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𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 22;

𝒢𝓎𝑒𝑜𝓃𝑔-𝒽𝓊𝒾

Sentía como si estaba soñando. Parecía uno de esos sueños tan buenos que solo pasan cuando estás a punto de despertar, aquellos en donde tu eres la protagonista principal y aún dormido puedes compartir las emociones con esa imagen en tu cabeza. Me sentía envuelta en una loca atmósfera de cariño y felicidad, era totalmente indescriptible y aún más loco cada vez que lo pensaba. Solo habían pasado pocos días desde que empecé una amistad con Jimin, y desde entonces no he hecho más que sonreír.

Es todo un caballero, de aquellos que te jalan la silla para que puedas sentarte, de los que te abren la puerta para subir al coche, era de los que esperan a que entres a casa después de salir. Me encontraba completamente deslumbrada por su personalidad y por la sencillez con la que hablaba, su manera de ver la vida era increíble y podía sentir que cada palabra que salía de su boca era como sabiduría. Había reído más con él estos días de lo que alguna vez lo hice en los últimos meses. Era todo lo que una mujer necesitaba, lástima que sentía que para mi era un poco tarde.

Desde el día que nos encontramos en casa de Namjoon solíamos mirarnos diariamente. Tuvimos una primera cena donde él cocino todo. Lo mejor que he comido a decir verdad. Me mostró un poco de su trabajo y mientras explicaba el proceso de creación de un cuadro yo me deleite viendo cada obra que tenía en si pequeño estudio. Me contó mucho de su vida esa primera noche.

Al día siguiente planeamos ir a una galería de arte rústico, preferí verlo a él. No entendí ni una sola pintura pero me encantaba ver la luz que sus ojos proyectaban cuando estaba analizando los trazados. Era como magia y se sentía diferente.

El día después lo acompañé en su casa, mientras el pintaba un pequeño cuadro lleno de flores, yo estaba tranquilamente observando su dedicación y la manera tan suave en la que movía el pincel. Esa noche descubrí que mi querido amigo tenia fanatismo por el nudismo. Encontré un pequeño cuaderno de bocetos en donde todos los cuerpos estaban desnudos, había de todo tipo, tamaño y forma. Incluso podías ver edades diferentes. Le pregunté sobre ello y el solo me dio una pequeña sonrisa que podía prometer mucho y nada. Tan sexy y natural.

Me habló de su familia y de lo que hacía en Francia, me dijo de su trabajo como fotógrafo y también me contó de unos pocos amoríos que tuvo con una que otra francesa. Me reí porque él parecía divertido contando como todas estaban un poco locas.

La siguiente noche lo lleve a mi casa e hicimos palomitas de maíz y horneamos galletas. Por primera vez una galleta se me quemaba y podía culparlo por ello. Me distrajo hablándome de sus tantos viajes que ha hecho por el mundo. Me habló de Israel, según él, el pais más hermoso donde ha estado. Me contó una historia. También me declamo un poema. Fue demasiado pero para nada forzado. Toda conversación con él era tan cómoda que no dejábamos de hablar, incluso después de que cada quien se iba a su casa, por mensajes solíamos hablar aún más. La última noche me hizo facetime y en algún punto me quedé dormida después de que él estuviera tocando el piano.

Justo ahora no podía pensar en algo que no fuera en la amabilidad y sencillez con la que iban las cosas, no me importaba decir que Jimin era como un ser mágico dispuesto a salvarme porque desde que él está cerca son pocas las veces en las que siento la necesidad de llorar por lo que había pasado, ya casi había olvidado el sabor de los besos de Jeon, ya casi eran fugaces. En cambio, ahora empezaba a sentir hambre por unos nuevos labios que eran seducturos y estaban llenos de honestidad y ternura.

Sonreí y miré el reloj que estaba en mi pared. Esperaba a Jimin porque necesitaba disculparme.

