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Hoy era día de salida a Hogsmeade. Betty bajó al Gran Comedor temprano. Llevaba unos jeans de campana negros, una chaqueta larga, una bufanda y unos guantes, ya que quería ir preparada por si hacía demasiado frío en Hogsmeade.

Se sentó junto a Kiara y Leo, que ya estaban desayunando en su lugar habitual en la mesa de Hufflepuff. Betty se preparó un vaso de leche caliente y Kiara la miró con curiosidad.

—Entonces, ¿qué planes tienes para hoy, Betty? —le preguntó Kiara, mientras untaba mermelada de fresa en una tostada.

—Lo de siempre —le respondió Betty, encogiéndose de hombros—. Visitar Honeydukes, tal vez pasar por Zonko... ya veremos.

—¿Y qué tal si invitas a Ron? —interrumpió Leo con una sonrisa traviesa.

Betty, que estaba a punto de dar un sorbo a su leche, lo miró con incredulidad.

—¿A Ron? ¿Por qué iba a invitarlo? —le preguntó desconcertada.

—No sé... —dijo Kiara con tono burlón—. Tal vez porque te sonríe de una manera súper tonta cada vez que te ve.

—¡Eso no es cierto! —protestó Betty, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas.

—Claro que lo es —insistió Leo, divertido—. Vamos, ¿qué pierdes? Solo te acercas a él y le dices: "Ron, ¿quieres venir conmigo a Hogsmeade?" y listo. Seguro que te dice que sí.

Pero Betty negó rotundamente con su cabeza y se cruzó de brazos.

—No voy a invitarlo —les dijo y entonces les señaló—. Y ni se os ocurra hacer nada raro, ¿entendido?

—¿Hacer algo raro? Nosotros nunca haríamos eso —dijo Kiara con una sonrisa inocente que no convenció a Betty en lo más mínimo.

—En serio, chicos, no insistáis —les dijo Betty, suspirando mientras tomaba otro sorbo de su leche caliente.

Leo y Kiara intercambiaron una mirada cómplice, pero decidieron no seguir presionándola... al menos por el momento.








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Cuando estaban caminando hacia la salida del castillo para entregarle los permisos al profesor Filch, Betty, Kiara y Leo se cruzaron con Ron, Hermione y Harry. Betty intentó disimular y mirar hacia otro lado, pero no pasó desapercibida para Ron, quien inmediatamente fijó la mirada en ella.

—Ahí está tu oportunidad —le susurró Kiara, sonriendo de lado.

—Ni se te ocurra... —empezó a decirle Betty, pero antes de que pudiera reaccionar, tanto Kiara como Leo la empujaron directamente hacia él.

Betty tropezó ligeramente y les lanzó una mirada fulminante antes de girarse hacia Ron, quien ahora estaba de pie frente a ella con una sonrisa algo tímida.

—Hola, Bett —la saludó, inclinándose para darle un beso rápido en la mejilla.

Betty parpadeó dos veces, sorprendida, y sintió cómo sus mejillas se encendían.

—Hola, Ron —respondió, moviendo el pie nerviosamente en la nieve—. ¿Vas a Hogsmeade con Harry y Hermione?

Ron se encogió de hombros.

—No tenía pensado ir, pero... estaba pensando que, si no tienes planes con Leo y Kiara, podríamos ir juntos.

Betty lo miró, parpadeando de nuevo.

—¿Tú y yo juntos a Hogsmeade? —repitió, todavía procesando la idea. Finalmente sonrió tímidamente—. Sí, claro.

Ron pareció relajarse al oír su respuesta, y antes de que ella pudiera cambiar de opinión, tomó su mano. Betty sintió un leve cosquilleo cuando él entrelazó sus dedos con los de ella, llevándola hacia la fila de alumnos que esperaban con sus permisos para salir del castillo.

Kiara y Leo, a lo lejos, intercambiaron una mirada triunfal mientras Betty les lanzaba una mirada fulminante.

Mientras avanzaban en la fila para salir del castillo, Betty levantó la vista y vio a Ginny volando en el cielo con su escoba, seguida por otros jugadores del equipo de Quidditch de Gryffindor.

—¿Tenías entrenamiento de Quidditch? —le preguntó Betty, mirando de reojo a Ron, que se encogió de hombros.

