
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 5
El viaje al pueblo de Derry seguía siendo para Milán una incógnita y la sensación de un mal augurio parecía no querer desaparecer, es más, había incrementado al momento de bajar del auto. El motel delante de ellos a un par de kilómetros del centro de Derry se ceñía con inquietud; el lugar parecía algo desierto, aunque acogedor.
La noche se empezaba a cernir más rápido sobre ellos y, aunque, quiso sentirse abrazada por la tranquilidad de la noche lo único que puso sentir fue asfixia y la sensación de querer correr, pero ¿de qué?
No lo entendía.
—¿Todo esta bien, mamá? —preguntó Gaia acercándose a ella, Milán observo sobre su hombro a Bill mirarla con preocupación mientras mantenía sus manos sobre los hombros de sus otros dos hijos.
—Sí, es solo que se siente raro volver a este pueblo —murmuró entrelazando sus manos deseando disimular su nerviosismo.
—No luce tan mal —Gaia sonrió girándose sobre sus talones para ver a sus hermanos—. ¿Verdad?
—No, se ve bien —apoyó Georgie con entusiasmo.
—Es horrible —la franqueza de Gia salió a relucir tan rápido que le fue imposible retener las palabras.
Bill sonrió con diversión acariciando el pelirrojo cabello de su pequeña, olvidando por un instante al igual que Milán la sensación que les recorría el cuerpo luego de la llamada de Mike. Ninguno recordaba Derry, ni su vida ahí. Todo era demasiado confuso y lleno de lagunas mentales que deseaban ahogarlos cada vez que se aferraban por recordar.
—Creo que deberíamos entrar y pedir una habitación —musito Milán sin despegar su mirada de la entrada en donde una extraña y desconocida anciana los saludaba e invitaba a entrar manteniendo sobre sus labios una inmensa sonrisa.
Gaia sonrió levantando tan solo un poco su mano para devolver el saludo, Georgie y Gia por su parte se alejaron de su padre para posicionarse al lado de su hermana. Los tres se miraron unos segundos antes de empezar a caminar a la entrada dejando a sus padres atrás.
—¿Estás bien, cariño? —inquirió Bill acortando la distancia entre ambos, su voz tranquila hizo a Milán sentirse en paz.
—Sí, es solo que me siento extraña aquí —cerró la boca con la duda de si seguir contando su sentir—. No puedo recordar nada de este lugar —decidió confesar luego de unos segundos—, es decir, ¿por qué no puedo recordar nada? —su voz se convirtió en un murmullo que solo Bill y ella podían escuchar con claridad.
—Supongo que ha pasado mucho tiempo —intentó buscar una explicación Bill, su mano se estiro para tomar entre la suya la de su esposa mientras en su cabeza buscaba descifrar el porque ambos no podían recordar.
La pequeña campana sobre la puerta sonó, anunciando la llegada de la familia Denbrough a la pequeña y limpia recepción en donde la misma anciana que los había saludado con anterioridad los esperaba detrás del mostrador.
No tardaron mucho en pedir una habitación para pasar la noche, ya que, al día siguiente volverían a su hogar en Los Ángeles. Irían a la reunión de amigos que Mike había organizado, hablarían sobre lo que sea que Mike deseara hablar y luego volverían a casa a descansar de largas semanas de trabajo.
—¿Estás segura de que estarán bien? —preguntó Milán con preocupación mirando a Gaia, sus manos sostenían entre las suyas las de su hija que sonreía con tranquilidad.
—Sí, puede que investiguemos sobre alguna pizzería cercana y pidamos algo de cenar. Ustedes pueden irse tranquilos, sabes que soy altamente capaz para cuidar a mis hermanos —respondió con orgullo Gaia—. Pásenla bien, ¿sí?
Bill sonrió asintiendo. Aún le era difícil aceptar que su pequeña primogénita estaba creciendo; su milagro.
—Cualquier cosa no dudes en llamar —insistió Milán dejando de mirar a Gaia para esta vez observar a sus hijos saltar en la cama con diversión—. Georgie y Gia, prometan que le harán caso a su hermana.
—Lo prometemos, mamá —ambos respondieron a la vez.
—¿Lo ves? Todo estará bien —Gaia rio dando pequeños empujones a sus padres para sacarlos de la habitación—. Diviértanse, nos vemos en un rato —soltó cerrando la puerta de golpe sin darles tiempo de contestar.
