Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

008


ᴀʙʀᴏ ʟᴏꜱ ᴏᴊᴏꜱ ʟᴇɴᴛᴀᴍᴇɴᴛᴇ, ɢʀᴀᴄɪᴀꜱ ᴀʟ ꜱᴏʟ ǫᴜᴇ ᴇɴᴛʀᴀ ᴘᴏʀ ʟᴀ ᴠᴇɴᴛᴀɴᴀ.

Me estiro todo lo que puedo y desvío mi mirada a mi derecha, dejando ver a Carlos durmiendo tranquilamente abrazado a mi cintura.

Sin hacer mucho ruido, apartó el agarre de Carlos y me levanto de la cama para poder ir al baño a cambiarme.

Me meto en la ducha y disfruto del agua caliente resbalar por mi cuerpo. Una vez duchada, me enrollo una toalla por el cuerpo y me pongo otra en la cabeza.

Una vez seca, me quito la toalla y me pongo unos tejanos ajustados, una camiseta de tirantes negra y una chaqueta tejana que me pondré al salir.

Me quito la toalla de la cabeza y me miro al espejo una vez el cristal ya no está empañado, pero lo que veo me deja helada.

—¡Carlos Sainz Vázquez de Castro Cenamor Rincón Rebollo Virto Moreno de Aranda Don Per Urrielagoiria Pérez del Pulgar!— Exclamo saliendo del baño hecha una furia.

Al salir veo al nombrado saliendo de la cama de un rebote al escuchar todo su nombre completo.

—Dime, preciosa...— Dice este con la manta enrollada en su cuerpo. —¿Todo bien?—

—¡Sí! ¡Todo de maravilla! ¡No es cómo si alguien me hubiera dejado todo el cuello lleno de marcas!— Vuelvo a exclamar señalando mi cuello.

—Pero en su momento te gustó...— Dice en un susurro que acabo escuchando. Cojo un bote de crema que tenía a mi lado y se lo lanzó, pero sus reflejos de piloto hacen que lo atrape.

—¿¡Explícame como me quito esto!?— Le pregunto acercándome a él.

Sin previo aviso, el moreno pone sus manos en mi cintura y me atrae más a él.

Sus labios se juntan con los míos y noto como pone sus manos en mis mejillas para tenerme más cerca.

—Calladita estás más guapa— Me dice sin apartar las manos de mis mejillas.

—Que gracioso estás hoy— Digo sarcásticamente.

Carlos sonríe ante mi respuesta y rápidamente se vuelve a tumbar en la cama. Me siento en la punta de la cama y le acarició el pelo.

—¿Me dejarás ir a mi casa a por mis
cosas?— Le pregunto.

—Solo si yo voy contigo— Me responde abriendo de nuevo los ojos.

—¿Estás dispuesto a entrar por la ventana de mi habitación?— Digo sin parar de acariciarle el pelo.

—Por ti sí— Me responde y se apoya en el cabecero de la cama.

Sonrío ante su respuesta y me acerco a él para poder volver a juntar sus labios con los míos. El beso es tierno y tranquilo y al parecer a los dos nos relajaba.

—Me iré a vestir...— Dice Carlos apoyando su frente con la mía.

Asiento lentamente y veo como se levanta de la cama para poder ir a ducharse y poder irnos por fin a Madrid.

—¿Lista?— Pregunta Carlos una vez llegamos a la puerta de mi casa.

Saco por mi boca un leve suspiro y asiento poco a poco, para después rodear la casa y llegar a la ventana de mi habitación.

Subo por la pared exterior, lentamente abro la ventana de la habitación y una vez dentro ayudo a subir al moreno.

—Bonita habitación— Dice el Español mirando a su alrededor.

—Siéntate en la cama de mientras, en unos minutos acabo— Le digo y este me hace caso.

Rápidamente empiezo a hacer las maletas y a recoger todas mis cosas, finalmente en diez minutos acabo de recoger todo lo importante.

