𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝗶𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲.
❝Ya no tengo que ocultar mis sentimientos, puedo decir las palabras que realmente quería decir, decirte que te amo. En noches agotadoras, en días tan ocupados, por favor hazme lugar en tu corazón y déjame descansar en él. Estaré mejor si compartes tu corazón conmigo.
Sé mi único amor. ❞
━ONLY - Lee Hi.
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Miraba con atención aquel hermoso atardecer de colores cálidos frente al mar sentada en la arena. Una brisa suave, con sabor a sal golpeaba ligeramente su rostro haciendo que su cabello rubio danzará. Sintió a alguien sentarse a su lado, el calor manando de aquella persona le traía una extraña calma arrolladora erizando los vellos de su cuerpo.
Volteó su rostro encontrando una mirada afectuosa y una sonrisa enmarcada por unos tiernos hoyuelos a los costados de las mejillas. Hye-min no pudo contener las lágrimas dejándolas ser. Dejó caer su cabeza en el hombro de su acompañante y al instante sintió las caricias de este en su espalda y brazos.
—Te extraño —susurró en un hilo de voz que casi era inaudible. Se separó apenas para mirarle a los ojos con algo de molestia— ¿Por qué te fuiste?
Él solo acarició su mejilla secando algunas lágrimas con su pulgar, suspiró sin apartar sus ojos en forma de dragón de los almendrados de ella y contestó.
—Porque así estaba escrito, Hye —ella negó, sollozando en su lugar, a pesar de que sentía paz, su corazón dolía— tú no tienes idea de las cosas que vendrán en el futuro.
—Pero yo te quería, Nam, yo pensé que estaríamos juntos siempre.
—¿Y acaso no anhelas un para siempre junto a JungKook?
Hye-min se detuvo secando sus lágrimas con el dorso de su mano, Namjoon aún la miraba esperando una respuesta. Ella miró por un momento la arena bajo sus pies descalzos para luego mirar al inmenso mar azul. ¿Acaso quería una vida junto a él? Negó volteando a verle.
—Pero él ya no me ama de la forma en que yo lo hago —dijo, acongojada— él siguió su vida y se ve feliz con nuestra hija y con como se dieron las cosas. No veo que haga nada por insinuarse o buscarme.
NamJoon sonrió de forma gentil acariciando los brazos de Hye-min.
—Eres tú la que piensa que él no te ama, ¿acaso no has visto los pequeños detalles o las señales?
Hye-min volvió a negar algo confundida mientras pensaba. JungKook se veía feliz de la forma en la que venían, se veía tranquilo. Se veía libre y agradable al lado de esa mujer o de cualquiera que se le acercará.
—Deja de pensar en esas cosas, dile a tu cabecita que no conspire en contra de tus sentimientos. Él y tú están destinados desde antes de nacer —su sonrisa de labios sellados le irradiaba alivio— Hye, solo tienes miedo a que te lastimen de nuevo, tienes miedo de perderlo todo, te aterra la idea de quedarte sin él.
Se quedaron en silencio unos minutos admirando aquel atardecer y el mar, abrazados. Hye-min respiró hondo, entrelazando su mano con la de NamJoon, se sentía cálida y le traía mucha paz.
—No quiero faltarle el respeto a tu memoria. No quiero olvidarte y empezar de nuevo como si nada hubiera pasado.
—Amar a alguien no es faltarle el respeto a otra, amar al amor de tu vida no hará que me olvides, empezar de cero no es malo, recuerda que JungKook lo dijo, ¿no crees que es momento de hacerlo? ¿acaso no quieres tu felicidad a su lado?
Ella no quiso responder, su corazón y mente solo dejaban espacio para recordar cada sensación, sentimiento y momento en el que pasó al lado del pelinegro en el pasado, todo lo que la había hecho única y feliz.
NamJoon besó la frente de la rubia colocándose de pie.
—¿Dónde vas? —ella lo siguió.
—Voy a estar siempre aquí, cariño —dijo, sujetando entre sus manos su rostro— estaré al lado de ustedes dos siempre, cuidándolas. Recuerda lo que te dije, déjate amar y sé feliz, aún espero concedas mi deseo.
