Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Lágrimas incomprendidas y jodidos hermanos

Una vez más me encontraba en la casa de Rosé, disfrutando de un breve descanso después de revisar las poses y los trajes que se ajustarían al tema elegido.

Durante aproximadamente cuatro o cinco días, habíamos estado teniendo conversaciones, ya sea en su casa o en la universidad, sobre lo que queríamos transmitir a través de esa fotografía. Discutimos los sentimientos que debían predominar sobre todas las demás cosas y lo que deseábamos que se reflejara en sus ojos. Llegamos a la conclusión de que la imagen debía revelar algo que Rosé nunca ha mostrado al mundo, algo que, en mi opinión, ha mantenido oculto de todos: frialdad, miedo, odio.

Estos son sentimientos y emociones que nadie que la conozca ha presenciado con frecuencia, o incluso diría que nadie los ha visto. Sería impactante ver una imagen tan realista y audaz, algo verdaderamente inusual. Estaba seguro de que esos sentimientos quedarían perfectos en ella, capturados en todo su esplendor.

Ya habíamos realizado algunas pruebas con un traje sencillo y una pose al azar, y aunque no me convencía del todo porque no transmitía lo que yo deseaba, el resultado fue sorprendente. Debo admitir que, a pesar de que Rosé era alguien molesta, tenía una conexión especial con la cámara. Sin embargo, no era tan fotogénica como esperaba, pero definitivamente lograba generar ese escalofrío en el cuerpo. Eso es lo que me dijeron Namjoon y Jin cuando se enteraron de que Rosé sería mi modelo y vieron algunas de las fotos que tomaron —o más bien, que robaron— con mi cámara.

Sí, recibieron un merecido golpe de mi parte.

Ni siquiera sé por qué tomaron mi cámara. No somos tan cercanos, pero al parecer unas cuantas conversaciones y una taza de café juntos fueron suficientes para que se adueñaran de mi preciada herramienta y comenzaran a jugar con ella.

Todavía puedo recordar claramente las expresiones en sus rostros cuando recibieron el golpe en el brazo. Y un "perdón" escapó de sus labios.

Fue una sensación alucinante. Me sentí poderoso, como si tuviera el control.

En fin, en este momento me encontraba en su casa. Era sábado y ella estaba en silencio, sosteniendo un vaso de jugo de naranja natural en sus manos, observándome atentamente sin ningún filtro. Mientras tanto, yo examinaba las imágenes de Rosé posando con algunas prendas llamativas en mi cámara.

— ¿Quieres que continuemos? — me preguntó con cautela mientras se sentaba a mi lado, manteniendo cierta distancia.

Agradecí ese gesto en silencio absoluto.

— Tómate un descanso, has trabajado duro — respondí sin apartar la mirada de la pantalla de mi cámara. Presioné el botón nuevamente y otra imagen de Rosé apareció.

Ella se mantuvo en silencio por un momento, chasqueando la lengua antes de continuar:

— ¿Estás seguro? — preguntó de nuevo, con un tono de duda en su voz —. Podría, quizás, traer más ropa o conseguir un escenario... — dejó el vaso en la mesa y me miró con perplejidad —. ¿Realmente no necesitas nada más? ¿Más decoración, tal vez? ¿Algunas luces adicionales? ¿No quieres que siga posando?

— No necesito nada de eso. Estamos bien tal como estamos — respondí, apretando el botón de la cámara y mostrando otra imagen en la pantalla —. Y tranquila, Rosé, tómate un descanso. Necesito que descanses. Es mi responsabilidad cuidarte.

Fue extraño decir esas palabras, y realmente deseé cambiarlas, pero, desafortunadamente, era la verdad. No podía permitir que ella se viera más deslucida de lo que ya se veía.

La foto y mi nota debían ser impecables.

