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-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟕-

Odiaba que lo obligasen a salir del cuartel, odiaba estar en las calles, no es que odiara ayudar a realizar las compras de provisiones o cosas por el estilo —era su trabajo después de todo—, por supuesto que no. ¡Odiaba no poder gastar de más porque le contaban el dinero! Ahora lo iban a regañar porque no había conseguido las pechugas de patos que tanto le gustaban a Oikawa, se había gastado parte del dinero en un helado y dulces para el camino, además de unas gafas con la palabra ROOK que ahora estaba escrita en sus ojos.

Si le preguntan a Yuuji valieron totalmente la pena.

Seguía caminando por las calles del mercado para encontrar con que sustituir esa maldita carne de pato, no podía llevar cualquier ave, debía buscar al pollo más grande que hubiera para que lo perdonaran.

—Ah~ Oikawa va a matarme— se quejó suspirando. Yuuji ya llevaba demasiadas bolsas cargadas con ingredientes extravagantes para complacer al Teniente y al prometido de este. Le dolían los brazos.

Avanzó uno, dos, tres pasos y tocó la línea de la banqueta lo cual generó un sentimiento de pérdida en el juego que él mismo se desafió: llegar al cuartel sin pisar ninguna línea de la calles.

Yuuji siguió jugando en su mente y siguió avanzando con las bolsas de comida hasta que se vio golpeado por alguien de mayor estatura.

—¡Maldito estúpido!— el hombre de playera blanca se vio manchado de salsas e iba a descargar su furia en él.

—¡Oiga fue un accidente!— estaba siendo apresado por aquel que le doblaba el tamaño y de aspecto grotesco, lo tenía sujetado por la chaqueta y lo había empujado a la pared.

—Escuincle baboso y malcriado, ¿te atreves a llevarme la contraria?

—En realidad fue culpa suya que mis compras se cayeran— dijo causando la ira del mayor.

—¡Imbécil estúpido!— Yuuji aguantó la respiración, esperaba que el golpe no le diera en la cara.

Pero ese golpe nunca llegó.

—¿Puedes alejar tu asquerosa presencia?— Yuuji abrió los ojos fijándolos en el hombre frente a él.

—Mira lo que me hizo este imbécil— reprendió el hombre gordo.

—¿Te pregunté?— el hombre se atragantó con su saliva—. ¿No, verdad? Te ordené que te alejaras, ahora largo, asqueroso— no quedó de otra que obedecer al mocoso que llevaba gafas oscuras.

—Gracias— habló Yuuji en voz muy bajita.

—¿Estás bien?— el hombre lo ayudaba a recoger las compras que habían sobrevivido al impacto. Lastimosamente eran muy pocas.

—Por el momento si, en casa me mataran— admitió. Yuuji miró con detenimiento al contrario: alborotado cabello en puntas color blanco y piel pálida, sin embargo lo más llamativo eran esos ojos azul cielo escondidos bajo unas pestañas rizadas y perfectas y todavía por esos lentes. ¿Qué pecado estará pagando para no ver esos ojos?

—¿De verdad?— preguntó con sorna—. No sé si eso deba de alegrarme.

—No debería— se quejó haciendo un puchero—. Ni dan ganas de regresar.

—¿Te parece si te ayudo a reponerlo?

—¿Eh?

—Si. Vamos, te acompaño y te ayudo a comprar lo que debas llevar a casa— pudo notar la veracidad de sus palabras en su mirada a pesar de estar oculta.

—Está bien— asintió—. Por cierto, mi nombre es Yuuji Itadori, ¿cuál es tu nombre?

—Llámame Satoru Gojo.


—Otra vez— pidió Kuroo. Hinata se concentró todo lo que su cerebro le permitía, alzo ambas manos y las colocó frente a su pecho esperando que la esfera de luz se iluminara, cosa que logró pero no demasiado tiempo—. De nuevo— volvió a intentar el mismo procedimiento. Una. Dos. Tres. Diez y el resultado seguía siendo el mismo.

—¡Esto es imposible!— se alteró.

—¡Hey tranquilo!— gritó el peli-negro—. Ningún alumno mío va a fracasar en esto, tú puedes hacerlo, creo en ti. Vuelve a intentarlo— una vez más el pelirrojo concentraba toda su atención en conseguir aunque fuese un rayo de luz.

—¡Demonios!— gritó ya al borde de la desesperación.

—¡¿Chibi- chan qué esperas que la luz venga por arte de magia?! No es magia, es ciencia— Hinata estaba rojo de ira y eso le colmó la paciencia aún más.

—Amor, estás siendo exagerado— intentaba calmarlo Yamaguchi.

—Cariño, el chibi debe comprenderlo— se lamentó—. No aparece sólo porque si.

—Entonces explícaselo— Kuroo se acercó hasta Hinata suspirando, ciertamente estaba cansado.

—Escucha, chibi.

—No me digas así— alegó.

—Chibi— Hinata refunfuñó y Yamaguchi se aguantó una risa—. Lo que nosotros hacemos es llamada pequeña ciencia o ciencia polvort. Nosotros evocamos cosas que ya existen en este plano universal. Fuego, aire, agua, tierra y por muy extraño que parezca luz— el pelirrojo asintió—. No sacamos esto de la nada porque manipulamos y moldeamos cosas que existen.

—Ya veo, no entiendo nada— Kuroo tuvo que aguantar las ganas de golpear al pequeño.

—Hinata. Lo que Kuroo quiere decir es que no inventas tu don a como te plazca— Yamaguchi se acercó hasta ambos contoneando las caderas, el más alto tuvo que contener los suspiros ante semejante tentación—. Presta atención. Cierra los ojos.

—¿Para qué?

—Tú sólo obedece— el aludido acató la orden—. ¿Que ves ahora?

—Nada— musitó con burla—. ¿Oye esto de verdad funciona?

—Lo hace. Ahora presta atención y abre todos tus sentidos y dime que escuchas— Hinata puso una vez más su concentración a flote y se dedicó a escuchar. El viento estaba callado, no parecía hablar—. No hay nada.

—¿Seguro?— preguntó.

—Por supuesto, los escucho a ustedes pero no, no hay nada.

—¿No sientes el viento?

—Está callado— respondió de manera segura.

—Que guarde silencio no quiere decir que no está aquí.

—¡Hey, hey, hey! Muchachos aquí están— Hinata abrió los ojos de golpe topándose con el alto y fornido de cabellos bicolores y ojos dorados acompañado del pelinegro de ojos azules verdosos. El dúo inseparable: Bokuto y Akaashi.

—¡Bro, interrumpes la clase magistral de mi hombre!— se quejó el de ojos negros.

—Oh, perdón, creí que la darías tú— se disculpó.

—Hinata no le entendió— respondió Yamaguchi.

—¡Cariño~! no me hagas quedar como mal maestro.

—Es que lo eres— se burló Akaashi haciendo que todos los presentes se rieran—. Apuesto veinte dracmas a que Yamaguchi enseña mejor tú.

—No creo que sea bueno jugar con eso— dijo Kuroo.

—Apuesto a que Yamaguchi logra hacer entender a Hinata— dijo un Bokuto emocionado.

—¿Dos contra uno? Bien aceptó la apuesta y ustedes me deberán cuarenta dracmas— no se iba a dejar vencer por su amado.

—Bien empecemos de nuevo. Hinata cierra los ojos— pidió nuevamente el de rostro con pecas.

—No escuchó nada que no sean los susurros de los tres chiflados— dijo con burla.

—¡Bro, ya tenemos un nombre!— chilló Bokuto.

—Siempre lo hemos tenido, bro— respondió Kuroo.

—Bien no escuchas nada— Hinata negó—. Entonces puedes sentir esto— Yamaguchi con un simple aspaviento de su mano derecha logro hacer correr el viento causando escalofríos en todos los presentes.

—Ese es mi hombre— susurró Kuroo.

—¿Acaso eso no fue viento, Hinata?— preguntó. El pelirrojo asintió con duda—. Abre los ojos. ¿Ves el viento?

—Am... no— en la cabeza de Hinata sonó más a pregunta que respuesta.

—Entonces si no puedes verlo significa que no hay, entonces no podría hacer esto— Yamaguchi dibujo un círculo con los dedos índices y medios de ambas manos y después extendió los brazos creando la corriente de aire más fuerte que alguien haya sentido.

—¡Reitero, ese es mi hombre!— gritó emocionado y con los ojos brillando, como amaba que Yams hiciera esas cosas.

El de cabello verdoso parecía jugar con algo intangible a su alrededor. A Hinata le costó mantener los ojos abiertos y ver cómo el contrario parecía levitar. Sentía restos de tierra y pequeñas ramas golpear su cara pero valía la pena observar, ¿acaso ésta era toda la fuerza de Tadashi Yamaguchi?

—No— habló Kuroo en cuanto las ráfagas de aire se detuvieron—. Esta es solo una pequeña parte— pareciera como si le hubiera leído el pensamiento. Yamaguchi se acercó hasta Hinata por su espalda y cubrió sus ojos con sus manos.

—Dime, Hinata, ¿sientes como la luz toca tu piel?— lo hacía. Esa minúscula sensación de algo incorporo que se colaba por su cuerpo a pesar de no verlo, lo sentía. Estaba ahí.

—Lo siento— respondió.

—¿Puedes hacer que lo vean los demás?— preguntó—. ¿Puedes mostrarnos la luz?— se alejó hasta estar frente a él. El pelirrojo entendía que era lo que debía hacer y entonces ocurrió. Una esfera de luz se formó en las palmas de sus manos para después partirse a la mitad y comenzar a girar en el aire.

—¡Eso es, bien hecho Hinata!— Bokuto brincaba y tenía los brazos en alto producto de la emoción.

—No puedo creer que lo lograra así de rápido— dijo Akaashi.

—Eso es porque mi amorcito le enseñó— dijo Kuroo orgulloso.

—Nos debes veinte dracmas a cada uno— le dijo Bokuto.

—Ya lo sé, sabía que perdería esta apuesta. Nunca apostaría en contra de mi novio, por favor, yo siempre espero que gane contra mí.

Los tres siguieron observando a Hinata que seguía jugando haciendo esferas de luz. Vieron como una se fundía entre ambas palmas para después ser estirada como si se tratase de una masa gelatinosa y le diera la forma de un semi círculo creando un arcoíris.

Era increíble.

—Jamás pensé en lograrlo— susurró.

—La humanidad jamás creyó llegar a esto— le contestó Yamaguchi—. Sin embargo aquí estamos y no pretendemos detenernos.

A decir verdad Hinata ya estaba satisfecho de que lo obligasen a venir a este lugar, estaba aprendiendo todo lo que no pudo porque era contra la ley, pero ahora estaba aquí y eso lo hacía feliz.

—¡CAPITÁN!— escuchó unos gritos de una voz que jamás había escuchado—. ¡CAPITÁN KUROO— sólo eso bastó para que los tres mayores se pusieran alerta.

—¿Que demonios está pasando?— preguntó el líder de Los Gatos. El muchacho apenas alcanzaba a recuperar el aire perdido, era demasiado alto, de cabellos grises y ojos color esmeralda—. Lev, con un demonio habla rápido.

—¡Itadori fue llevado a los separos!— contestó tan rápido como pudo.

—Espera espera ¿qué, a los separos, quieres decir que fue detenido?— preguntó exaltado.

—No sé mucho del asunto— nuevamente volvió a tomar aire—. Pero Itadori fue acusado de alborotar el orden público y de robo. Está en la estación policial del centro, lo detuvieron los de la segunda división.

—¡Maldita sea, ese mocoso me las pagará!— Kuroo fue hasta donde su chaqueta reposaba y se la coloco—. En marcha, debemos rescatar al cabeza de chicle.

Jamás le había pasado esto, ¿por qué justamente cuando conocía a alguien nuevo le pasaba? Ah si. ¡Porque ese alguien le llevó hasta eso! Recapitulando todo lo qué pasó, estuvo a punto de ser golpeado, lo salvaron y se ofrecieron a ayudarle con el resto de las compras —hasta aquí todo bien—, después de que consiguieron todo lo de su lista ocurrió el desastre.

—¡Ladrón!— gritó un hombre—. Esos dos hombres me han robado.

—Hm, pobre hombre ¿que le habrán robado?— preguntó Itadori.

—Nada importante, hace escándalo por una simple manzana— le respondió el hombre de metro noventa.

—¿Cómo sabes que...?— a Yuuji se le fue el aire mientras veía a Gojo devorar una manzana roja como la sangre—. No puede ser.

—¡Ahí rápido, fueron ellos!— gritaba el hombre mientras los señalaba.

—Esto es fácil, ¡huyamos!— el de cabello blanco tomó por la muñeca al de cabello rosa y comenzó a correr. Era fácil huir para él, debido a sus piernas largas podía dar inmensos pasos. Sin embargo Yuuji...

—¡Gojo, espera! Tengo piernas cortas.

—¿Yuuji por qué no corres más rápido?— preguntó.

—Debo cuidar las compras— respondió delicado y Gojo se echó a reír.

—¡Olvídate de ellas!— el más alto le arrebató las bolsas y las lanzó en contra de los que venían tras ellos—. Listo ahora puedes...

—¡Debo llegar a casa!— gritó interrumpiéndolo. Vaya que ese chico si corría rápido cuando no se preocupaba por nada. Gojo sonrió y se fue corriendo tras él alcanzándolo.

—¡Apresúrate Yuuji!— por Dios no aguantaba la risa, el pelirrosa estaba seguro que ese hombre estaba loco, mira que llevarlo corriendo y hacerlo perder todas sus compras.

Como pudieron lograron evadir a todo aquel que se atravesara, parecía que la suerte estaba de su lado.

O eso esperaban.

Al final del corredor estaba una patrulla que justamente los estaba esperando. Yuuji conocía esos uniformes porque los veía todos los días, la única diferencia era el color gris. Los de Segunda División.

En un abrir y cerrar de ojos alguien lo arrastraba directamente a ellos con el favor del viento.

—Capitán Ushijima, lo tenemos— el chico de cabello azulado con forma de hongo lo estaba obligando a levantarse.

—¡Auch me lastimas, trátame con cuidado!— se quejó.

—Tienes derecho a guardar silencio, todo lo que digas será usado en tu contra— habló nuevamente el chico.

—Goshiki, no necesitas decir eso para impresionar a Ushijima— un peli cobrizo en un extraño corte desigual y ojos marrones grisáceos se acercó hasta ellos.

—Yo sólo quería que supiera cuál es su lugar, Shirabu.

—¿¡Mi lugar?! Dejen de tratarme como si fuese inferior a ustedes— Yuuji comenzó a retorcerse en los brazos del contrario que era más alto.

—Mételo en la patrulla— ordeno Shirabu.

—¡¿Qué?! No, ¿donde está Gojo? ¡Gojo!— comenzó a gritar con fuerza—. Oigan si van a detenerme háganlo con los dos.

—¿De que hablas?— preguntó el de cabello cobrizo—. Tú estabas solo, la llamada decía que un hombre joven había robado y alterado el orden público.

Yuuji no comprendía, al parecer estuvo solo todo este tiempo.

(...)

Y ahora estaba tras las rejas en los separos, esperando que llegaran por él.

—¡Oigan!— gritó—. ¡Hello! ¿Podrían hacerme caso? Si no me dan atención me muero.

—¡¿Podrías cerrar la boca?!— preguntó el peli cobrizo golpeando los barrotes con una pistola.

—Debo hacer una llamada.

—Ya hiciste una.

—Creo que fue a la persona equivocada— se encogió de hombros—. Debí haber llamado alguien más adecuado. Además soy menor de edad, tengo dieciocho.

—¿Y eso qué?— preguntó con cara de fastidio.

—No pueden retenerme las veinticuatro horas correspondientes— se burló—. ¡Sáquenme de aquí!

—¡Ya me hartaste!— Shirabu agitó su mano convirtiéndola en un puño y el corazón de Itadori comenzó a acelerarse por un segundo. Le comenzaba a faltar el aire logrando que cayera de rodillas al suelo. Bordados negros, ¿cómo no lo vio antes?

—Helpo...— susurró entrecortado.

—Shirabu— una voz estruendosa llamó la atención del nombrado haciendo que liberara a Itadori—. Contrólate— el nombrado asintió a lo que el enorme hombre de cabello castaño y piel canela dijo.

—E- eso fue grosero... no me gusta decir esto... pero puedo arruinarte.

—¿Ah si?— preguntó altivo—. Pruébalo, porque lo único que veo es un niño mimado...

—¡¿Donde carajo está nuestro asistente?!— interrumpió alguien a Shirabu.

—¡Capitán!— exclamó Itadori alegremente. Shirabu dio la vuelta y lo que vio lo dejó anonado. Tres chicos con uniformes negros. Soldados de Primera División.

—¿Qué hacen aquí?— preguntó el dueño de la voz de barítono.

—Buenas tardes también a ti Ushiwaka— saludó Kuroo—. Me enteré que tienes a uno de mis chicos encerrado aquí.

—Tetsurou Kuroo— dijo el castaño—. Tu chico estaba alborotando el orden público, además de un robo. Este es mi territorio, lo sabes muy bien.

—¿De verdad crees que Itadori es capaz de eso?— preguntó—. Míralo, el pobrecito se ve cansado— el chico de cabello de Sakura estaba tirado en el suelo aferrándose a los barrotes.

—No conozco a ninguno de los de su escuadrón, no creo en nada que no haya visto— respondió.

—Ushijima, ambos somos capitanes de nuestros escuadrones, ¿cómo te sentirías si uno de tus miembros está siendo difamado y encerrado injustamente?

—Ninguno de mis amigos podría hacer eso— los tres chicos de negro suspiraron.

—¡Saben que!— exclamó Akaashi—. Mejor paguemos la fianza y vámonos de aquí.

—Estoy de acuerdo. Mira al pobrecito de Yuuji, está asustado— Bokuto se acercó hasta la celda y se puso de cuclillas—. Itadori, venimos por ti.

—¡Bokuto! Chicos ayúdenme, yo no robe nada— juró el chiquillo.

—¿Qué fue lo qué pasó?— preguntó.

—Fue ese chico de ojos azules y cabello blanco— Bokuto frunció el ceño—. Él se comió la manzana.

—Espera, ¿había alguien más contigo?— preguntó e Itadori asintió—. Los reportes dicen que estabas solo.

—Están alterados— susurró.

—No me queda de otra— habló Kuroo—. Voy a llamarlo— la sangre de Yuuji dejó de correr por su cuerpo logrando mostrarlo más pálido de lo que era.

—Ay no, no lo llames. Va a matarme— exclamó asustado.

—Muy tarde.

Yuuji veía llegar su muerte muy pronto.

—¿Ya nos lo podemos llevar?— preguntó Bokuto.

—Dame unos minutos— respondió Kuroo. Ushijima se acercó hasta los barrotes.

—No creo en ninguna de tus palabras— Yuuji bufó—. Creó solamente en lo que veo, y en ti veo alguien que se dejó llevar. Las leyes fueron hechas para mantener el orden y como Capitán me aseguraré de que se cumplan.

—Hablas como alguien que conozco— susurró.

—Quizás porque yo también lo conozco— Itadori lo miró fijamente a los ojos—. Agradezco cada una de las enseñas que me dejó.

Los cuatro chicos abandonan la estación policíaca. Itadori estaba confundido. Él sabía que había alguien con él, en definitiva estuvo corriendo con el albino de ojos azules, ¿cómo era posible que lo dejara solo? Maldito sea ese hombre por dejarlo solo.

Lo que no sé imaginaban los demás es que efectivamente había un hombre albino de ojos como el cielo, el cuál veía a los chicos desde lo alto de un edificio oculto entre las sombras. Miraba fascinado al chico de cabellos rosas que había defendido de un estúpido.

—Te encontré— una risa se escapó de sus labios—. Y no pienso dejarte ir.



Los gritos se escuchaban por todo el departamento. Hinata tuvo que dejar su entrenamiento con Kenma para acercarse a los gritos y lo que vieron los dejó sorprendidos.

—¡No quiero verlo, déjenme!— Itadori entro corriendo al departamento y subió por las escaleras—. Kenma ayúdame.

—No me metas en tus asuntos— pidió Kenma.

—Mira, cabeza de chicle, vas a verlo te guste o no— dijo Kuroo.

—¡Él va a matarme!— habló fuerte claro.

—Jamás lo haría— Yuuji casi se desmaya al verlo. Alto, constitución fuerte, rubio y ojos dorados cubiertos por unas pequeñas lentillas, vestido de traje y corbata—. Hola Itadori.

—H-hola... tío— saludó con voz entrecortada.

—No mataría a mi sangre. Ahora, ¿puedes decirme porque tuve que pagar una fianza presuntamente por robo?

—No fue mi intención— respondió con un puchero.

—Capitán Kuroo— el nombrado se tensó—. ¿Donde hay una habitación vacía para hablar con mi sobrino?

—Pueden hablar aquí mismo— el rubio asintió—. ¡Así que escúchenme todos, largo de aquí!— todos los presentes se fueron alejando.

—Kenma, ¿quién es el hombre?— preguntó susurrando Hinata.

—Kento Nanami. Antiguo soldado de primera división. Es un Tödlich, uno de los mejores de nuestra clase— Hinata abrió los ojos de asombro—. Y también con una de las mejores técnicas que he visto.

—No comparte el apellido con Yuuji— mencionó curioso.

—Es hermano de su madre al parecer, no sabemos mucho de Yuuji en realidad. Él llegó aquí por recomendación.

(...)

—¿Vas a decirme qué pasó en realidad?— preguntó el adulto. Su sobrino le explicó todo lo que ocurrió aquella tarde, no se guardó nada.

—Entonces Gojo.

—¿Espera que?— interrumpió.

—El hombre que me ayudo, ese era su nombre. Era demasiado alto, con cabello blanco y ojos azules— la expresión de su tío era de ultratumba, se notaba la preocupación mal disimulada a kilómetros—. ¿Sucede algo Nanami?

—No me gusta que te relaciones con extraños, sólo es eso— Itadori asintió—. Por favor no vuelvas a verlo y si se te acerca ignóralo.

—Está bien— dijo dudando.

Después de unos minutos Nanami dejó ir al muchacho, decidió quedarse un poco más de tiempo rondando en el departamento. Ahora más que nada debía proteger a su sobrino, se lo prometió a su hermana y a su padre.

—Escúchame Kento. No dejes que nadie dañe a mi Yuuji.

—¿Por qué me pides esto? Debes vivir, vas a sanar. Yo sé que vivirás.

—Mi vida... se la doy a mi niño. Promételo Kento, cuidarás a mi hijo. No dejes que vengan por él. Aléjalo del hombre de los ojos vendados.

Fueron las últimas palabras de su difunta hermana cuando dio a luz al pequeño, pero eso fue hace tiempo. Y esperaba cumplir con esa promesa.

Hola hola, ¿cómo están? Espero que estén bien, yo estoy bien porque he terminado este capítulo. Una disculpa si es extenso. Con esto doy fin al "Arco de Introducción" y se vienen más cosas.

Por si aún no se han visto Jujutsu Kaisen, les presento a los personajes que aparecieron en este capítulo y pertenecen al anime.

«•|Yuuji Itadori|•»


«•|Satoru Gojo|•»


«•|Kento Nanami|•»


Si ven algún error de ortografía no duden en decirme para editarlo en el futuro.

Espero seguir contando con su apoyo. Gracias por leerme.

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