
𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈𝐈
Había algo que le molestaba, estos días trabajando y viendo con otra perspectiva a los anteriores donde parecían tener vida normal le estaban haciendo cuestionar demasiadas cosas. Muchas para su gusto.
Incluso nacieron inseguridades qué simplemente no tenían sentido. Para empezar Ori estaba bien, antes de que escaparan de Slunce el niño enfermaba con mucha frecuencia y sus recaídas iban empeorando Aziz y él tenían la teoría de que era porque estaba en Yamatai.
Por años existió el mito que cuando Hanako lloro esa noche funesta en la que perdió contra el emperador Mao sus lágrimas cayeron al suelo dejando que la bendición poco a poco echara raíces por toda la isla. Se decía que solo los solis podían sentir a la isla viva, cómo si respirara los cuentos que contaban en el palacio hacían énfasis en que si los solis se alejaban de su reino entonces la bendición se haría débil.
En parte esas conjeturas eran ciertas, de niño le gustaba salir de noche al jardín más alejado del palacio, recostarse mirando las estrellas y sentir el hormigueo en su nuca, en la punta de sus dedos. Era sentir viva a la Diosa qué los cuidaba.
Según sus maestros, decían que el hecho de que nosotros aún se ocupaba la bendición esta no se volvía débil en la isla. Si eso era cierto, Ori estaba constantemente sintiendo la energía que lo estaba matando, por eso Aziz quería sacarlo de ahí porque tal vez alejado de Yamatai podrían observar si esa hipótesis era correcta.
Y lo era.
Ori estaba más vivo, no tan cansado como siempre lo veía cuando se escapaba. Las marcas en su cuerpo poco a poco estaban desapareciendo, bueno, se veían como cicatrices pero parecía que se estaban curando.
Miro a Basilius cargar al niño sin nada de esfuerzo y ponerlo en su hombro mientras reía y daba patadas con sus pies, una sonrisa floreció en sus labios la marca en su hombro comenzó a arder por lo que rodó los ojos y cerro los ojos intentando concentrarse.
Las palmas picaron, no de una forma dolorosa si no una conocida, una qué le gustaba de hecho, abrió los ojos y dejó que de su palma saliera una pequeñísima flama brillante y juguetona que comenzó a bailar a su alrededor, Ori corría hacia él con una sonrisa de oreja a oreja pero paro en seco al ver la flama danzando al rededor.
—¿Cómo hiciste eso?— preguntó curioso y animado viendo como la misma comenzaba a dar vueltas a su al rededor.
Se alzó de hombros:—Solo... Con la mente— y cómo estas pequeñas cosas no dolían hizo más, mismas que rodearon a Ori y que lo hicieron reír mientras se abrazaba a sí mismo para que las flamas no lo quemaran.
Basilius llego y se sentó a su lado al ver que las flamas comenzaron a sobrevolar todo el lugar y que Ori las correteaba como si fueran burbujas.
—Estas pensativo— dijo el alfa con una ceja alzada—. ¿Pasa algo?
Nego con la cabeza:—En realidad no, ¿tú estas bien?— sin mirarlo corto el pasto debajo de él para distraerse.
—Sé que no confías en mi desde Aziz— Gon asintió—. Pero me preocupas, tú y el niño— uso ese tono paternal que tanto odiaba—. ¿Pasa algo?
—¿Por qué nos traicionaste?— preguntó de repente, sintiéndose impotente—. Esa noche, ¿por qué nos acusaste?
Hubo un silencio incómodo entre ambos, pensó que el alfa no contestaría la decepción invadió de repente su sentir, se iba a levantar tomar a Ori e irse sin embargo antes de que pudiera hacer algo la voz de Basilius se escucho:—Aziz me lo pidió.
—¿Aziz?— lo miro consternado por la pobre respuesta.
—Alguien dentro del palacio ya sabía que algo pasaría— el hombre no lo miro—. Cuando Aziz llego al barco este ya estaba clausurado y siendo vigilado por protectores— abrió los ojos sorprendido—. Aziz peleó con ellos y logró escapar— sus manos cortaron con más fuerza el pasto—. Cuando lo encontré me rogó que fuera y lo entregará.
—¿Por qué haría eso?— preguntó de repente con la voz rota.
—Yo iba a seguir el plan b— suspiro mirándolo—. Aziz no quería pero yo pensé que podía sacarte a ti y a Ori, pero luego llego Luck y me dijo que te habían encerrado— su mirada era cansada, como si recordar esos sucesos aún tuvieran un peso enorme en su corazón—. Aziz se volvió loco y me dijo que lo entregará— un nudo se formó en su garganta—. Iban a descubrir en cualquier momento que estaba conmigo, él me pidió que te cuidara a ti y a Ori.
—¿Por... Por qué jamas dijiste nada?
—No pensé que te volvería a ver, preferiría que dejaras todo tu odio a mi que te culparas o que llegaras a tener un poco de rencor a Aziz— suspiro con pesadez—. Aziz quería alegar por ti...
—Lo hizo— recordó los gritos, el dolor—. Dijo que me había manipulado.
—Cargó con eso todos los días Gon— el hombre jugó con sus manos con nerviosismo—. Tú y él son como hijos para mi, entregarlo me destrozó.
Era la primera vez que escuchaba ese lado sentimental y rotó por parte de Basilius:—Es mutuo— contestó en un susurro con los ojos picando.