—Vámonos, no quiero ver al monstruo que hay abajo— Digo haciendo que Carlos suelte una pequeña carcajada.

El primero en salir por la ventana es el piloto y una vez está abajo, le voy dando las maletas que acabo de hacer con todas mis cosas.

Una vez todo abajo, saco las piernas por la ventana y al igual que ayer, Carlos estira sus brazos para que caiga sobre ellos.

Empezamos a caminar hasta llegar de nuevo al coche del Español y cuando todas las maletas ya están dentro del coche, tomamos rumbo a la casa de los Sainz.

Mientras vamos por la autopista mis párpados empiezan a ser más y más pesados, haciendo que mi cabeza caiga sobre el hombro de Carlos.
Noto como él me da un beso en la cabeza y finalmente dejo de estar consciente.

La verdad es que no sé cuánto tiempo estuve dormida, pero cuando escuche el coche aparcar, mis ojos se volvieron a abrir.

Carlos y yo bajamos del coche, pero cuando veo que estamos en el parking del aeropuerto me giro para mirar al Español sin entender nada.

—Ya lo verás, vamos— Dice poniéndose una gorra para que la gente no lo reconozca a simple vista.

Carlos me da la mano, entrelazando nuestros dedos y finalmente entramos al aeropuerto.

Veo como el piloto mira su reloj y después mira los billetes, pero cuando intento echar un ojo a ver a donde vamos, Carlos vuelve a esconder los billetes.

Ruedo los ojos al ver que va a ser complicado hacerle decir a donde vamos e intento irme a sentar a alguna de las sillas que hay libres, pero una mano en mi cintura hace que me dé la vuelta.

—Vuelve a rodarme los ojos y yo sí que te daré razones para hacerlo...— Me susurra en el oído y se me hace imposible esconder mis mejillas rojas.

Esperamos unos veinte minutos y por fin, podemos subir al avión, ¿Sé a donde vamos? No.

Para mi sorpresa, Carlos había comprado asientos más apartados de la gente, para estar más tranquilos.

—En una hora llegamos— Me avisa el Español una vez el avión ya está en el aire.

—¿Me dirás a donde vamos?— Le pregunto dejando de mirar por la ventana para mirarlo a los ojos.

—Solo te diré que hace calor— Me da una pista y yo frunzo el ceño mientras pienso.

—Estamos en abril, ¿Dónde va a hacer calor en esta época?— Dejo la pregunta en el aire al ver que no me responde.

Mi cabeza vuelve a caer sobre el hombro de Carlos, haciendo que mis ojos se cierren al sentir su aroma entrar por mis fosas nasales.

—¿Te puedo preguntar algo?— Pregunta Carlos haciendo que levante de nuevo mi cabeza. —Es algo que quería preguntarte en la playa, pero un tal Derek lo arruinó—

—Claro, ¿Sobre qué es?— Digo haciendo que el Español suspire.

—¿Te has replanteado volver a la equitación? No estoy seguro de si en algún momento llegaste a competir,
pero...— Carlos se queda en silencio unos segundos antes de volver a hablar. —He visto que encima de un caballo eres feliz... Y no quiero que por ser mi manager no cumplas ese sueño—

Bajo mi mirada al ver como se culpa por no lograr uno de mis sueños, pero al fin y al cabo, soy feliz a su lado...

—Llegue a competir a los 7 años, mi entrenador era el único que creía en mí, pero mis hermanos y mi padre no lo hacían, causando que dejará el deporte. Claro que soy feliz montando un caballo. Pero también lo soy trabajando a tu
lado— Pongo mis manos en las mejillas del Español, haciendo que este sitúe su mano sobre una de las mías, mientras la acaricia.

Carlos mueve la mano que está acariciando hasta sus labios, dejando un beso sobre esta.

—¿Cómo se llamaba tu entrenador?— Me pregunta sonriendo.

—William...— Respondo pensando en el único hombre que había creído en mí.

—Espera, ¿William? ¿Igual que el de los establos?— Rápidamente me doy cuenta a lo que se refiere.

—Pero eso era Emilia Romagna, yo entrenaba en Madrid— Digo al ver que nada tiene sentido.

—En realidad... William me contó que es dueño de los establos, pero en realidad él vive en Madrid— Afirma Carlos sonriendo al ver que yodo encaja. —¿Tienes alguna foto de vosotros dos?—

Busco mi teléfono en la mochila y una vez lo encuentro, lo desbloqueo y empiezo a buscar en las fotos más antiguas que tengo. Al encontrarla se la enseño a Carlos.

—Eras adorable— Me dice cogiendo mi teléfono para apreciar mejor la fotografía.

En ella aparezco yo abrazando a William después de una de mis competiciones. Mi entrenador reía al ver como me había abalanzado sobre él para abrazarlo.

—Sin duda es él— Digo cuando el piloto me devuelve el teléfono. —Pero respondiendo a tu pregunta... No volveré al deporte—

Al decir eso un nudo se forma en mi garganta. La equitación ha sido el deporte de mi vida, pero todo tiene un final me guste o no.

—¿Por qué?— Pregunta el Español unos segundos después.

—Volvería demasiado tarde, no tendría futuro al volver— Respondo siendo cien por cien sincera.

Un silencio reina entre nosotros dos, hasta que las azafatas pasan a decirnos que ya vamos a aterrizar.

Carlos empieza a recoger todas las cosas que tenemos a mano y por fin podemos salir del avión.

—¿Dónde estamos?— Pregunto al ver que todo el mundo lleva pantalones cortos o en tirantes.

—Bienvenida a Mallorca— Dice Carlos con una sonrisa. —Vamos, mis padres y mis hermanas están fuera—

Así que iba a conocer a la familia Sainz, no debía estar nerviosa, ¿Verdad...?

Al salir del avión, llegamos a la parte donde puedes esperar a algún pasajero, ahí es donde visualizo a una familia de tres mujeres y un hombre.

—¡Carlos!— Exclama la madre del madrileño alzando una de sus manos para que podamos verla.

El nombrado acelera el paso cada vez más hasta llegar a su familia, donde finalmente se lanza a los brazos de sus padres y sus hermanas.

Se me hace imposible contener una sonrisa al ver como se abrazan entre ellos y se alegran de volverse a ver de nuevo.

—Familia, ella es Alexis, mi manager— Me presenta el piloto a su familia.

—Es un placer poder conocer al fin a la chica de la cual Carlos nos ha hablado tanto estos meses— Dice su madre dándome dos besos en las mejillas.

—Por fin conozco a la maravillosa Alex, la chica que lo hace todo genial— Su padre imita el mismo gesto que su mujer hacia mí.

—¡Mamá, papá!— Exclama Carlos con las mejillas rojas, causando que ría ante su reacción.

—Es un placer poder conocerlos al fin— Respondo sonriendo.

—Por favor, tuteanos...— Dice el padre de Carlos con una sonrisa.

—Claro, sin problema— Digo sonriendo al ver la confianza que hay entre ellos.

—Como nadie nos presenta, lo haremos nosotras mismas...Yo soy Blanca— Dice una de las hermanas de Carlos sonriendo y rápidamente identifico de que es la mayor de los Sainz.

—Y yo soy Ana, es un placer poder conocerte por fin— Finaliza la última de ellas, la cual estoy segura que es la menor de todos.

—Será mejor que nos vayamos antes de que lleguen los fans— Recomienda el padre de Carlos.

El piloto y yo cogemos las maletas y empezamos a caminar junto a su familia para poder salir del aeropuerto.

Camino a una de todas las casas que tienen los Sainz, me fijo en que todos ellos son muy unidos. Está claro que la competitividad de Carlos los ha sacado de su padre, ya que, cada dos por tres se retan a hacer alguna cosa. En cambio, sus hermanas son más relajadas, les gusta más hablar y escuchar.