Pensé que ella volvería a coquetear conmigo, tenía todos los motivos para hacerlo, considerando las palabras que había pronunciado. Cerré los ojos, arrepentido de lo que había dicho, y me preparé para escuchar las típicas frases de coqueteo e inocencia fingida. Recé a todos los dioses del Olimpo para que ese bochornoso momento pasara de largo y para que Rose fuera objeto de un hechizo de olvido o incluso un hechizo que retrocediera el tiempo y me permitiera cambiar mis palabras.

Cuando la ansiedad comenzó a apoderarse de mí, de una manera aún más intensa, inexplicablemente escuché un sollozo.

Mis rezos cesaron de inmediato y me paralicé. Me invadió el temor de girar mi rostro y enfrentar la realidad que se avecinaba.

¿Acaso los dioses malinterpretaron mis plegarias? No recuerdo haberles pedido que la viera llorar, lo que realmente necesitaba era un hechizo de olvido.

Pero, supongo que prefería eso a que me coqueteara.

La cámara tembló en mi mano por un instante, deseando desaparecer en ese preciso momento. Nunca imaginé que me encontraría en esta situación y, una vez más, me arrepentí de haber aceptado trabajar con ella.

Tragué saliva, sintiendo el nudo en mi garganta.

Recordé las palabras de mi padre cuando mi madre se enojaba con él: "Si no la miro, no está pasando".

Pero no podía permitirme ese lujo mientras estaba en la casa de otra persona, así que hice algo que nunca creí que haría: la miré directamente.

Ella tenía la cabeza gacha y los ojos cerrados, luchando por contener las lágrimas y los sollozos, tratando de evitar ser escuchada.

Fruncí el ceño, sin saber qué hacer en esa situación.

Entonces, extendí mi mano y acaricié su cabello, aunque más bien fue un enredo torpe y un golpe leve. Ella abrió los ojos y me miró con tristeza.

— Gracias — susurró con una sonrisa temblorosa.

ensé que se refería a mi intento de consuelo.

— De nada — le respondí, alejando mi mano.

Pero luego me di cuenta de que no era esa la razón. Hubo algo más detrás de su agradecimiento.




Durante estas tres semanas, me sumergí por completo en mi proyecto con Rosé.

Y de manera sorprendente, no volvió a insinuar nada ni a coquetear como solía hacer con otros chicos.

«Puede que no sea su tipo», pensé, sintiendo un alivio inesperado.

Cada día, al llegar a su casa, me saludaba con un simple "Hola, Jungkook", tratándome como a un compañero de trabajo o a un amigo. No me molestaba en absoluto, de hecho, prefería mil veces ese trato en lugar de que intentara coquetear nuevamente.

Al igual que yo, se mostró preocupada por la nota, quizás ya lo estaba antes, pero esta vez demostraba un mayor interés. Hizo todo lo posible para que todo saliera perfecto. Ambos estábamos comprometidos con el proyecto.

Y finalmente, cuando llegó el día de la entrega y presentación, sentí un gran orgullo por el resultado obtenido.

La temática final consistía en exponer ese lado oculto de las personas, revelar ese rostro, esos ojos y esas expresiones desconocidas por el mundo. Y logramos plasmarlo en la imagen.

En la fotografía se podía apreciar la casi inexistente frialdad que ella solía ocultar, así como una gama de emociones como el enojo y la tristeza, que era lo que buscábamos desde el principio.

En cuanto al vestuario, optamos por un vestido negro estilo princesa, adornado con toques rojos. Su cabello, en tonos naranjas y rubios, ondeaba libremente al ser acariciado por el viento. Y como toque final, colocamos una rosa en la parte superior, a un costado derecho de su cabeza, realzando aún más su figura.

En el fondo de la imagen se revelaba un lago cristalino, envuelto en una densa niebla. Justo detrás de ella, se erguía una escalera que parecía conducir hacia la nada, simbolizando el elusivo camino hacia la felicidad que tantos buscan en vano. Y para añadir un toque de magia, una suave lluvia de pétalos rojos caía delicadamente a su alrededor.

Sentí una verdadera satisfacción con el resultado.

