Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3x06: ᴍʏ ꜰʀɪᴇɴᴅ ɪꜱ ᴀ ᴛʀɪᴀɴɢʟᴇ.

Hoy era otro día en el cual no iba a trabajar, pues el tener a Bill Cipher como mi sombra me era imposible hacer mi vida cotidiana sin parecer una completa loca. Era claro qué, estaba en una constante pelea con él, que hasta cuando hacia mis compras, el demonio debía estar allí presente, como en cualquier otro suceso de mi vida. Y aquello había hecho de mi vida un poco más incómoda y tortuosa, pues mi intimidad estaba expuesta a un demonio de un ojo.

Pese a eso, tenía ventajas, o eso quería creer. En ocasiones, creía que Bill me ayudaba un poco y me salvaba de cosas que podían ocurrirme, como baños portátiles que te llevaban a otra parte, los mosquitos molestos que escriben malos mensajes o criaturas con cara de estómago, otras dimensiones, monstruos de lago, brujas que den maldiciones, entre otros horrores de Gravity Falls. A lo mejor también me salvaba de herramientas peligrosas como lo era el borramemorias o hasta de policías y agentes que podrían estar detrás de mí. No era algo seguro, pero una ventaja deberá el tener un demonio a tu lado, sin embargo, aún no las conocía, pero esperaba hacerlo.

En ocasiones también trataba de incomodar a Bill, pero él conseguía la manera de incomodarme, haciendo esto tan diferente a lo que yo imaginaba. También intenté hacer que mi tiempo con Bill fuera más "provechoso", creí ser lo suficiente buena como para convencer al demonio en hablarme sobre temas interesantes o conspirativos para muchos, pero este no cooperaba o me dejaba la información a medias, y eso era molesto, pero algo era algo.

Una cosa más, era que, últimamente me sentía seguida, incluso en mi propia casa. Al darme cuenta de ello, me percaté que desde hace días un carro completamente negro se estacionaba frente a mi casa, y después me di cuenta que ese carro le pertenecía a Gideon Alegría, o eso me había informado Bill. Al parecer, el peliblanco comenzaba a acosarme, sin embargo, no sabía la razón exacta.

¿Será que no confía en mí? Pero, ¿por qué no lo haría? No le había dado motivos para eso, y aquello me molestaba, pues no entendía aquella vigilancia extraña que me hacía.

Poco a poco mi casa se volvía en mi refugio, y Bill en mi... ¿único amigo? No lo sabía, pues él era mi única compañía en Gravity Falls, y aunque en ocasiones me sacaba de quicio y me hacía quedar en ridículo con todo el mundo, le tenía un cierto... ¿aprecio? Sí, creo que... sí, le tenía aprecio.

─Entonces... ¿qué te harás de comer?

─¿Qué? ─cuestioné confundida, contemplando a Bill frotando encima de mí con diversión, dejando ver que simplemente estaba jugando conmigo, pues en realidad no le importaba si comía o no, sólo preguntaba para molestarme.

─¡Vamos, chica! ¿No me dirás? ─insistió Bill, sacándome de quicio─. ¿O es que no te alcanza?

─Sabes que no ganaba mucho con Linda Susan, Bill. Deja de molestar ─pedí molesta, abrazando mis piernas en el sofá, tratando de darme paz, pero con Bill aquí, era imposible.

─Según tu madre...

─No pienso pedir dinero ─dije interrumpiéndolo, pues, Bill había estado en cada una de mis videollamadas y llamadas con mi madre, y aunque ella se había visto muy flexible en apoyarme, yo era incapaz de aprovecharme de ella, y Bill lo sabía.

─Entonces...

─No haré un trato ─dije dándome cuenta de las intenciones de Bill, haciéndolo molestar mientras yo hacía una mueca fastidiada ante su ocurrencia.