Al llegar a la casa que tienen en Mallorca, puedo ver la gran puerta de color marrón oscuro, al contrario que el interior, el cual es todo colores claros.

—¿Por qué no llevas a Alexis a vuestra habitación, Carlos? Yo iré a hacer la comida para después ir a la playa— Dice su madre una vez todas nuestras cosas están dentro de la casa.

Su hijo asiente y me guía hasta llegar a su habitación. He de reconocer, que su habitación podría ser una casa más. Está adornada con varios cuadros de cuando los hermanos Sainz eran más pequeños, aunque también hay muchísimos trofeos y medallas.

Carlos y yo empezamos a deshacer nuestras maletas y yo, al abrir una que estaba llena de mis pertenencias que habían en mi antigua habitación veo dos de los cuadros más importantes para mí.

El primero es una fotografía de mis hermanos y mis padres junto a mí en el hospital. Acababa de nacer y mis hermanos estaban pegados a mi madre con una sonrisa. En cambio mi madre me tenía en sus brazos con una expresión de cansancio y mi padre tenía una sonrisa que nunca jamás he llegado a ver.

Y el segundo es mi primera vez con una medalla de oro entre mis manos. Mi antigua yegua, llamada Alaska y yo acabábamos de ganar nuestra primera competición con nuestro entrenador, William.

—¿Puedo verlos?— Pregunta Carlos tocándome el hombro.

Me doy la vuelta y le entrego los dos cuadros que hace unos segundos me habían causado un nudo en la garganta.

Carlos se queda mirando sobre todo el cuadro de toda mi familia conmigo recién nacida, haciendo que una mueca aparezca en su cara.

—¿Arruiné mi familia...?— Sin ser consciente la pregunta sale por mi boca casi en un susurro.

—¿Qué? Claro que no... Ven aquí— El madrileño me atrae más a él, dejando que mis brazos rodeen su cintura y varias lágrimas rueden por mis mejillas. —¿Por qué dices eso...?—

Todos los malos momentos que he pasado en mi familia me atacan como si alguien me hubiera apuñalado por la espalda.

—Porque cuando nací todo lo malo empezó a suceder... Mi madre se fue cuando yo tenía tres años y meses después nos enteramos de que había muerto. Desde ese momento mi padre empezó a beber, las discusiones acababan en golpes y los golpes acababan en acusaciones. Noah me culpaba porque mi madre se había ido. Madison decía que yo no debería haber nacido y que todo era mejor antes de que yo hubiera llegado al mundo. Bruno se quejaba cuando lloraba. Daniel deseaba que yo no fuera su hermana... Y Derek me prometió estar siempre para mí, para después irse— Los ojos me empezaron a arder dando a saber que más lágrimas querían salir y cada vez me costaba más respirar.

—Alex...—

—¿Por qué mi familia no pudo ser como la tuya? Solamente llegué al mundo y al parecer a nadie le gustó. Tenía solo 15 años cuando empeze a trabajar para mantener la casa y mantener a mi padre y aun así ni un gracias he recibido por parte de nadie— Digo intentando controlar mi respiración.

Mis lágrimas no paraban de bajar por mis mejillas, pero una pregunta me inundó por completo, ¿Qué pierdo por preguntarle?

—¿Y cómo sé que tú no te irás?— Le pregunto separándome un poco para mirarle a los ojos.

