su jefe tan vulnerable, pero también era un recordatorio de que, debajo de esa fachada fría, había alguien que necesitaba ser cuidado tanto como cualquier otra persona.
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