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¹⁴ ━𝐀 𝐒𝐏𝐄𝐂𝐈𝐀𝐋 𝐃𝐀𝐘

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CAPÍTULO CATOTCE

𝘜𝘯 𝘥í𝘢 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘤𝘪𝘢𝘭

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(POR FAVOR VOTA Y COMENTA)

4 años antes...

El paracaídas plateado surcó el cielo emitiendo fugaces pitidos y aterrizó sobre la explanada de la arena bajo la atenta mirada de Mélode y Flint. La pelirroja se acercó presa de la curiosidad, cuchillo en mano, y tanteó su contenido con cuidado. Flint, que se encontraba en la orilla del lago lavando las armas, le dedicó una mirada atenta cuando agarró la tarjeta que portaba.

Pensé que serviría como regalo de cumpleaños. Intentad aprovechar hasta el último bocado. 

~Finnick.

Mélode se preguntó cómo Finnick había descubierto que era su decimoctavo cumpleaños, pero terminó restándole importancia una vez que desenroscó la tapa del paracaídas y encontró el estofado de cordero aún caliente. Alzó el rostro a donde fuera que estuvieran las cámaras, y susurró un gracias acompañado de un cariñoso beso de agradecimiento. Flint se acercó con los ojos abiertos como platos y tragó en seco.

Pensé que no llegarían más. Enviarnos esto ha tenido que suponerle una pesca difícil a Finnick —comentó.

Y así era. Habían pasado diez días desde el comienzo de los Juegos y para esas alturas hasta enviar un paquete de galletas significaba una gran fortuna que pocos se atrevían a pagar. Estaba claro que la influencia de Finnick dentro del Capitolio había tenido mucho que ver porque, desde el día uno, los había provisto con comida y suministros siempre que podía. Mientras tanto; ella y Flint seguían ocultos recorriendo la arena para mantenerse lo más alejados posibles del resto de tributos, que si no calculaba mal, quedaban diez. Pronto los vigilantes se verían obligados a tomar medidas para devolverle diversión a los juegos.

Sí, será mejor que nos lo divadamos y nos pongamos en movimiento en seguida. Me apuesto lo que sea a que Lace y el resto de la manada estarán en busca de víctimas ahora mismo. Un paracaídas de este tamaño no pasa de desapercibido y vendrán para ver quién lo ha recibido.

Su compañero de Distrito torció la mandíbula y asintió para secundar su respuesta.

Es una pena que ni siquiera puedas disfrutar de un día como este, pero tienes razón. Es inútil quedarse aquí pasmados. —Se erguió en toda su altura y buscó una dirección segura que tomar.

Bueno, no era algo que le fuera a rebatir, pero no deseaba hablar mucho del tema porque era cuestión de tiempo de que ambos acabaran muertos. Flint señaló un escondrijo situado a medio kilómetro y le entregó su arma a Mélode, que agarró el machete decidida.

No he conseguido sacarle la sangre, omitre. Estaba más seca de lo que pensaba —admitió.

La sangre seca no te impide seguir matando gente.

Fría y letal. Costaba creer que fuera la misma chica que se había presentado voluntaria en lugar de su prima en la cosecha, y la misma, que supo enamorar a todos en el Capitolio con  su encanto. Ni siquiera se había detenido por sonreír el día de su cumpleaños. Era una alternativa peligrosa, teniendo en cuenta que algunos chicos andaban sueltos por ahí pensando en matarla. Flint terminó llevándola hasta una pequeña superficie rocosa con una abertura pequeña y estrecha que podía funcionar de escondite, y aprovecharon el tiempo para comer el estofado en silencio. El chico depositó  sus ojos sobre ella varias veces, en un intento vago de empezar alguna conversación. Fue finalmente Mélode, cansada de los constantes amagos de su aliado, la que la inició.

¿Has pensado ya en lo que harás si consigues salir de aquí?

Flint se relamió los dedos llenos de salsa.

Todavia no, pero llevo algunos días pensando en ello. Imagino que tengo tan pocas probabilidades de salir con vida que es una perdida de tiempo hacerlo, ¿no?

Mélode arrugó la nariz evitando compadecerse de su aliado. Percibió algún tipo de trampa en su respuesta lastimera.