—Sí, pero le dije a Angelina que no podría ir —le respondió—. Prefería venir a Hogsmeade contigo.

Betty frunció el ceño ligeramente, aunque una pequeña sonrisa intentó asomar en sus labios.

—Podrías haber esperado a la próxima semana, Ron —le dijo Betty—. No tenías que faltar solo por mí.

—Es solo un entrenamiento, tranquila —le restó importancia Ron—.  Además, con suerte, si sigo faltando, Angelina terminará dejándome renunciar.

—Siempre tan dramático, Weasley —rió Betty mientras rodaba sus ojos.

La fila avanzó lentamente. Cuando llegaron al frente, Betty le entregó su permiso a Filch, quien lo inspeccionó detalladamente antes de devolvérselo sin decir nada. Ron hizo lo mismo, manteniendo una expresión de impaciencia mientras el conserje examinaba el papel como si esperara encontrar algo sospechoso.

Finalmente, ambos cruzaron la puerta y comenzaron su camino hacia Hogsmeade, Betty envuelta en su bufanda por el aire helado y los copos de nieve que caían sobre ella.

Cuando apenas habían cruzado la entrada del castillo, Betty y Ron fueron interceptados por Malfoy, que estaba rodeado por Pansy Parkinson y un grupo de chicas de Slytherin que no paraban de reírse disimuladamente a su lado. Malfoy tenía una sonrisa maliciosa en su rostro, y Betty suspiró con frustración al verlo acercarse a ella.

—¡Eh, Cooper! —la llamó Malfoy con un tono burlón—. ¿Así que Weasley?

Betty rodó los ojos sin dignarse a responder. Agarró la mano de Ron e intentó seguir avanzando, pero Malfoy no se dio por vencido y comenzó a caminar detrás de ellos, seguido de Pansy y las demás chicas.

—¡Vaya, así que las sangre sucia son tu tipo! —exclamó Pansy, buscando claramente la aprobación de Malfoy—. Sois tal para cual.

—Los dos sois pobres, uno traidor de la sangre y la otra sangre sucia —añadió Malfoy con una risa socarrona—. ¡Qué parejita tan patética!

Betty respiró hondo, ignorándolos por completo, y continuó avanzando sin soltar la mano de Ron. Él, en cambio, estaba ruborizado, no de vergüenza, sino de rabia contenida.

Finalmente, después de unos metros más de burlas y risas, Malfoy y las chicas de Slytherin se detuvieron, aparentemente aburridos de no obtener una reacción. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Ron bajó la mirada, visiblemente afectado por lo comentarios de los Slytherin.

—Los detesto —murmuró Ron, apretando los puños.

—No valen la pena, Ron —le dijo Betty girándose hacia él mientras apretaba su mano ligeramente—. Malfoy es un idiota, y todos sabemos que Parkinson solo hace lo que puede para que él se fije en ella.

Ron la miró, aún con el ceño fruncido, pero poco a poco su expresión comenzó a relajarse.

—Supongo que tienes razón.

—Claro que la tengo —dijo Betty con una sonrisa—. Créeme, no merece la pena gastar energía en ellos.

Ron asintió, aunque aún parecía un poco molesto. Sin embargo, con Betty a su lado, la tensión en sus hombros empezó a desvanecerse mientras seguían caminando hacia Hogsmeade.

Mientras avanzaban por Hogsmeade, Betty y Ron visitaron varias tiendas, disfrutando agradable viento fresco de Hogsmeade. En Honeydukes, compraron una bolsa llena de ranas de chocolate y grajeas de todos los sabores, que compartieron mientras caminaban por las calles cubiertas de nieve.

El frío los envolvía, pero la conversación animada y las risas de Betty ayudaban a mantener el ambiente cálido. Sin embargo, al pasar frente al salón de té de Madame Pudipié, Betty se detuvo al ver algo a través de las ventanas empañadas.

—¿Así que Harry y Cho? —preguntó, señalando hacia el interior del salón. Allí estaban Harry y Cho, sentados juntos en una mesa pequeña, conversando mientras tomaban dos tazas de café.

Ron miró en la dirección que señalaba Betty y suspiró.