—Alex, eso sí que no te lo permito. Antes de conocerte yo no buscaba nada en absoluto, yo no buscaba enamorarme, pero me sonreíste y lo arruinaste. Yo me enamoré de ti sabiendo lo que iba a pasar con todo el mundo— Al escuchar eso mi estómago empieza a sentirse como una montaña rusa. —Sabía que mi amor no iba a ser fácil, sabía que iba a tener miles de obstáculos para estar contigo y aun así me enamoré de ti, y estoy más que seguro de que lo volvería a hacer una y otra vez— Al escucharlo decir todo eso, mis lágrimas dejan de salir y rápidamente se puede escuchar mi corazón latir con fuerza. —No le mentí a Charles cuando le dije que me hacías sentir bien y que no quería perderte.
Sé que estás dudando y a lo mejor no soy la mejor persona que vayas a conocer en esta vida, pero soy alguien que te ama sinceramente. Por eso te pido que no dudes de mí, tal vez no soy suficiente, pero en las buenas y en las malas estaré para ti, no importa que tenga que dejar de lado lo que esté haciendo o incluso si tengo que dejar mi carrera para estar contigo y ayudarte, de todas maneras yo estaré ahí, porque tú me has hecho sentir lo que mucha gente jamás ha conseguido. Así que, por favor, por favor te lo pido, no desconfíes de
mí—

Mi mirada se encuentra con la suya y sus labios se pegan a los míos. Estos parecen de esos besos que arreglan algo que ellos no han roto y te ayudan a no volver a romperlo.

Al separarme de él junto mi frente con la suya, dejando que nuestras narices se rozen y unas pequeñas sonrisas salgan en nuestros rostros.

—Por favor, no me alejes de tus problemas. Si me pasa algo a mí por defenderte está bien, pero si te llega a pasar algo a ti, no me lo perdonaría jamás — Su nariz vuelve a rozar con la mía y los dos nos dejamos llevar. Sus labios se vuelven a conectar con los míos y como si fuera la primera vez, las mariposas recorren mi estómago y un escalofrío pasa por mi cuerpo.

—Gracias...— Con la manga de mi camiseta me seco las lágrimas que han bajado por mi cara e intento volver a respirar con normalidad.

—No quiero volverte a ver llorar por las personas que no se merecen esas lágrimas, ¿De acuerdo?— Dice y con su pulgar seca la última lágrima que ha caído.

—De acuerdo— Me vuelvo a abrazar al piloto para volver a notar su calor junto a mí, pero finalmente me separo para no abusar de ese mismo.

Unos golpes en la puerta hacen que tanto el Español y yo miremos hacia la puerta esperando a que la persona que hay detrás de ella hablara.

—La comida ya está lista, bajar cuando podáis— Escucho que dice la madre de Carlos y al final escucho unos pasos alejarse de la puerta.

—Ves bajando, voy a limpiarme la cara y a intentarme quitar los ojos rojos— Le digo separándome del todo.

—Está bien, te espero abajo— Carlos deja un beso en mi mejilla y se va de la habitación cerrando la puerta.

Entro al baño y empiezo a lavarme la cara y al final me pongo un poco de corrector bajo los ojos para esconder las ojeras.

Al bajar al comedor, veo como todos los Sainz están riendo y jugando entre ellos.
Acelero el paso, llego a la silla vacía que hay junto a Carlos y me siento.

—Espero te guste, Alexis. Los espaguetis le encantan a Carlos— Dice el padre del piloto con una sonrisa.

—Me podéis llamar Alex— Digo y el piloto de Rally amplía su sonrisa.

Toda la comida he reído y conocido más a fondo a toda la familia Sainz, sin duda es la familia que Carlos se merece.

Una vez toda la mesa estaba recogida, Carlos y yo subimos para poder ponernos el bañador y coger toallas para la playa.

Me pongo uno de mis bikinis rojos y por encima un vestido blanco con estampado de flores naranjas.

Carlos sale del baño con el bañador azul puesto y sin nada en la parte de arriba, dejando al descubierto el abdomen.

—¿Te gusta lo que ves?— Dice el moreno sacándome de mi trance y poniéndose una camiseta blanca.

—Que gracioso— Respondo sarcásticamente.

Al bajar veo a toda la familia Sainz esperando en la puerta y una vez cierran la puerta de la entrada los dos hombres de la familia se miran entre sí.

—¿Una carrera hasta el barco?— Pregunta el menor de los dos mirando con los ojos entre cerrados a su padre.

