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CONTINUAMOS.
El camino de todo viaje es lo que lo hace aún más especial, pues conoces en toda esa trayectoria dichas cosas como a las personas que te acompañan, tu convivencia, sus planes, todo. Pues dentro del auto es lo que le sucedía al hombre que reposaba su cabeza en unos de los comodines del asiento.
Stella manejaba en silencio, de echo. Está se la pasó con el pico cerrado, aunque no paraba de mirar por su retrovisor y por los enormes cristales a su lado a la supuesta pareja, Loona y ___ no se habían hablado ni una sola vez, nisiquiera cuando sus miradas se cruzaban por coincidencia.
"Di algo"
Fue lo que pasaba en la mente del hombre al sentir aún la mano de su amiga unida a la suya, aunque estos dejaron de hablarse eh interactuar, sus manos seguían unidas no porque ambos querían tomarle al otro, pues simplemente esto se les había ocurrido ante su mentira sobre su dicha relación.
Loona esperaba que su amigo apartará su mano sobre la suya, pues esto le estaba empezando a incomodar, nisiquiera sabía de qué mano era el que el sudor recorría pues ya sentía su mano húmeda y resbaladiza.
— Ya casi llegamos — dice cómo su primera palabra en todo el viaje, volteando a verlos — tortolos.
— Sabe, diría que el trasero me duele pero estos asientos son muy cómodos — suelta el hombre, soltando un leve suspiro.
Cuando el hombre exhaló, la sabueso volteo hacia su mano donde esperaba que el hombre se diera cuenta que sus manos estabas sudadas, aunque está no supo que de quien se trataba del sudor pues era de ella misma, si en todo el camino no hablo fue por el motivo de que estaba unido con su amigo, y no podía pensar en otra cosa más que la mano de su amigo unido con la suya.
Loona movió lentamente su mano de la del hombre, esto le hizo voltear a verla y justo lo que quería. El hombre apartó rápidamente su mano de la de su amiga, haciendo que está dejase salir un fuerte suspiro de alivio, sobando su muñeca y acariciando la palma de su mano.
Con la sorpresa que se llevaría de que era ella quien despedía ese sudor en sus manos unidas, volteo a ver al hombre avergonzada, pues no quería que se diera cuenta que había sudado sobre su mano y que para que fuera más incómodo, que hubiese venido de ella.
— Hmmm.
— ¿Que? — pregunta el hombre.
— Esto fue raro... — murmuró la sabueso casi cerca de su oído — ¿Porque no me soltaste la mano...?
— ¿Soltar tu mano? Pero si yo no estaba tomando tu mano, eras tú quien se aferró a la mía después.
Antes de que la sabueso pudiera decir algo, el vehículo donde se encontraban se había detenido salvajemente, haciendo que estos fijarán su vista hacia Stella quien pronto se dio la vuelta, acompañado de una pequeña sonrisa avergonzada.
— ¡Bajemos!
Dijo ella en voz alta saliendo de la camioneta, parecía que habían llegado al sitio que había comentado. Ambos se bajaron de la camioneta y miraron a sus alrededores del sitio donde se encontraban.
Habían llegado a la punta más alta de una colina, el aire ahora era más salvaje pero puro, el pelaje de la sabueso se alborotaba levemente gracias a que era fácil de domar, su cola esponjosa la tenía casi enrollada, mientras que el hombre únicamente se le alborotaba el cabello.
Stella sonrió al ver la expresión de ambos que era la de una alegré, pues aunque fuese una micro sonrisa, no se les podía negar que era de felicidad, el sitio donde estaban se podía ver a los lejos la mansión de la mujer, estando en un punto alto podían ver incluso el camino que habían tomado, uno muy lleno de curvas, era algo peligroso llegar hasta donde ellos estaban.
Loona camino unos cuantos pasos hacia adelante donde lentamente tomó asiento cerca del camino empinado que tenía la colina, bajo sus pies estaba el enorme camino de campo verde que en su mente está se imaginaba como sería dejarse llevar hasta abajo de la colina.
Era simplemente hermoso.
— Esto... Se siente increíble — dice la sabueso volteando a ver a su amigo.
— Había olvidado la belleza de la superficie — comenta el hombre sentándose al lado de su amiga.