Anoche mientras él y yo vagabamos por mi casa, me preguntó sobre mi antiguo novio o la razón por la que algunas veces parecía estar ausente. Me dijo que podía hablarlo con él, pero le ignoré. Cuando preguntó por segunda vez le grité.

Pero no podía decirle que un hombre me había roto el corazón de esa manera, Jimin podía pensar mal de mi al escuchar que estuve en una relación de una noche con alguien, no quisiera que se aleje.

Era viernes, eso significaba que había una nueva receta nueva de pastel. Jimin seria el catador y mientras lo probaba tenia que escuchar mi disculpa. Solo hacían falta unos minutos para que viniera, el postre ya estaba listo y mi corazón también. Revoloteaba un poco y me sudaban las manos.

Volví a sumirme en mi lectura de todas las noches. Sensatez y sentimientos era un buen libro, completo, lleno de vida y emociones que me recordaban que a veces en la literatura también se expresaba un poco de crueldad. Marqué el libro entre el capítulo quince cuando escuché la campana de la puerta de mi pastelería.

— Buenas noches, Hui — la suave voz de Jimin trajo tranquilidad a mi corazón. Fue una caricia demasiado suave — ¿Por qué no hay clientes?

— Los he echado fuera — le dije bromeando — Les dije que mi amigo 'el pintor famoso' venía esta noche.

— Que lástima, pudieron haber sido material para un próximo cuadro — le miré dudosa — Los artistas ven potencial incluso en un charco de lodo. Una pastelería con clientes en sin duda un escenario digno de admiración.

— Pintame a mi entonces — le dije indignada. Supongo que fue un error porque a Jimin se le iluminó el rostro y sonrió — Solo bromeo.

— ¿Posarias para un cuadro? — preguntó serio.

— ¿Yo? — asintió — Soy la persona menos indicada para ello, no puedo estar quieta por más de un minuto, así que a menos de que quieras una versión distorsionada, lo dudo mucho.

— Hay maneras de hacer que estés quieta.

— ¿Cuáles?

— Sí te ato de pies y mano dudo mucho que puedas moverte. Piénsalo.

— Otro día mejor.

Reí nerviosamente y me acerqué a él para tomarlo de la mano y llevarlo hasta una mesa con dos sillas. Le indiqué que tomara asiento mientras me preparaba mentalmente para mi disculpa.

— El día que hoy quiero que seas un catador — le dije en voz baja — Tu paladar es honesto.

— ¿Cómo lo sabes?

— Me dijiste que mis galletas estaban quemadas cuando apenas y se miraban un poco más doradas.

— Ah. Sabían amargo.

— Es por eso que te necesito.

Le sonreí y me alejé para ir a buscar el pastel y un vaso con agua helada. Serví el postre en un plato de vidrio transparente con pequeñas decoraciones blancas al rededor. Olía exquisito. Caminé de regreso a donde Jimin y puse el postre frente a él.

— Es una receta nueva. Ni siquiera yo le he probado — me miró dudoso y después d eructar los labios sonrió — También e una disculpa.

Le di un tenedor y el empezó a partir el postre. El relleno de color naranja que tenía en el centro se derramó.

— ¿Por qué?

— Te grité el otro día — me senté frente a él — No estuvo bien.

— Hui, no me enojé, sin embargo me gustaría que sientas la libertad de contarme todo aquello que te duele — Soltó el tenedor justo antes de llevarlo a su boca y tomó una de mis manos — Me gusta escucharte y aunque se que eso es privado espero y me lo digas algún día.

— Preferiría dejarlo en el pasado — le soje cansada — Es un tanto nulo hablar de ello.

— Ignorar la situación no te hace bien.