Con esa mentalidad los patrocinadores nos dejarán de enviar paracaídas.

Guardaron silencio y siguieron comiendo. Pasaron diez minutos hasta que su aliado tomó el valor de devolverle la pregunta.

¿Y tú? ¿Has pensado ya en lo que harás cuando salgas vencedora?

Mélode tuvo que mirarlo dos veces para descubrir que lo preguntaba muy en serio. No le tomaba el pelo.

Lo preguntas como si ya hubiera ganado los Juegos —suspiró apesadumbrada, pero Flint una vez más volvió a dejarla atónita con ayuda de su ingenio.

¿Acaso no lo has dejado claro ya? Cuando sacaste aquel nueve en tu sesión privada, cuando rechazaste unirte a los profesionales, cuando te convertiste en la favorita, y cuando asesinaste a aquel chico que te duplicaba en tamaño. Los patrocinadores nos envían regalos y comida porque te eligieron como vencedora, incluso Finnick, Librae y Mags, te prefirieron a tí antes que a mí. No creas que no me he dado cuenta.

Cohibida, no pudo hacer otra cosa que esquivar su punzante mirada cargada de resentimiento y furia. La tensión había ido en aumento durante los últimos días entre ambos. Tal había sido la magnitud, que Mélode había sido incapaz de dormir pensando en que Flint la asesinaría para estar más cerca de la victoria. Albergaba la esperanza de que no había cometido tal acto por la deshonra que suponía asesinar a un compañero de Distrito, pero aún así...

Los Juegos no han terminado Flint, deberías saberlo a estas alturas. —Fue una sentencia, pero su compañero de distrito pareció indiferente.

No importa, Mel. Desde el principio supe que no los ganaría.

Mel era solo un apodo que podían utilizar sus amigos y familiares, no aquel chico que podía tratar de acabar con ella allí y ahora. La pelirroja sujetó el machete con desconfianza, pero de nuevo, lo soltó cuando Flint sacó del bolsillo un especie de medallón.

Seguro que tienes una familia fuera que te quiere y te necesita, lo entiendo y lo comprendo. Yo también la tengo. Le prometí a mi madre que siempre llevaría puesto el antiguo medallón de mi padre. Pero... Creo que te haría un favor si te lo concedo a tí.

El primer gesto de Mélode fue alejarse y rechazarlo, peró vaciló. Flint dejó caer el colgante sobre su mano y Mélode lo miró sin entenderlo. Sin entender como había sido capaz de rendirse. Se negó a aceptarlo.

¿Por qué me das esto?

Me gustaría que se lo devolvieras a mi madre si muero en los Juegos y tu consigues escapar.

Cobarde. Cobarde. Cobarde.

¡Toma! Esto a mí no me pertenece. No pienso aceptar algo que no es mío. Esto se lo entregarás tú mismo a tu madre cuando ganes los Juegos.

Flint tomó el medallón de vuelta entre protestas, con las mejillas coloradas y los labios apretados. Intentó hablar, pero tartamudeó y un espumarajo sanguinolento escapó de ellos. Mélode se levantó de un salto y vio aparecer a Lace por la espalda portando una espada ensangrentada. Sonrió con satisfacción y la cabeza de Flint rodó hasta sus pies.

Tu cabeza será la siguiente en rodar en el suelo. No lo dudes.

¡No lo dudes, no lo dudes, no lo dudes!

Despertó sobresaltada y con la frente húmeda por el sudor, pero apenas tuvo tiempo de levantarse para presenciar la pequeña visita que había llegado.

Frente a su cama se alzaban seis figuras. Mélode no las llegó a vislumbrar bien, tenía los ojos llenos de lagañas y aún estaban cegados por la luz que entraba por las ventanas. Poco a poco, se deshizo de ellas y sus ojos se fueron acostumbrando a la claridad de la estancia. Formando un pequeño grupo estaban: Galatea, Librae, Honorius y su equipo de preparación, todos con una centelleante sonrisa pegada a los labios que se había ido apagando por momentos.

—¡Sorpresa, feliz cumpleaños! —gritaron al unísono, aunque entre los ecos de la habitación, las voces de los Capitolistas resonaron con más ahínco.

