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𝒞𝒶𝓅𝒾́𝓉𝓊𝓁𝑜 14;

𝒥𝑒𝑜𝓃 𝒥𝓊𝓃𝑔𝓀𝑜𝑜𝓀

Mi mente había perdido la relación con el tiempo y esto se debía a que Gyeong-hui no me hablaba. No sabía de ella, desde hace una semana, no respondía a mis correos y mis llamadas eran completamente ignoradas. Sabía bien que estaba enojada por lo del último día que nos vimos, y que probablemente ella quería una disculpa, pero tendría que esperar sentada porque eso no iba a suceder. Yo no había hecho nada malo, ella se inventó todas esas cosas en su cabeza e incluso cuando yo trataba de que entendiera que todas esas películas que se imaginaba en su mente eran solo eso, ella hacía de la vista gorda y de oídos sordos y no comprendía nada.

Sabía que ella habia estado viniendo a trabajar, porque ella misma se encargaba de hacerse notar, pero dado que no tenía permitido subir a mi planta, jamás cruzamos una sola palabra. Ya trataría de solucionar eso.

Mientras estaba revisando unos documentos de confirmación para la apertura de mi hotel, Kim Namjoon entró por la puerta de mi oficina con cara de pocos amigos.

— Eres un imbécil — dijo tan pronto como entró — Quería decírtelo desde antes pero no había tenido tiempo.

— ¿Se puede saber a qué viene tu afectuoso saludo? — pregunté con ironía, retandolo con mi mirada porque él estaba de la misma manera.

— Te haré solo una maldita pregunta — dijo con vehemencia — ¿Ya le has pedido disculpas a Gyeong-hui? Digo, ser un completo imbécil y no ir a su cumpleaños está muy jodido.

— ¿Tú como sabes eso?

— Responde la maldita pregunta, Jungkook — torcí los ojos. De un tiempo para acá, Namjoon ha estado siendo un pequeño dolor de bolas.

— No. No tengo nada porqué disculparme.

Namjoon suspiró.

— Ella se ha hecho muy amiga con Sol-i, lo cual es bueno teniendo en cuenta que mi esposa tiene problemas para hacer amigas. La cosa es que estuvo parloteando durante una semana todo lo que tenía planeado apara "esa" noche. Y la jodiste.

— Dentro de nuestro acuerdo no están las fiestas de cumpleaños.

— ¿No puedes saltarte esa regla?

— Nunca me salto ni una sola regla — le dije muy seguro.

— ¿Sabes? El día que te des cuenta de toda la mierda mala que estás haciendo te vas a arrepentir, porque de hecho te estás equivocando mucho.

— Ese día no va a llegar. ¿Te importaría cambiar de tema?

Ya estaba cansado de discutir de la misma mierda. Todo eso era un círculo en el que Namjoon no podía entrar porque yo no me metía en lo más mínimo en su relación, porque de hecho no me importaba. Pero yo aquí estaba, escuchando un montón de estupideces sobre porqué debería tratar mejor a la mujer con la que hice un trato donde eso no estaba incluido.

— Bien... — dijo con resignación — Supongo que ya sabes que tienes que viajar este próximo fin de semana para revisar el avance de la obra, ¿cierto?

— ¿A dónde quieres llegar?

— Tu cumpleaños es el sábado y quieres trabajar ese día. Eres verdaderamente un caso especial.

— ¿Y qué diablos quieres que haga? ¿Una jodida fiesta con payasos y una piñata? Jorder, Namjoon. Que ya tengo veintiséis años.

— Llévate a Gyeong-hui al viaje. Te aseguro que lo pasaras mejor.

— ¿Se te ha salido un tornillo? Estás loco. No voy a hablar más de eso.

— Haz lo que quieras, cuando vengas a llorar porque Gyeong-hui ha encontrado a otro, te vas a arrepentir.

— ¿Y quien será ese otro? — pregunté con burla.

— Sol-i dijo que si no espabilabas, le presentará a tu hermano — él sonreía con burla — Y se que eso te jodería mucho.

— Adelante, ese imbécil no se atrevería a hacer nada.

— Ya lo veremos.

Namjoon se sentía tan seguro de lo que podía pasar, de la misma manera en la que yo me sentía seguro de que mi preciado hermano no tocaría a nadie que alguna vez estuvo conmigo, sobre todo porque teníamos una regla.

En el instituto solían siempre gustarnos las mismas chicas, pero estas por alguna razón siempre venían hacia mi, no importaba lo dulce que era él, al final la victoria era mía. Y eso no había cambiado ahora.

Me tomó una hora sacar a Namjoon de mi oficina, después de prometerme que iba a pensar llevara a Gyeong-hui conmigo en el viaje, pero eso significaba que tendría que escucharla hablar durante mucho tiempo y que probablemente me exigiría dormir con ella, lo cual no me gustaba porque tenía la fea costumbre de abrazarme y eso me hacía sentir malditamente sofocado. Obviamente la respuesta seguía siendo no, ella no iba a ir conmigo, pero Namjoon no iba a parar de hablar si no le decía que lo iba a pensar.