—Por supuesto que debe ser mutuo— el alfa le dio una sonrisa divertida aunque sus ojos estuviera brillantes—. Soy más tu padre que tu padre biológico.
Sonrió divertido, tenía un punto:—Un poco, si.
—¿Algo más que decir?— preguntó el hombre, se sentía cansado de hablar de tantas emociones pero no dudo en contestar ahora menos a la defensiva.
—¿Qué les pasó a los betas qué se iban a ir con nosotros?— preguntó mirandolo con las manos llenas de color verde por el pasto—. Ellos iban a estar desde la mañana en el lugar.
—No lo sé— dijo con un suspiro—. Yo me fui por unos días para aparentar, Jingū se quedo a cargo de lo demás— sus manos se recargaron en sus rodillas abiertas—. No hubo ningún juicio.
Frunció el ceño confundido:—¿Cómo que no? La reina no hubiera dejado pasar ese detalle— contestó desconcertado.
—Lo mismo pensé— suspiro—. Pero no hubo nada, simplemente desaparecieron, ¿los omegas, recibieron su castigó?
—No— negó con la cabeza, ella ni...—. Ella nunca los menciono— su mente comenzó a repasar todo lo que pasó ese día—. Ellos nunca fueron enjuiciados, Idril nunca menciono otro juicio después del mío.
—¿Qué?— Basilius le miro con duda—. ¿Y los niños?
—Ellos...— abrió los ojos al darse cuenta—. Idril jamás menciono nuevos niños, nosotros cuidamos siempre de los nuevos pero ellos jamas llegaron.
—Eso no tiene sentido— suspiro.
—Lo sé— miro sus manos temblorosas—. Hay algo muy raro en todo eso— se toco el cuello inseguro de que pensar—. Sea como sea, fue bueno que hablaras.
—Deberíamos irnos antes de que Killua se ponga como loco— Basilius se levantó sacudiendo el polvo de su ropa, miro a Ori qué ahora jugaba con un pequeño riachuelo con las flamas a su alrededor, cerro la palma haciendo que cada una de ellas explotara en varias luces, Ori los miro curioso—. ¡Es hora de irnos!— grito el hombre haciendo que Ori corriera hacia ellos.
—¿Crees que Ori sería feliz aquí?— preguntó de repente viendo al niño correr—. En este lugar.
—Ya es feliz aquí— dijo el alfa con las manos en sus caderas—. Y tú también lo eres, niño.
El sentimiento floreció en su pecho, era verdad que se sentía mucho más contento aquí. A salvo.
Volvieron a la granja cuando el sol ya se estaba escondiendo, la brisa era húmeda, Ori tarareaba una canción que solía cantarle cuando el niño no podía dormir, al llegar Bisky los sorprendió con la maravillosa noticia de que Dante ya se había ido hace unas horas atrás y que por fin ya tenían un plan completo.
La noche iba a ser un poco cansada. Gon vio como Ori iba con Killua para hablar de su día sonrió con cariño al ver que el alfa le daba total atención al niño.
Ellos estaban bien aquí.
Estaba arreglando algunas radios y micrófonos mientras escuchaban las grabaciones del despacho del alcalde el cual era un imbécil, pero aquí estaba... Escuchando.
Jingū frente a ella lo veía con intensidad, así estaba desde hace unos veinte minutos comenzaba a hartarse, escucho pasos en las escaleras y las voces de Leorio y Killua, el alfa paso alado de ellos no sin antes poner un mano en su hombro que hizo que alzara la vista para verlo:—Vamos a salir, volvemos en dos horas más o menos— asintió a ambos alfas porque Leorio también estaba ahí.
—Cuídense— les sonrió a ambos—. Y no se metan en problemas.
—Mamá estaré bien— ironizo Leorio con una sonrisa divertida—. Papá me va a cuidar muy bien— entonces el alto tomo los hombros de Killua puntualizando sus palabras.
—Cállate Leorio— Killua rodó los ojos—. Nos vemos al rato— lo soltó dejando un rastro de calidez en su cuerpo—. Jingū— saludo a la alfa que le sonrió a Killua.
—Y Killua— el alfa lo miro curioso—. No más dulces para Ori— el alfa frunció el ceño—. Lo digo en serio, es mucha azúcar.
—Ya vere— le guiño el ojo con diversión haciendo que Gon rodara los ojos—. Vámonos Leorio.
Fue así como los dos hombres siguieron su camino saliendo de la casa, por su parte bajó la mirada evitando a toda costa los ojos insistentes de la pelirroja.
—¿Te das cuenta que parecen una pareja de casados?— preguntó la chica, haciendo que soltara las herramientas y la viera.
—Somos amigos— dijo aunque la palabra sonaba un poco extraña, a veces pensaba en ellos como una familia.
—Claro— se alzó de hombros—. Pero si estas más distraído de lo normal, ¿qué pasa?
—He estado pensando en Ori— susurro verificando que no hubiera nadie más en la casa, según él, solo ellos dos estaban aquí, Kurapika había salido con Dante, Bisky estaba durmiendo, Zushi estaba con Ori y Basilius.
—¿Esta bien?— le alzó una ceja preocupada.
—Esta de hecho bastante bien— sonrió con alegría—. Aziz tenía razón, sacarlo de Yamatai fue lo mejor.
—Ese niño es un guerrero— sonrió la alfa—. Es obvio que estaría bien, pero... Eso no es todo ¿verdad?