— Desearía tener un recuerdo de este sitio.
Stella escuchando las palabras de la sabueso, ella metió sus manos dentro de su traje sacando de sus bolsillos su teléfono, sentándose al lado de la sabueso, le entregó su teléfono en sus manos pues está aunque le fue raro que ella no tuviera un teléfono si ella sabía muy bien que la hija de Blitz solo se mantenía usando su aparato.
— ¿Una foto? — le dice.
— Es justo lo que estaba pensando
Con ambas manos, la sabueso apuntó la cámara del teléfono hacia el bello paisaje verde y natural, la foto le hizo que le provocase una sonrisa en su rostro pues sintió la vibra de tomarle foto a algo que no fuese a ella misma o a su cuerpo, Loona por un segundo pensó en su cabeza en su amigo.
Volteando a verlo de reojo, sintio su mirada encima al estar viendo aún el bello paisaje, con valor este volteo a ver a su amiga solo para ver cómo está apegaba su cuerpo contra el hombre únicamente para tratar de tomarse una foto con el, ___ tras ver el gesto de la sabueso, como reflejo hacia aquello.
Este enrrollo su mano sobre el marcado abdomen de la sabueso como pudo, aunque esta vez lo haría con mayor libertad hacia ella, Loona cerro sus ojos para rápidamente apegar su mejilla contra la del hombre para estar más apegados en la foto y que ambos salieran perfectos.
Stella por otro lado únicamente miraba como estos dos se tomaban la foto en su teléfono, pues las palabras de la sabueso de que estos eran pareja yo vez eran ciertas, aunque ella no había visto ni un solo afecto por parte de ambos hacia el otro, ni un cumplido, ninguna acaricia y menos un beso, pero que iba importarle a ella como se demostraban amor.
La sabueso tomó la foto rápidamente para despegarse de su amigo, que a los pocos segundos está desvío su mirada, forzando fuertemente a cerrarlos por el apegamiento con su amigo.
La sabueso observó la foto por un par de segundos, por una parte se sentía animada por tener a ese hombre como su mejor amigo, pero por su mente. Una parte impedía que su felicidad se agrandara, pues si prestaba más atención a la foto, habían dos razas separadas, dos simples palabras que lo describía, la vida y la muerte.
Su amigo era la herencia de aquel ser majestuoso, la razones por el cual el mundo existía, el templo sagrado de Dios. Mientras que ella era lo que seguía después de la muerte de aquellos pecadores o más bien de aquellos que desobedeciran las reglas dichas y escritas, Loona era el espejo de los males.
Todos sus pensamientos se resumieron en una sola palabra, maldad.
El hombre notó como su amiga miraba ahora la foto con desinterés. Ver a su amiga con esa expresión le hacía recordar la primera vez que conoció a la sabueso, una expresión que signifaba el desinterés y la falta de importancia de sus alrededores y ver esa foto, le hizo saber que algo andaba pasando con su amiga.
Miró su mano por un par de segundos, como si de algo valioso se tratara este se miraba su mano.
— Sabes... Creo que morir no es tan malo — dijo en tono bajo volteando a ver a la sabueso, quien rápido alzó sus orejas.
— ...¿Que?.
— Lo que oíste... El tiempo que llevo ahora en el infierno, se a convertido en una tarea diaria, levantarme temprano para ir al trabajo y ganarme el dinero con el sudor de la frente.
— ¿A eso le llamas bueno?.
— Pues a diferencia de aquí... El infierno es el único lugar que conozco que no te juzgan por lo que haces, o... Con quién te fijas.
— No te entiendo... Dijiste que estabas odiando matar gente y ahora dices que el lugar es mejor que aquí.
— Loona, soy un pecador. Mi destino está sellado en ese infierno pero... — dejó salir un pesado suspiro — Contigo a mi lado, no hay forma de quejarme del lugar.
Loona movió lentamente su cola en señal de respuesta a las palabras de su amigo, no contuvo esa alegría que plasmaba en si, la punta de su cola empezó a danzar de lado a lado, su amigo rara vez le decía este tipo de palabras que le alegraba escuchar aunque no sabía que esto se debía a sus expresiones.
Stella miró toda esta escena desde su camioneta, miraba los gestos y movimientos que hacía la sabueso con el hombre y los mismos gestos que hacía el hombre con su amiga.
Esperaba que estos dos tal vez se dieran un beso, aunque llegó a su mente "como besaría el hocico de la sabueso si él tenía una boca casi pequeña a comparación de la boca de ella".
Loona se encogió entre hombros mientras que un pequeño rubor en sus mejillas empezaba a pintarse al grado que está quedaría viendo ahora el paisaje con vergüenza y timidez.
Después de analizar un poco a esta pareja, Stella se sentó en medio del pequeño espacio de estos dos, interrumpiendo de la bella escena de estos, queriendo integrarse a la charla.
El hombre quedó confuso a la acción de la mujer mientras que la sabueso quedó completamente molesta por la acción de la tipa, haber apartado a su amigo de su lado por querer hablar y menos quedarse atrás.
Entonces está habló.
— Que mierda, si tuviera un deseo sería volver a crecer.
— ¿Si...? Pues a nadie le importa zorra engreída — murmuró la sabueso sin ser escuchada — Que bonito...
— ¿Crecer? Creo que es mucho pedir una segunda oportunidad.
— ¿Cual seria el tuyo? — preguntó inconciente la sabueso sin voltear.
— Ay muchas cosas que desearía.
— ¿Hay uno en específico...?. — la sabueso volteo a verlo a los ojos.
Cuando su amiga le pregunto que fuese un poco más específico con lo que desearía, el hombre supo muy bien lo que tenía pensado decir aunque no fuese a cumplirse su deseo pero era solamente una suposición, pues esto era para tener una plática de adultos.
— Volvér a ver a alguien — respondió el hombre, pero su tono de voz se escuchó apagado — Eso.
Cuando el hombre soltó su deseo, para esto le fue como un tiro directo al corazón de la sabueso, pues al no saber muy bien la historia del hombre. Está pensó que se trataba de alguna mujer que había conocido y siendo esto desconocido para ella, no sabía en qué le afectaría a ella esto.
Pues su amigo único con el que confiaba todo era en el, pero que él no le haya dicho que extrañaba a una mujer, la hizo sentir menos.
Antes de que decayera en sus pensamientos, la mujer. Osea Stella muy intrigada volvió a preguntar sobre el deseo del hombre.
— ¿Y quien es esa persona...?
Esta vez el tono de la mujer también había bajado su tono de voz ahora teniendo de igual forma apagado.
— Es una larga historia, está reservado únicamente para mi.
— Yo quiero saber — la sabueso estiró su mano aún lado de la espalda de Stella, tocando el hombro de su amigo.
— Es que... No me gusta hablar de esa persona. Entiende.
— Venga, estamos interesadas por saber quién es esa persona.
Ambas estaban malintelpretando el deseo del hombre, Loona algo desesperada por saber quién era esa mujer mientras que Stella por saber quién era la zorra con la que se había acostado el hombre, está únicamente pensaba que el hombre era atractivo, y como extrañaría tal vez cogerse a una de varias, fue lo que está pensó sin dudar.
— Es un niño...
— ¿Que...? — dice la sabueso en murmuró y ver cómo su amigo bajaba la cabeza — ¿Un niño...?
— Miren... Se los diré pero no quiero que me vayan a ver raro o me pregunten que pasó.
Ambas chicas voltearon a verse está vez con mucha confianza, con la misma expresión que la otra. Confusas.
— Bien... La historia se centra a mis 9 años. Todo empezó desde ese día el cambio de mi vida.
....
Recuerdo el día en que todo empezó, incluso la fecha y sobre todo el año. Fue un martes por la mañana justamente iniciando otro día más de clases en mi salón.
La materia que todo niño puede amar "inglés", es sarcasmo. Pues ese día justamente yo estaba sentado en mi salón a lado de una ventana, era el último alumno de la última fila de las 5.
Éramos aproximadamente 24 niños contándome a mi mismo como el de la última clave gracias a mi apellido, ese día todo el mundo estaba en completo silencio pues mi maestra, estaba dando de sus clases.
Pero cuando tienes a una maestra con un trasero gordo que deseas lamer, las clases se vuelven deseables hasta la hora de salida, pues ella era quien nos daba únicamente esa materia ya que en las sobrantes, la maestra que cubría el resto de las materias era otra.
Mi maestra de inglés se llamaba, Stefany, ese era el nombre de la maestra que me atraía su trasero, lo sé. Estaba tan enfermo como para desear acostarme con mi maestra a una edad tan corta, pero quien menos se ganaba el respeto era ella por su forma de vestir, aunque llevase el uniforme de la escuela, siempre tenía que usar una de sus blusas tan ajustada hasta tener que también incluir su falda.
Habían dejado una tarea que la mayoría la había entregado, mientras dabas sus clases, el resto de los niños iban a dejar sus cuadernos a su escritorio, yo no había echo la tarea ya que en ese tiempo yo era uno de los menos aplicados en el salón.
Yo era el tipo rudo, el típico niño que todos detestan o se apartan por las malas actitudes que tiene y su falta de educación tanto en casa como en la escuela.
Terminando de apuntar en una hoja de papel una pequeña frase que iba destinado a mi maestra, la puerta de nuestro salón fue golpeada levemente seguido por el llamado de un tono cantando y alzado por otras de las maestras, una en específico era quien nos daba el resto de las clases hasta aproximadamente las 12:30.
Sra. Mayberry, era otra de mis maestras que nos enseñaba el resto de nuestras materias, aunque al decir verdad. Era la única maestra que no le faltaba al respeto, pues ella era la maestra más amable de todo el establecimiento, siempre cantábamos junto a ella, platicábamos sobre muchas cosas hasta llegar la hora de salida.
Pues al ver al frente, pude ver cómo la maestra Mayberry entraba al salón de clases con una enorme sonrisa, que pronto todos mis compañeros gritaron con emoción mientras alzaban sus manos para saludar, yo tambien lo hice pues era la maestra querida por todos.
Recuerdo unas pocas palabras que ella expreso esa misma mañana cuando toda mi vida estaba a punto cambiar.
— ¡Buenos días mis niños! ¡Que bonito se ven todos con su uniforme completo! — dijo para voltear su mirada hacia mí — Ay ___, otra vez vienes sin tu uniforme.
— Hmmm, es que no lo encontré — era mentira, lo había usado para limpiar la mesa sucia de mi casa.
No siempre me gustó presentarme con el uniforme aunque era uno cómodo pero amaba más usar ropa negra, ese siempre fue mi estilo.
— ¡Bueno! Antes que venga a darles sus clases, quiero comentarles que hoy tendrán a un niño nuevo en su salón.
— ¡Sii! — gritaron todos mis compañeros de clase.
Esos monos llamados "compañeros" solo eran unos hipócritas, ninguno de ellos me caía bien.
— Creí que no lo dejarían ingresar — dijo la maestra Stefany.
— Este niño necesita de nuestra ayuda, así que quiero que cuando esté en tu clase, ¡Te comportes! — Esa era mi maestra, aunque tuviese un bello tono de voz, cuando estaba molesta daba demasiado terror.
En cuanto terminó su oración, fue en ese momento cuando mi vida empezaría a tornarse de color, pues todo mi salon vimos como un chico de color entró a nuestro salón de clases, y eso no era todo.
El chico que entró al salón estaba usando una silla de ruedas, sus piernas estaban dobladas a un lado de donde reposaba, el chico no podía caminar, lo único que este chico no podía mover eran sus piernas, en cuanto entro a nuestro salón todo el mundo se quedó callado.
— Piernas locas te pondré — murmuré, lo sé. Fui una mierda en pensar llamarlo así.
— Este chico se llama Jeans, quiero que todos sean muy amables con Jens y que traten de apoyarlo, como verán tiene dificultades para caminar así porfavor sean muy educados — dijo ella acariciando el pelo corto del chico — vuelvo en seguida, iré a traer mis cosas para mi clase, Stefany tu ya puedes retirarte.
— Bien, tengan un buen día todos y un gusto en conocerte Jens — fueron sus últimas palabras las cuales me dejaron desanimado, extrañaría ese trasero.
El chico aunque estuviese en ese estado, el rápidamente se adaptó a mi salón, todos eran muy amables con el chico, yo no me incluía porque siendo sincero. El no me agradaba, pues me había quitado a mis amigos por su invalidez, ahora él era el centro de atención.
