Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Ālātus: In crescendo

«El verdadero enemigo es el ego. Aprende a dominarlo. Aprende a desafiarlo».

Céfiro se paseaba imperturbable. Repetía aquel proverbio, una y otra vez, tanto como mis pulmones se llenaban de oxígeno. Pero, en esta ocasión el viento no quemaba. No desgarraba mi aliento ni mi pecho. Permanecí sentado y con mis piernas cruzadas. Percibiendo la suave brisa que emanaba mi mentor. Primavera pura. El propio centro de un jardín de rosas. Era la promesa de un mañana que en un principio se me había sido vetado.

Cerré mis ojos, intentando concentrarme, sin embargo, algo me hacía cosquillas en el dorso de mi mano izquierda. Pequeñas  ventiscas en forma de esferas giraban dentro de esta, causándome aquella sensación. Sonreí fugaz.

—¿Estás preparado? ¿Astreo? —Iris, bajo un manto multicolor se me acercó.

—Elián, mi nombre es…

Ella solo asintió.

Traté de mantener mi concentración, procurando elevarme bajo la misma posición en la cual me encontraba.

Iris, quien con ternura evitaba reír, carraspeó, imitando el mismo tono de mando de Céfiro.

—Siente que estás en tu propio lecho, en tu descanso, y que ambos se vuelven uno. 

Acaté, depositando todo lo aprendido por los Anemois¹.

La celeridad se había apoderado de mi cuerpo, impulsándome a maniobrar con ambas manos los ovillos de viento, los cuales se desplazaban a mi alrededor.

—Vas bien, hijo de Eolo. —Céfiro abrió el ventanal, indicándome que me acercara. Estiré mi cuerpo, abandonando mi postura, volando a ras de suelo. 

—No pretenderás que yo…

Una gruesa vena latía en mi cuello. La ansiedad me carcomía, cayendo en un leve descontrol propio de mi humanidad.

Iris levantó sus cejas, mordiendo su labio inferior, como si intentara detenerme.

—Comprendo; aún no estás capacitado.

Sentí mi sangre helar, con cierta cólera, estimulando otra de mis sensibilidades. Olvidé en segundos el aforismo de mi preceptor. El ego me dominaba.

Veloz destroce con un pestañar el pocillo de sopa que estaba en mi velador, iracundo. Más violento que la vez anterior en el hospital.

Mis sentidos y nuevas capacidades, además de revolotear en espacios cerrados, y la movilidad de ciertos objetos habían aumentado: desde la percepción de los aromas, como la facultad de controlar mis reflejos, no obstante, era un trabajo arduo. Por más mi linaje proviniera de una gran deidad, mi humanidad se hacía presente.

Ambos dioses se observaron, asintiendo.

Una ráfaga nos envolvió a los tres, estimulándome a que, con propia voluntad, atravesara la ventana completa, revoloteando hacia el oscuro firmamento. De manera inconsciente, mis brazos comenzaron a moverse como un ave, dirigiendo la ventisca que me acompañaba como si fuera mi ángel guardián. Por vez primera gobernaba mis capacidades.

«Todo se acomoda y se acopla cuando la voluntad se enfatiza», murmuró la diosa.

Y, sin embargo, uno de los destructores helénicos, seguía el rastro del hombre alado.

Anemois¹: dioses del viento buenos o  destructivos.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro