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★ 𝟎𝟐𝟓: ribs

025. ˚୨୧˚ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗪𝗘𝗡𝗧𝗬-𝗙𝗜𝗩𝗘
—Ribs˙˖°📷

"It feels so scary getting old
We can talk it so good
We can make it so divine
We can talk it good
How you wish it would be all the time"


                          —Lorde.


¿Razones congruentes para que dos niñas de once y doce años estuvieran presentes en una reunión de dos bandos distintos? Pocas.

¿Cosas que podrían salir mal? Demasiadas.

Pero el punto débil de Daryl es Sophia, y con la expedición que compartí­ con Rick, Carl y Michonne probe que era capaz de mantener todo bajo control en un ambiente como este.

Si ignoramos la parte en la que le dispare al tal Morgan, claro.

De cualquier forma, Daryl, Rick y Hershel habían decidido que era mejor intentar mantener una amigable conversación con el gobernador que atacar directamente, aunque aquello era como meterse a la guarida del lobo y esperar con los dedos cruzados no ser devorados.

Pese a esto, albergaba esperanzas: tal vez Rick escondía veneno para ratas en los bolsillos y, en un momento desprevenido, lo rociara sobre la bebida del gobernador.

Al ver como los adultos, a excepción de papá Hershel, se preparaban para bajar del auto, supe desde el momento uno que la idea de acompañarlos hasta allá­ estaba descartada.

Y lo agradecí­, no me apetecí­a respirar el mismo aire que un tipo el cual lastimó a mamá y que a mi me dejó una bonita cicatriz en el medio del abdomen.

—¿A los caballos les dará dolor de caballo? —inquirió Sophia, incapaz de mantenerse quieta en su asiento.

—Eso creo —murmuró Hershel.

—Y a las yeguas, ¿dolor de yegua o también dolor de caballo?

—Pues, podemos simplemente clasificarlo como dolor —respondió el anciano, un poco sucumbido por las múltiples preguntas por parte de la rubia.

Por que si, lleva cuestionando cosas de ese tipo desde hace rato, parece que después de un año de conocer a Hershel, apenas recordó que era veterinario.

—¿Sabes? —susurró ella, acurrucandose a mi lado—. Cuando lo vi por primera vez, hubiera jurado que se trataba de Santa —contó, refiriéndose a Hershel—. después recordé que el no existe.

—Tal vez el gobernador piense lo mismo y está tomando venganza por que nunca le entregó su bici multicolor —dije, con una sonrisa vislumbrando mi rostro.

Pasamos unos instantes más esperando en silencio, hasta que Sophia rebusco en mi bolsa de la estrella gigante y se encontró con una pluma negra, la cual ahora estaba invadiendo mi mano en forma de pequeñas estrellas, obra de ella.

—¿Si tuvieras hijos, como les pondrí­as de nombre? —cuestionó ella.

—Probablemente Rigel, como mi hermano. Pero si es niña, algo así como Arabella suena bien.

—Me ofende muchísimo que a la niña no la quieras llamar como yo, su tía, pero lo acepto —señaló, enarcando ambas cejas y pestañeando repetidas ocasiones.

—Ni siquiera quiero hijos —comente, y antes de dar lugar a preguntas, continué—. Me parece cruel traerlos a un mundo como este. Aparte, son una carga enorme dada las circunstancias, un bebe llora, llora y llora, por ende, atraen caminantes. ¿Cómo se supone que mate errantes cargando un bebe? No se puede. 

Con Sophia podía expresar mis pensamientos de esta forma sin miedo a sentirme juzgada, entonces, cuando recordé que Hershel también estaba presente, mi alma estuvo a punto de escaparse de mi cuerpo. Aunque no por mucho, ya que el antes mencionado se estaba quedando dormido.

—¿Eso es lo qué piensas de Jud? ¿Qué es una carga? —consultó ella.

Eso me hizo pensar. Realmente su presencia no había resultado un problema por lo pronto, pero yo lo atribuía a la protección de las paredes de la prisión, la pequeña Judith no había pasado ni un segundo afuera. Pero ¿ y si tuviera que?

