
«𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑺𝑰𝑬𝑻𝑬»
El viento helado soplaba con furia a las afueras de Aestimare. El gran ventanal que permitía que los escasos rayos de luz del mediodía iluminaran la cancha del salón de entrenamiento recibía golpeteos por la gran cantidad de copos de nieve cayendo.
Vitores y aplausos inundaban el salón cada vez que un joven golpeaba el suelo con su cuerpo, dándole así la victoria a su contrincante que celebraba pasar a la siguiente ronda.
La clase de combate cada semestre llevaba a cabo una exhibición con sus integrantes, donde se mostraban distintas técnicas de lucha y realizaban enfrentamientos amistosos.
— ¡Vamos, Jungkook! —animó Seokjin levantándose de la banca para poder ver más de cerca.
El elfo tomó de nuevo su puesto una vez observó como el pelivioleta derribaba a su oponente con una facilidad impresionante.
Todo el alumnado se encontraba en las tribunas alrededor de la cancha animando a su competidor favorito, exceptuando a Taehyung que permanecía con una mirada aburrida desde que llegó mientras su mejor amigo se mantenía aferrado a su brazo sin quitar la atención de la competencia, y animando... básicamente a todos los competidores.
— He visto como te ha echado miraditas desde hace rato —murmuró el sílfide reforzando el agarre en el brazo del contrario.
Hoseok apartó rápidamente la mirada al hacer contacto visual con Jimin, pues este último permanecía con los ojos entrecerrados observándolo fijamente como si lo estuviera juzgando.
— Jimin, deja de ser melodramático —sonrió divertido observando a su amigo.
— ¡Estoy hablando en serio! Míralo —se quejó señalándolo—. Aish, ya apartó la mirada de nuevo.
— Park Jimin, relájate. —insistió apretando los mofletes del peliazul con ternura—. No le prestes atención, no me molesta.
El chico alado estuvo a punto de replicar al notar la despreocupación de Taehyung, pero decidió ahorrar saliva y guardar silencio, por supuesto que sin despegarse ni un centímetro del azabache.
...
Si no fuera porque es obligatorio asistir a este tipo de exhibiciones extracurriculares, estaría ahora durmiendo en la comodidad de mi habitación. —refunfuñó Yoongi.
El castaño que permanecía a su lado asintió dándole la razón al licántropo.
— ¡De qué hablan! Jungkook está en la competencia, deberían estar animándolo. Su falta de entusiasmo es una vergüenza —replicó Seokjin con evidente molestia.
Ambos compañeros pusieron sus ojos en blanco para luego dejar escapar un bufido cansado.
— Seokjin ¿no tienes hambre? ¿podrías traernos algo? —preguntó el pálido.
El mayor jadeó con indignación dispuesto a negarse, pero siendo interrumpido a sí mismo al escuchar un gruñido proviniendo de su estómago.
— Iré, pero es porque yo también tengo hambre. Y no despeguen su vista de Jungkook, no quiero perderme nada —comentó antes de retirarse del salón.
Para su buena suerte, cerca de las entradas del Salón de entrenamiento, se encontraban pequeños puestos de comida, por lo cual el rubio no tardaría mucho en conseguir unos bocadillos y volvería antes de que su amigo empezara la siguiente ronda.
— Seokjin, hola. —saludó Namjoon, quien recién se encontraba ingresando a la cancha.
— Hola —respondió deteniendo sus pasos—. ¿Recién vienes llegando?
— Oh, no. Sólo fui al baño por un momento.
El elfo asintió dispuesto a retomar su camino antes de que una mano sujetara su muñeca. Y elevando una de sus cejas dirigió su mirada al platinado, observando como este soltaba su muñeca de forma inmediata.
— Pensaba ir a dar una vuelta cerca del bosque —habló otra vez el mago—. ¿Quieres venir? —preguntó en voz baja.
El elfo estuvo a punto de reírse por la cómica propuesta, hasta que se percató de que Namjoon hablaba en serio.
— ¿Por qué? —cuestionó sintiéndose extrañamente ansioso—. Quise decir... esta exhibición es de asistencia obligatoria, así que no creo que...
— Apenas serán unos pocos minutos, nadie se dará cuenta.
Seokjin ni siquiera estaba seguro de por qué estaba dudando, debería tan sólo negarse a la invitación, pero por alguna razón... quizás prefería pasar algo de tiempo afuera para despejarse. Sí, eso, no tenía nada que ver el que Namjoon fuera su acompañante, sólo quería tomar un poco de aire, eso es todo.
— ¿No puedes ir solo?
Se golpeó mentalmente antes de soltar aquella pregunta, tal vez había sonado un poco brusco; culpen a sus nervios.
— Supongo que sí, pero no sería muy divertido —respondió encogiéndose de hombros—. ¿Te desagrada demasiado la idea de tenerme cerca?
— No es eso, es que...