Asintió, con su labio inferior temblando, iba a llorar de nuevo porque sabía lo que todo eso significaba.
—Te amo, Nam —su voz se había quebrado.
—Y yo a ti —besó concienzudamente la frente de Hye-min, le sonrió, se soltó y comenzó a caminar alejándose de ella. Sus oídos comenzaron a captar el sonido de las olas romper contra la orilla y sus ojos nublándose por las lágrimas volverse oscuros.
Suspiró, abriendo sus párpados despacio, observó el techo de color blanco de la habitación, sus oídos captaban el ruido del mar a lo lejos, giró su rostro de costado observando a través de las cortinas blancas de los ventanales las olas romper en la orilla. Solo fue un sueño, un magnífico y hermoso sueño. ¿Acaso fue su imaginación o su inconsciente jugaba con ella?
—Omma —volteó, colocando su cuerpo de costado para mirar los ojitos hinchados de su hija junto a su cabello negro todo alborotado— ¿Estás bien? ¿tuviste una pesadilla?
—No mi amor, ¿por qué lo dices?
—Estas llorando.
Automáticamente, se tocó la mejilla con los dedos encontrando los rastros de humedad. ¿acaso fue real? Y si eso fue real, ¿lo que el Nam le había dicho?
La puerta sonó con algunos golpecitos ligeros, Hye-min se levantó tomando un saco de lana para ponerse sobre su vestido de dormir. Se dirigió arreglando un poco se cabello y abrió encontrándose con la sonrisa de una mujer de servicio junto a un carrito lleno de comida. La dejó pasar al interior luego de darle los buenos días.
La mujer acomodó tan rápido como pudo algunas cosas sobre la mesa, le avisó que era de parte del pelinegro y que había una nota con indicaciones para ella. Luego de despedirse y marcharse, Hye-min tomó aquella nota entre manos.
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Buen día, espero les guste el desayuno que envié a preparar especialmente para ustedes. Disfruten y prepárense para pasar un día lleno de actividades.
Beomgyu me sugirió la idea de ir a la playa, pero en vista de que las temperaturas no son las ideales, la piscina climatizada será solamente nuestra un par de horas. Por la tarde noche, tenemos reserva en el restaurante Begin esperándonos una mesa y me alegraría su presencia.
Las esperamos en una hora.
Besos, JK.
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Hye-min sonrió divertida, miró la mesa con waffles, frutas bien cortadas, miel y chocolate derretido. El aroma a café inundaba la mayor parte trayéndole un poco de hambre.
—¡Wuao! ¡Que rico!
—Primero a lavarse la cara y luego a desayunar —advirtió a la menor.
—Omma, no te parece tonto que me lave los dientes antes de comer si después me los tendré que lavar de vuelta.
Hye-min evitó reírse de aquel argumento.
—¿De dónde sacas esos disparates?
—No sé, se me ocurrió —se encogió de hombros, metió su dedo índice en el recipiente con nutella embadurnando de dulce para luego llevar a su boca.
—¡Park Young-nam! ¿qué son esos modales?
—Perdón, tengo hambre, no seas mala, déjame comer ahora y prometo luego cepillarme los dientes y pasarme el hilo dental, ¿si?
La rubia resopló en su lugar desconociendo a su hija, ella jamás era así de ocurrente o arriesgada. Le recordaba mucho a… tomó una bocanada de aire rodando los ojos, digna hija de su padre tenía que ser.
—Come ahora y luego te cepillaras muy bien.
Negó con la cabeza viendo a su niña comer con ganas y una sonrisa, le causaba mucha gracia. También tomaría asiento, pero su atención fue al reverso de la hoja donde la nota del pelinegro seguía. Era una posdata.