—He pensado...— suspiro nervioso—. Que podríamos quedarnos aquí— sonrió esperanzado—. Ori esta sanando, incluso las marcas que tenía en su cuerpo están comenzando a cicatrizar, es feliz aquí— su aroma se volvió dulce casi empalagoso quiso reprimirlo pero realmente no había nadie aquí más que Jingū—. Creo que podemos vivir aquí, tener una vida normal— Jingū lo examinaba con la mirada—. Tal vez aquí Ori pueda ser un niño normal.
—Pero no lo es Gon— la mujer suspiro—. ¿Qué pasa si recae?
—Yo seguiré investigando— dijo con seguridad—. Retz es de mucha ayuda y juntos hemos encontrado cosas interesantes sobre la bendición— sonrió—. Pero no quiero ir a ciegas, aquí estamos bien, si él recae yo ya estaré preparado pero para cuando ese día llegue nosotros podemos vivir aquí.
—Gon...
—Yo sé que esto es precipitado, pero, no quiero que Ori siga creciendo en un ambiente hostil— suspiro—. Yo no sé si pueda tomar más vidas de las que ya manchan mis manos— hizo una mueca—. No quiero... Volver a...
—Ninguna de esas muertes fueron tu culpa Gon— animo su amiga—. Y lo sabes.
—Aún así— suspiro—. Quiero esto, me he acostumbrado a una vida tranquila, mi bendición esta controlada; ahora puedo ayudar a Ori con la suya y que él jamás tenga que ocuparla— vio a su amiga con esperanza—. Y quiero que tú y Basilius se queden conmigo— un nudo se formó en su garganta—. Son lo único que me queda de Slunce y...
Una mano cálida toco la suya con cariño, alzó la mirada viendo a la alfa con una sonrisa:—Haremos que funcione— susurro acariciando el dorso de su mano—. Dije que te seguiría a donde fuera, si quieres esto— dio una mirada a la casa—. Entonces lo tendrás.
Su lobo se sintió de inmediato tranquilo, jamás había entendido el tema de las manadas sus maestros decían que esos vínculos no existían a menos que fueran familia de sangre, pero aquí con su familia los sentía. Quería que sus alfas se sintieran cómodos con la decisión que estaba tomando, eran parte de su vida una pequeña manada que poco a poco se volvía más grande con la de Killua.
Justo cuando iba a abrir su boca, la radio comenzó a sonar, ambos miraron el aparato con una ceja alzada.
—¡No quiero más estupideces!— se escucho un grito algo distorsionado, Jingū se movió de inmediato para subir el volumen mientras que él tomaba una grabadora.
—¿Es-estupideces?— se escucho la voz temblorosa del alcalde—. No... No sé de que hablas.
Un ruido sordo se escucho:—Eres un completo idiota— la voz estaba sumamente irritada—. Te dije que siguieras cada orden al pie de la letra ¿y que hiciste? ¡Nada!— un nuevo golpe—. ¿Sabes lo que podemos perder idiota?
—Lo sé— su voz estaba horrorizada—. Pero... Tenemos ayuda.
—¿Ayuda?— gritó el hombre.
—Del demón blue— dijo con voz temblorosa—. Podemos pedirle más ayuda— hubo un silencio—. Tiene un equipo grande y sabes que nadie ha salido vivo cuando él tiene algo que ver.
—¿Por qué mierda no me dijiste eso?— se escucho la voz menos irritada—. ¿Sabes qué? No quiero oírlo, esos imbéciles me tienen bien amarrado de las bolas ¿y tú no dijiste nada?— un nuevo golpe.
—Acaba de suceder— se escucho el temblor en su voz—. Tiene poco que sucedió.
—Quiero a esos idiotas también para cuando tengamos que transportar la mercancía al mausoleo— se escucharon pasos lejanos—. Y pobre de ti si veo que empiezas a hacer negocios con los idiotas de la familia.
—No señor, jamás.
—Ahora cállate y comienza a hacer tu puto trabajo, Dios— nuevos pasos y la puerta cerrandose con demasiada fuerza.
Fueron unos cuantos segundos de silencio cuando se escucho al hombre empezar a moverse de nuevo:—Kateryn— su voz sonaba cansada—. Prepara mi auto, y ven conmigo iremos a darle una visita al demon.
Ambos se miraron, Killua no regresaría hasta tarde.
—¿Dónde está Kurapika?— preguntó con una mueca.
—No está en la casa— dijo la alfa—. Ahora mismo no hay nadie.
—Mierda— suspiro, no podían llamar a Killua—. ¿Canary no está aquí?
—Creo que sí— la alfa suspiro, la vi en los establos.
Con esa información salió corriendo al lugar donde efectivamente la mujer estaba peinando a uno de los sementales con un cariño que jamás había visto en la alfa.
—¿Paso algo?— preguntó sin mirarlo.
—El alcalde viene para acá— Canary lo miro con el ceño fruncido—. Creo que tiene más trabajo para nosotros.
—Ese imbécil— gruñó—. Vamos, tú y yo hablaremos con él.
—¿Yo?— le alzó una ceja—. Deberías hacerlo tú.
—Los dos— la alfa camino hacia la pequeña casa de madera con el ceño fruncido—. Eres parte de esta manada— dijo la mujer con un tono que decía que haber dicho eso fue jodidamente difícil—. Tómalo como una prueba Gon.
—No empieces Canary— dijo rodando los ojos y viéndola con malestar.
—Solo digo, Killua esta empeñado en que te quedes— caminaron por la sala hasta llegar a la radio—. Y en que comiences a dar órdenes— lo miro con seriedad—. Solo quiero ver que tan bien puedes manejar estas situaciones.
—Canary...
—Estaré contigo— la mujer tomo la grabadora con una sonrisa altanera—. El "omega de la manada"— hizo comillas con sus dedos—. Tiene que poder hacer esto, ¿no?
No pudo contestar nada porque la mujer ya se había retirado con la grabadora en mano escuchándola con atención. Jingū miraba a la alfa como si quisiera arrancarle la garganta.
—Jingū haz que Ori y Alluka se queden en los cuartos de arriba— dijo haciendo que la pelirroja asintiera—. No dejes que bajen.
Sin embargo la mirada nunca dejo a Canary qué estaba pensativa con el aparato cerca de su oreja. No pasó mucho cuando el motor de un auto se escuchó afuera de la granja.
—Vamos Gon— dijo la alfa con una sonrisa enorme en sus labios. Rodo los ojos, esa idiota solo buscaba sacarlo de sus casillas.
Al salir, el hombre de gran tamaño ya estaba afuera de su auto secándose el sudor con una tela blanca, a su lado estaba una beta pequeña cargando un maletin.
—Oh— saludo el hombre—. ¡Es una agradable sorpresa verte de nuevo!— con cuidado abrió las puertas de la cerca haciendo que ambos entrarán.
—No dio ningún aviso de que vendría— contesto caminando a su lado con Canary atrás como un perro guardián.
—Me disculpo, lindo— le sonrió el hombre, el apodo le disgusto pero no dijo nada—. ¿Dónde está Killua?
—No está— le sonrió cuando todos entraron a la casa—. Lo que quiera hablar lo tendrá que hacer conmigo.
—¿Contigo?— le alzó una ceja divertida—. Aunque parece que puedes dar una excelente platica— le dio una sonrisa—. Eres solo un omega.
—Señor alcalde— Canary hablo con una sonrisa tranquila—. Gon es el omega de esta manada— cambio su tono a uno más serio, el hombre abrió los ojos sorprendido—. Cualquier cosa puede hablarla con él.
—Oh— sonrió con nerviosismo—. Perdóname— junto ambas manos en un aplauso—. Pensé que eras solo la comidilla de Killua— tanto Canary como él se tensaron al escucharlo—. Entonces hablemos.
Canary lideró el camino hacia el despacho de Killua, se sintió nervioso porque aunque todo el equipo le había dado un extenso contexto de todo lo que sucedió aquí aún tenía dudas, se sintió aliviado cuando Canary cerró la puerta y se apoyo en ella viéndolos a ambos.
Tomó asiento en la silla de Killua, sintiendo de inmediato el aroma del alfa como una enredadera en la madera de la silla y escritorio, trago saliva mirando al hombre.
—Entonces, hable.
—Veras— sonrió—. Sé que el trato era que solo cuidaran los edificios el día de ambas fiestas— se inclino en el escritorio—. Sin embargo y por una gran suma de dinero— sonrió alegre y le guiño el ojo—. Tu equipo tiene que transportar esa maravillosa carga de un lugar a otro cuando todo termine.
—¿Pensé que se quedarían en el hotel que menciono?— le alzó una ceja, Canary parecía igual de curiosa.
—Eso es verdad, si— asintió con la cabeza—. Pero, como le dije a tu Killua, este año estamos recibiendo muchas amenazas— subió la mangas de su saco y desajusto su corbata un poco, ignoro por completo la implicación en sus palabras—. Queremos lo mejor para nuestro clientes eso incluye mucha seguridad— sonrió aún más—. El día del hotel, solo poca mercancía se reparte... La de menor precio, pero en nuestra siguiente parada se llevara a la clientela más poderosa junto a la mercancía más jugosa— soltó una risa nasal—. Ustedes solo deben transportar de un lugar a otro.
—Eso es mucho más trabajo de lo que nos dio— le sonrió alzando una ceja—. Debe estar desesperado para poner en nuestras manos mercancía tan importante.
—Lo estamos— se limpio el sudor—. Pero que mejor tener de nuestro lado a su competente manada— les sonrió a ambos—. El dinero aumentará considerablemente— la beta ayudo con el maletin negro, abriéndolo dejando ver muchos paquetes de billetes y joyas—. Además de tener controlados a la milicia— dijo de forma rápida.
—¿La milicia esta involucrada?— le alzó una ceja serio, Canary se incorporó.
—Bueno ya sabes— le resto importancia con un movimiento de mano—. La milicia quiere poner las cosas en "orden" pero no son más que mentiras— apretó los dientes—. Quieren arrebatarme todo lo que construí— suspiro relajándose—. Pero con su experta ayuda esto cambiará.
—¿Qué ganamos?— lo miro con seriedad después de dar un corto vistazo a la alfa.
—Lo que quieran— suspiro el hombre—. Esto es solo un pequeño incitivo— señaló el cofre—. En verdad, necesito su ayuda.
—¿Lo qué queramos?— Canary se acercó sentándose en la esquina del escritorio.
—Si esta en mis manos podre conseguirlo— les dio una sonrisa incómoda.
—No alcalde— Gon se inclino—. No es un "podre" es un lo haré— el hombre le miro con sorpresa—. No queremos pagos a medias.