No dije nada. Él entendió mi silencio y volvió su atención al tenedor con el pedazo de pastel. Se lo llevó a la boca y mis ojos se maravillaron al ver la suavidad con la que lo hacía. Era tan tranquilo y tan bueno poder ver como lo hacía. Jimin era alguien elegante por sí solo, pero se veía demasiado bien incluso comiendo. Escuché el gemido que salió de su boca cuando empezó a masticar, fue de pura satisfacción. Eso me tranquilizó. Yo no podía despegar mis ojos de su rostro, era demasiado bueno como para dejar de verlo. Era la primera vez que alguien comía de esa manera uno de mis pasteles. Otro gemido y esta vez funcionó los ojos, y mientras los segundos pasaban su mirada cayó sobre la mía.

— Joder, Hui. Esto está buenísimo — Volvió a meterse otro bocado y siguió haciendo ruidos de satisfacción y a menear la cabeza — Me gusta la canela. Es lo único que he podido distinguir. ¿Qué más lleva?

— Termina de comerlo y te digo.

Asintió gustoso y mientras le observaba otra vez, él me extendió una pequeña caja de color azul sobre la mesa.

— Lo vi y pensé en ti — me dijo con la boca de llena.

Abrí la pequeña caja y me encantó la pequeña figura que encontré dentro.

— La primera vez que estuve en tu casa me di cuenta de que sueles colectar pines de acero. Los vi en tu cortina. También descubrí que tu temática favorita son las ciudades del mundo — lo miré mientras sonreía — Un pequeño coliseo que encontré en una tienda hoy. Añádelo a tu colección. Cuando vuelva a ir me aseguraré de que lo has puesto.

Observé el pin una vez más y después levanté la mirada, justo a la calle. Mi corazón casi se detiene cuando vi el rostro de Jungkook del otro lado del vidrio. Me miraba tan profundamente y sentí terror de tener que escuchar otra vez su voz y volver a lo que una vez sentí. No quería que eso pasara. Después de unos eternos segundos se fue, y pude sentir tranquilidad. Su auto negro se alejó de la calle a una velocidad indescriptible y casi muero de angustia. ¿Qué diablos hacia aquí?

— ¿Gyeong-hui? — Jimin llamó a mi nombre — Pareces en otro mundo.

— Lo siento, eso suele pasarme.

— Bueno mientras tu estabas en otra dimensión yo ya he acabado mi postre — miré su plato vacío y sonreí — Hay algo que quiero proponerte.

— ¿Qué?

— Necesito que seas mi musa — me dijo — Necesito pintarte con desesperación.

— ¿Qué?

— Necesito que seas buena chica y que me dejes observar cada línea de ti.

— No. Tu estas loco. No puedo hacer eso...

— Te lo ruego — su cara daba un poco de conmoción — Es que eres perfecta — iba a protestar pero me interrumpió — Piénsalo.

— Jimin... — me rogó con los ojos — Bien, me lo pensaré.

Sonrió satisfecho.

— Ahora dime de qué era el postre — sonreí. Jimin era muy persistente y muy coqueto.

— De mango.

Su cara cambió de repente y puedo jurar que cambió de color.

— ¿Mango? — preguntó dudoso. Asentí — ¿Sabes lo mucho que odio el mango?

— Gemiste mientras te comías el postre — le recordé con los ojos entrecerrados — Mentiroso.

— Odio el mango, y tú la mujer que conozco de apenas unos días me ha hecho comerlo e incluso gemir, ¡Por Dios!

Sonreí y él hizo lo mismo.

°

Por la noche llegué a casa con mucho en la cabeza, no sabía por dónde empezar a ordenar mis pensamientos.

Primero, Jungkook en frente de mi pastelería. Eso era loco porque se suponía que él no quería verme y que había cortado cualquier tipo de relación conmigo.

Segundo, Jimin y su propuesta. Tampoco estaba muy segura de esta, sin embargo no me era tan difícil de decidir.

Para lo primero no tenía respuesta o explicación...

Para lo segundo todo estaba claro. Posaría para Jimin.

Mientras pensaba en ello me llegó un mensaje de un número desconocido.

"Tenemos que hablar"







°
Volví. Espero y les haya gustado. Jungkook es muy nefasto por cierto.

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