A nadie pareció importarle que minutos antes hubiera tenido una pesadilla. Al parecer no quisieron romper el decoro, aunque Librae le dedicó una mirada más seria que el resto.

Profirió un extraño sonido, mezcla de pena y un suspiro, y se echó encima varias capas de mantas para huir de aquel peligro. Todos los años desde su victoria eran iguales. Odiaba que siempre pillaran su cumpleaños en mitad de unos Juegos.

—¡Por la gloria de mi corazón, Mélode! ¿Crees que esas son maneras de iniciar tu cumpleaños? ¡Venga, levántate señorita!

La escolta agarró con fiereza el juego de mantas y le arrancó cuatro pares a la vencedora que se estremeció cuando su cuerpo se quedó al descubierto. Vestía un pequeño camisón color lila y tenía la larga melena rojiza llena de nudos. Gruñó, a su manera, como un oso terminando de invernar, y se aferró al colchón de plumas como si se tratara de una niña pequeña.

—¡Cinco minutos más, por favor! —imploró inútilmente.

Al final —entre suspiros y miradas colectivas—, Galatea, Honorius, Librae y las esteticistas aunaron fuerzas para sacarla de la cama y la llevaron hasta el baño para lavarle la cara. La imagen que le devolvió el reflejo del espejo era digno de retratar en fotografía. Entre los seis, compartieron tareas y empezaron a peinarla, desenredar los nudos y preparar las sales de baño.

—¿Qué hora es? ¡Me duele la cabeza! —refunfuñó.

Librae le fue remangando el camisón.

—La hora de darse un baño. Te quiero lista en diez minutos. —Su mentora le proporcionó algo de ropa y la empujó hasta la ducha con aparente urgencia. Roma y Tracia fueron detrás de ella, la desvistieron y le hicieron meterse sin protestar.

Galatea y Honorius no perdieron el tiempo para mirarse en el espejo y admirar sus reflejos de purpurina magenta. Librae le dio un toque a la mujer y la escolta reaccionó poniéndose manos a la obra. Echó a Honorius de la habitación y empezó a dar órdenes a diestro y siniestro como una obsesa del control.

—¡Bien, hagamos que brille como un lucero! Solo tenemos cuatro horas para la gala con Caesar. ¡Cada minuto que perdamos es vital!

Dejando de margen la situación, Mélode empezaba a preguntarse dónde estaban los regalos de cumpleaños, si es que acaso aquel baño era uno de ellos. Solo esperaba que durante la ceremonia con Caesar —en honor al ascenso de Camus Dimplebitt como director ejecutivo de Capitol Couture— nadie mencionara su día del nombre. Deseaba pasar desapercibida, aunque claro, pedirle eso a Mélode Underfell "La Reina Roja de Panem", era imposible. Había pasado solo un día desde su conversación con Johanna y la excursión con Librae, así que había tenido tiempo para pensar y poner sus pensamientos en calma.

Durante las dos horas de remodelación no pudo evitar hacer preguntas. Sentada sobre el retrete, pensativa, Librae le fue contestando a todas. A las ocho tendría lugar en el Capitol Center las entrevistas de los mentores con Caesar, además de algunas apariciones estelares de los mentores cuyos tributos estaban teniendo más protagonismo; Haymicht Abernathy del doce y los profesionales. La sesión duraría aproximadamente una hora y media, y estaban invitados todos y cada uno de los mentores de aquel año. Para el final: Camus Dimplebitt había decidido celebrar una mágica sesión de fotos reservada a los Vencedores más populares para hacer su nombramiento lo más ostentoso posible. A Mélode no le entusiasmaba la idea de probarse vestiditos y desfilar para las cámaras del Capitolio, pero negarse hacerlo era desafiar al presidente Snow. Por lo menos no estaría sola, para su consuelo, Johanna y Syrus estarían a su lado. Finnick también…

Al final Librae terminó echando a todos del baño, incluido a Galatea, que se resistió a perderse los últimos detalles de su preparación. Cuando se marcharon, la habitación quedó en completo silencio y Librae se acercó hasta ella. Empezó a peinarla, suavemente y con delicadeza, trazando movimientos uniformes sobre las hebras rojizas del cabello fuego. Mélode observó el reflejo de la mujer en el espejo y recorrió las facetas de su rostro compulsivamente. No se molestó en taparse los pechos desnudos, lejos del alcance del albornoz que le habían arrebatado.

—¿Vendrá Finnick también al evento?

La mujer levantó la mirada y los ojos de ambas se encontraron en el espejo. La mujer parpadeó.

—¿A qué viene esa pregunta, Mélode? Ya sabes que sí. Finnick siempre está invitado a todos los eventos del Capitolio.

Una respuesta obvia, por supuesto. Hizo bailar los orbes azulados y se mordió los labios vacilando por la magnitud de su siguiente frase.

—Pasó algo la otra noche; entre él y yo.

Los ojos de su mentora siguieron expectantes, a la espera. El rostro casi impasible ante la noticia.

—Los dos nos quedamos despiertos hasta muy tarde, incapaces de dormir. Nos encontramos junto a la terraza y hablamos.—La mujer no perdió detalle del asunto.

Conforme las palabras le salieron de los labios sus latidos se fueron incrementando; rememorando al detalle cada momento de la conversación con Finnick en la que se le había erizado la epidermis. Se sintió mareada, nerviosa, al filo del  desmayo. Pero necesitaba hablarlo con alguien, en alguien en quien confiara de verdad, y Librae era una de las pocas personas cercanas con las que podía hablar de aquel tema en concreto.

—Nos besamos, Librae, lo besé en los labios. Y él me correspondió con la misma necesidad. Nos olvidamos completamente de donde estábamos, o del tema de conversación. Únicamente, lo hicimos. Fue tan extraño que desde entonces soy incapaz de cruzar miradas con él.

La mujer la siguió peinando, atenta y en silencio a cada palabra. No parecía sorprendida, en su lugar mantenía una careta inescrutable. Mélode dirigió los orbes a sus pies sintiéndose cohibida.

—¿Y qué sentiste? —respondió la mujer cuando el silencio empezó a hacerse más notorio entre las dos.

La pelirroja se encogió de hombros y tragó saliva, pensando la respuesta más sincera que pudo darle.

—No lo sé. Pero… Por un momento fue como si todo el miedo, toda la tristeza y todo lo malo hubiera desaparecido dentro de mí. Fue como si al besarlo… Me hubiera olvidado completamente de donde estaba. Fue tan reconfortante, Librae, que terminé llorando por la alegría que sentí.

Librae emitió un suspiro largo, exasperado y le devolvió la mirada. Mélode se sentía tan avergonzada que su cara se había coloreado con una paleta de colores rojiza.

—Los dos estáis hecho un completo desastre. No sabéis lo que sentís, no sabéis lo que hacéis, y no sabéis lo que tenéis entre manos.

Un sollozo salió de los labios de Mélode que se dio la vuelta para confrontarla.

—Lo peor es que desde entonces soy incapaz de mirarle a los ojos. Y me siento como una estúpida. ¿Qué puedo hacer para arreglarlo?

La mujer se cruzó de brazos muy seria.

—¿Por qué no lo hablas con el? Sois mayores, hablad. Si el beso fue correspondido… Si sois incapaces de miraros a la cara… —No hizo falta que terminara la frase. Sabía la respuesta.

No se percató de las lágrimas hasta que volvió a bajar la vista. Por suerte se las secó a tiempo para que no les estropeara el rímel. En sí mismo, aquello fue suficiente para otorgarle una solución a medias. Librae pareció flaquear ante la mueca compungida que le inundó el semblante.

—Dime una cosa —empezó, arrastrando las sílabas con suavidad—. Cuando ves a Finnick, ¿qué es lo que sientes? Cuando estás con él, a su lado, riéndote de sus chistes o hablando con él. Porque todos te hemos estado observando. Si me preguntas a mí: te diría que habéis tardado demasiado tiempo en llegar hasta este punto.