—Sí, bueno... acabaron besándose en el último entrenamiento de la ED —dijo con tono casual, aunque no parecía particularmente emocionado por el tema.

Betty arqueó las cejas, sorprendida.

—Vaya, eso sí que no me lo esperaba.

—Yo tampoco, créeme —Ron se encogió de hombros.

Betty sonrió, observando a la pareja por un momento antes de girarse hacia Ron.

—Bueno, hacen una bonita pareja, ¿no crees?

Ron frunció ligeramente el ceño, pero no dijo nada. En cambio, volvió a ofrecerle a Betty una rana de chocolate y retomaron su paseo por las calles nevadas, dejando atrás el salón de Madame Pudipié.

Finalmente, Betty y Ron decidieron refugiarse en las Tres Escobas. Betty tenía la nariz y las orejas rojas del frío, así que buscaron una mesa cerca de la estufa encendida. Betty se dejó caer en la silla, frotándose las manos para entrar en calor mientras Ron iba a la barra a pedir cervezas de mantequilla.

Cuando regresó, Ron colocó las jarras en la mesa, y Betty tomó un largo trago de la suya, sintiendo cómo el calor reconfortante de la bebida recorría su cuerpo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que Ron tenía un pequeño bigote de espuma de cerveza en el labio superior.

—Tienes algo ahí —dijo, señalando divertida.

Ron se apresuró a limpiarse con el dorso de la mano, visiblemente avergonzado, mientras Betty soltaba una risa ligera.

—No es para tanto —bromeó Betty, bebiendo otro sorbo. Luego cambió de tema—. Bueno... ¿cuándo tienes tu próximo partido de Quidditch? Así puedo obligar a Kiara y a Leo a que me acompañen a animarte.

—Es el próximo domingo —respondió encogiéndose de hombros—. Pero no hace falta que vengas. Voy a hacerlo fatal, como siempre. No quiero que veas cómo hago el ridículo.

Betty dejó su jarra sobre la mesa con un leve golpe y lo miró directamente.

—¿Cuántas veces tengo que repetirte que solo necesitas confiar en ti mismo? —le dijo mientras lo miraba con los ojos entrecerrados—. Estoy contenta de que no hayan suficientes candidatos para tu posición. Así podrás demostrarme que tengo razón.

—Yo no estaría tan seguro —bufó Ron.

—¡Claro que sí, Ron! —exclamó Betty—. ¿Contra quién juegan?

—Contra Hufflepuff —contestó Ron, con una mueca.

—Uy, así que voy a tener que apoyar a mi enemigo —dijo Betty arqueando una ceja—. Bueno, te animaré disimuladamente, pero más te vale ganar. No quiero escuchar a Smith presumir si pierden.

—Odio a Smith —resopló Ron.

—No entiendo cómo es un Hufflepuff —le dijo Betty—. Estoy segura de que Dumbledore le dio cerveza de mantequilla al Sombrero Seleccionador cuando lo clasificó.

—Es lo más lógico —rió Ron.

Entonces el sonido de la puerta del local interrumpió la conversación. Betty levantó la vista y parpadeó dos veces al ver entrar a Hermione, acompañada de Luna Lovegood y, sorprendentemente, Rita Skeeter.

—¿Qué hace Hermione con esa mujer? —preguntó Betty, atónita.

Ron también las vio y frunció el ceño.

—Me encantaría saber la respuesta —respondió, observando con desconfianza mientras el trío buscaba una mesa.

Ambos quedaron en silencio por un momento, compartiendo una mirada confusa antes de volver a enfocarse en su conversación y sus cervezas de mantequilla.

De camino de vuelta al castillo, Betty avanzaba con dificultad entre la nieve, que en algunos tramos llegaba a alcanzar el nivel de sus rodillas. Ron, al notarlo, desaceleró el paso y se giró para esperarla. Sin pensarlo demasiado, tomó su mano para ayudarla, un gesto que ya parecía natural entre ellos y que arrancó una sonrisa de Betty.

—¿Estás bien? —le preguntó Ron, echándole una mirada.

Betty resopló, aunque con una sonrisa divertida.

—Sí, solo que me siento como un gnomillo atrapado en un campo de coles —bromeó, intentando seguirle el ritmo.

Ron soltó una risa y luego se sonrojó antes de responder.

—Bueno, un gnomillo no se vería tan bien con bufanda y guantes.

Betty rió, divertida por el comentario inesperado.

—Vaya, Ron, ¿acabas de intentar hacerme un cumplido? —le preguntó Betty arqueando una ceja divertida.

—Tal vez... —murmuró él, encogiéndose de hombros y mirando al frente para ocultar el rubor que subía a sus mejillas.

Decidiendo aliviarlo un poco, Betty cambió de tema.

—Por cierto, ¿crees que Harry y Cho terminarán juntos?

—No lo sé. Cho es... complicada —Ron hizo una mueca—. Cuando terminaron de besarse se echó a llorar.

—Vaya, eso no me lo esperaba —dijo Betty sorprendida.

—Harry merece algo más sencillo.

—¿Como Ginny? —Betty levantó una ceja, esbozando una sonrisa pícara.

—No empieces —le dijo Ron poniendo los ojos en blanco—. Ginny está bien como está. Y Harry... no sé, ya veremos.

La conversación fluyó entre risas y bromas hasta que llegaron a una zona donde la nieve era especialmente profunda. Betty se detuvo un momento para recuperar el aliento.

—¿Quieres que te cargue? —le preguntó Ron con una sonrisa burlona.

—Ni lo sueñes, Weasley —le respondió Betty, entrecerrando los ojos, aunque una sonrisa divertida asomaba en sus labios—. Pero no estaría mal un encantamiento para derretir la nieve.

Ron rió.

—Podría intentarlo, pero con mi suerte probablemente provocaría una avalancha.

—No lo dudo —rió Betty—. Aunque seguro acabarías enterrado en la nieve tú también.

—Soy un imán para los desastres —admitió Ron con una mueca divertida—. ¿Te acuerdas de esa vez que terminé lleno de babosas?

—¿Cómo podría olvidarlo? —Betty lo miró con una risa contenida—. Kiara y yo todavía hablamos de eso cuando necesitamos animarnos.

Ron fingió estar ofendido, aunque no pudo evitar reír.

—Genial, ahora soy tu fuente de entretenimiento.

Tras un rato de silencio en el que retomaron el camino de vuelta a Hogwarts, Ron se puso más serio.

—Oye... ¿tú qué opinas de eso que dijo Malfoy antes? Sobre mí... y, ya sabes... —empezó a preguntarle, pero se calló cuando Betty lo detuvo y lo miró directamente a los ojos.

—Creo que Malfoy solo sabe insultar porque no tiene nada mejor que hacer —le respondió Betty—. No le hagas caso, Ron. Yo no lo hago.

—Es solo que... no quiero que pienses que tenerme cerca te trae problemas —le dijo bajando la mirada con las mejillas enrojecidas.

—Tenerte cerca no me trae problemas, Ron —le negó Betty mientras sonreía de lado—. Me hace reír, me hace pasar un buen rato. ¿Por qué iba a querer cambiar eso?

Ron abrió la boca para responder, pero pareció quedarse sin palabras. En cambio, le devolvió una sonrisa tímida y siguieron caminando.

—Por cierto, ¿ya sabes qué quieres para Navidad? —le preguntó Betty a Ron, que se encogió de hombros.

—¿Navidad? Ni lo había pensado —respondió éste—. Aunque, por favor, si me regalas algo, que no sean jerséis como los de mi madre.

—Lo pensaré —le dijo Betty con una sonrisa traviesa—. Pero no prometo nada.

Entre bromas y risas, finalmente llegaron a la puerta de los barriles que conducían a la sala común de Hufflepuff. Betty se detuvo, dándose la vuelta para mirarlo.

—¿Nos vemos mañana? —le preguntó, inclinándose hacia él mientras se ponía de puntillas para darle un beso rápido en la mejilla.

Ron asintió, con una sonrisa que no pudo ocultar.

—Claro, Bett.

Betty le sonrió una vez más antes de girarse para entrar. Mientras desaparecía tras los barriles, Ron se quedó un momento en el mismo lugar, sonriendo como tontamente bajo las luces del pasillo.

ᯓ★ 𝗺𝗮𝗱𝗱𝘀𝗰𝗹𝗶𝗻𝗲

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