Estaba seguro de que si simplemente hubiera capturado una pose cualquiera de Rosé, habría recibido elogios por ser ella, ya que todos amaban a Rosé. Sin embargo, mi esfuerzo valió la pena, ya que el profesor de la clase me felicitó y sin necesidad de analizar demasiado mi trabajo, me otorgó la nota perfecta.

Realmente lo merecía.

Por otro lado, debo admitir que Rosé resultó ser muy diferente a lo que esperaba. Ella tenía un espíritu fuerte y competitivo, siempre buscando la perfección. De alguna manera, nuestras personalidades se complementaban de manera sorprendente.

Recuerdo el dicho: "Nunca juzgues a un libro por su portada". Y en este caso, es cierto. Aunque tenía mis propias justificaciones para prejuzgarla. Su egocentrismo y excesiva confianza, características que también poseo, me molestaban. Además, su coquetería barata y sonrisa forzada eran irritantes.

En fin, dejando atrás el tema de Rosé, ahora quiero hablar de Jimin.

Sí, de Jimin.

Jimin, ese chico peculiar que me hizo ponerle una pulsera café que le había regalado su abuela la primera vez que lo vi. Jimin, con su mirada curiosa que parece explorar cada rincón de mi mente. Jimin, cuya sonrisa deslumbra como un rayo de sol. Jimin, el chico parlanchín que siempre tiene algo interesante que decir.

Pero estoy desviándome del tema, creo que ya se entendió.

Volviendo a Jimin, debo admitir que está volviendo loca mi cabeza, y lo está logrando con éxito. No tengo palabras para describirlo. No sé qué hacer con esta situación. ¡Está en todas partes!

Su presencia se ha vuelto constante en mi mente, lo encuentro en cada maldito momento, escucho su risa a lo lejos y mi mirada instintivamente lo busca. No pasa un día sin que lo vea, sin que nos crucemos por los pasillos de la universidad, sin que mi corazón lata con fuerza al verlo. Y eso me está consumiendo por dentro.

«Es que yo no moriré de viejo, yo moriré de estrés. Moriré por él»

Me hago la misma pregunta una y otra vez: ¿Por qué? ¿Por qué tengo que encontrarme con él? ¿Por qué mi corazón se acelera de esa manera? ¿Por qué siento la necesidad de buscarlo? ¿No es suficiente con su hermana? ¿No es suficiente tener que soportarla a ella? ¿Es realmente necesario tener a ambos hermanos siempre cerca de mí? ¡Ni siquiera solía aparecer cuando iba a la casa de Rosé!

Pero espera un momento, ese no es el verdadero problema. El problema no radica en verlo o en sentir que mi corazón late con fuerza.

El verdadero problema surge cuando me encuentro con él y automáticamente me escondo. ¡Y eso no es todo! Me escondo específicamente para tomarle una foto. Me oculto en cualquier rincón cercano a él, saco mi cámara que, por cierto, llevo a todas partes, y presiono el botón una y otra vez para capturar varias imágenes suyas en el mismo lugar, en la misma situación, en la misma posición. Pero ahí estoy yo, tontamente sintiendo que necesito hacerlo.

Me encuentro en una situación confusa y contradictoria. Me escondo a propósito tras él para observarlo sonreír con sus amigos. Me escondo para ver a dónde se dirige. Me oculto para capturar el sonrojo en sus mejillas. Me escondo y tomo todas las fotos que considero necesarias. Y lo peor de todo, no tengo control sobre ello. Es como si fuera inconsciente, una fuerza magnética que me atrae hacia él sin poder resistirme.

Pero antes de que cualquier persona haga algún señalamiento, quiero dejar claro que no soy un acosador. No es mi intención acosarlo. La culpa recae en él por estar siempre donde yo estoy y por ser tan irresistiblemente atractivo. Es su culpa, no la mía.

Es él quien llega al lugar donde yo ya me encuentro, ¿verdad?Entonces, ¿puedo culparlo por el hecho de que lo observe y le tome fotos? ¿No es acoso, verdad?