“Hye, habla con JiMin hyung, no sean tontos, no sigan enojados por tonterías, la vida es demasiado corta para pelear. Sé que él te extraña al igual que tú lo haces”
Volvió hacia la habitación tomando asiento en la cama. JungKook tenía razón, la vida era demasiado corta y ella no podía estar enojada con su oppa por mucho tiempo. Tomó su celular entre sus manos tecleando en la pantalla, llevó el auricular hasta su oído escuchando el repique de la llamada y sonrió cuando del otro lado le atendieron.
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Caminó en medio del pasillo escuchando los gritos de diversión de los niños disfrutando de la piscina.
Luego de desayunar, ayudó a su hija a colocarse su traje de baño y dejó que bajará antes de tiempo con Beomgyu. Ella prefirió tomar un baño y salir minutos después de organizar sus cosas. No sé metería a la piscina, pero, aún así se colocó una bikini y una camisola blanca encima, llevó en un pequeño bolso algunas cosas y un libro para entretenerse.
Sintió nervios al pensar que los menores estuvieran solos, pero al entrar por la enorme puerta de vidrio se tranquilizó al ver que JungKook estaba con ellos dentro del agua. Se quedó observándolos, Beomgyu pataleaba bajo el agua como un perrito acercándose al pelinegro, este tenía a Young-nam parada en sus hombros a punto de ser lanzada al agua; las risas sonaron cuando la niña salió a la superficie voceando por aire, su padre sosteniéndola en brazos y además la ayuda de unos flotadores en sus bracitos.
Luego fue el turno del chico, ambos asegurándose de que la más chica se quedará sentada en los escalones de la piscina mientras JungKook intentaba hacer lo mismo con Beomgyu. Este se dejó tirar y nadó bajo el agua hasta llegar a Young-nam a quien le hizo cosquillas en la planta de sus pies haciéndole reír a carcajadas.
Hye-min no se había percatado de la enorme sonrisa que tenían sus labios, sobre una de las reposeras dejó su bolso y tomó de encima las toallas de los pequeños, se acercó hasta la orilla de la piscina dejando que sus pies se mojaran en el primer escalón.
Young-nam se dejó cubrir y secar mientras le contaba a su madre lo que había hecho, Beomgyu fue el siguiente teniendo la misma acción que la niña. JungKook salió peinando sus hebras azabaches húmedas hacia atrás, llevaba un short color negro, su torso marcado y sus tatuajes en el brazo derecho relucían por las gotas de agua en su piel.
Hye-min tragó saliva duramente, esa imagen hizo acelerar su corazón y otras partes de su cuerpo. Volteó, tomando una toalla para poner su atención en otra cosa que no fuera aquel hombre, pero al girar de nuevo tenía a un mojado y sexy pelinegro mirándola fijamente a solo centímetros de ella. JungKook tomó la toalla entre las manos tensas de la rubia agradeciéndole con voz ronca.
A ella casi le da un infarto.
—¿Qué les parece si pedimos algo de comer?
Los niños vociferaron un gran SI y él mandó a pedir mucha comida para los cuatro. Se sentaron alrededor de una mesa que estaba especialmente dispuesta para ellos, JungKook quería tener privacidad para poder pasar una tarde tranquila junto a sus hijos.
Observó a Hye-min secando el cabello de su hija, acercándose con intenciones de preguntarle.
—¿Hablaste con hyung?
Ella lo miró para luego asentir con una tenue sonrisa en sus labios, se alejaron unos centímetros en dirección a las reposeras.
—Si, hablamos un poco y todo está bien, nos pedimos disculpas mutuamente y arreglamos de hablar en un par de horas más —contó, cruzándose de brazos— gracias Kook, todo ha sido muy lindo hasta ahora, Nami está muy contenta y el peso de extrañar a Nam no es tanto.
—Haría lo que fuera por nuestra hija y por verla feliz.
—Lo sé.
—Por ti también lo haría.
"Eres tú la que piensa que él no te ama, ¿acaso no has visto los pequeños detalles o las señales?"
¿Por qué de repente esa frase inundó su mente como una inminente alerta?
Jugó con sus manos entrelazadas intentando no mirarlo directamente a los ojos. De repente se sentía algo nerviosa.
—Cruzarte con nosotras te está dando mucho trabajo.