—Por... Por supuesto que no— el hombre comenzó a temblar—. Yo conseguiré lo que me pidan— la neta a su lado bajo la mirada asustada—. Es una promesa.
—Bien— Canary le dio una sonrisa fría—. Nosotros enviaremos nuestros requisitos— se levantó abrazando al hombre por los hombros haciendo que este diera un brinco en la silla—. No dude en que su trabajo será realizado de la mejor manera.
—Claro, claro— el hombre se levantó—. Esperare las instrucciones con ansias.
Con esas últimas palabras el hombrecillo salió de la granja sudando por todos lados y con piernas temblarosas, la beta que lo acompañaba también iba casi corriendo alejándose de ellos.
—¿Crees que sea una trampa?— preguntó de repente viendo a Canary.
—¿Una trampa?— le alzó una ceja—. ¿A qué te refieres?
—Nada— suspiro alejándose de la alfa que le dio una última mirada con el ceño fruncido.
Había algo mal en esto, tomo una bolsa y una capa ya que los días habían estado bastante fríos, Jingū lo miro con una ceja alzada:—¿A dónde vas?
—Al pueblo— contesto amarrando las agujetas de sus botas—. ¿Por?
—Iré contigo— la alfa tomo una suéter de lana con una expresión serena pero que le decía que cualquier queja no sería bienvenida.
—¿Puedo ir también?— Ori pregunto desde las escaleras, Alluka bajaba con un cesto de ropa—. Anda, anda.
Gon asintió, el niño salió corriendo por un suéter y sus zapatos, al salir de la granja vio a Canary sentada en un tronco con un cuchillo y una madera.
—¿Gon, vamos a volver a movernos?— preguntó el niño agarrado de la mano de la alfa.
—No— negó con la cabeza dándole una sonrisa—. Espero que no.
—Solo será un pequeño trabajo Ori— ayudo la mujer.
—Me gusta aquí— dijo pateando pequeñas piedras del camino.
Sonrió ante eso, estarían bien aquí. Llegaron a la parada de los caballos mecanizados, como siempre el servicio fue divertido y rápido no pasó mucho cuando ya estaban caminando por las calles del mercado, Ori se divertía con Jingū mientra él escogía algunas verduras y cosas varias que faltaban en la casa.
Miro por el rabillo del ojo a un grupo de mujeres que hablaban con cuidado mientras lo miraban, una de ellas la reconoció como la secretaria que estaba en la alcaldía esa noche, las mujeres dieron una brinquito al verse atrapadas.
Suspiro, era y pueblo pequeño seguramente los rumores corrían como pan caliente, compro un par de panes cuando un cosquilleo nervioso surco su nuca, alguien lo estaba viendo. Fingiendo no sentirlo se movió a otro puesto, comenzó a hacerle platica a la mujer que con gusto le siguió el juego, agudizo sus sentidos y miro a su alrededor de reojo. Distinguió a un hombre en un pasillo, llevaba un periódico pero era obvio que lo estaba mirando, había otro en uno de los edificios estaba seguro y uno más que no lograba encontrar.
Le sonrió a la mujer con amabilidad y se movió junto a Jingū qué seguía jugando con el niño:—Deberíamos irnos, termine con las compras— le dijo con una sonrisa, la alfa le dio una mirada seria.
—Deberíamos— los tres comenzaron a caminar, Jingū llevaba de la mano a Ori el niño hablaba de cosas a las que no les estaba poniendo atención, sus sentidos y su energía iban y venían en la palma de sus manos.
Miro de reojo por las calles, los estaban siguiendo:—Nos están siguiendo— susurro juntándose más a Jingū.
—Lo sé— suspiro, Ori los miro con de repente miedo en sus redondos ojos—. Deberíamos separarnos, vi al menos tres.
—Esta oscureciendo— miro al cielo—. Llévate a Ori— dijo pasando una mano cariñosa por los cabellos del niño—. Esperen en los caballos.
—¿Qué? No— la alfa lo miro como si estuviera loco—. Es mejor si ambos nos movemos juntos.
—Con Ori no— sentenció—. Solo quiero asegurarme qué no sean de Slunce.
—Tú y yo sabemos que no lo son— dijo con la quijada apretada, aún así tomo con más fuerza al niño—. Ve a comprar lo que se te olvidó, te esperamos— dijo con una voz algo fuerte.
—Vuelvo enseguida— le dio una caricia al rostro de Ori qué lo veía con miedo pero que asintió de inmediato.
Ajustando la bolsa se metió en uno de los callejones solitarios, la gracia de este pueblo era que las calles principales estaban siempre iluminadas y llenas de gente pero los callejones estaban totalmente a oscuros, el pueblo estaba construido con muchos de ellos. En el día no había problema pero ahora con la noche en el cielo, era incluso aterrador.
Camino por el callejón viendo de reojo a un hombre que lo seguía con gabardina negra y un sombrero, se metió a un laberinto qué medio conocía gracias a los planos de la ciudad que Killua les había dicho que se aprendieran. En una esquina se oculto, la calle ya estaba cerrada y se podía ver a lo lejos una luz parpadeando.
El hombre de paro mirando a ambos lados soltando un insulto. Cuando el hombre se volteo, salió de su escondite y lo aventó con fuerza a la pared, el hombre soltó un quejido de dolor.
—¡Mierda!— gritó horrorizado.
—¡¿Quién eres?!— le grito doblando su brazo de una forma dolorosa—. ¡¿Por qué nos estabas siguiendo?!
—¡No te estaba siguiendo!— grito, hizo fuerza haciendo que el hombre soltara otro jadeo adolorido—. ¡Lo juro, lo juro!
Rodó los ojos y con otra mano comenzó a buscar en la ropa del hombre, su agarre se aflojó un poco haciendo que el tipo le pisara con fuerza el pie y que por el dolor repentino lo soltara, el hombre aprovecho para salir corriendo.
—¡Hijo de puta!— dijo con frustración, al menos saco la hoja qué había estado en uno de sus bolsillos, miro el papel arrugado eran número en varias secuencias, letras ordenadas en lo que parecían códigos y debajo de la misma había un símbolo de un eclipse.
Poco después regresó con Jingū qué al verlo soltó un suspiro:—¿Todo bien?— se subío al carruaje qué comenzó a caminar, Ori se subió a su regazo para abrazarlo.
—Se escapo— suspiro entregando la hoja— la alfa miro los números—. Pero era obvio que nos estaba siguiendo.
—¿Le diremos a Killua?— preguntó sin dejar de mirar la hoja.
—Debemos hacerlo— suspiro nuevamente.
—¿Es un eclipse?— preguntó al ver el sello en la esquina de la hoja—. ¿No se te hace familiar?
—Si— abrazo a Ori, sintiéndose más tranquilo con el aroma del niño—. El mapa llevaba ese símbolo, ¿recuerdas?
—Con una estrella— dijo la alfa, el día que calcaron el mapa en la esquina de la misma había un símbolo que en su momento no dibujo pero se quedó grabado en su cabeza no sabía que significaba porque nunca lo había visto. Un eclipse con una estrella.
—Esa información no la digas— dijo sintiéndose de repente cansado—. Solo dejemos en claro que deben tener cuidado.
Killua estaba... Bueno muy enojado, en el momento en que supo que los estaban siguiendo la mesa en la que comían se quedó en completo silencio, Ori bajo la mirada a su plato decidiendo qué los guisantes eran mucho más interesantes que lo que sea que la mesa tenía que decir.
—¿A qué hora?— preguntó el alfa con una ceja alzada.
—Hace unas horas— contestó con una voz neutral.
—Que hijos de puta— dijo Leorio de repente enojado—. Seguramente era un pervertido.
—No lo creo— Jingū contesto—. Habían al menos tres.
Kurapika guardo silencio, escuchando todo con seriedad:—¿Slunce?
—No eran ellos— dijo sacando la hoja de papel y poniéndola en medio de la mesa.
—¿Gon?— Killua le alzó una ceja.
—¿Qué?— el moreno se defendió—. No me pasó nada, el tipo era un cobarde.
—Pero pudo pasarte algo— suspiro el albino exasperado—. Fue...
—Necesario— termino la oración por él—. Sé cuidarme solo Killua— se cruzó de brazos—. Y como dije, el tipo era un idiota.
Zushi tomo la hoja y comenzó a leer los número y letras, alzó un poco las cejas como si estuviera sorprendido pero no dijo absolutamente nada.
—Jefe, Gon tiene razón— Bisky dijo con una mueca—. No es agradable saber que los estuvieron siguiendo con Ori ahí pero, nuestro omega es fuerte.
—Gracias— contesto con una sonrisa a lo que Bisky le guiño el ojo.
—Aún así— dijo Killua—. ¿Pudiste descifrar algo Zushi?
—En realidad no— suspiro acomodando sus lentes—. Parecen coordenadas.
—Deberíamos revisar— dijo Kurapika—. Apartir de hoy nadie sale solo, siempre en parejas.
—Eviten qué Ori y Alluka salgan de la casa— dijo Basilius, sin verlos mientras devoraba su comida.
—Y eviten riesgos innecesarios— dijo Killua viendo a toda la mesa, haciendo que Gon resoplara.
Bisky dio una sonrisa enorme y se levantó con su plato en mano:—Bueno, ya que mamá está bien— se burlo viendo a Killua—. Y papá dio su veredicto, me paso a retirar.
Leorio soltó una carcajada:—Dios— el alto se tomo un trago de agua—. A veces pienso que somos Bisky y yo contra el mundo.
La mesa resoplo divertidos, Killua bajo la mirada evitando los ojos curiosos de Gon sobre él, Ori soltó un respiro aliviado y siguió comiendo alejando los guisantes de forma de liberada.
—Comete los guisantes Ori— Gon le alzó una ceja—. Todos.
—Ya me comí cinco— con el tenedor empujó la bolitas qué rodaron en el plato—. Esos son suficientes, ¿verdad Killua?— el niño miro de forma insistente al plato del alfa donde los guisantes estaban de hecho sin terminar.
Alluka soltó una risita, Gon miro al alfa esperando una respuesta sensata:—Deberías comer tus guisantes Ori.
El niño resoplo e hizo pucheros, con una mueca llena de angustia comenzó a comer las bolitas verdes.
—Killua estas tan acabado— se burlo Kurapika.
La comida siguió con bastante normalidad, hasta que en la cocina solo quedaron Leorio y Gon lavando los trastes, mientras Alluka jugaba en la sala con Ori. Miro al niño reír en el suelo con la omega qué le acomodaba sus cabellos cada vez más largos, el niño llevaba una pijama a rayas azules.