—Con ella es...bueno, si, también —admití. Al inclinarme al frente, note por la ventana una figura acercándose hacia al auto—. Soph, mira, ya viene Daryl.

—El está allí dentro —avisó el al llegar a un lado del automóvil—. Se sentó con Rick.

—No veo autos —señaló Hershel.

—Qué raro —comentamos Sophia y yo al unísono.

Prueba número veinte de que estamos conectadas.

—Si, mantenganlo en marcha —indicó Dixon, aludiendo al auto.

—Oye, ¿crees que podamos salir al bosque después de esto? Traje el arco y las flechas —pidió Sophia.

Daryl se llevó la mano a la barbilla, gesticulando duda, pero su respuesta estaba más que clara, dirí­a que sí.

Siéndoles honesta, la idea no me hacía ­mucha ilusión. Después de venir para acá, planeaba tomar mi siesta diaria de la tarde junto a Beth. Pero es algo que Sophia quiere hacer, entonces estaba dispuesta a aguantar un poco.

—No se cuanto vaya a tardar esto, pero está bien —aceptó el ballestero sin esperar la aprobación de Hershel, que al igual que yo, parecía tener el dormir entre sus prioridades.

—Sirve y cazamos ardillas —propuse, ganándome una mueca de desagrado por parte de la rubia, por otro lado, Daryl parecía encantado.

—Recuérdenme no aceptar comida de ninguno de los dos —murmuró ella.

Nuestra charla fue interrumpida cuando distintos coches comenzaron a hacer movimiento a nuestro alrededor, sin pretensión de luchar, pero seguía siendo raro.

Por ello, Hershel bajo junto con Daryl y nosotras nos limitamos a permanecer en nuestro lugar con nuestras armas preparadas.

Varios hombres vinculados con el gobernador bajaron del auto—seguro son menos cobardes que él—y entre ellos, Andrea resaltó.

Deduje que, si los demás presentes observarán un movimiento de su parte que delatara que no estaba de parte del gobernador al cien por ciento, se lo comunicarían a este de inmediato. Entonces, cuando su mirada se cruzó con la nuestra, no nos ofreció más que una sonrisa apenas visible.

—¿Por qué tu chico está aquí­? —interrogó Daryl, apuntando con la ballesta.

—¿Está aquí­?

Ella no sabe­ nada.

—Si.

Ella se quedó pensativa, rodó los ojos y, después de una sonrisa más amplia dirigida a nosotros, se adentró al lugar de la reunión de Rick y el gobernador.

Mire de reojo a Sophia antes de volver a colocarme propiamente en el asiento, buscando comodidad.

—Aguarda, hay chisme —avisó y aquello fue suficiente para que me encontrara nuevamente observando por la ventana.

Daryl estaba siendo participe de una pelea con uno de los hombres de afuera, no podíamos saber de que se trataba debido a la distancia, pero entretenimiento es entretenimiento.

Bueno, en un mundo así hasta una roca resulta entretenida.

Después de unos segundos en los que no ocurrió nada, decidí esperar tratando de dormir.


Como respuesta ante el aviso de Sophia acerca de que Daryl pidió que nos bajáramos del auto, fui abriendo mis ojos bajo la supervisión impaciente de la menor Peletier.

Tras unos incontables segundos e incluso más lentamente que el proceso de abrir los ojos, me fui incorporando. Empecé por las manos; luego, los brazos, la espalda...poco a poco, terminé sentada en una posición medio decente, aun con una expresión adormilada.

—Estaba teniendo un sueño bonito, ¿sabes? —protesté—. No estoy muy segura de que iba, seguro del gobernador contrayendo la rabia, pero de que era bonito eso seguro.

—Vamos, arriba. Afuera hay dos hombres del gobernador, esperando no sé que —explicó—. Hershel nos dió permiso para recorrer un poco el lugar, pero siempre que nos pudiera ver, ¿Qué esperas?