Mélode pensó, recordó, saboreó cada momento a su lado. Si, sabía perfectamente lo que sentía cuando estaba con él, lo que en realidad, solo sentía cuando estaban juntos él y ella. Una alegría y una paz que no se comparaba ante nadie ni nada. Una calidez en el pecho, como una laguna de aguas turquesas que te envolvía en su manto cálido y burbujeante. Como un mar en calma, lleno y lleno de preciosos peces multicolores. Tal vez siempre lo había sabido, pero nunca lo había admitido por el miedo que le provocaba reconocerlo. Cada momento y cada sonrisa. Y lo poco que se lo había agradecido ella en consecuencia.

Una vez que estuvo preparada, vestida y muy acicalada, se reunió con Galatea y los otros en el salón. Finnick no estaba por ninguna parte. En la tele había movimiento. Caesar Flickerman en compañía de otros presentadores y algunos invitados adicionales comentaban la persecución de los profesionales. Una figura que corría torpemente por el bosque con una pierna coja, y el grupo de tributos en el que se encontraba Marina celebrando y jaleando por una nueva víctima. Solo que el tributo que perseguían era la pupila de Haymicht Abernathy, Katniss Everdeen. Los vigilantes habían lanzado un ataque con proyectiles de calor en la zona boscosa donde se encontraba para reunirla con los profesionales, ante el poco espectáculo que estaba teniendo los juegos aquel año. Durante el ataque una de los proyectiles de calor lograron acertar a la chica y quemarle la pierna, de ahí su irregular movimiento.

Incapaz de seguir huyendo, a la chica no le quedó más remedio que detenerse frente un árbol alto e iniciar la escalada. Los profesionales fueron rápidos pero no llegaron a tiempo. Katniss había logrado sobreponerse a una altura de unos quince metros. Los tributos del uno y del dos —incluido Marina— gritaron, escupieron y gritaron en una mezcla de euforia y frustración, como perros rabiosos escupiendo espuma sanguinolenta. Hablaron entre ellos, intentaron dispararle flechas y subir escalando, pero todo acto fue en vano.

Al final intervino su compañero de Distrito, que pareció llegar a la misma conclusión:

—Venga, esperaremos a que baje. Bajará tarde o temprano, sino se morirá de hambre. La mataremos entonces.

Los miembros de la alianza intercambiaron miradas entre sí, sopesando las posibilidades y analizando cualquier otra alternativa. Al final aceptaron la idea.

—Está bien, acamparemos aquí esta noche. Es un buen sitio —comentó el monstruoso chico del dos.

Las miradas que intercambiaron Katniss y Peeta fue la última toma de contacto hasta que aparecieran los presentadores y la imagen acabara minimizada en una esquina. Caesar Flickerman como de costumbre estaba eufórico, intercambiando comentarios con sus compañeros y empezando debates entre sí.

Cosmo, cuya presencia no había notado hasta ese mismo momento, alzó la voz entre los murmullos bajos que los presentes susurraron.

—Estaba claro que unos tributos del doce incompetentes no tenían ninguna posibilidad. En cuanto la chica muera, el siguiente será su pobre compañero de Distrito. Me apiado de esos pobres desgraciados que no tienen otra cosa que carbón en el cerebro.

Todos le miraron y aunque no dijo ninguna mentira, nadie compartió su optimismo ni aplaudió su ingenioso comentario. Harta de escucharlo, Mélode arrugó la nariz y exclamó:

—Cosmo, ¿por qué no haces algo más provechoso y te largas? Hasta los avox dicen cosas más coherentes que tú bocaza.

Antes de que Galatea y Librae le llamaran la atención se marchó, procurando disfrutar de la expresión ridícula que había invadido el rostro de Cosmo.

La noche de las entrevistas entre Caesar Flickerman y los mentores fue todo un acontecimiento de masas y espectáculo. Se tocaron varios temas, algunos más peliagudos que otros, y unos pocos que, a su manera, sirvieron para prolongar la duración del programa.

Caesar inició el espectáculo con una oleada de chistes y bromas cómicas que levantaron un aluvión de aplausos desde el público. Las presentaciones de los mentores de los distritos del uno a doce fue justo después, todos sentados en torno a dos gigantescos sillones de terciopelo violeta. En el centro se encontraba Caesar, impecable de la cabeza a los pies con su centelleante traje agua marina.

Los mentores cuyos tributos habían caído en los primeros tres días (es decir, los mentores de los distritos seis, siete, ocho y nueve, en los que se encontraba Johanna) fueron llamados uno por uno en parejas. Caesar los invitaba con amabilidad, haciendo preguntas y pidiéndoles una pequeña descripción de sus tributos. Cada pareja de mentor tuvo un corto periodo de cinco minutos para hablar con el presentador. Acabado ese periodo de tiempo, volvían a sus respectivos sillones. La segunda hora de la velada estuvo abierta a debate por los expertos. En ella participaron los mentores cuyos tributos estaban dando más que hablar en las últimas horas.

Caesar les pidió sentarse a los mentores en dos bandos. Por una parte los mentores de la alianza profesional (Gloss, Cashmere y Augustus del Uno, Enobaria, Brutus y Wade del Dos, Wiress y Yohan del Tres, y Mélode, Librae y Finnick del Cuatro) En el otro, como no, estaba Syrus y su compañera (una mujer con la que nunca había entablado conversación) del Cinco, los mentores del Diez, Chaff, Seeder y Parry del Once y Haymicht Abernathy del Doce. La distancia social y moral se hizo notar entre ambos grupos con una tensión cortante.

—Bueno, creo que nadie puede negar que están siendo unos Juegos vividos y llenos de emoción —empezó Caesar, levantando una ola de expectación alrededor del escenario. Se giró hasta Finnick, raudo y con un dedo alzado—. ¡¿Finnick!? ¿Cómo crees que está viviendo la gente de casa está edición? ¿Crees que hay optimismo en la victoria de Marina? Recordemos que la alianza profesional ha acorralado a Katniss Everdeen en un árbol, que si no me equivoco… Si, está tercera en las apuestas.

Finnick se aclaró la voz, formal y sincero.

—Lo primero de todo, Caesar, es un honor estar contigo esta noche junto a mis compañeros mentores y la audiencia que nos ve. Quería aclarar primero que internamente estamos viendo los juegos de Marina con atención, valorando el desempeño que está consiguiendo en ellos y analizando sus posibilidades de éxito. Más, no siempre ganan los Juegos los favoritos. —Se giró hasta Gloss y Librae hilando sus palabras, usando un tono de voz masculino y pausado—. Somos conocedores de que Marina no está entre las favoritas, pero existen muchos precedentes de Vencedores que a estas alturas de la edición no lo eran. La victoria está al alcance de cualquiera.

Conciso y llanamente. Estaba claro que Finnick tenía un gran conocimiento del vocabulario, tanto que hasta pareció convencer al propio Caesar. El público lo aplaudió, lo vitoreó y el presentador señaló su acierto. No sonrió en ningún momento. Mélode pudo notarlo a tres Vencedores de él, junto a Librae. Dentro de su cabeza seguía recordando la conversación con ella, pero cada vez que se miraban… Eran incapaces de mantener el contacto visual.

Caesar terminó de aplaudir y se giró hacia Mélode con un giro de mariposa.

—¡Mélode! Vamos contigo.—Tragó saliva, nerviosa. Los focos le estaban dando mucho calor—. He oído que hoy es un día muy muy muy especial —rio suavemente, frotándose las manos—. Cómo mentora de Marina, ¿que nos puedes decir acerca de ella? ¡Queremos detalles!

Sintió la mirada de Finnick clavada sobre ella mientras observaba los orbes oscuros de Caesar. Le tembló la voz.

—Bueno, Marina es… Una gran luchadora. Nos lo demostró el día de los entrenamientos, cuando logró un ocho con los vigilantes y cuando en la cornucopia hirió a tantos tributos. Pienso… Que la gente tiende a subestimarnos a las mujeres. Pero me gustaría decir que las mujeres del distrito cuatro nacemos sabiendo defendernos. Lo hemos demostrado a lo largo de los últimos Juegos. El año pasado logramos llegar hasta los últimos cinco tributos, y el año anterior lo mismo arañando el puesto de bronce. Es un detalle que me gustaría seguir recordando a todos los que nos ven. —Suspiró cuando terminó de hablar y el público le envío un gran diluvio de aplausos. No le hizo falta girarse hasta Librae para saber qué había dicho lo correcto.

Syrus contraatacó y el presentador le permitió hablar.

—Los precedentes son un hecho, como bien dices, Mélode, pero no bastan a la hora de decantarse por un tributo en concreto. El distrito cuatro si no recuerdo mal estuvo casi veinte ediciones sin cosechar un solo Vencedor. ¿Responde eso también a la pregunta de Caesar? Me temo que sí, aunque con varios matices. Señores, hoy yo quisiera anunciarles que mi tributo, Finch Goldbay es una candidata perfecta para ganar la edición, dejando a un lado aparte las habilidades físicas. Es lista, mucho más que algunos de los aquí presentes. Como bien dijo durante la entrevista, el cerebro es la mejor arma que una persona puede tener.

Enobaria intervino a mitad de la frase.

—Si, ya lo vimos con el cinco de los entrenamientos. Tendrá suerte si llega viva a la semana, ¿no lo crees?

El turno esta vez fue de los mentores del once.

—Creo que estamos obviando el tema de que Tresh y Rue han roto las estadísticas. Los profesionales evitando enfrentarse a Tresh y logrando la nota más alta de ellos, ¿acaso no hablaremos de ello? ¿O de la evasión de la pequeña Rue?

Cashmere y Gloss respondieron al unísono.

—Todo esto es muy conmovedor, pero los distritos uno, dos y cuatro cuentan con más patrocinadores que ningún otro distrito y más armas, puestos a decir. ¡Por favor esto es ridículo! —Se mofó Cashmere echando hacia atrás uno de sus rizos.

Syrus hizo la puntualización más aguda.

—Tributos fuertes con cerebros pequeños, no me cansaré de decirlo. Incluso un mosquito tiene más neuronas que todos ellos juntos —Melode rio por su respuesta, ya que en cierta manera, era verdad. Enobaria la fulminó con la mirada.

Brutus y Wade se defendieron, iniciando una oleada de respuestas al unísono que hizo que Caesar fuera incapaz de seguir el debate. Cada vez que un mentor argumentaba algo, inmediatamente otro mentor lo cortaba y lo contradecía, generando un coro de voces en el que Mélode no participó.

—Los profesionales sumamos treinta y dos vencedores en total, solo para aclararlo.
—¡Si, y seguirán siendo treinta y dos el año que viene!
—¡Mi tributo tiene las posibilidades y la puntuación más altas!
—No siempre ganan los más fuertes. Una visión anticuada y simplista a mi modo de ver.

Con las brasas del debate todavía candentes, Caesar dio un salto desde su sillón y anunció publicidad mientras intentaba que su voz se alzara entre el gentío.

—¡Enseguida volvemos con más debate, no apaguen sus televisores!



¡Hola a todos, bienvenidos!

Debo admitir que el capítulo se ha retrasado unos pocos días por vagueza, pero al fin aquí lo tenéis. ¡Disfrutadlo, porque poco a poco se va a venir el drama dramón que tanto nos gusta!

Mélode sigue echa un lío, un desastre. Que le vamos hacer, la pobre está pasando por un mal momento y está cegada por el miedo y las consecuencias de los actos (no olvidemos que ya recibió un aviso de Copito Snow) así que es normal, y mucho, que no sepa que hacer. Por lo menos ya parece haberse dado cuenta de ciertos sentimientos jejeje, pero esto solo es el principio. Capítulo un poco de chill como podemos ver, pero que deja varias cosas hiladas para los próximos capítulos.

Por otra parte, daros un montón las gracias. Estos últimos 2 meses he estado un poco más desconectado de Wattpad y cada vez que entraba para actualizar o leer algo, solo veía como la historia había batido nuevos records de votos y visitas. Intentaré traeros más capítulos a menudo, ahora que tengo un poco más de tiempo libre y minorizar la espera. También anunciaros que tal vez (tal vez tal vez) os traiga una nueva historia (no fic) en las próximas semanas. Todavía le estoy dando vueltas, ya que es un proyecto que llevo mucho tiempo en mente y que el pasado Verano traté de enfocar como Twilight FanFiction. Cualquier cosa os avisaré!!!

¡Y eso es todo por hoy, chicos, por favor no olvides de votar y comentar que me alegra un montón veros participar en la historia!

¡Nos vemos!

15/1/24

©Demeter_crxnx










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