—Él es realmente un niño encantador— Leorio sonrió tallando los vasos con una esponja—. Si lo metieras a la escuela tendría muchos amigos.
—Es gracias a ustedes— sonrió guardando los vasos en su lugar—. Antes estaba... Más apagado.
—La casa se siente mejor con sus risas— dijo Leorio—. Sabes, tuve un hermano— el alto no lo miro—. Murió cuando era muy joven, Ori a veces me lo recuerda.
El aroma terroso del alfa se cerró de repente, sus hombros temblaron y se sintió mal verlo así:—Solo digo— su voz se volvió triste—. Nos hace un bien a la manada.
—Y ustedes a él— contesto de inmediato escuchando al niño reír—. Gracias por compartir eso conmigo.
—Eres parte de esto Gon— Leorio lo miro sus ojos estaban levemente rojos—. Nos sentimos bien contigo aquí— se limpio los ojos con su camisa—. Ahora vamos a dormir— su característica personalidad volvió.
Gon miro al alfa y sin saber muy bien porque, se movió para abrazarlo, desde el comienzo Leorio lo apoyo con prácticamente todo, lo ayudo a recuperarse y aunque a veces sus bromas eran estúpidas el alto parecía tener una genuina preocupación por su bienestar y por la de Ori, en serio adoraba a su niño.
—Oh— soltó el alfa con un suspiro—. Tu fachada de omega duro se acaba de borrar por completo para mi— dijo con un tono divertido.
—Disfrutalo por ahora— cuando se separó, vio el cariño en los ojos contrarios y se sintio abrumado, Leorio le regalo una sonrisa y alboroto sus cabellos saliendo de la cocina, para luego hacer lo mismo con Ori.
Se estaba involucrando demasiado con esta manada. Poco a poco la casa quedo a oscuras, Ori ya estaba durmiendo en su cama abrazando su muñeco de arroz, mientras lo veía plácidamente dormir comenzó a morder su dedo pulgar.
Miro el reloj en la mesa, las dos de la mañana. Escucho a Killua hablar hace como unos quince minutos.
Enterro la cabeza en la almohada y quiso gritar, su omega se sentía intranquilo y no sabía si era porque necesitaba asegurar el bienestar de Ori o por otra cosa. Dio un suspiro, se armo de valor y salió de la habitación, no era nada del otro mundo decirle a Killua qué prefería quedarse.
No había nada de raro en ello.
Cerro su cuarto y camino al que estaba cerca de las escaleras, toco la puerta dos veces y no obtuvo respuesta, la toco una vez más y nada, seguramente ya estaba durmiendo. Vaya mierda, debería dejarlo dormir. Justo cuando ya se iba a ir un tanto avergonzado, la puerta se abrió de golpe.
El pelo del alfa estaba totalmente mojado, las gotas caían por su cuello qué si se lo preguntaban era demasiado pálido, Killua no llevaba nada más que un pantalón para dormir y una toalla al rededor de sus hombros. Bajo la mirada solo por un momento, y se sintió ¿mal? por hacerlo como pudo regreso la mirada al rostro de Killua qué lo veía entre curioso y desconcertado.
Lo había visto sin camisa una vez, pero esto de alguna forma se sentía diferente a aquella vez. Además viendo... El cuerpo del albino, ¿todos los alfas dominantes eran así? Es decir estaba seguro que Killua podía tapar su cuerpo con el suyo, no era un omega pequeño pero ahora mismo se veía esa enorme diferencia de tamaños y...
—¿Todo bien?— preguntó el alfa con la voz ligeramente ronca.
—Yo... Si— paso una mano por cuello—. Sabes que, ya es tarde, perdón por molestar— quiso dar media vuelta e irse pero el alfa lo interrumpió.
—No importa, ¿qué pasa?— Killua lo tomo de la muñeca un agarre poco fuerte.
Con todo el autocontrol que tuvo lo miro al rostro:—Deberías cambiarte, antes de hablar— dijo evitando su mirada.
El rostro de Killua paso del pálido normal al sonrojo, lo cual era super extraño porque bueno, era un alfa dominante sonrojado y eso... Fue extraño.
—Cierto— lo soltó como si su piel quemara—. ¿Me esperas... O..?
—Te espero aquí afuera— dijo de inmediato—. Tómate tu tiempo.
Killua le dio una sonrisa tímida y se metió a su habitación, no pasó mucho cuando el chicoe abrió la puerta y lo dejó pasar. Ahora llevaba una playera blanca qué se ajustaba bastante a su cuerpo por la humedad del mismo, no estaba dejando nada a la imaginación. Negó con la cabeza, ¿por qué se fijaba en esas cosas? No era la primera vez que veía el cuerpo de un alfa, vio muchas veces el cuerpo de Aziz, sobre todo el de Luck ya que muchas veces lo ayudo con vendajes, no era ajeno. Entonces ¿por qué se sentía así?
—¿Y bien?— Killua le alzó una ceja.
—He pensado que lo mejor para Ori— hizo una pausa, el semblante de Killua se puso serio de repente—. Sea quedarnos aquí.
—¿Aquí?
—Contigo, con la manada— trato de explicarse—. Ni siquiera sé si su familia está viva no tiene sentido movernos sin nada seguro.
—¿Ya no los buscaras?— preguntó sorprendido.
—Si, pero no seguiré pistas inconclusas— se abrazo a sí mismo—. A él le gusta esta vida, estaba pensando en buscar una escuela ¿sabes? Él amaría ir a una.