─¡Oh, vamos! ─exclamó molesto el villano, poniéndose completamente rojo y estallando de ira, alzando la voz, conforme crecía de tamaño─. ¿Qué tan insoportable debo de ser para que me dejes libre? ─comentó molesto. Y sabía a lo que se refería.

Yo lo había ayudado a dejar de ser una estatua de piedra, ahora él necesitaba que alguien lo ayudara a ser el "rey supremo" para ser libre y tomar todas las formas necesarias y tener el poder suficiente, pero yo no se lo permitiría. Había sido una completa tonta e irresponsable al liberarlo, pero no seguiría cometiendo estupideces nunca más.

─No lo haré, Bill ─declaré soltando un bufido, sosteniéndole la mirada al demonio─. No hoy, no mañana, no nunca.

El demonio pareció enloquecer, sin embargo, mantuvo la cordura, y esta discusión no paso a mayores, pues actúo como si no le importara mis decisiones.

─Bueno, sufre entonces.

─No es un sufrimiento, creo que hasta me empiezas a agradar ─comenté haciendo que la vista del demonio se fijara en mí, molesto ante mi respuesta, haciéndome reír─. Conoces tanto de mí, hasta la más íntima parte, sin contar que, me acompañas hasta cuando estoy en el "trono"... creo que hasta podrías ser mi mejor amigo.

Al aclarar aquello, que básicamente sólo fue para torturar al demonio, lo miré atenta esperando una reacción negativa de la criatura o una mirada de odio o impaciencia, pero aquella criatura sólo me miró sin mostrar ninguna pista de cualquier otro sentimiento o emoción, como si me analizará o no me creyera del todo, y tenía sus razones para no hacerlo, además de la facilidad de invadir mi mente.

─Estas bromeando ─soltó la criatura de un ojo, entrecerrando del mismo, dudoso, a lo cual yo rodé de los míos, molesta.

─Claramente sí.

Y ante eso, el demonio rio volviéndose tan pequeño que podía sostenerlo en mi mano, mientras me miraba con ternura y se apegaba a mi hombro, parándose sobre este y picando de mi mejilla con su sombrero.

─Pues bien, eres una humana muy "rara" ─comentó recalcando lo "rara", haciéndome sonreír, pero aquella magia y aquel momento se desvaneció con el sonido de la puerta principal siendo tocada.

Al instante, la mirada de ambos se dirigió al lugar, hasta que una voz provino de la misma.

─Hola, ¿hay alguien? ─soltó la irreconocible voz de Soos─. ¿Anette?

─¡Es Soos! ─solté para Bill, como si él no supiera quien era Soos, pero él claro que lo sabía.

─Mi viejo enemigo: signo de pregunta ─murmuró el demonio, mostrando reflejado en su piel varias... "fotografías" del mismo, mientras sostenía su palo con elegancia─. Él podría saber que estoy aquí.

─No creo, él es...

─Es más inteligente de lo que crees ─recalcó el demonio, leyendo mi mente. Y pese a que, no estaba del todo de acuerdo, pero tampoco consideraba a Soos como alguien no tan inteligente, guardé silencio, hasta que una vez más, la voz de Soos hizo presencia.

─¿Anette?

─Contrólate ─murmuré a Bill, aunque en realidad me lo decía a mí, pues mis manos comenzaron a sudar de los nervios que me daba esta situación.

─Contrólate tú.

Y cuando Bill dijo aquello, lo miré molesta y caminé hacia la puerta, decidida y un poco más tranquila. Abrí de la misma con una sonrisa, recibiendo al hombre regordete y simpático, que tenía una sonrisa tierna en su rostro, sin embargo, a pesar que tenía un amigable rostro frente mío, no pude evitar contemplar que en el fondo se encontraban los matones de Gideon y el peliblanco.

Ellos estaban del otro lado de la calle, pero miraban atentos a mi dirección; como una amenaza, que me hacía sentir incómoda.