Maldición, no quiero convertirme en un maldito acosador. Quiero controlar estos impulsos y encontrar una manera de manejar mis sentimientos sin invadir su privacidad ni hacerle sentir incómodo.

Maldito y mil veces maldito y tierno, Jimin.

Desde el momento en que lo conocí, mi mente se ha vuelto un torbellino. Mis pensamientos están constantemente reviviendo esos pequeños momentos en los que nos cruzamos en los pasillos. Mis ojos, de forma inconsciente, buscan su figura en la cafetería, como si fuera un imán que me atrae. Ya no sé cómo recuperar mi tranquilidad y volver a ser como antes.

En realidad, no recuerdo cómo era antes. Mi vida se limitaba a estudiar, aguantar los comentarios y rumores de la gente, tomar fotografías y, nuevamente, estudiar. No salía, no iba a fiestas, ni siquiera me interesaba tener citas. No pensaba en nadie en particular, ni en nada en específico.

Era un estado de aburrimiento constante, una monotonía que ahora parece tan lejana.

Maldita sea, Jimin está desquiciando mi mente y de alguna manera la está convirtiendo en un caos divertido y estresante a la vez.

Lo peor de todo es que no solo se trata de él, sino también de Rosé. Además de recordarme constantemente a su hermano, tenemos que seguir trabajando juntos durante los próximos cuatro o cinco meses, lo que resta del semestre. Aunque ya no me moleste tanto como al principio, me siento incómodo, increíblemente incómodo. Espero con ansias los encuentros casuales con Jimin, y en el proceso, no puedo evitar comparar sus acciones y expresiones con las de Rosé.

Es como si estuviera en un torbellino emocional constante. Quiero golpearme, golpearme tan jodidamente fuerte.

Por ejemplo, Rosé no es de hablar demasiado. Cuando lo hace, intenta ser lo más concisa posible. En cambio, según lo que he observado y experimentado, Jimin es un chico extremadamente hablador y rara vez se queda callado. La mayor parte de sus conversaciones parecen surgir de su curiosidad innata.

Sí, Jimin tiene esa curiosidad que se refleja directamente en sus ojos de cachorro.

Rosé es una persona reservada, a veces demasiado soñadora, pero Jimin es notablemente expresivo. Su rostro es como un libro abierto y, por más que intente ocultarlo, sus ojos siempre revelan lo que verdaderamente siente.

En cuanto al estilo, Rosé tiene un claro sentido de la moda. Por lo general, suele lucir vestidos o faldas, combinados con tops o camisas largas. Siempre elegante y discreta. Por otro lado, Jimin tiene un estilo e-boy o dark academia en su vestimenta, pero en lugar de optar por los típicos colores oscuros, opta por tonos pastel. En la mayoría de las ocasiones, su ropa es casual pero bastante llamativa. Y sí, hay que admitirlo, le queda más que bien, de hecho, se ve realmente impresionante.

Luego comienzo a pensar en las diferencias entre Rosé y su hermano Jimin. Rosé no tiene esas medias lunas encantadoras en sus ojos como las de él, tampoco posee ese sonrojo constante en su rostro, ni esos labios regordetes que transmiten una irresistible ternura...

Pero no debería estar comparándolos, sé que es completamente injusto y poco ético hacerlo. Sin embargo, es inevitable. ¡Maldita sea, es jodidamente inevitable!

Recuerdo esa única vez que hablé con Jimin, o más bien, él habló conmigo. Cada palabra que pronunció se ha quedado grabada en mi mente, su sonrisa se mantiene presente en mis pensamientos. Aún siento su mirada sobre mí y no puedo evitar golpear mi cabeza contra la almohada, lleno de frustración por esta desastrosa situación en la que me encuentro.

«Joder con Jimin y su hermana», eso fue lo último que pensé antes de caer rendido y quedarme dormido, sumergiéndome en un sueño que, desafortunadamente, no logra alejar mi mente de este caos emocional.


la imagen vendría siendo una combinación de estas imágenes, no sé dibujar así que no podría hacerlo, así que encontré en google que es bastante parecido a mi idea original :D 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro