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𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙤𝙡𝙤 𝙐𝙣𝙙𝙞𝙘𝙞

𝙈𝙞𝙣𝙞 𝙢𝙖𝙧𝙖𝙩𝙤́𝙣 𝟯/𝟯

Disfruten. Déjenme sus opiniones y que les gustaría que pasara en un futuro.

Bella se dedicó a interrogarme todo el camino hasta Seattle. Callé todo. No estaba dispuesta a revivir esa etapa de mi vida con alguien que no valoraba en absoluto la vida humana. Y es que Bella me dejó bastante clara su postura; por estar con Edward sacrificaría su vida y a cualquiera que fuera necesario.

— Bella, ya basta. Eres mi amiga y te aprecio, pero no tienes nada que ver con la historia de cómo conocí a los Vulturi —miré a Edward—. Y tú, si antes no podías entrar a mi mente, ahora menos. No soy un espectáculo de circo con entrada liberada para que puedas dar vueltas como te plazca. Respeta la privacidad y agradece que los ayudé a ti y a tu novia.

— Lía...

— Ella tiene razón —interrumpió Alice—. No tenemos derecho. La arrastramos hasta esta situación y no le hemos agradecido lo que hizo por nosotros —me miró—. Gracias, Lía. De no ser por ti las cosas hubiesen acabado de forma muy diferente.

— Hice lo que tenía que hacer, Alice —no miré a nadie, sólo me concentré en el libro que compre en la tienda del aeropuerto.

— Jasper estará esperándonos para ir a Forks —cambió de tema Alice—. Irá en el Jeep para que todos entremos bien.

— No iré con ustedes. Me estarán esperando —dije.

— ¿Qué? ¿Quién? —preguntó Bella.

— No es de tu incumbencia.

Noté la mirada que Alice y Edward se dieron pero los ignoré. Me puse mis audífonos y ahora sí me concentré en mi lectura. Estaba molesta y decepcionada con Bella. Tenía una familia y amigos que la adoraban, pero ella no lo valoraba.

En algún momento del viaje me quedé dormida y desperté sólo cuando Alice me removió el hombro para que estuviera lista para el aterrizaje. Nuestra ventaja era que no teníamos equipaje, así que rápidamente salimos del avión y nos dirigimos a la salida del aeropuerto.

En el camino encendí mi teléfono y vi que tenía un mensaje de Paul diciendo que llegaría cerca de las 7 a.m. Ví la hora y eran las 6:48 así que no faltaba mucho. Le respondí diciéndole que aprovecharía de ir al baño y que, cuando estuviera fuera me llamara.

Bella y Alice me acompañaron al baño. Hice mis necesidades, me lavé las manos y retoqué mi maquillaje.

— Jasper está fuera —me dijo la vampira—. ¿De verdad no irás con nosotros?

— No —me terminé de aplicar mi labial—. Deben estar llegando por mí, de hecho.

— Estoy lista —salió Bella.

— Lía, deberías hablar con Jasper —continuó la Cullen.

— Oh, hablaré con él —la miré mientras Bella se secaba las manos tras de mí—. Pero será con mis términos, cuando yo quiera y donde yo quiera. Si él decidió irse sin hablar mientras yo esperaba una explicación, ahora él tendrá que esperar a que quiera hablar.

— ¿No estás siendo muy dura? —preguntó Bella.

— No. Tengo dignidad —ahora la miré a ella—. Tú también deberías tenerla, considerando lo mucho que te afectó que el pelos de escoba se fuera —no dijo nada y Alice tampoco, así que dando por finalizada la conversación salí del baño y me reuní con Edward—. Sé que escuchaste todo y no me arrepiento de nada de lo que dije.

— Lo sé.

Las chicas salieron y caminamos hacia la entrada. A lo lejos vi a Jasper pero mi rostro no cambió. Bloquée todo tipo de acceso que pudiese tener a mis emociones y me limité a saludarlo con un pequeño asentimiento de cabeza mientras que sus hermanos le daban un abrazo, Bella incluida.

Jasper estuvo a punto de decirme algo y de acercarse cuando mi teléfono vibró. Le contesté a Paul y le indiqué donde estábamos para que se acercara por mi.

Un par de segundos después noté cómo todos los Cullen se tensaban, pero en especial el rubio.

— Nos vemos en Forks, tengan buen viaje —caminé hasta Paul que se había bajado para desatar el otro casco. De las alforjas de la moto sacó mi chaqueta y, cuando estuve a punto de tomarla, sentí como alguien jalaba mi brazo.

— No puedes ir con él, Lía —habló entre dientes Jasper.

— Puedo, quiero y lo haré.

— No puedes estar hablando en serio —sonaba cada vez más enojado—. Ven conmigo.

— Perdiste cualquier tipo de derecho a hacer cualquier reclamo sobre lo que hago o dejo de hacer. No eres mi novio —Paul se encontraba tenso mirando el agarre que el vampiro tenía sobre mi brazo.

— Suéltala. Ahora —pronunció firme. Alice, Edward y Bella no hacían nada, sólo se quedaron mirando. Los vampiros estaban un poco más alerta en caso de que algo se pudiese salir de control.

— Tú no me dices que hacer.

— Él no, pero yo sí. Suéltame o haré que me sueltes —lo miré fijamente mientras dirigía una de mis manos a la daga que tenía en la cinturilla de mi pantalón. Edward se acercó un poco ante eso.

Jasper me soltó—. Lía...

— No —lo interrumpí—. No hoy.