— Seokjin... no quiero retrasarme más ¿quieres ir o no?
«Di que sí, di que sí» suplicó para sus adentros mientras intentaba mantener su semblante lo más tranquilo posible.
— Si sólo son unos minutos, creo que está bien...
— ¡Perfecto! —exclamó con entusiasmo.
El peliplata tomó el brazo del elfo y lo arrastró hacia una de las esquinas vacías del salón.
— ¿Qué estás hac--
El mayor se interrumpió a sí mismo al ver como un vórtice de humo envolvía el cuerpo de ambos.
Casi cae de bruces al sentir la falta de equilibrio en sus pies, sobre ahora la blanca nieve.
— ¡Odio que hagas eso! —alegó sintiéndose mareado—. La próxima vez avisa.
— No pareces el chico que la última vez prefería teletransportarse, antes que caminar hasta el instituto.
— En mi defensa, estaba muerto del frío... y aun así me hiciste caminar —refunfuñó observando como ahora el peliplata se alejaba unos pasos—. ¿A dónde vas? —cuestionó.
— Ya lo verás —sonrió dándole la espalda—. Te encantará, te lo aseguro.
El de cabellos platinados sacó una varita de su túnica, para luego moverla en el aire en diferentes formas geométricas bajo la atenta mirada de Seokjin.
Un rectángulo dorado resplandeciente empezó a formarse desde el suelo, aumentando su tamaño de a poco hasta formar lo que lucía como una simple puerta de roble.
A continuación la puerta fue abierta por el mago, permitiendo así que el elfo lograra divisar el interior.
Los ojos de Seokjin se abrieron con sorpresa y sus labios se hicieron en una pequeña "o", al observar el paisaje que se hallaba detrás del trozo de madera.
Un amplio valle de flores silvestres de majestuosos colores se extendía bajo un cielo azul pálido, acompañado de esponjosas nubes blancas. Es lo poco que logró vislumbrar el rubio antes de que Namjoon hiciera un pequeño ademán con su cabeza invitándolo a cruzar la puerta junto a él.
La fresca brisa chocaba contra sus mejillas, haciendo que sus ojos se cerraran disfrutando del entorno y de las melodías del dulce canto de los pájaros que inundaban el lugar junto al sonido del agua fluyendo.
Al abrir los ojos, estos se encontraron con una amplia y espumeante cascada cayendo a un bello arroyo cristalino.
«¿Dónde estaba el cielo opaco cubierto de nubes grises, y aquél clima helado, en el que había estado hace unos minutos atrás?»
— ¿Te gusta? —inquirió el mago, sacando a Seokjin de su ensoñación.
El mencionado parpadeó unos segundos, fijando ahora su atención en el menor.
— Este lugar... es precioso —admitió con una gran sonrisa—. ¿Por qué me invitaste a mí? —preguntó un poco más serio.
— No pensé en alguien a quien le podría gustar más este lugar que a ti.
— Podrías haber traído a Jimin, seguro le habría gustado —comentó recibiendo un bufido del contrario.
— Deja de darle tanta vueltas, ya estamos aquí, qué más da. —dijo tumbándose desde espaldas sobre el césped.
Namjoon observó unos segundo al chico que aún permanecía de pie, para después dar unos golpecitos con su mano a su lado invitándolo a tomar lugar a su lado.
El rubio vaciló unos segundos antes de imitar la acción de su compañero, tumbándose junto a él. Por supuesto que manteniendo una distancia considerable.
— ¿Qué se supone que haremos entonces?
— Observar las nubes. —respondió recibiendo una mirada de confusión por parte del mayor—. Es divertido buscarles formas, inténtalo. Mira esa de ahí parece una ballena. —señaló con su índice hacia el cielo.
— No le veo la forma —comentó fijando su mirada donde el platinado señalaba.
— Claro que sí. Sólo debes inclinar la cabeza un poco y entrecerrar tus ojos.
Seokjin imitó la acción indicada, dejando escapar una pequeña risa.
— Creo que es una ballena algo abstracta —comentó divertido.
— Ahora intenta tú hallar una figura, cualquiera —dijo más animado.
— No soy bueno para esto, Namjoon —rodó los ojos al ver la insistencia en la mirada del menor—. Está bien, lo intentaré... ¡Ahí! —señaló—. Parece un algodón de azúcar.
— ¡Eso no se vale! —protestó.
— ¿Cómo de qué no?
— Todas las nubes lucen como algodones, intenta usar más tu imaginación.
El elfo hizo sus labios en un ligero mohín, para luego desviar su mirada de nuevo al cielo.
Una sonrisa ladina se coló en los labios de Namjoon mientras observaba como la mirada inquieta de Seokjin iba de un lado a otro, y sus cejas se fruncían debido a los rayos de sol que se asomaban detrás de las nubes.
Le gustaba como sus ojos se achinaban cuando sonreía.
Le gustaba como sus cabellos rubios lucían más dorados con la luz del sol.
— Namjoon.
Le gustaba el tenue rosa natural que cubría sus mejillas.
— Hey, Namjoon.
Le gustaba cuando sus ojos color avellana lo miraban fijamente.
«¿Mirándolo fijamente?»
El mago parpadeó varias veces saliendo de su trance, al ver como la mano de Seokjin se agitaba repetidas veces frente a él.
— Namjoon, ¿sigues ahí?
— Y-yo, sí. Sigo aquí, lo siento... estaba pensando —explicó de manera torpe sintiéndose expuesto.
— ¿En qué pensabas?
«En ti». dijo mentalmente sintiendo como la vergüenza empezaba a colorear su rostro.
— Nada en concreto. ¿Me estabas llamando?
— Sí, te decía que iba a explorar un rato el lugar. Puedes seguir viendo las nubes o dormir, como prefieras —mencionó sentándose.
Tan pronto como Seokjin se puso de pie se escuchó un chapuzón de fondo.
Su pie se había encontrado con una pequeña roca haciéndolo tropezar, y como ya sabemos terminar empapado en el arroyo.
La escandalosa carcajada de quien presenció aquella escena resonó en medio del silencioso paisaje.
— No puedo creer que te hayas tropezado con una insignificante piedrecilla —dijo conteniendo la risa—. Esto me trae recuerdos.
— Sólo que la primera vez, tú tuviste la culpa —refunfuñó—. ¡Deja de burlarte y ayúdame a salir de aquí!
Namjoon sonrió burlonamente mientras asentía, colocándose ahora de pie para ayudar al elfo.
Al tomar la mano de Seokjin pudo sentir como la fuerza del contrario lo halaba en dirección opuesta, haciendo que a su vez cayera también al arroyo.
— ¡Eso lo hiciste a propósito! —espetó sacando su cabeza del agua, siendo otra vez hundida por unas manos en su cabeza—. ¡Hey! —tosió logrando tomar otra vez aire.
— Te lo merecías —argumentó cruzándose de brazos—. ¿Ahora ya no es tan divertido? ¿Cierto? —preguntó con altivez.
Los ojos del rubio se cerraron con fuerza al sentir como la fría agua impactaba en su rostro. Para luego abrirlos observando al menor sonreír satisfecho.
— Me las pagarás —alegó antes de rodear la cintura del rubio con sus brazos.
Seokjin soltó un pequeño gritó al verse cargado acuestas en el hombro del mago, quien empezó a dar vueltas con él, sin soltar su agarre. Mareando un poco al rubio, el cual no paraba de quejarse mientras pataleaba haciendo que gotas de agua salpicaran por todos lados.
En medio de los forcejeos y posibles intentos de ahogo, no faltaron las risas inundando cada rincón del lugar.
No pregunten cómo, pero Seokjin no estuvo seguro en que momento sus brazos se encontraron abrazando el cuello de Namjoon, al igual que sus piernas rodeando las caderas ajenas.
Sus ojos se conectaron por un instante que parecía ser interminable, a lo que sus sonrisas iban desapareciendo poco a poco, sintiéndose completamente absortos de todo a su alrededor.
Namjoon estuvo a punto de poner distancia entre ambos, pues temía que al mayor pudiera molestarle aquella cercanía. Pero una leve caricia en su mejilla y un par de lindos ojos puestos en él, lo hizo reconsiderarlo.
Por alguna razón el rubio no podía apartar su mirada del rostro de Namjoon, de sus espesas cejas, y de esos adorables hoyuelos. Sonrió para sus adentros al acariciar con sus pulgares aquellos pequeños pozos en las mejillas contrarias.
Los ojos del menor se abrieron de par en par y por un momento sintió que su corazón se detuvo al sentir los labios ajenos posados sobre los suyos.
Fue un beso tan corto que ninguno logró procesar, antes de que SeokJin se separara abruptamente, sintiéndose desconcertado por su repentina acción.
El elfo bajó su mirada sintiendo como la vergüenza empezaba a invadirlo y su corazón empezaba a golpear con fuerza.
— Lo siento... y-yo... —dijo Seokjin sintiendo sus labios temblar—. Yo no sé por qué...
Y sus palabras fueron calladas al sentir como esta vez los labios de Namjoon atrapaban los suyos con más posesión, a lo que afianzaba sus brazos alrededor de su estrecha cintura.
Sin ninguna objeción el mayor se dejó ser, y gustoso siguió el beso que de a poco iba aumentando la intensidad.
A Namjoon le gustaba como Seokjin acariciaba su cabello con sus delgadas manos.
Le gustaba lo suaves y esponjosos que eran sus labios.
Le gustaba la calidez que su cuerpo desprendía.
Le gustaba...
Le gustaba Seokjin.
Le gustaba, y mucho.
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