─¿Vienes con ellos? ─pregunté antes de que Soos dijera algo, a lo cual, él contestó al instante.

─Sí, por supuesto ─afirmó─. Por mi seguridad.

─Nunca te haría nada.

─Vi un anime en dónde una chica escondía un demonio en su armario, ¿tú lo tienes escondido allí? ─soltó la interrogante de una manera muy extraña y sorpresiva, tomándome desprevenida mientras lo miraba en shock, pero antes de que surgiera algo más, actúe.

─¡Aquí no hay ningún demonio! ─me exalté, esperando que aquello también lo escuchará Gideon─. ¿Por qué dices eso?

Y a diferencia de mí, Soos respondió más rápido.

─Sólo era para asegurar... ─murmuró aquello, entrecerrando los ojos, mirándome retadora. Y aunque tenía delito, mantuve la mirada para que no existieran dudas, y antes de cualquier otra cosa, volví a tomar la palabra.

─Por cierto, sobre la renta...

─Lo sé, lo sé, no tienes dinero ─dijo él, mencionando algo que yo nunca le había dicho─. Podrías trabajar en la cabaña de misterio.

─No lo sé, Soos... ─rechacé al instante, tomando de la puerta con cautela, ante las palabras de mi rentero─. Soy muy escéptica.

─No parecías escéptica cuando...

─Oye, estoy cansada... ─interrumpí al hombre, el cual me miró con una fina línea en los labios, serio.

─Oh, está bien, entiendo. Cualquier cosa, llámame.

─Lo haré.

Y al decir aquello, el hombre se apartó y yo cerré la puerta con seguro de inmediato, y di la vuelta, encontrándome con mi mejor amigo.

─¿Algo que decir? ─mencionó la criatura, observando sus manos, en especial sus uñas, como si analizara de estás, mientras yo soltaba un suspiro cansado.

─Gracias por no ser insoportable.

─De nada.

△▽△▽△▽△▽△▽△▽△▽△▽

Los días en ocasiones se me iban rápidos, y en otras, frustrantes, aun así, la peor parte de mi día se podría decir que era cuando me tenía que dormir. Siempre tenía miedo de Bill, ya sea que me atormentara en mis sueños o estuviera presente en mi cabeza, haciendo que, de cierta forma, mi cuerpo despertara cansado. Además, en el diario, Stanford advertía como era Bill Cipher en la mente, la ventaja era que, yo nunca había hecho un trato con él, por desgracia, eso no me libraba de sus bromas pesadas que solía hacerme.

En ocasiones, encontraba la manera en que Bill me dejara dormir en paz, y esas eran cuando platicaba con él un poco antes de dormir, como que le cansaba que cuestionara de su pasado o cosas que no tenían importancia según el demonio, y ahora que ansiaba dormir bien, al menos hoy, así que podía hablarle para lograrlo, por eso lo hice. Entonces, cuando estaba acostada en mi cama, envuelta entre sabanas, miré a mi alrededor, notando que mi singular amigo no estaba cerca, pero eso no me impedía hablar con él. Probablemente estaba oculto, husmeando en mis memorias, atormentando a alguien más en Gravity Falls, pero sabía que, siempre que lo llamaba, él aparecía.

─Bill... ¿estás ahí? ─llamé fijando mi vista a todas partes, esperando que apareciera encima de mí o algo por el estilo, pero no lo hizo.

Fruncí el ceño confundida, y me removí en la cama incómoda, levantándome un poco para estar sentada en la cama, recargando mi espalda con el muro de la misma, pero al hacerlo, algo duro y grande se sintió detrás de mí. Al instante, me asomé asustada, encontrándome al demonio, que al instante se apartó de mí y se colocó a mi lado derecho, flotando en la cama, haciéndome soltar un bufido ante su aparición repentina, que sólo había hecho que me asustara, lo bueno era que, no había pasado a mayores, sacándome un grito o algo así.