Podía haber sido algo grosero, sin embargo, era la técnica que siempre solía utilizar para que sus padres por fin se marcharan a cualquier evento o invitación. Su madre podía ser algo paranoica a veces, no entendía el por qué, pero no la juzgaba, jamás podría hacerlo.
—¿Crees que estarán bien? —soltó Milán con preocupación luego de largo rato en silenció.
Habían dejado el auto unas calles antes del restaurante para poder observar un poco lo que había sido de Derry. Algunas personas los observaban con extrañeza y otras simplemente pasaban de ellos, algo interesante y demasiado acogedor a sus pareceres.
—Sí —la observó por unos segundos—. Sé que te es difícil dejarlos, pero ellos saben cuidar de si mismos a la perfección, además, Gaia está con ellos.
—Sé que siempre soy muy paranoica, Bill, pero me da miedo que algo pueda suceder y no estar allí. Ya perdimos un hijo, Gaia fue nuestro milagro y...
—No eres paranoica, cielo —Bill detuvo su andar para poder ver a su esposa con cariño—. Nunca lo he pensado. Eres la mejor madre del mundo y es normal que te sientas así después de todo.
Milán asintió con un nudo formándose en su garganta, quiso sonreír en busca de demostrar que estaba bien. Odiaba mostrarse débil, pero por más que quisiera que Bill no supiera cuan preocupada o temerosa estaba de todo algunas veces, él siempre se daba cuenta. La conocía incluso más de lo que ella lo hacía. Podría ser algo que le asustara, pero no era así, no con él.
Bill se acercó a ella dejando sobre su frente un beso, el mismo beso que solía decirle que todo estaría bien. La misma curita a su preocupado corazón. Ella sonrió por instinto segundos antes de que un corto beso ocultara su sonrisa.
—Todo va a estar bien —susurró Bill al alejarse tomando su mano para retomar el camino de nuevo.
No tardaron mucho en llegar al lugar, la amable camarera les sonrió mientras los guiaba al pequeño salón que parecía que Mike había reservado para ellos. La sensación que le recorría el cuerpo parecía haber desaparecido con los silenciosos chistes que Bill susurraba mientras caminaban detrás de la mujer.
—Hola —susurró alguien en una de las oscuras esquinas sobresaltándolos.
—Oh, mierda —soltó Bill girándose en la dirección con sorpresa—. Mike te ves... —su voz se vio interrumpida por el abrazo de su amigo—. Oh, hola, ¿cómo estás?
—Bill —Mike se alejó para esta vez girarse hacía Milán que lo veía con una pequeña sonrisa sobre sus labios—. Y mi pelirroja favorita— se lanzó a abrazarla con fuerza—. Te extrañe, Milán.
—Hola, Mike —susurró con timidez.
La calidez de su abrazo la hizo comprender la cercanía que ambos poseían; era su amigo, solo que no podía recordar de él más allá de borrosos recuerdos al contrario de Bill, que lo recordaba más a la perfección.
—No, no sabía si vendrían después de tanto tiempo —soltó Mike entusiasmado alejándose de ella—. Pero claro, ustedes vinieron.
—Fue un juramento —soltó Bill posicionando una mano en la cintura de Milán para acercarla más a él—. Los perdedores deben estar unidos, ¿no?
¿Perdedores?
—Exacto —contestó Mike con simpleza—. ¿Lo recuerdas? Excelente —Milán se sintió fuera de lugar, no entendía que sucedía—. ¿Recuerdas algo más?, ¿Tú recuerdas algo, Milán?
Milán, balbuceo un poco como pez fuera del agua antes de contestar.
—Yo... eh, no, no puedo recordar nada. Perdón, pero no entiendo.
Bill observó a Mike que estaba deseoso de preguntar algo más, pero un par de nuevas voces los hicieron desviar la mirada. Milán sonrió con alegría de por fin poder ver dos rostros que sí conocía.
—Tráele solo agua —pedía el de lentes riendo, escuchando a su esposo.
—Nada que contenga huevo, gluten, castañas... —Eddie abrió sus ojos con sorpresa y cualquier otro ingrediente que indicaba no podía ingerir se perdió en el aire—. ¡Santo cielo! —exclamó viendo a sus amigos.
Los primeros en correr a los brazos del otro fueron Richie y Milán. Ella rio cuando Richie la hizo girar en el aire como cada vez que se veían.
—Mi zanahoria —soltó con alegría Richie poniéndola de nuevo sobre el frio suelo.
—Richie —sonrió ella.
—Ha pasado mucho tiempo.
—Demasiado —concordó ella.
—Ustedes dos se ven increíbles —soltó observando la interacción de Eddie con Bill y Mike—. ¿Qué mierda me paso a mí?
—¿De qué hablas? Tú también te ves genial.
—Lo dice la sensual pelirroja con ojos azules. Lo creeré —Milán rio.
Definitivamente lo que más había extrañado con el pasar de los años era a Richie, uno de sus mejores amigos.
Beverly caminaba con incertidumbre deteniendo sus pasos frente a la puerta de entrada. Sabía lo que sucedería, lo había visto una y otra vez en sus sueños. Lo había sufrido, la sensación de perdida día tras día, noche tras noche. Y, ahora, estaba ahí, un paso más cerca de lo que la había atormentado por años.
No podía marcharse, no ahora. No podía dejarlos solos. Debía, por primera vez, enfrentar su pasado y todo aquello que la ataba a él. Su corazón latía con prisa, tal vez podía haber una escapatoria. Era fácil solo debía dar la vuelta y volver por su hijo al motel donde se habían quedado.
Tom había sido demasiado veloz vaciando todas las cuentas que tenían en común y ella demasiado estúpida para no verlo venir. Año tras año de trabajo con su marca se habían ido abajo. No tenía nada, solo lo necesario para un par de meses a lo mucho. Había tenido que rentar un auto para poder llegar ahí, pero lo había dejado con Cassian en caso de una emergencia.
Así que prácticamente no tenía nada solo la vieja mochila sobre su hombro. Inhalo aire llenando sus pulmones y, de paso, su corazón de valor.
—¿Hay alguna clave o algo parecido? —preguntó una voz a sus espaldas, sobresaltándola.
Ben, pensó con nostalgia, pero no la suficiente para demostrar cuanto lo extrañaba.
—¿Perdón? —se hizo la tonta.
No le demostraría que aún lo extrañaba.
—El chico nuevo —dio una pista sin estar consciente de que ella lo recordaba a la perfección.
—¿Ben?
—Así es —él le sonrió como si ella nunca le hubiera roto el corazón, como si no lo hubiera engañado y eso era normal en él, porque después de todo la había perdonado.
No había secretos ya. No podía guardarle rencor después de todo ella había sido su primer amor.
Tomándose el atrevimiento, Beverly dio un par de pasos hacia Ben para abrazarlo con alegría. Eso era lo que alguien que recién recordaba a su amigo haría, ¿no?
—No puede ser —soltó ella con alegría y una sorpresa al sentirse rodeada de los brazos del que aun consideraba el amor de su vida, él sonreía con nerviosismo como un niño. Demasiado extraño le resultaba todo.
—Ha pasado mucho tiempo.
Desde que rompiste mi corazón...
Gaia observaba aburrida la televisión junto a sus hermanos, no había pasado mucho desde que sus padres se habían ido tal vez una hora o dos. El lugar se había vuelto un poco frío, lo cual podía ser culpa de la calefacción rota —ya le pediría a su padre hablar con la señora de la recepción para ver si les podía asignar una nueva habitación.
—Tengo hambre —se quejó Gia sentándose sobre la cama con molestia—. ¿Podemos pedir pizza del lugar que viste en Google?
—Sí, creo ya es hora de pedir algo de cenar —resoplo la mayor poniéndose de pie para buscar su celular—. ¿Hawaiana?
—¡Sí! —respondió esta vez Georgie con entusiasmo.
—Me da asco —estuvo en desacuerdo Gia.
—Pediré también una con pepperoni para ti —rodó los ojos Gaia antes de sonreír triunfante al encontrar por fin su celular—. ¿Es un trato?
Georgie y Gia asintieron con una sonrisa. Ambos solían pensar igual en casi todo a excepción de algunas cosas: Gia era desmadrosa, Georgie no, y en la comida solían ser diferentes; lo que uno amaba, él otro lo odiaba.
Mientras Gaia hablaba por teléfono no pudo evitar fruncir el ceño al observar las luces de la habitación parpadear, dio un paso hacia atrás cuando la televisión se apago de golpe.
—Gia y Georgie si esto es una broma no es graciosa —alejó el teléfono de su rostro para girarse hacia sus hermanos con molestia, pero ellos lucían igual o más desconcertados que ella.
—¿Cuál era la dirección, señorita?
—El motel de la calle 10 —susurró sin alejar esta vez su vista de la televisión.
—¿El hotel abandonado?
—¿Abandonado?
Y, entonces, sucedió. Como si de una extraña y retorcida broma se tratara la televisión delante de ellos se encendió solo que esta vez no se transmitía la vieja caricatura que estaban observando. Gaia frunció el entrecejo acercándose sin alejar el teléfono de su oído para ver con más claridad la figura del otro lado de la pantalla.
Un payaso sostenía un teléfono antiguo, sonreía mirando la cámara mientras detrás de él —lo que parecían muchos niños— flotaban.
—Hasta que por fin los puedo conocer —la voz del otro lado del teléfono cambio—. ¿Quieres jugar a un juego, Gaia?
—¿Quién eres?
Gia y Georgie se pusieron de pie para acercarse a su hermana, preocupados. Algo que aún no alcanzaban a entender estaba sucediendo. La mano libre de Gaia tembló mientras buscaba las de sus hermanos.
—Mira la televisión y sabrás quien soy.
Lo observó, él seguía sonriendo solo que esta vez estaba más cerca de la cámara. Las luces parpadearon con más fuerza y la puerta del closet chillo.
—¿Puedes abrirme la puerta del closet o tienes miedo?
Un golpe en seco los hizo gritar, dentro del closet había algo que deseaba salir o más bien alguien. El corazón de los tres latió de prisa y para su mala suerte el aire empezó a faltarle a Gaia.
—Geo...Georgie y Gia —los llamó sin alejar su mirada del armario, respirando con fuerza—. Co...corran a la salida.
Ambos niños no esperaron una segunda orden, al acercarse a la puerta esta misma no cedió. Alarmados los menores gritaron con fuerza en busca de ayuda, mientras por otro lado Gaia intentaba empujar la puerta con fuerza en busca de que cediera dejándolos salir.
Respiraba tal y como sus padres le habían enseñado, tomando segundos de pausas entre cada embestida a la puerta, a sus espaldas Gia y Georgie vigilaban la puerta del closet que no dejaban de sonar.
—Aquí todos flotamos —la voz siniestra del teléfono se escuchó dentro del closet poniéndole los pelos de punta a todos—. ¿No quieren flotar conmigo? —chilló con falso dolor—. ¿Por qué son tan malos conmigo?
Gaia tosió con fuerza preocupando a sus hermanos que aún no dejaban de gritar en busca de una ayuda que parecía jamás llegaría. Su pecho subía y bajaba con fuerza, inhalo aire una vez más antes de arremeter de nuevo contra la puerta, la misma que para su sorpresa se abrió con fuerza haciéndola caer sobre alguien.
—¡¿Están bien?!
—¡Necesitamos irnos y una farmacia! —gritó Gia corriendo fuera de la habitación con Georgie.
—Ayúdanos por favor —pidió Georgie con preocupación.
Él desconocido asintió mirando a la chica sobre sus brazos respirar con dificultad, se puso de pie con rápides sin soltarla para caminar con ellos hacía uno de los autos, ignorando el sonido que se producía aun dentro de la habitación.
—¿Qué le sucede? —preguntó con preocupación mirando a Gaia luego de unos minutos en la carretera.
—Tiene un ataque de asma, ocupamos un inhalador de alivio rápido —respondió Georgie con preocupación mirando a su hermana, mientras Gia intentaba recordarle como respirar.
—Está bien, lo conseguiré. Quédense aquí.
Ninguno dijo nada mientras el extraño chico bajó del auto con prisa adentrándose en una vieja farmacia. Esperaron con impaciencia un par de minutos hasta que por fin lo vieron salir del lugar con una pequeña caja entre sus manos que se fue deshaciendo de camino al auto. Él se acercó a Gaia bajo la atenta mirada de Georgie y Gia, y la ayudo con el inhalador igual o más preocupado que ellos.
—Vamos, inhala —pidió acercando una vez más el inhalador a la boca de la desconocida—. Eso es.
Gaia inhalo una vez más sintiendo como por fin el aire entraba con más libertad a sus pulmones, tosió un par de veces más para luego asentir. Por el rabillo del ojo pudo observar como sus hermanos se dejaban caer en los asientos del auto con alivio.
—Gra...gracias —susurró con cansancio mirando al desconocido que estaba agachado frente a ella—. Soy Gaia y...y ellos son mis her...hermanos; Georgie y Gia.
—Yo soy Cassian... Cassian Rogan.
Holii, ¿Aún quedan personitas por aquí? Luego de mil años, pude por fin traerles un capítulo. No crean que he querido desaparecer, simplemente han sucedido cosas.
Intentaré traerles capítulos un poco más largos o iguales a este, sin embargo, si aún quedan personitas aqui por favor voten y comenten ♡
¿Qué les pareció el capítulo?
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