Y solo con eso, ambas nos encontrábamos afuera, en lo que era la comunidad de Woodburry. Bueno, en una zona retraída y algo desaseada, pero seguía siendo parte de.

Efectivamente, además de las caras conocidas, había dos hombres más: uno era de tez clara con cabello castaño, portaba lentes redondos y vestía un atuendo adecuado para la oficina, más nada apto para luchar o cualquier cosa semejante. Por otro lado, el otro era de piel morena y pelo oscuro rapado, él si que tenía cara de tener ganas de pelear.

Me parece bien, siempre y cuando no sea conmigo, por supuesto.

Andrea también se encontraba ahí, contaba con una expresión tensa mientras observaba la nada. Vi como Sophia se acercaba para propiciarle un abrazo, por ello me apresuré a imitar su acción.

—No veo por que no podemos aprovechar el tiempo para explorar juntos nuestros problemas —dijo el hombre con ropa formal, mientras que el ballestero se dedicaba a andar en círculos.

—¿Él cómo se llama? —inquirí a Hershel en un murmullo.

—Milton.

—El jefe dijo que no habláramos —aclaró el otro.

—Ah, ¿el gobernador? —preguntó Soph.

—Es bueno que se hayan reunido, en especial con lo que pasó —comenzó el tal Milton, quien parecía no comprender la gravedad del asunto y la potencial guerra a futuro, si no es que ya la estamos presenciando—. Van a solucionarlo, nadie quiere otra batalla.

—Yo no lo llamaría una batalla —replicó Dixon.

—Yo si lo llamaría una batalla, y lo hice. Lo registre —contó el castaño, mostrando un sobre.

—¿Y eso para qué? —cuestione, provocando que la atención del hombre llegara hasta mi. 

—Alguien tiene que dejar asentado lo que vivimos, sera parte de nuestra historia.

La rubia y yo nos miramos de reojo, tratando de reprimir una mueca y fallando miserablemente en el intento.

Con una seña, le hicimos saber a los mayores que caminaríamos un momento.

—Primera etapa: negación —murmure, mientras que al mismo tiempo llegábamos a un área verdosa, la cual era conformada por varios molinillos de dientes de león.

Me coloque de cuclillas en el suelo, recordando aquella peonia solitaria de la granja y su desalmado destino.

Con un diente de león entre mis manos, comencé a hablar:

—Mi mamá solía hablarme sobre estos. Historias, cuentos susurrados...mi favorito era uno que decía que estas cositas son hadas disfrazadas —conté. La mirada de la rubia se desvío hacia la planta con expectación, tratando de encontrarle forma, entonces reí—. A parte de la "buena suerte" representan una palabra prometida.

—¡Ay, yo eso lo leí en un lugar! —exclamó Sophia, tomando la planta fuera de mis manos al mismo tiempo que se ponía de pie, acción que fue repetida por mi—. Propongo un juramento de amistad.

—¿Juramento de amistad? —sonreí—. Bien, repito después de ti, entonces.

Y eso fue lo que hicimos.

—Yo...juro solemnemente que mientras el sol, la luna y las estrellas existan siempre estaré para mi amiga del alma, le seré leal, la haré sentir como en casa...

—...Y no moriré —finalicé.

Es una prioridad, perdón.

Sellamos el pacto con una promesa de meñique para posteriormente observar los pétalos de la flor surcar por los aires.

Debido a que las indicaciones de regresar rápidamente con el resto del grupo fueron claras, aceleramos nuestro paso levemente...y luego sí que corrimos al reparar en la presencia del conjunto de caminantes que se acercaban, hambrientos, hacia nosotras.

Cuando me dispuse a tomar mi navaja, deje escapar una carcajada al tropezar con una roca del camino en el proceso. No era el momento para risas, ¿pero cómo evitarlo?

Al lograr incorporarme comencé a encajar el acero del arma en los cráneos de los errantes que se acercaban, resultaba ser una tarea fácil puesto que se habían esparcido en binas.

—Niñas, aléjense —escuche decir a Daryl, quien parecía habernos alcanzado junto con Andrea y el hombre de tez morena—. Después de ti —pidió, refiriéndose a este último.

—No, después de ti.

Andrea suspiró con pesadez y se apresuró a utilizar su cuchillo de gran tamaño para matar a uno de los caminantes, después se le sumó el hombre desconocido, aunque este parecía estar compitiendo con Daryl acerca de quien mata a los no-muertos de una forma más dramática.

Algo estúpido e innecesario, a mi parecer.

—Idiotas —masculló Andrea para después mirarnos con una sonrisa—. Vámonos de aquí.

—¿Ves como siempre nos corren de todos lados? —susurró Sophia.

—Hagamos un sindicato.


—No le mostrare mi pierna —negó Hershel.

Desde hace unos momentos el tal Milton se encontraba persistiendo con la idea de aprender acerca de la amputación realizada en el anciano.

O sea, si, era un avance extraordinario el descubrir que, al amputar la parte infectada, la enfermedad no tendrá el tiempo suficiente para esparcirse...pero aquel hombre se pasa de insistente.

—Es información importante.

—Acabo de conocerlo —Hershel esbozo una sonrisa—. Al menos invíteme un trago.

Después de un par de risas que se alargaron más de lo normal entre ambos hombres y después de que Sophia y yo dejáramos de observarlos como si estuvieran dementes, me encamine hasta encontrar a Andrea.

Me senté a su lado a una distancia razonable, después de todo, nunca fui realmente cercana a ella.

—Te estaban buscando hace un rato, después de lo de los caminantes. Les dije que igual te había atrapado y devorado uno de ellos, que no pasaba nada, pero no se han calmado mucho —conté.

—Me pregunto por qué será.

—¿Qué opinas de esto, lo de hablar con el gobernador? —pregunte en un débil intento de sacar conversación.

—Hablaran un rato sin llegar a un acuerdo y mañana darán la orden, sera así —dijo luego de un corto periodo en silencio—. Solo espero no estar aquí entonces.

Entrelace mi mano con la suya, el tacto la sorprendió más no se aparto.

—¿Por qué no vienes con nosotros? Ellos no se negaran —ofrecí, ya que lo que actualmente estaba sucediendo me daba mala espina.

—Tengo algo que saldar con Phillip —explicó con una sonrisa afligida en el rostro.

—Si nos vamos a la guerra el estará muerto en cuestión de días, entonces, no habra valido la pena —hablé, a lo que ella solo mantuvo su sonrisa sin parecer tomarlo en cuenta.

—Oye, ya nos vamos —avisó Daryl, quien caminaba hacia nosotras con prisa—. Adios, Andrea.

Me voltee hacia ella y después de repasar la idea en mi mente, la abrace rápidamente.

—Nos vemos luego.

—Nos vemos luego —respondió.

Ya caminando junto al ballestero, su paso descendió considerablemente, permitiendo que yo le siguiera el ritmo.

—¿Entonces si pararemos en el bosque? —inquirí, alegre.

—Pues no me queda de otra, de lo contrario tu y Sophia son capaces de atarme en un árbol a esperar —gruñó a la vez que rodaba los ojos.

—Nos conoces muy bien, felicidades. ¡Ya estoy saboreando la carne asada que haremos con las ardillas! —exclame con entusiasmo.

—¿Tu solo te despiertas para decir tonterías? —ironizó, bromeando.

Bueno, espero que este bromeando, por que si fuera el caso opuesto, lloro.

—Diría que esa es mi función en la vida, si.

Llegamos al auto, donde Sophia y Hershel ya se encontraban, el mayor abrió la puerta trasera para que pudiera entrar, posteriormente tomo el asiento del piloto y, finalmente, el auto comenzó a marchar.


Los bosques han sido siempre un lugar exquisito desde mi perspectiva, con sus secretos y oscuros remansos y encumbrados árboles.