Finalmente me acerqué a Paul y, tras darle un breve abrazo para que supiera y sintiera que estaba bien, me coloqué mi chaqueta y el casco con ayuda del lobo. Paul subió primero y yo tras él. Me aferré fuerte a su cintura para no caer.

— Nos vemos en Forks, Bella. Saluda a tu padre por mi.

Paul arrancó y a nuestra espalda quedaron Alice con Bella y Edward sujetando a Jasper, probablemente evitando que cometiera alguna locura. 

🔸🔸🔸🔸🔸

Llegamos a la casa de la manada cerca de las 10:30 de la mañana. Emily nos recibió con un abrazo gigante y me aseguró que fue difícil controlar a Paul mientras yo estaba en Italia luchando con la realeza vampírica. Pronto se unió el resto de la manada a sus burlas y, tras un momento de risas, comenzó el verdadero interrogatorio.

Nos sentamos en la mesa a desayunar, yo en las piernas de Paul ya que no había espacio para todos. Poco a poco les conté lo que ocurrió y me aseguré de calmar sus inquietudes respecto al peligro que esta situación podría significar para la reserva. El único problema sería que, ahora que los Cullen volvieron, el territorio en el que la manada podría patrullar se vería recortado.

— Lo importante ahora, Lía, es que estás bien —me dijo Em.

— Y cómo no estarlo, la has visto entrenándonos. Hubiese sido humillante si perdía —dijo Jared.

— ¿Acaso quieres que te dé otra paliza, Jared?

— Uh, no. Me retracto.

Después de actualizar a los chicos con todo lo ocurrido y de dar unas cuantas risas por ahí, Paul me llevó a mi casa. Estaba agotada y sólo quería dormir un momento. Él se quedó conmigo pero, cuando desperté, sólo había una nota.

"Te dejé el almuerzo en la olla, preciosa. Me toca guardia, pero en la tarde vendré a verte. Cualquier cosa puedes ir a la casa de Sam.

Te quiero.

-Paul."

Después de almorzar me dediqué a vaguear. Vi películas y llamé a mis hermanos, invitándolos a visitarme pronto. Los extrañaba.

La tarde avanzó sin mayor problema. Parecía que todo lo ocurrido con los Vulturi hace unas horas fue mentira, pero sabía que de ahora en más tendría que estar atenta.

La puerta de mi casa sonó y, escondiendo una daga en una de mis manos, fui a abrir.

— ¿Qué haces aquí, Jasper?

— Quiero hablar contigo —me dijo serio.

— Yo no. Vete —le respondí e intenté cerrar la puerta.

Jasper obviamente no estaba contento con eso, por lo que intentó entrar a la fuerza a la casa. ¿Tan desesperado estaba por hablar ahora después de meses sin ninguna noticia suya?

—Necesito que hablemos. Pensé que habías muerto...

— Pues no. Estoy muy viva y feliz. No gracias a ti, obvio —empujé la puerta con mayor fuerza.

— Lía —me dijo—. Por favor...

— ¡No! No quiero hablar ahora —me rendí. Me alejé de la puerta y lo quedé mirando—. Estoy demasiado exhausta física, mental y emocionalmente como para lidiar contigo ahora. Hazme el favor y vete.

Jasper me observó y se acercó lentamente a mi. No quería tenerlo cerca.

— Sólo necesito saber que de verdad estás bien. Necesito que me digas que el lobo y tú sólo son amigos —me terminé apoyando en una pared mientras él seguía caminando hacia mi—. Necesito que me digas que, dentro de ti, aún albergas sentimientos por mi.

Me quedé en silencio. Aún sentía cosas por él, pero no estaba dispuesta a arriesgar después de cómo terminaron las cosas. Menos considerando que Paul existía en mi vida ahora y que, día a día, me demostraba su cariño hacia mi, aún sin ser su impronta.

Jasper se terminó de acercar a mi y, sintiéndome amenazada, puse mi daga en su cuello. No lo dejaría acercarse más.

— Retrocede, Jasper. Te dejé avanzar hasta acá, pero aún puedo echarte —le dije. Mis acciones y mis palabras eran contradictorias, lo sabía. Pero pensar en Paul me trajo devuelta el sentido común.

— Sé que aún me quieres, Lía.

— Podré quererte, Jasper. Pero el cariño no es suficiente cuando hay decepción, rabia, tristeza y abandono de por medio —le dije. Paul pronto estaría por aquí, tenía que hacer que Jasper se fuera.

— Lo siento. No me va a alcanzar el tiempo para disculparme, lo sé. Pero sólo te pido...

— ¿Qué? ¿Una segunda oportunidad? —le di una sonrisa socarrona. Acerqué aún más mi daga a su cuello y, poco a poco, presioné—. No, Jasper.

— Por favor...—se interrumpió de golpe y se tensó. Sus músculos se crisparon al igual que su nariz y sus ojos se oscurecieron. Ahí lo supe.

— Tienes 5 segundos para marcharte antes de que te arranque la cabeza por estar fuera de tu territorio, chupasangre.

Maravilloso. Nada podía ir peor. 

🔸🔸🔸🔸🔸

¿Qué opinan? ¿Les está gustando? ¿No? Necesito opiniones. Que les gusta, que les disgusta, que les gustaría que ocurriera... 

Denme su opinión sobre Lía. ¿Les gusta el personaje? ¿Qué harían en su situación?

Espero sus comentarios. Me hace muy feliz poder seguir escribiendo. 

Lxs quiero.

Poppy.

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