La expresión de Killua era una llena de sorpresa y de genuino interés:—Mi gente y yo podemos ayudar con la granja...
—Gon esta bien— el alfa le sonrió, le regalo una enorme sonrisa de hecho—. Si quieres quedarte con nosotros esta bien, haremos funcionar las cosas.
—Después de terminar con esto— hizo un ademan con su mano—. Lo mejor para Ori es vivir una vida normal.
—Oh puede comenzar desde ahora— el alfa se recargo en su tocador con los brazos cruzados—. Podrías ya sabes, no ir...
—No— le negó con la cabeza—. Quiero ayudar, además será el último trabajo que hagamos, ¿no?
—Si— asintió—. No más trabajos de estos después.
—Pues eso es todo— una pesada sensación se asentó en su pecho. Este momento sería perfecto para hablarle de Slunce, pero, si se quedaban jamás volvería a ocupar la bendición y Ori jamás enfermaría.
—¿Seguro?— el alfa le alzó una ceja.
—Si— se levantó de la cama—. Gracias.
—A ti por confiar en nosotros— Killua se acercó quedando a pocos centímetros.
Una nueva tensión se generó en el aire, Killua tenía una expresión contrariada en su rostro como si quisiera decir algo más, estaban cara a cara por lo que cada expresión del alfa era clara. Sus manos picaron como si le dijeran que hiciera algo, los ojos azules de Killua bajaron a sus labios y su corazón palpito con tanta rapidez qué parecía que había corrido un maratón. Si era correcto lo que estaba pensando que Killua quería hacer no entendía porque su mente y cuerpo no se movían, esperando.
—Ya es tarde— dijo Killua de repente—. Debes descansar.
Espera, ¿se imaginó todo?
Sacudio la cabeza:—Descansa.
Salió de la habitación y se encerró en la suya con la cabeza dándole vueltas. Miro su mesa de noche y vio ahí las pastillas que Leorio le había dado para los celos. Ahora que su bendición estaba mejor, los celos estaban apaciguados también lo que facilitaba la misión. Se acostó en la cama repasando el momento una y otra vez.
Bueno, no podía dejar que esto lo que distrayera de lo que en verdad importaba.
La celebración había llegado. El día estaba caluroso pero acompañado de una suave brisa, el mar se veía tan azul que verlo te hacía sumergirse hasta el fondo y el pueblo era una mezcla de colores que lo hizo sentir vivo.
Máscaras de todo tipo se veían bailar y hacer malabares para sorprender a los niños, las mujeres llevaban vestidos que las hacían parecer de un libro antiguo, llevaban coronas de flores y la música se escuchaba tan fuerte por todo el lugar.
Era tan diferente a las celebraciones de Slunce, en el centro de la ciudad estaba una estatua preciosa de Loreley, debajo de ella habían flores silvestres y pulseras echas a conchas qué los niños dejaban ahí con sonrisas emocionadas.
—¿Puedo dejar una?— preguntó Ori revisando su bolsa de tela. Zushi les había dicho que durante todo el festival los niños y jóvenes regalan pulseras echas de conchas y cosas de mar, esto ya que según las creencias significaba los buenos deseos de las almas puras como lo son los niños y jóvenes. Ori escucho esto y comenzó a hacer tantas pulseras como pudo.
—Ve— el niño sonrió y corrió a entregarle su ofrenda a la Diosa. Killua estaba detrás de ellos viéndolos.
—A veces se me olvida que eres bastante religioso— dice con las manos metidas en su pantalón.
—¿Tú, no?— se acercó a él curioso.
—La verdad no— se alzó de hombros—. Pero respeto y así.
Gon sonrió ante eso, viendo que el niño regreso con una pulsera nueva porque otra niña se la había dado. La música se hizo cada vez más fuerte, Killua les dio una sonrisa de sabelotodo y los guió por la multitud hasta llegar a un pequeño escenario.
—Son músicos bastante reconocidos— explicó mientras cargaba a Ori para que viera, frente al escenario se hizo un círculo la gente adentro de el se pusieron a bailar, con risas y aplausos.
Por un momento pensó que esto debería ser lo normal, no preocuparse por lo que esta noche pasaría o por lo que podía ocurrir los siguientes días. Se forzó a si mismo para sonreír dejándose llevar por la música.
Jelou.
Espero que estén bien. 🥳
Amigos JAJAJAJ tengo escrito varias partes importantes de este arco, o sea ya están escritas pero la tonta no sabía como llegar a esas partes.
Me costó JAJAJAJAJA.
PERO, por fin acomode las ideas y ahora estamos aquí.
Estoy emocionada por este arco. ¿Ustedes también? 🤓
¿Cómo han estado?
Oigan, cuando yo escribió lo hago con música ¿les gustaría que por capítulo les ponga la música? O así están bien, es que no quiero cortar su lectura con los links o las canciones.
Por otro lado, como saben la aplicación se ha puesto algo exigente jajsjaja he estado haciendo copia de seguridad de todas mis historias y aunque no me voy a mudar aún si quiero que sepan que estoy en otros lugares por si esta cuenta me la eliminan o algo.
Facebook:
Creo que es más fácil que me busquen por ahí porque lit ahí deje una publi con todos los links.
Sin más que decir, nos leemos la siguiente actualización. Los amo, gracias por ser tan pacientes. Bye bye. 🩷
-Annie ☾-
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