Este, en particular, era sin duda un lugar con magnificencia digna de la descripción de un libro.

Hershel y Rick decidieron permanecer bajo la protección del árbol, esperando así después de todo poder descansar.

Caminaba al lado del dúo conformado por Daryl y Sophia, esta última cargaba con su arco y flechas de madera, cortesía de Dixon.

El sol se despedía, cálido y brillante, mientras que una nube de abejas contorneaban los arbustos y los diminutos capullos que yacían en ellos.

—Primero prácticas —dijo Daryl, observando a la rubia—, y después cazamos —indicó, viéndome a mí esta vez—. No quiero que se pierdan.

—De acuerdo —accedimos ambas.

—¿No quieres intentar con el arco tú también? —preguntó ella, enarcando ambas cejas.

—Si lo intentara, sería casi asegurado que alguno de ustedes dos acabaría con una flecha en la espalda: no tengo buena puntería.

—Eso supuse —comentó, para que al instante una sonrisa burlona se dibujara en su rostro—. ¿Y aun no extrañas a tu noviecito el Woody?

—¿Sabes que? Al final si quiero intentar con el arco, ¿y si te utilizo como objetivo? —repliqué, imitando su misma sonrisa.

—¡Soph, ya! —voceo el mayor, quien había finalizado de trazar un pequeño círculo en un árbol, simulando que este era el blanco.

Mientras ella se colocaba en posición, yo tomé una considerable porción de distancia, ¿quién sabe? Tal vez termine sin un ojo.

No sabía que tan buena era Sophia con la arquería ya que nunca la había visto disparar con un arco, usualmente salía con solo la compañía de Daryl a entrenar.

Uno, dos y tres flechazos. Dos apenas rozaron el árbol y el último logro quedar a pocos centímetros del circulo.

—Nada mal —animó Daryl.

Otro más, el cual llegó más cerca que el anterior.

Un flechazo seguido de otro, siendo este el que alcanzó a acertar, siendo replicado por el siguiente.

Y el siguiente también.

Ella logró acertar tres veces seguidas, se veía orgullosa de sí misma, y Daryl...bueno, el solo esbozó una sonrisa. Pero se que en el fondo está dando saltitos de felicidad, así como yo lo estoy haciendo ahora físicamente.

—¿Quieres continuar? —cuestionó el mayor.

—No, anden a cazar. Pronto oscurecerá —contestó la Peletier.

Entonces, después de revolcarme en el suelo varias veces con tal de que la desgraciada ardilla no me detecte, logre cazar cuatro de ellas con un corte limpio en sus ojos.

Si, el retirar el cuchillo de estos era nauseabundo, pero ¿qué se podía hacer?

—¿Cuántas? —interrogó Dixon, cargando con más de cinco ardillas, cositas de cazador experto. Hice el símbolo de "cuatro" con mi mano para responder a su pregunta.

—Antes de que lo digan, no, no me voy a comer eso —avisó Sophia.

—A ver, entre comer ardillas o no comer nada, ¿que prefieres? —comente.

—Morirme de hambre.

—¡Ya te he dicho que te acostumbras al sabor! —chillé.

—¡Y yo ya te dije que me da asquito! —se quejó, haciendo sonidos de vómito.

—Oigan, ya vámonos. ¿Segura que no quieres probar con el arco? —preguntó una vez más Daryl.

Bueno, no tengo nada que perder.

Tras un asentimiento por mi parte, Sophia me tendió el arco y las flechas y me dió un par de breves explicaciones, solamente lo básico.

—Si terminan sin una extremidad, no me disculpo —avisé, para después dejar salir la flecha.

Como ya esperaba, no rozo siquiera el árbol.

Fueron tres débiles intentos hasta que si que dió en un lugar, pero no en el objetivo.

—¡Un panal de abejas!

Después de un grito super masculino por parte de Daryl y los berridos de Sophia y míos, nos apresuramos a correr, huyendo de las minúsculas criaturas que amenazaban con hacernos daños.

Cuando la granja Greene aún era una granja y el granero no tenía caminantes, a los alrededores solía haber varios animales, incluidas, abejas. Una de esas tardes en las que jugaba con Beth, parecía ser que las habíamos molestado, dando como resultado varias picaduras.

Creanme, no es una experiencia bonita.

En el frenesí de la huida Sophia cayó al suelo siendo levantada por Daryl y yo por mi parte fui golpeada por varias ramas sobresalientes de árboles.

¿Por qué el auto ahora parecía tan lejos?

—¡Lo veo! ¡Rápido! —exclamó Daryl.

La puerta fue abierta y cerrada apresuradamente, mi garganta ardía y estaba tan seca que dudaba que un vaso de agua haría que aquella sensación desapareciera.

Las abejas, quienes nos habían seguido hacia ahí, rodeaban el auto mientras que Hershel y Rick nos observaban con expectación.

—¿Qué demonios sucedió ahí? —preguntó el último.

Daryl soltó una débil risotada, la cual pronto estalló en carcajadas por parte de todos los presentes.


Al descender del coche, fuimos recibidos por todos los sobrantes del grupo.

Y por supuesto, enseguida Carl se apresuró a correr hacia nosotros. En un principio Rick se abrió de brazos con una sonrisa esperando que el menor lo abrazara, aquella sonrisa desapareció de inmediato cuando este pasó de largo y se dirigió a mí, para esclarecer, yo estaba detrás del señor Grimes.

El abrazo de Carl fue asfixiante, pero como todos los demás que él me ha propiciado, lo correspondí con entusiasmo.

—Al menos disimula frente a tu papá, ¿no? —bromeé.

—¿Disimular el que?

—Nada, nada —respondí con una sonrisa seguida de un beso en la mejilla de Carl.

Mi próximo destino fueron mamá y papá, quienes me recibieron con un abrazo incluso más asfixiador que el de antes.

—Te juro que cuando vi que no regresabas estaba a punto de ir con el gobernador, aplastarlo y hornearlo hasta hacerlo galletita y dárselo de comer a un animal de por ahí —habló mamá.

—Siempre tan dócil —murmuró papá—, vamos dentro.


—¿Te gusta Carl? —preguntó Beth nada más entró a mi celda.

—¿Qué? ¿Cómo?

La pregunta me tomó completamente por sorpresa, no porque sea mentira, si no porque no note cuando la rubia entró.

—Si, te gusta —concluyó.

Pensé en negarlo por un instante, pero se trataba de Beth, y a ella yo no le ocultó nada.

—Si, pero no me gusta tanto —balbuceé—. Bueno, si me gusta mucho. Y no, no haré nada al respecto.

—Bueno, no tienes que hacerlo si no quieres —afirmó con una sonrisa en el rostro.

—¿No?

—Nop.

—¿Y no dirás nada de este pequeño enamoramiento que tengo con Carl, cierto? —interpelé con cautela.

—No, para nada...¡pero no dijiste que no podía cantar!



🎀 Word Count: 3463

₊✧⋆⭒˚。⋆
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──★ My 𝘀𝗽𝗮𝗰𝗲!! 🐍

Capitulo medio centrado en Rory y Sophia pq las quiero mucho y son mis protegidas. Diganme que captaron la referencia a Anne With an E.

Siento que he estado teniendo menos apoyo, JAJA, las cifras aumentan but en los ultimos caps que he publicado hay un declive 😭

O sea, el capítulo anterior (fearless) tardo en llegar a la meta de votos y de plano no llego a la de comentarios, por eso mismo baje la de este.

Ahh, ya pedi en una graphic shop el banner gif del proximo acto, cada acto tiene su color, hasta ahora (en orden) son amarillo, rojo y azul, agregaremos el morado para el siguiente y solo dire que se llamara como un track de guts (spilled) 🙀🙀 El q adivine el nombre se gana un Carl de cartón (real)

¡Los amooo y mil gracias por leer "Mastermind"! 📖💓

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