─Sí, claro. No tengo nada más que hacer ─contestó Bill burlón, mirando sus manos con detenimiento, posándose como un total engreído, haciéndome rodar los ojos.

─¿Por? ─cuestioné, aunque ya sabía la respuesta, sólo le quería molestar como él hacía conmigo, y eso lo noto al instante el demonio, que me miró cansado y fastidiado, haciéndome sonreír ampliamente.

─Porque... aún estoy atrapado entre el borramemorias y los recuerdos salvados ─respondió con obviedad, haciéndome soltar una pequeña risa, al ver la frustración del triángulo─. Estoy atrapado en la tierra, no puedo ir a mi dimensión ni nada.

─Que absurdo, ¿no? ─comenté de repente, haciendo que el demonio me mirara consternado y sin entender a qué iba mi comentario, por lo cual, seguí─. Atrapado en la casa de una estúpida humana ─dije con una sonrisa, haciendo que el triángulo acariciara su ojo frustrado, como si tuviera dolor de cabeza o algo así, sacándome una pequeña risa.

─Nunca te he dicho así ─mencionó Bill, cruzando sus brazos en su pecho con fastidiado, alegrándome más.

─Creo que sí.

─Eres una humana rara, eso sí, pero te aceptó en mi círculo de fenómenos ─declaró acostándose en la cama, a lado de mí, colocando sus brazos como si fueron una almohada y cruzando sus piernas, manteniéndolas una encima de la otra, manteniéndose cómodo, mientras tenía su ojo cerrado.

Lo miré atenta, contemplándolo, sin eliminar mi sonrisa.

Hasta qué, el recuerdo del diario y de Stanford Pines se hizo presente, recordando como aquel hombre decía que creyó tener una amistad sincera con el demonio, que incluso le ofreció mucho más de lo que imagino cuando sucedió el raromagedeon ─o eso decía en el libro dedicado a Bill─. ¿Será que todo eso que le prometió Bill al señor Pines, era verdad? Si fuera cierto, y Bill me estuviera ofreciendo ser parte de su círculo, ¿por qué lo haría conmigo, si yo no sabía todo lo que sabía Stanford?

Hice una mueca contemplando al demonio, y dudando de mi palabra, sin embargo, al final hablé, esperando sacar esta duda de mí.

─¿Cómo aceptaste a Ford? ─cuestioné confundida, haciendo que el demonio abriera su ojo y me mirara, analizándome, recorriendo cada rastro de mi rostro con cuidado, como si verificara algo, pero después de unos segundos, me contestó.

─Tuvo un lugar, pero lo desperdicio por su familia ─afirmó lo que ya sabía, por lo cual, sólo asentí.

─Quería a su familia, ¿cierto? ─cuestioné lo obvio, viendo las reacciones qué hacía Bill al hablar de los Pines, pero en esta ocasión estaba muy tranquilo y neutral, sorprendiéndome.

─No lo sé...

─Creí que...

─¡No quiero hablar de los Pines, niña! ─gritó fastidiado, levantándose de la cama, y haciendo que me pegara en la cabeza de la sorpresa, ante su gritó, brinco y su transformación repentina─. ¿Quién quiere hablar de sus enemigos en momentos así? ─cuestionó manteniéndose rojo y enorme con su ojo tan abierto, y con una voz gruesa y escalofriante, asustándome, sin embargo, traté de calmarme y solté una risa, viéndome juguetona y para nada intimidada por él.

─Que amargado... ─solté en un murmullo consternando a Bill, haciendo que poco a poco se calmara y se hiciera pequeño y amarillo, provocando el silencio y la calma alrededor de nosotros, pero a su vez, era incómodo: ─¿Crees que...? ─intenté preguntar para salir del silencio, sin embargo, al instante el demonio me detuvo mis palabras, tomándome por sorpresa.

─Vamos niña, sé que ibas a preguntar ─contestó molesto, porque a pesar que ya había dejado su ser... molesto, aún estaba así.