—Lo disfruto —dijo encogiéndose de hombros, colocó la toalla alrededor de su cuello y levantó su barbilla— además, pienso que… Cruzarnos nunca fue una casualidad.
‘Él y tú están destinados desde antes de nacer’
Otra vez la voz de NamJoon en su cabeza con aquel sueño. Con aquellas palabras que no sabía cómo tomarlas. ¿Por qué de repente se sentía tan nerviosa bajo la atenta mirada del pelinegro? No sabia que decir, era la primera vez que Jeon JungKook la dejaba sin palabras y se sentía una completa estúpida.
El celular de él sonó, pero eso no evitó que apartará su mirada de ella, chasqueó su lengua en molestia y se acercó a la mesa tomando el aparato para contestar la llamada alejándose un poco. Hye-min suspiró llena de alivio y se acercó colocando sus manos sobre el respaldo de la silla. Los niños ni siquiera se habían volteado a verles muy entretenidos en una conversación.
Vio a tres mozos ingresar acomodando los platos con bocados dulces, salados y las bebidas sobre la mesa redonda. Uno de ellos dirigiéndose a ella.
—Todo lo que su esposo pidió está aquí, cualquier otra cosa que deseen no duden en llamarnos.
—Muchas gracias.
El hombre se despidió con una leve inclinación seguido de los otros dos. Se quedó parada en silencio, sopesando la situación, sorprendiéndole un poco no haber negado aquel parentesco. En su defensa, todo había pasado muy rápido, los niños estaban entretenidos hablando y comiendo mientras JungKook aún se mantenía muy serio hablando por teléfono.
Se acercó a la mesa sentándose al lado de su hija. El pelinegro se acercó unos minutos después agarrando unas cuantas uvas para comer, le sonrió.
—¡JungKook!
Todos voltearon ante el llamado. Lee JiEun entraba acercándose a ellos, se veía radiante y súper fresca en un vestido floreado.
—Me complace verte, necesito unos minutos de ti.
Él asintió y le guiño un ojo a Hye-min para alejarse un poco. Los observó hablar tranquilamente, de vez en cuando compartían una risa o sonrisa muy confiable. No supo porqué, pero observar aquella mujer ser completamente coqueta con él no le gustó. Sonrió por inercia al escuchar algo que su hija dijo sin quitar toda la atención de los otros dos. Hasta que vio la mano de la mujer posarse sobre el brazo tatuado. Y eso encendió sus alarmas. Era una atrevida, pues la única mujer que podía tocar aquellos tatuajes o aquel brazo, era ella.
Inconscientemente se paró de la silla, dejando a los niños solos, se acercó con la frente en alto y suma confíanza.
—Kook, perdón que los interrumpa, los niños quieren decirte algo y no se que será, cariño ¿puedes venir un momento? —fingió una sonrisa dulce y amable al cruzar miradas con la mujer frente a ellos y automáticamente llevó sus manos alrededor del brazo del pelinegro dejando a este totalmente descolocado por un segundo hasta caer en cuenta de lo que pasaba.
JungKook evitó reírse porque si lo hacía delante de la rubia sabía que perdería puntos con ella. Así que solo siguió aquel juego y volteó la cabeza atreviéndose a besar la cien y mejilla de Hye-min con mucha ternura.
—Esta bien, querida —dijo y se dirigió a la mujer que ahora tenía una extrema seriedad en su bonito rostro— lo siento JiEun, prefiero que ese tema se encargué alguien más, SeokJin podría ayudarte habla con él —miró de soslayo a Hye, aún tenía sus manos alrededor de su antebrazo con la atención en los más pequeños detrás— estoy con mi mujer e hijos de vacaciones —Hye-min al escuchar aquella frase volteó instintivamente recibiendo un beso cerca de la comisura de sus labios— que tenga buena tarde.
JiEun sonrió amable y se despidió de ambos sin decir una palabra más, la vieron alejarse y fue cuando él no pudo contener su sonrisa triunfal.
—¿Qué?
—No sabía que aún tenías esa actitud tan posesiva, Park Hye-min —se cruzó de brazos acentuando los músculos de sus brazos y pecho. Ella tragó saliva.
—¿Disculpa?
—Digo, el que me llames cariño, el que los niños necesitan decirme algo, buena jugada —comentó divertido, ella bufó y él se acercó para murmurar— no hace falta que hagas nada, ya soy tuyo de todas maneras.
¡Santa madre de las Marías! Su corazón latía a un ritmo aceleradísimo y no pudo evitar sentirse avergonzada, con sus mejillas enrojecidas delatándola. JungKook comenzó a reírse por la ternura que ella y su pequeño berrinche le causaban.
—Eres un idiota —espetó, volteando y yendo a tomar asiento junto a los niños fingiendo desconocimiento.
JungKook no pudo evitar sentirse familiarizado con el momento, como cuando él la molestaba y ella se sonrojaba, como cuando jugaban inocentemente y todo era tranquilo.
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Terminó de alisar con las manos la falda de su vestido frente al espejo de cuerpo entero, su cabello platinado con leves ondulaciones caía suelto sobre su espalda, optó por una sandalias cómodas de tiras, llevaba un maquillaje natural pero con algo de brillo, tomó un cárdigan de color blanco junto a un bolso pequeño. Ya estaba más que lista.
—Vamos bebé, nos esperan.
Young-nam llevaba unos jeans azules, camisa a cuadros rosa y azul, un cárdigan y zapatillas. Salieron de la habitación tomadas de la mano iban conversando de cualquier tema. Subieron al ascensor hasta planta baja, no era mucho el recorrido que debían hacer hasta el restaurante donde JungKook y Beomgyu las esperaban.
Eran casi las nueve de la noche, un mozo las acercó a la mesa, Hye-min observó el semblante tranquilo y sonriente del pelinegro hablando con el chico a su lado común ellas caminaban en su direccion, los ojos de ambos adultos se encontraron cuando estaban cerca, JungKook torció su rostro a un gesto muy serio y hosco, por lo que Hye-min no pudo evitar recordar la pequeña discusión que tuvo horas antes con él.
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—Tal vez, vuelva a Estados Unidos con Young-nam.
—¿Qué? ¿por qué? —preguntó tensándose. Ella suspiró, apartando la mirada al suelo.
—No tenemos mucho aquí, JungKook, mi trabajo, la vida que ella conoce están allá.
—¡Me tienen a mí! ¡Hye-min, maldita sea! —sentía su sangre hervir de la rabia— piensa las cosas, quieres seguir huyendo y no te das cuenta que aquí estamos todas las personas que las amamos —sentía desesperación.
—Sé que suena precipitado, siento que te moleste, pero solo en un pensamiento, algo que he estado considerando.
—Sabes qué, Hye, haz lo que quieras, ya estoy harto de ir detrás de ti. Es tu decisión.
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Suspiró, sabiendo que no debió comentarle aquello. Aunque tampoco supo porque lo había hecho, aquel pensamiento fue lo primero que tuvo cuando JungKook supo la verdad de su hija. Había considerado volver a América por simple temor. Pero ahora era una tontería sin sentido.
Tomaron asiento, está vez Young-nam sentada al lado de su padre mientras Beomgyu acompañaba a Hye-min. Intentó buscar muchas veces la mirada del pelinegro, pero este le ignoraba. Estaba en todo su derecho de enojarse y eso ella no lo discutiría, solo intentaría que esa noche no se arruine por su culpa.
Una vez hicieron los pedidos, que el chef se presentará frente a ellos con su plato estrella, una tranquila conversación entre los cuatro que aminoro todo tipo de mala vibra, se sentían satisfechos. Tanto Young-nam como Beomgyu sabían que entre los adultos había ocurrido algo porque apenas se dirigían palabras.
La pequeña miró al adolescente con ojitos suplicantes. Algo debían hacer. Ambos miraron hacia el centro del lugar, un espacio en círculo donde funcionaba una pista de baile. Varias parejas de adultos danzaban al compás de la música lenta jazz. Ambos sin darse cuenta de que habían tenido la misma idea.
—La música suena bonita, ¿no crees oppa?—comentó, Young-nam haciéndole ojitos a Beomgyu.
—Si, suena linda, como para que las parejas bailen, ¿no? —el niño miró cómplice asintiendo hacia Young-nam.
—Deberías sacas a bailar a omma, appa lindo —propuso, mirando a su padre al lado.
JungKook algo sorprendido leyó las claras intenciones en el rostro de su hija. Sonrió tan abiertamente que por un momento dejó a Hye-min quieta en su lugar quedando embobada al mirarle, una sensación de vergüenza y timidez atacándola por sorpresa. Él la observo de reojo, observó su retraimiento, sus mejillas sonrojadas no distinguiendo si por el maquillaje o el rubor natural.
Le había dolido que ella tuviera siquiera la mínima intención de irse, de alejarse. Pero también sabía que no debió ser brusco ni perder la paciencia. Debía estar tranquilo y manejarlo con calma. Dejó la servilleta de tela que tenía en su regazo sobre la mesa mientras se ponía se pie, tendió su mano en dirección a ella. Está miro por unos segundos a los niños en busca de ayuda, pero ambos estaban muy concentrados en sus postres sin prestar atención alrededor.
Tragó saliva y con algo de duda colocó su mano sobre la del pelinegro sintiendo de inmediato la calidez de este, los dedos largos envolviendo su mano con suavidad, el recuerdo lejano de sus caricias erizándole la piel. Caminaron con tranquilidad hasta la pista de baile dónde más parejas bailaban la canción que comenzaba a sonar en ese momento a través de los parlantes. Only de LeeHi.
JungKook rodeó con su brazo derecho la cintura de Hye-min atrayéndola a su anatomía mientras su otra mano se entrelazaba con la femenina y lentamente se movían al compás de la romántica canción bajo las tenues luces de colores. Ella evitaba mirarlo directamente, cosa que él no disimulaba ni un poco, estaba disfrutando tenerla así de cerca; sentir su calor, su cuerpo moverse lento junto al suyo, el aroma de su perfume floral profanando sus sentidos, sus ojos detallando el rostro de la mujer frente a él, deleitándose con su belleza.
Su corazón latía a mil por hora, al igual que el corazón de ella. Lo que ninguno admitiría es que extrañamente podían escuchar y sentir los latidos del otro.
—Una foto dura más —exclamó Hye-min, por lo bajo haciendo reír por un breve momento a JungKook rememorando sus palabras en el pasado— me vas a desgastar de tanto mirar.
—Jamás podría desgastarse lo hermosa que eres, Hye —aquellas palabras hicieron que mariposas volarán frenéticas por su estómago. Aquella oscura mirada penetrante estaba sobre ella y era imposible apartarse, la hipnotizaba.
La cercanía entre ambos comenzó a disminuir, Hye-min por un momento se colocó nerviosa y tensa porque algo le decía que si él avanzaba nada lo detendría, ni siquiera ella misma.
Pero un suspiro largo salió de sus labios cuando JungKook colocó una de sus manos sobre su nuca obligándola a qué recueste la cabeza sobre el hombro de él, en aquella posición podía sentir la suave y dulce colonia masculina, su rostro casi escondida en la cuenca de su cuello mientras cerraba sus ojos y se dejaba llevar.
En tanto, unos metros más atrás, dos personitas con sonrisas divertidas eran las encargadas de filmarlos y sacarles fotos desde sus cómodos asientos. Young-nam se aseguraría de enviarles las pruebas a su tío favorito y Beomgyu, con la intención de plasmarlas luego en papel.
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Caminaron todo el trayecto del restaurante al piso donde quedaban en completo y cómodo silencio. En algún momento de la noche los niños los habían dejado solos. Debes en cuando a JungKook se le iban los ojos observándola, ella se había quitado el cárdigan dejándole ver aquel vestido negro de tirantes exponiendo la tersa y suave piel, sus dedos hormigueaban por rozarla por sentir la calidez pero se conformaba sabiendo que la tuvo a escasos centímetros entre sus brazos mientras bailaban.
Las puertas de ascensor de abrieron permitiendo que ella saliera primero, dejándole por unos segundos a él, el panorama del tatuaje de mariposas de colores en la espalda que tenía Hye-min entre la cortina de su cabello platinado. Tragó saliva sintiendo un ligero calor subir por sus extremidades al recordar las veces que, en el pasado, había besado ese recorrido de mariposas en la intimidad obligándose a apartar la vista.
Caminaron unos metros hasta detenerse cada uno en las puertas de sus respectivas habitaciones, Hye-min extrajo del pequeño bolso colgado de su hombro la tarjeta magnética mientras JungKook la observaba de reojo. Ella suspiró mirándole con algo que a él se le hizo demasiado inocente y encantador.
—Gracias por está noche, los niños se han divertido mucho —sonrió, mirando una milésima de segundo la puerta de enfrente— yo también lo hice —agregó, mirando los ojos de él haciéndosele casi imposible sostenérsela ya que él no dejaba de mirarla fijamente, suspiró por la nariz como si aquello rompiera la tensión entre ambos.
Sonrió encantador— También me divertí, gracias por acompañarnos —colocó una de sus manos en el bolsillo de su pantalón negro mientras inconscientemente llevaba un mechón de cabello rubio detrás de la oreja de la mujer causándole a ella un escalofrío en la columna al sentir el tacto caliente de las manos masculinas cerca de su rostro— gracias bonita.
Susurró, atreviéndose a besarla en la mejilla haciendo estremecerla, erizando todos los vellos de su piel y sus párpados se cerrarán por inercia. Al segundo que los abrió lo vio con la cabeza ladeada a solo centímetros de su rostro y no supo porqué, pero el sentir una desesperación revolver su estómago la obligó a llevar sus almendrados ojos a los finos labios del pelinegro, los cuales se encontraban apetecibles y brillosos por la saliva de su lengua al relamérselos.
JungKook apenas había separado sus labios de los cachetes de Hye-min los vio colorearse de un bonito rosa, sus ojos cayeron en los labios acolchonados brillantes por el lipgloss y el impulso lo llevó a sostener entre sus dedos la barbilla de la rubia mientras acortaba la distancia entre ambos. Sintió el cálido aliento con sabor a fresa por culpa del coctel sobre sus labios enloqueciéndole, los rozó y sintió recorrerle una electricidad que pudo lanzarlo muy lejos.
Si así era tan solo por rozarlos, que sería sumergirse en esa boca, se preguntó, pero no dio tiempo a repensarlo cuando ya se encontraba moviendo sus labios sobre los de ella. Y sintió su cuerpo explotar en mil pedazos, como fuegos artificiales de colores implosionando en el más bello cielo. Instintivamente llevó sus manos a la cintura femenina atrayéndola hacia su anatomía sintiendo las de ella posarse en su pecho.
Un gemido ahogado salió de alguno de los dos cortando el beso que había durado tan solo segundos pero se sintió una eternidad para ambos. Hye-min aún tenía sus manos sobre el pecho de JungKook sintiendo así, el corazón acelerado de este, ni siquiera se atrevió a mirarle a los ojos cuando él llevó sus manos rodeando sus brazos y en lo que pareció un gimoteo nombrándola.
Totalmente aturdida, volteó colocando la tarjeta magnética en la cerradura eléctrica abriendo la puerta, entró, cerrando detrás en un tiempo récord que se le hizo impresionante. Pero el querer escapar de aquella situación embarazosa era lo primordial. Había besado a JungKook luego de años.
¡Y Dios! Se había sentido tan bien que quería fundirse en él hasta morir de placer.
¡AAAAAAAAAAAAAA! Si, como lo leyeron, hubo beso.
Y con esto les digo, entramos en la etapa final. Y soy lágrimas.
Seguir agradeciendo a cada un@ por leer y comentar, por darle una oportunidad a esta historia. GRACIAS!!
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