O al menos solo en clase, pues cuando era nuestro recreó el se quedaba dentro de nuestro salón únicamente con su teléfono que el portaba, no sabía exactamente su edad pero creo que eso no importaba si no puedes hacer nada.
Recuerdo un día que yo estaba sentado con mi grupo de amigos los cuales eran de otra sección, esa es otra historia.
De todos mis amigos, únicamente diré que mi mejor amigo era Jared, que descanse en paz donde quiera que haya llegado su alma.
Como decía, Jared fue el que se acercó a mí para platicar sobre el niño nuevo que ya hacía una semana con nosotros. Pues tal parecía que a él le había llamado la atención que estuviese en mi salón de clases.
— ¿Y ese quien es? — me dijo confuso, viendo hacia mi salón al niño.
— ¿Te refieres al piernas locas? Pues solo un tonto que llegó a mi salón, es una mierda.
— Oye, párese estar solo dentro, deberías hablarle.
— ¿Que? No gracias, prefiero tener amigos normales, no uno que usa ruedas como piernas.
— Pues créeme que si quieres atraer la atención de la niña que tiene las tetas grandes de tu salón, debes empezar con demostrarle tus buenos modales, ese chico parece ser la clave para que se lo demuestres.
Cuando mi amigo mencionó su plan, créanme que ahora que puedo escucharlo por mi mente, fue una plan de mierda, no por que podía fallar, si no por qué lo estaba apunto de usar contra ese chico, pero en ese momento mi vida estaba echa para cometer errores y no razonar las cosas.
Antes de que tocaran el timbre, yo entré a nuestro salón apresurado, pues al menos tenía que intentar hablar con Jens.
Cuando me acerque a el, créanme que fue todo un reto para mí, cuando lo hice pues no me importó mucho, pero ahora que lo estoy contando... Veo que fue lo mejor que pude haber echo en mi vida.
— ¿Vienes a molestarme otra vez verdad...? — ya tenía mucho tiempo que yo lo molestaba, empezando con pellizcar sus piernas porque sabía que él no sentía dolor.
— Hmmm, no... Más bien vine hablar contigo — le dije con falsedad.
— Oh... ¿Que quieres...? Copia de alguna tarea supongo.
— ¿Que? No tonto, solo quería hablar contigo, me dio lastima ver que ningún idiota se te acerca hablar y pues, aquí estoy.
— Te lo agradezco pero no te preocupes, me acostumbré a estar solo aquí en el salón por el recreo.
Yo tal vez era una mala persona pero en mi interior, escuchar esas palabras me hicieron sentirme como alguien tan despiadado, yo venía con la intención de amenazar al chico que se comportará bien conmigo delante de una chica pero recuerdo ese día, que fue la primera vez que establecí una charla motivacional con el.
Está charla no puedo comentarles nada ya que no recuerdo muy bien sus palabras ya que fue la primera vez que yo tube que ser alguien amable con alguien y yo no era de ese tipo de personas.
Lo último que escuche salir de su boca antes de que tocaran el timbre fue un...
— ¿Quieres ser mi amiguito?
Fueron sus últimas palabras antes de que el timbre empezará a sonar.
Yo jamás le respondí esa pregunta, nunca le di una respuesta a su deseo pero lo que más adelante pasó pues lo empecé a considerar.
¿Que pasó? Pues desde ese día, empecé a juntarme con Jens cada vez que salía a recreo, mi grupo de amigos dejaron de hablarme después de que vieron que me estaba hablando con el chico de ruedas, Jared aunque también se molestó porque dejé de verlos, el jamás me reclamo nada, aunque apenas empezamos hablar pero jamás me dejó solo.
Incluso hasta un día le presenté a Jens y como espere, se cayeron bien.
Desde que esos momentos, empecé a cambiar mi persona, pues ahora me sentaba a su lado para hacer las tareas que dejasen, incluso hasta deje de salir a recreo por estudiar junto a él para los dos festivos como el 14 de febrero, el día del amor y la amistad.
Ese día, Jens me había regalado un par de zapatos que yo le había comentado hace poco que me gustaban de esa marca, no podía creer como es que yo me había encariñado con el, aunque yo a veces lo molestaba o me burlaba de el, en vez de enojarse o sentirse mal, el también se ría y me felicitaba por mis bromas.
Era el único que las entendía perfectamente, mis notas fueron mejorando al igual que mi comportamiento y puntualidad, incluso hasta empecé a llevar más seguido mi uniforme.
Cambié tanto con el que llegue a la conclusión que este chico era lo mejor que me había dado la vida, una buena amistad, un amigo que en verdad me entendiera y me diese buenos consejos.
Yo lo invitaba a jugar a mi casa que aunque mis padres a veces no estaban de acuerdo, al final el se terminó ganando sus corazones, era increíble ver como este niño fue cambiando mi vida, todo estaba bien en mi vida, aunque a veces el y yo discutíamos, a los pocos segundos quien regresaba al otro era el.
Siempre se acercaba a mi entregándome su mano como un apretón y pedirme una disculpa aunque supiera que yo lo había iniciado todo, el jamás se negó aceptar que era mi culpa, siempre se pasaba echándose la culpa.
Cada hora de salida siempre lo llevaba a la salida de la escuela para que sus padres lo recibieran con un fuerte abrazo, siempre nos despedimos cordialmente, una manera que el y yo inventamos como nuestra despedida.
Chocabamos siempre ambos puños al mismo tiempo, aunque ese saludo ya existiera, para nosotros fue como un saludo especial, uno entre hermanos.
La estábamos pasando de maravilla hasta que un día... Ese día. Ese maldito día... Sería el que más recordaría en toda mi vida.
Pues cuando hablamos, recuerdo haber visto mal a Jens, el empezó a comportarse de una manera tan extraña, tan rara, tan mala... El ya no hablaba mucho, dejo de reírse de mis chistes, incluso dejo de poner atención en clases ese día.
Pues en vez de eso, el solo me decía que quería jugar conmigo, el jamás me había pedido que jugaramos, el siempre fue reservado para decir que quería hacer algo conmigo, pues quien daba las propuestas siempre era yo.
Antes de que todo pasará, la maestra Mayberry había sido suspendida de la escuela para siempre, nadie supo que fue de ella, pues con la última persona que hablo fue con Jens, todos se preguntaban que pasó, que fue de ella, a donde se fue y porque.
Todos extrañamos el dulce tratar y su manera de hablar de ella, tal vez era la razón por la cual él estaba triste, quien sabe.
Me duele decir esto pero... Cuando las clases se terminaron, y llevé a mi amigo a la salida, fue como estar apunto de terminar con nuestra amistad, ¿Porque? Pues porque antes de irnos, ya que sus padres lo esperaban afuera de la escuela, aunque al principio no entendí estas palabras, pues no puse tanta atención al ver cómo a un costado, sus padres nos miraban con tristeza.
Su madre no paraba de llorar mientras que su padre la consolaba en su pecho.
Estas fueron las palabras que Jens me dijo antes de irse de la escuela para su hogar.
— Yo... Te estaré esperando para verte y poder jugar lo que jamás pudimos, fútbol.
Yo jamás entendí sus palabras, pues cuando me di cuenta, sus padres ya lo habían llevado hasta sus auto y marcharse.
Ese día no pude estar para nada tranquilo, nisiquiera contestaba mis mensajes, incluso hasta lo había llamado varias veces pero el jamás me contestó, el siempre correspondía todos mis mensajes pero esta vez dejo de hacerlo.
Esa tarde mis padres habían salido a comer por su aniversario de bodas, 18 años de casados, siempre celebraban sus cosas o las mías a lo grande pero esa vez fue tan diferente, en primera porque me habían prohibido salir de casa a jugar con Jens, no entendí a qué se debía ese cambio pues ellos lo querían mucho para que al final me prohibieran ir a verlo.
Cuando ellos se fueron... Yo no hice caso y me arrepiento de no haber escuchado a mis padres, pues antes de salir de casa, tomé un balón que hace poco me había regalado la chica que me gustaba, había sido un regalo por nuestra amistad, y aunque se que estaba mal regalar algo que me habian dado con amor pero Jens, el me necesitaba.
Salí de casa hacia la casa de Jens que estaba a unas cuadras de la mía, no estaba tan cerca pero tampoco lejos
Fue en ese entonces cuando todo lo que alguna vez tuve, lo perdí...
Cuando llegue a casa de Jens, vi a muchas personas saliendo de sus vehículos, todos con trajes de color negro y sombreros de copa alta, todas esas personas eran de color, pocas personas de piel blanca estaban en el sitio, pero lo que más me desconcertó es que todos estaban afuera de su casa.
Cuando me acerque, uno de ellos se me acercó rápidamente, pude reconocer a la persona que se acercaba a mi, era su padre.
Aunque sentí como una parte de mi debía de salir corriendo, pues todos actuaban de manera extraña, antes de reaccionar, el hombre al estar cerca de mi, pude ver en sus ojos como soltaba grandes lágrimas amargas, su respiración estaba pesada y su mirada estaba perdida en mi o mejor dicho en la pelota que traía.
Lo único que me dijo antes de que yo entrara a su casa fue.
— Fuiste su gran hermano.
¿Fuiste? Me dije mentalmente antes de empezar a lagrimear, pues cuando lo dijo, sonaba como una manera de despedía, o una forma que nosotros los seres humanos nos referimos cuando extrañamos o recordamos a alguien.
Corrí rápidamente a su casa solo para entrar salvajemente hacia su habitación que estaba en el segundo nivel. Abrí la puerta lentamente esperando ver a mi amigo en su habitación y aunque seguía lagrimeando, me estaba engañando a mi mismo.
Cuando abrí la puerta... Mis ojos quedaron estancados. Jens... Él estaba en cama pero no como esperaba verlo.
Mi amigo estaba recostado en su cama con una manta que cubría de su rostro, la cama en donde estaba tenía leves manchas de sangre, y en su piel se mostraba cierta palidez, como si estuviese perdiendo el toque de su color.
Me acerqué a él... Y con las palabras más dulces que pude decir pero inocentes... Le hablé.
— Jens... Hermano despierta... Yo... Traje una pelota para jugar... Me dijiste que la próxima vez que nos viéramos, jugariamos esto...
No quise admitirlo pero era la realidad, había perdido a Jens, Jens había dejado este mundo para siempre y lo último que escuche de el fueron sus palabras antes de irse de la escuela.
Quité lentamente la manta que cubria su rostro... Viendo a Jens sin vida tirado en la cama.
— Jens... Despierta.
El no me iba a responder, tal vez ya se había ido o tal vez no, pero su cuerpo estaba ahí y yo creí que tal vez aún me estaba escuchando aunque sonará tonto, y cuando estuve a punto de irme, dije como aprecio entre hermanos mis últimos palabras.
— Espérame... — puse la pelota a su lado — llevate esto contigo allá arriba.
Le dije inocentemente.
— Y cuando nos veamos, jugaremos...
Fue la última vez que vi a Jens, a mi hermano...
No podía aceptar el echo de que lo había perdido, fue al día siguiente que entendí todo por completo, ese día después de clases sus padres llegaron a mi casa solo para contarme la historia de Jens.
Jens estuvo viviendo sus últimos días de vida, pero antes de que partiera, le había dicho a sus padre que el deseo tener amigos, la escuela era un sitio donde podía hacer varios amigos. Donde el pudo conocerme...
El último día que le quedaba fue en el aquel momento que él se comportó raro conmigo pero siendo honestos, me hizo admirar mucho a mi amigo.
Porque su último petición fue convivir una vez más conmigo en la escuela, fue por eso que él me pedía que jugaramos, sería la última vez que vería a mi amigo hablar, reír, gritar, y sobre todo... Sería la última vez que vería su presencia.
Me agradecieron porque antes de que Jens partiera dijo sus últimas palabras antes de que dejara de respirar... Dijeron que Jens había perdido el temor de morir, porque sabía que todos íbamos por ese mismos camino, pensó positivo pensando que yo llegaría al cielo con el.
— Díganle a mi amigo que lo esperó arriba.
Fue así como ellos lo describieron. Las últimas palabras de mi gran hermano, Jens.
...
— Aún recuerdo la pregunta de Jens pidiéndome ser su amigo... Si pudiese verlo una vez más... — dijo con voz quebrada — Me gustaría responder a su pregunta... Si me hubiese gustado ser amigo desde el principio... No debí tratarlo mal... Mucho menos despreciarlo...
Fue como esa historia acabó...
CONTINUARÁ.
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