─¿Por qué me dices niña? ─pregunté haciendo una mueca, viendo a la criatura triangular con la ceja derecha alzada, esperando su respuesta, y el demonio sonrió ante mi duda.

─Eres una niña para mí. No has vivido los años suficientes, ni has pasado las experiencias que yo he pasado para ser lo que soy, entonces, eres una niña ─aclaró en tono sabiondo haciéndome asentir, pues de cierta forma tenía razón, aunque a su vez, yo no tenía la capacidad de hacer lo que él decía. En la tierra, así no eran las cosas, no lo eran.

─En mi mundo, soy una mujer ─mencioné y el demonio me recorrió con la mirada de la cintura para arriba, pues de la cintura para abajo, estaba cubierta con una sábana, y ante su mirada, sentí un escalofrío en mí.

─Sí, algo...

─Deja de verme así, pareces un pervertido ─dije incómoda, sosteniendo de mi sabana, y cubriéndome también la parte de arriba de mi cuerpo, haciendo que el demonio me mirara fastidiado ante mi actitud.

─He visto centenares de cuerpos humanos desnudos, y la verdad es que son... raros. Siempre te lo he dicho, pero parece que no entiende esa cabezota tuya ─comentó cerrando levemente su ojo y moviendo un poco su cuerpo, demostrando su desagrado hacia nosotros─. Son sacos de huesos, carne, arterias..., algo espeluznantes.

─Y tú eres una figura geométrica ─demandé colocando mis manos en mi cintura, viéndolo con firmeza, haciéndolo reír a carcajadas, sorprendiéndome, y cuando este se dio cuenta de mi confusión, dejo de reír volviéndose a mirar fastidiado.

─¿Los humanos no tienen otro tipo de humor? ─cuestionó a lo cual sonreí, riendo levemente, mientras Bill me miraba con cierta ternura, haciendo que el silencio incómodo nos invadiera, por lo cual, una vez más, lo quise romper.

─Cuéntame de Gravity Falls ─pedí con dulzura, pero Bill una vez más se molestó conmigo, dejándolo ver en su cuerpo y en su ojo.

─Sabes lo suficiente gracias a ese diario.

─Pero tú sabes más de lo que sabe Ford ─argumenté diciendo por primera vez el diminutivo de Stanford Pines, probándolo en mi boca, sonriendo un poco─. ¿Alguna vez...?

─Sí, varias veces, pero sólo Ford había podido cumplir mis sueños ─contestó sin dejarme terminar la pregunta, pero contestando lo que tanto quería saber─. Lástima que no duro.

─No creo que nadie más caiga ─mencioné divertida, haciéndolo que me mirara de forma retadora.

─Lástima que no eres lo suficiente hábil para hacer lo que quiero ─comentó de repente, dejándome perpleja ante el doble sentido de sus palabras.

La verdad era qué, no sabía si yo era la que malinterpretaba todo, o Bill me daba motivos, pero claramente él no lo decía en ese tono, y antes de que me reclamara por mis pensamientos sucios, hablé.

─Y dices que no soy una humana tonta ─comenté haciendo que ambos riéramos, dejando lo incómodo atrás.

─Eres... de un promedio.

Y ante su pequeño halago, me emocioné un poco, sintiendo mis mejillas rojas y mi felicidad crecer.

─Gracias, Bill.

─Duerme humana, que mañana debes trabajar ─declaró un poco preocupado, haciéndome sonreír, pues tal vez, el demonio hoy me dejaría descansar plenamente y era lo que quería.

─Eso haré. Gracias por... ¿ser mi amigo? ─solté con duda, haciendo que Bill dirigiera su mirada a mis ojos, viéndonos atentamente, hasta que el demonio habló, molesto.

─Deja de llamarme amigo.

─Está bien, triangulo parlanchín.

20-5-3-19-5-21-16.

En un verano de misterios, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro