-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟑-
Hace algunos años...
En el lugar más recóndito de la ciudad había una casa al borde la ruina, en esa casa habitaba una extraña. Y esa extraña era la que buscaba.
El joven de aparentemente quince años entró a la casona que se caía a pedazos, avanzó hasta una de las habitaciones del fondo y tras la cortina estaba esa extraña fémina sentada tras una mesa circular y extrañas cartas de tarot sobre ella junto con una bola de cristal.
—Se bienvenido mi querido niño— dijo con voz queda—. ¿Qué es lo que deseas saber?
—¿Qué acaso no todos venimos por lo mismo?— preguntó altanero.
—¿Y crees estar listo para eso?
—Mire, anciana, no tengo todo el tiempo del mundo. Vine por obligación y si no tiene nada que decir mejor me largo.
—Tus ojos revelan tristeza debajo de esa venda— el muchacho se detuvo en cuanto la escuchó decir eso. Riendo con burla respondió:
—¿Tristeza? ¿Por qué habría de estar triste?
—Porque jamás estarás con tu alma gemela— respondió con melancolía. El muchacho de ojos vendados volvió a tomar asiento.
—¿A que se refiere?— preguntó. La anciana tomó su mano derecha y pinchó uno de sus dedos, dejó caer unas gotas de su sangre en un vaso de agua y la bebió.
—Tu alma gemela aún no ha nacido, pero descuida podrás alcanzarla. Es una lástima que esa alma está unida a otra desde su anterior vida— decía mientras limpiaba los restos de sangre de los dedos del muchacho de piel blanca—. Tú estarás con tu alma gemela, siempre a su lado, la protegerás pero también serás el culpable de que ella no esté con la suya.
—¿Está diciéndome que obligaré a mi alma gemela a no quererme? Que estupidez— su rostro mostraba arrogancia debajo de ese antifaz de vendas negro.
—Te querrá demasiado más no te amara, el amor de su vida estará a su lado siempre— la anciana sonaba triste por lo que decía. Rara vez le decía ese tipo de cosas a la gente que iba a verla.
—Bien, ¿cómo sabré quién es?— preguntó.
—¡Tú... debes ir y dejar el odio!— dijo emocionada.
—¿Qué dices anciana?
—¿Reconoces este lugar?— la extraña anciana mostró un recinto de árboles de cerezo y duraznos en su bola de cristal.
—No— dijo molesto el contrario.
—Bien. Debes ir ahí y dejar el odio. Y en la víspera del equinoccio, cuando el invierno se convierta en primavera tu alma gemela verá la luz de un nuevo mundo— tenía los brazos extendidos en señal de felicidad por dar la dirección de su otra mitad—. Creo que deberías escribir lo que dije.
—No me servirá de nada. Tú misma lo has dicho, no me corresponderá, estará unido a su alma gemela de su vida anterior— contestó el muchacho de tez pálida.
—Sólo si tú lo obligas. Si permites que esté con su alma gemela será la tuya cuando nazca.
—Esto no tiene sentido alguno— el muchacho demasiado alto para su edad se levantó dando la espalda a la anciana para así abandonar el lugar—. Gracias por nada anciana— dijo con burla.
—¡Recuerda que siempre estarás a su lado!— gritó.
—Si como no— el muchachito de piernas largas y ojos cubiertos dejó la estancia de la mujer.
—Y si lo estás, en otra vida su amor será bilateral— dijo la anciana al viento como última advertencia con una sonrisa bailando en su rostro.
Actualmente...
Si se lo preguntan a Hinata él odiaba que lo grabaran mientras luchaba, y es que desde que estaba ese reportero no habían dejado de grabar, fotografiar y preguntar acerca de todos los soldados miembros del escuadrón.
La mayoría estaba incómodo, a excepción de Oikawa. A ese hombre la cámara lo adoraba y él amaba ser el centro de atención de vez en cuando. Disfrutaba de hacer conocida su relación con Suga, de esa manera porque eran de los mejores soldados en la alineación, por lo tanto eran un símbolo para la comunidad.
Kuroo era uno de los que no les importaba si alguien lo veía mientras entrenaba o husmeaba en su vida personal, sabía evadir las preguntas de manera educada y galante, sin embargo el periodista de cabellos blancos era persistente y no dejaba de preguntar sobre su relación con Yamaguchi. Primero alababa su resistencia en combate y la cantidad de Glishkarj que llenaban sus números, después decía que sus habilidades eran las mejores y como era posible llevar la capitanía de un escuadrón tan extravagante.
—Eso deberías preguntárselo a Sawamura— le respondía—. ¿Has visto al Karasuno? ¡Están locos! A todos en ese escuadrón les hace falta un tornillo, su forma de pelear es invaluable y demasiado arriesgada, digo siempre están al ataque y me encanta ayudarles con la defensa.
—Tengo entendido que eres pareja de uno de los miembros, dime ¿cómo es tu relación con el soldado Yamaguchi?— bingo.
—¿Esto se incluye en el reportaje de los soldados?— preguntó.
—No...
—Entonces no debo responder a esa pregunta— interrumpió—. Dime, Gojo-san ¿por qué tocas esos temas? A la audiencia no creo le guste.
—¿Lo dices por el ataque que se dio hacia tu pareja?— eso crispó los nervios de Kuroo—. Digo, yo también hubiese reaccionado así, ir a juicio es bastante complicado cuando se trata de defender la justicia.
—¿Crees que fue justo lo que hice?— preguntó.
—Claro que si— asintió—. A veces debes hacer justicia por tu propia cuenta. Sólo uno mismo sabe lo que tuvo que pasar y cuanto te dolió hacerlo.
—¡Oye Kuroo!— la voz de Hinata interrumpió la conversación—. Perdón no sabía que estabas ocupado.
—Tranquilo, no es importante— el de cabellos blancos sonrió sarcástico—. ¿Qué sucede Chibi?
—Es Nobuyuki, acaba de llegar el equipo de exploración.
—Esas son buenas noticias.— Kuroo se encaminó al edificio para recibir a parte se su escuadrón. Nobuyuki junto a Yaku, Taketora y Fukunaga investigaban los incidentes de los últimos días.
—¡Capitán!— los gritos de Inuoka lo alertaron. Todos se veían en mal estado.
—¡Kai!— Kuroo corrió hasta el Heiler que estaba cubierto de sangre y demasiado débil.
—Demonios— susurró Kenma.
—¡¿Tora, que fue lo qué pasó?!— sostuvo al moreno entre sus brazos para evitar que cayera al suelo—. ¡ENNOSHITA!— el Heiler del Karasuno fue corriendo hasta el herido y posó sus manos sobre su cuerpo para curar sus heridas.
—Kuro, Tora está.— Kenma y el nombrado enfocaron sus miradas en Tora, lucía abatido con los ojos perdidos en un punto fijo en la nada. El de cabellos blancos no perdía nada de lo ocurrido y fotografiaba de vez en cuando.
—¡Tora! Vamos despierta— ordenaba Kuroo—. ¡Itadori, con un demonio ven acá! Tráiganlo ahora.— Inuoka fue corriendo a buscar al niño de cabellos rosas.
—Kuroo.— el chico en sus brazos comenzaba a hablar.
—Shh, Kai. No hables, debes calmarte.
—N-no... fue horrible— siguió hablando—. El Glishkarj... de la cara hecha retazos... es un monstruo.
—¡¿Dónde está el cabeza de chicle?! Tráiganlo— exigía.
—¡Capitán! Estoy aquí— Itadori se dejó de caer de rodillas y al ver a su escuadrón comprendió. Entrelazo sus dedos a excepción del índice y el pulgar ya que estos los unió con sus yemas—. Nubes en blanco.— fue como si desconectaran un abanico y dejara de emitir aire, como si disfrutaras de una película y de repente la sala quedara completamente a oscuras. Todos aquellos que estaban alterados cayeron al suelo suavemente con los ojos cerrados.
—¿Qué fue lo qué hizo?— preguntó Gojo y entonces el ligero gemido de dolor de parte del contrario le hizo prestarle atención.
—Es una de las técnicas de nuestro empatizador. Libera a una persona de su dolor físico o emocional y algunas veces lo somete él mismo, para esto debe tener también una fuerza inmensa.— le contestó Kuroo.
—Oigan... chicos— los llamó Itadori entrecortadamente después se unos minutos—. No me siento... bien.
—¡Yuuji!— el de cabellos blancos lo sostuvo antes de que fuera a dar al piso y lo posicionó de manera cómoda—. Está inconsciente.
—Maldita sea— susurró Kuroo—. ¡Oikawa! ¿Dónde demonios está ese idiota?
—En una misión. Salió con Suga hace unos momentos antes de que llegaran— respondió Inuoka.
—¡Quiero a mis hombres en la enfermería, rápido!— los presentes ayudaron a los heridos y los llevaron en brazos hasta la enfermería. Sus uniformes estaban manchados de sangre, las heridas estaban en mal estado. Eran un desastre.
El inicio de la catástrofe había comenzado.
Los ahora cinco miembros descansaban en el pequeño hospital que tenían en los terrenos, eran demasiados para su pequeña enfermería.
Los que fueron a la misión estaban cubiertos de vendas y conectados a bolsas de suero, rodeados de máquinas que notificaban que seguían con vida, tenían mascarillas de oxígeno en sus narices. Lucían peor de lo que estaban.
Kuroo no se movía del sillón que estaba en el pasillo de las habitaciones. Había dos camillas en cada habitación y él estaba afuera a la espera de que alguno despertara. Malditos sean los que dejaron así a sus amigos.
Los pasos se escucharon al fondo del umbral y un castaño y platinado llegaron hasta él.
—Kuroo— Oikawa fue directo a abrazar al mencionado que estaba a punto de derramar las primeras lágrimas pero aún así resistió—. ¿Que fue lo qué pasó?
—No lo sé. No sé qué los atacó— respondió cabizbajo—. Es obvio que fueron los Glishkarj pero no sé más. Llegaron demasiado heridos y alterados, tuve que pedirle a Yuuji que me ayudara a que no se sintieran nada.
—¿A los cuatro al mismo tiempo?— preguntó Sugawara. El pelinegro asintió—. Sabes que eso es peligroso, lo ideal es que sea individual o mínimo dos.
—No sabía que hacer si. Yuuji dijo que podía hacerlo.
—Mi amor, sabes que al chico le gusta ser de utilidad. Además su control es extraordinario, es raro que se haya desmayado como nos contaron pero quizás las emociones sean demasiado fuertes.— mencionó Oikawa.
—Yuuji está dormido ahora.— interrumpió Kuroo.
—Genial, deberíamos ir a verlo.
—No está solo, está con ese reportero.
—¿Por qué?— preguntó Suga.
—No lo sé, entró en una especie de crisis y no se aleja de él.
(...)
Yuuji dormía plácidamente en una habitación para el sólo, la camilla de a lado estaba vacía pero la silla no se alejaba nada. Sentado a lado suyo estaba el de cabellos blancos y ojos color cielo, tenía sus manos aferradas a las del chico de cabellos de cereza. Suerte que estuvo cerca cuando se desplomó.
El joven que permanecía dormido era lo más hermoso que sus ojos pudieron apreciar, todo en él era precioso. Ojos avellanas que resplandecían, piel blanca y suave a simple vista, cuerpo definido y fuerte. Todo él era perfecto.
Quizás lo estuvo viendo demasiado y sintió sus miradas entre sueños, porque el chico comenzó moverse para después abrir sus ojos.
—Yuuji.— susurró.
—U-usted... ¿qué hace aquí?— preguntó. Gojo le tendió un vaso de agua y rápidamente lo bebió.
—Yuuji, me asustaste mucho.— las yemas de sus dedos hacían pequeños círculos en las manos del contrario.
—No me ha respondido.
—Oh, vine a realizar una entrevista, ya sabes un reportaje. Eres soldado deberías saberlo.— contestó sonriente.
—En realidad no soy soldado.— dijo lentamente.
—¿Y esto?— Gojo mostraba el collar con ambos dijes.
—¡Mi collar! Creí haberlo perdido hace semanas.— el peli blanco se ofreció y Yuuji dejó que le colocara la pequeña cadena en el cuello.
—Buscaba la oportunidad perfecta para devolvértelo— sonrió mostrando levemente sus ojos—. Espero que te hayan gustado las flores.
—¿Usted las envío?
—Azaleas rojas, las indicadas para pedir perdón. Quería disculparme por abandonarte el día que nos conocimos.
—Me arrestaron por eso.— dijo Yuuji haciendo pucheros.
—Lo lamento, prometo que no volverá a pasar. — rogó con una voz aguda.
—¿Volverá?
—Por supuesto. Sólo si aceptas salir conmigo— sonrió ladinamente—. Podríamos hacer algo en tu cumpleaños.
—Será el año que viene porque ya cumplí años.— se encogió de hombros cohibido.
—¿Cuando fue eso?
—El 20 de marzo.— respondió feliz.
—20 de marzo... que hermosa fecha.— Gojo estaba sorprendido pero no dejaría que vieran esa mirada.
—Mi abuelo solía decir que cuando nací fue justo en el momento exacto que la nieve se derretía. Lo hacía para hacerme sentir especial.— sonrió con melancolía.
—Apuesto que si— le dio la razón—. Eres alguien muy especial.
—Itadori— la voz de Oikawa les interrumpió entrando a la habitación—. Lo lamento, no sabía que estabas con alguien más.
—Descuide teniente, yo ya me iba— Gojo se levantó y se acercó hasta la puerta—. Nos vemos, Yuuji.— Oikawa lo detuvo un momento y lo miro con odio infinito.
—Aléjate de Itadori.— susurró. Gojo dejó escapar una carcajada.
—No eres quién para impedirme que lo vea.— salió de la habitación con algo en su mente. No confiaba en el castaño.
Y el castaño no confiaba en el de cabello blanco.
En las habitaciones no se respiraba nada de paz y tranquilidad. En especial en la de Hinata, Yamaguchi había decidido pasar la noche con Kuroo. El capitán del Nekoma seguía esperando a que sus amigos despertaran, así que él se quedó solo
Sólo hasta que la puerta sonó y él se levantó a abrir.
—Atsumu— susurró en cuanto vio al más alto.
—Hola Shouyo— el menor lo invitó a pasar y ambos se sentaron en la cama del pelirrojo.
—¿Qué haces aquí?— preguntó.
—Shouyo, yo... quería verte y estar contigo, ¿tiene algo de malo?
—Por supuesto que no— ambos se abrazaron aunque Hinata lo tomó como una excusa para que Atsumu no viera el sonrojo de sus mejillas. ¿Qué era lo que sentía por él?
—Oye, Shouyo.
—Mh— susurró cerca de su cuello—. ¿Sucede algo?— preguntó al ver que no le respondía.
—No sé cómo decirte esto, pero.
—Dilo como salga de tu corazón— colocó su pequeña mano en el pecho del rubio—. Son las palabras más cálidas y las verdades más auténticas las que salen de ahí.
—Dime, ¿está mal qué no deje de pensar en ti?— ahora si no pudo evitar que se viera el sonrojar de sus mejillas—. Shouyo, desde que te conocí no he podido evitar sentirme atraído hacía ti. Eres una persona tan maravillosa— el pelirrojo se llevó la palma de su mano a la que posaba el rubio en su rostro.
—Atsumu, yo... me siento igual a ti— el rubio sonrió—. Me siento tan cómodo a tu lado, me has ayudado en momentos de crisis e inclusive eres de los que no me juzgaron al verme sin un don.
—Shouyo, tu don es más que sólo manipular la luz— los interrumpió—. Tu sola presencia me trae calma, me haces sentir como debe sentirse un verdadero hogar.
—Jamás he preguntado sobre tu familia, creía que te incomodaría.
—Lo hace, un poco. Pero estoy dispuesto a abrirme a ti, en todo sentido— ambos se quedaron mirando a los ojos sintiendo las mariposas revoloteando en su interior. Atsumu acariciaba las mejillas y el mentón de Shouyo, y él tenía sus dedos enredados en los cabellos de su nuca.
—Quiero saber todo sobre ti, tus miedos, tus problemas, tus metas. Todo, sólo si tú me lo permites— habló tan cerca de sus labios que sus alientos rozaban.
—Solo si me dejas saber lo mismo.— pidió. Hinata asintió.
—Parte de mi historia ya lo has sabido sin siquiera decirte. Pero estoy dispuesto a revelarte todos mis secretos si tú permaneces a mi lado— sus ojos mostraban un brillo esperanzador, casi rogaba que aceptase—. Entonces, Atsumu, ¿te quedarías conmigo?
—Siempre.— el rubio tomó las manos de Hinata y besó los nudillos suavemente. Con cada beso prometía estar a lado del pelirrojo pasara lo que pasara.
No dejaría que su bello sol se apagase.
Buenos días tengan todos! Según las estadísticas de la historia ¡¡¡hemos llegado al 1k!!! Estoy muy feliz de haber logrado tal suceso porque así la historia se va haciendo más conocida.
Como pueden ver la historia ya se está adentrando al auge en el que deberán (posiblemente) preparar pañuelos. Espero poder plasmar lo que tengo en mi cabeza y que sea de su agrado.
Si tienen dudas, preguntas o inclusive sugerencias de que personaje les gustaría que apareciera pueden decirlas con libertad.
Muchas gracias por sus votos y por sus comentarios
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