—El último que llegue hace la cena— Dice su padre. —3, 2, 1...— Los dos pilotos salen corriendo a la vez y en menos de diez segundos los pierdo de vista.

—Un día de estos se harán daño— Dice su madre empezando a caminar junto a mí y sus dos hijas. —Y Alex, Carlos nos ha dicho que adoras la equitación—

—Es cierto, pero hace años que no lo práctico, solamente de vez en cuando me subo a un caballo— Respondo.

—¿Sé puede saber por qué?— Pregunta con el ceño fruncido.

—El trabajo, supongo— En parte es cierto, ser manager consume la mitad de mi tiempo del día.

—Cambiando de tema, ¿Desde cuándo te gusta el mundo del motor?— Pregunta Blanca.

—Creo que desde los 6 años, uno de mis hermanos tenía una carrera de Fórmula 1 puesta y supongo que desde ahí me empezó a interesar— La conversación tiene que finalizar, ya que ya habíamos llegado al barco de la familia.

Veo como Carlos tiene sus manos apoyadas sobre sus rodillas mientras intenta regular su respiración.

—Que sepas que tu hijo va a preparar hoy la cena— Dice el padre de la familia bajando del barco.

Río al igual que Ana y Blanca. Me acerco al piloto que se ha quedado sin aliento y me agacho para quedar a la misma altura que su rostro.

—Conduces un monoplaza a 355 kilómetros por hora 2 horas enteras y no puedes hacer una carrera contra tu padre a pie— Le digo riendo a ver como me mira con un color rojizo en sus mejillas.

—¿Quieres probar?— Me dice poniéndose de nuevo recto.

—Yo no he sido la que ha apostado con su padre a una carrera— Respondo y noto como el barco empieza a alejarse del puerto.

Al final, me tumbo con las hermanas de Carlos en las hamacas que hay y nos quedamos las tres tomando el sol mientras Carlos y su padre vuelven a competir a vete a saber que dentro del agua.

Nada más cerrar los ojos para ver si me puedo poner un poco morena, Ana y Blanca me avisan de que van a meterse al agua junto a su madre, dejándome sola tomando el sol.

Una sombra hace que el sol me deje de dar y mi cuerpo sé en fríe cada segundo que pasa. Me quito las gafas de sol y me quedo mirando a Carlos fijamente para que se aparte, pero sus brazos pasar por debajo de mis piernas y mi espalda hacen que me ponga alerta.

—¡Carlos, no, no, no!— Muy tarde, he acabado dentro del agua del mar y no por voluntad propia.

Por fin logro salir a la superficie pudiendo conseguir algo de oxígeno.

—Me las pagarás— Le digo al piloto mientras este se acerca a mí dejando que rodee mis piernas en su cintura y mis brazos en su cuello.

—Era para que te refrescaras, ¿No decías que no hay lugar donde haga calor en esta época del año?— Me dice sin deshacerse de mi agarre.

—Te odio— Respondo entre cerrando los ojos a centímetros de él.

Sin duda la tarde se me pasó volando, la familia Sainz es entretenida y divertida, se nota que siempre han sido unidos entre ellos y que nunca les ha faltado de nada.

Cuando por fin estoy tumbada en la cama de la habitación de Carlos dispuesta a dormir como nunca algo se hunde a mi lado de golpe.

Giro mi cabeza para hacer contacto visual con el moreno, pero mis ojos bajan hasta sus abdominales descubiertos.

—¿Qué te parece mi familia?— Me pregunta haciendo que alze mi mirada.

—Me gusta, sin duda te la mereces— Digo sonriendo.

—Tú también te merecías una así. Me encargaré de que conmigo y mi familia te sientas como en casa— Finaliza dejando que me acurruque en su pecho.

—Gracias por todo, Carlos— Le agradezco mientras mis ojos se van cerrando.

Este es el amor que siempre he deseado, aunque no sepa nuestro destino...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro