
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 4
Eddie manejaba a toda velocidad por las calles de New York, iba tarde al show de su esposo y sabía que no podía llegar tarde otra vez más o Richie sin duda alguna se molestaría con él.
Sabía que era un riesgo conducir a esas velocidades, diablos, era médico y estaba consciente la cantidad de accidentes que se producían en carretera por manejar así. Lo sabía.
Mierda, mierda, mierda.
Tomó su celular observando la infinidad de mensajes de Richie, empezó por los audios que cada vez sentía se volvían infinitos. Su marido lo iba a matar.
"¿Dónde estás?"
"¡Eddie me estoy empezando a preocupar!"
"No puedo creer que de nuevo me hagas lo mismo."
Iba a morir. Definitivamente.
Cada audio era peor que el anterior y solo él sabía que eso significaba peligro. Diablos, eran más de diez años de matrimonio, conocía a Richie como la palma de su mano.
Nervioso tomó el frasco de aspirinas para verter una dentro de su boca, odiaba fallarle a Richie, no soportaba ver sus ojitos de decepción. Estiró su mano para reproducir el siguiente audio.
"Olvídate de que esta noche te voy a..."
El audio fue interrumpido por una llamada entrante, frunció el ceño y se sobresaltó por el sonido del claxon a su costado, se giró asomando su cabeza solo un poco.
― ¡Oye, idiota! ―gritó molesto―. Puedes volar si tienes prisa.
Su teléfono volvió a sonar, esta vez sintió su cuerpo helarse al reconocer la dirección.
No, no, no.
Derry, Maine.
Dudo en contestar, de hecho, no deseaba hacerlo. Algo en su interior le pedía a gritos no contestar, algo le advertía que no lo hiciera. No hizo caso, aunque debió haberlo hecho.
―Hola ―le costó pronunciar aquello―. ¿Quién es?
―Soy yo, Mike.
― ¿Mike?
Recuerdos fugaces le nublaron la mente, eran demasiado rápido para detenerlos y lo único que podía sentir era miedo. El miedo le caló los huesos a tal punto que no sintió nada cuando un auto embistió su camioneta. No sintió nada más que pánico, pero estos provenían desde antes del accidente; de los recuerdos.
― ¡¿Eddie estás bien?! ―la preocupada voz de Mike lo hizo volver a la realidad, Eddie observó sus manos temblorosas para luego mirar a su alrededor.
―Sí estoy bien.
Estoy bien...
Richie llegó a su casa sintiéndose la peor mierda del mundo, la sensación de miedo aun no desaparecía de su pecho y para colmo Eddie no contestaba sus llamadas. A pesar de todo, también se sentía molesto con su enano. Otra vez le había fallado.
Comprendía el trabajo de su esposo, lo hacía, sin embargo, no podía evitar sentirse molesto cuando terminaba plantado y vaya que ocurría muchas veces. Amaba a Eddie más no se sentía suficiente para él muchas veces.
―Me dejaste de nuevo plantado ―soltó sin ánimos al hombre de espaldas a él en la mesa del comedor mientras lanzaba sus llames dentro de un pequeño recipiente en una mesita a su lado.
―Lo siento ―susurró Eddie sin levantar la mirada para verlo.
Ni darle la cara podía.
¿Tan poca cosa era?
―Da igual, siempre es lo mismo ―la molestia era visible en su voz.
Dio varios pasos para quedar frente a él, si iban a pelear lo harían dándose la cara. Aunque su molestia se disipó como la espuma al ver a Eddie limpiar una herida en su antebrazo, no dudo en acercarse y agacharse a su altura con preocupación.
― ¡¿Qué pasó?! ―exclamó preocupado llevando sus manos al rostro de Eddie para acunarlo.
Él no lo miro.
―Yo...
―Eddie ―lo obligó a mirarlo.
―Choque tu camioneta en la mañana cuando iba a tu show ―una lágrima se deslizó por la mejilla de Eddie―. Yo... yo la envíe a el taller, te prometo que va a quedar como nueva, perdo...
Sus disculpas fueron acalladas por el beso de su esposo, era un beso tierno lleno de preocupación, aunque también de alivio por verlo a salvo.
―Me vale una mierda la camioneta ―susurró Richie cuando sus labios se separaron, recostó su frente sobre la de él―. Lo único que me importa es saber que estás bien.
―Lo estoy ―repuso con calma. La calma que solo Richie podía transmitirle.
Richie se alejó para mirar con detenimiento el brazo de Eddie en busca de cualquier inició de alarma.
―Son solo cortes, sanarán en unos días ―informó para calmar cualquier pensamiento que pudiera tener Richie.
― ¿Seguro?
―Sí, no es grave.
Richie volvió a respirar con normalidad, tomó un poco de algodón y alcohol para ayudar a Eddie que no dijo nada. Ambos permanecieron en silencio sin saber cómo abordar la llamada que cada uno recibió.
¿Por qué les ponía nerviosos?
Muy en su interior tal vez lo sabían.
― ¿Cómo estuvo el show?
Richie se mordió el labio sin saber si decir la verdad o mentir.
―Estuvo... ―suspiro―, fue una mierda.
― ¿Sucedió algo?
―Recibí una llamada ―optó por la verdad―. Me puse nervioso... como si...
―Como si hubiéramos vivido algo horrible ―completo Eddie mirándolo.
― ¿También...?
―Por eso choque.
Richie suspiró poniéndose de pie, miro la fotografía en la pared y pensó en las miles de formas en las que podían excusarse de no ir. No deseaba volver a ese maldito lugar homofóbico, no quería saber que deseaba decirles Mike, el moreno podía venir aquí mismo a decírselo. No, no iban a volver.
―Tenemos que ir ―pronunció distraído Eddie.
No era una pregunta, al contrario, era una afirmación.
―Yo digo que no, si desea puede venir a hablar aquí...
―Richie... Mike nos necesita ―estiró su mano para tomar una pomada―. Nada perdemos con ir.
―No hemos ido y ya perdimos cosas, Eddie. No lo sé, hay algo extraño.
―Entonces tendremos que averiguar que es, iremos y volveremos rápido, cariño.
Ojalá se hubiera negado.
Ojalá hubiera dicho que no.
Algo en el interior de Richie le pedía a gritos negarse, pero hizo lo contrario y simplemente asintió con su cabeza un par de veces dándose por vencido e ignorando la sensación que aún seguía clavada en su pecho.
Lamento haberme perdido, espero aún sigan por aquí algunos. Pronto habrá nueva actualización.
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