Traté de terminar un poco de trabajo pero después de solo cuarenta minutos de haber empezado tuve que llamar a mi secretaria para pedirle la información de Gyeong-hui, necesitaba saber donde vivía porque no iba a permitir que ella tuviera la última palabra, sobre todo porque no me parecía correcto que terminara conmigo por una bobada como esa. Un cumpleaños no era la gran cosa, yo llevaba celebrando el mío solo por casi una década. Así que no era la gran cosa.

Además, si en sus planes estaba ir a los brazos de otro hombre solo por una pequeña discusión, tenía que recordarle a quien le pertenecía.

Después de que guardé la dirección me dispuse a buscar mi chaqueta y después salir, no sin antes asegurarme de que tenía condones en mi bolsillo, porque algo me decía que ella no era de esas que guardaba condones en su mesa de noche. Si lo que ella quería era una disculpa, pues la tendría, pero a mi estilo. Osea, con sexo.

°

Me tomó cuarenta y cinco minutos llegar hasta donde ella vivía, era un barrio demasiado poblado con puestos de comidas en las afueras, demasiado pintoresco comparado con la seriedad que rodeaba mi condominio. Definitivamente ella y yo eramos dos personas demasiado diferentes, porque yo no podría vivir aquí, solo pensarlo me daba un poco de corte.

Según, ella vivía en el séptimo piso, subí el ascensor y a pesar de que por fuera el edificio era terrible, por dentro no estaba tan mal, aun así, seguía sin gustarme.

Toqué a su puerta y no se escuchó nada por al menos dos minutos, hasta que volví a tocar y la puerta del otro lado se abrió.

— La vecina no está — dijo una señora con un gato en sus brazos — A esta hora siempre sale a correr.

— ¿Tarda mucho? — pregunté.

— No tanto. Pero si quiere puede entrar — levanté una ceja — Ve esa planta que esta allí — señaló a una pequeña macetera con una flor blanca — En la parte de abajo tiene escrito el código de entrada.

La miré sorprendido.

— Dado que vive sola, ella lo hizo por si acaso no la vemos salir durante muchos días. Quien sabe, talvez lo hace por si algún día muere allí dentro.

Sentía que ya había escuchado mucho de esa mujer. Me preguntaba cómo Gyeong-hui era tan estúpida para dejar su código de entrada en una jodida maceta. Le di la espalda a la mujer y busqué el código.

— ¿No es un asesino, cierto? — preguntó con cara de arrepentimiento luego de haber dado mucha información.

— No.

— ¿Un psicópata?

— Depende.

— Oh, supongo que es usted quien la trajo el otro día — extrañado la miré mientras ponía el codigo — Si van a hacer cosas sucias asegúrense de no hacer mucho ruidos, que una aquí no tiene con quien divertirse.

Bueno, eso había sido mucho. La ignoré y entré.

El apartamento se miraba mucho como Gyeong-hui. Tenía muchas cosas y un montón de flores secas en una esquina, además de una pila de discos y al lado un toca discos, obviamente. Avancé hasta la sala y después de querer ir a su habitación me tope con una pared llena de fotos, en donde curiosamente había fotos de nosotros. En todas yo estaba dormido y ella sonreía posando media desnuda, con las mejillas sonrojadas. Todas las tomó durante las pocas noches que había pasado con ella, molesto, las tomé y cuando estaba por romperlas la puerta se abrió.

— ¿Jungkook? — me di la vuelta y la encontré con los brazos cruzados — ¿Qué haces aquí? ¿Cómo diablos entraste?

— Viendo que aún no entras en razón — levanté una de las imágenes con mi mano — ¿Quién te dio permiso de tomarlas? — Ella se sonrojó — Y eres muy mala con la seguridad.

— Dámela — se abalanzó contra mi pero aprovechando mi altura impedí que tomara la fotografía.

Frente a ella, viéndome con ojos furiosos la rompí en muchos pedazos, esperando que quedara claro que no era de mi agrado.

— ¡¿Qué has hecho?! — preguntó enojada gritando.

— Tratar de dejarte claro que no puedes hacer estas cosas deliberadamente — me sentía enojado al mismo punto que ella — ¿Lo entiendes?

— Jódete y vete de mi casa.

— ¿Eso quieres?

— Largo, no volveré a dormir contigo — me reí porque sabía que ella jodidamente estaba mintiendo.

— Ya lo veremos — sus ojos estaban con furia mientras me veía, los pedazos de la foto estaban en el suelo y por alguna extraña razón esto me excito.

— Iré a bañarme, espero que cuando salga ya no estés en esta sala. Imbécil.

Me dejó solo, demasiado duro y con ganas de vengarme de ella. Sonreí y la seguí.

Despacio caminé hasta el baño, cuando ella se desnudo y se metió a bañar, la tomé de la cintura y la pegué a mi espalda, sin importarme si mi traje de diseñador se echaba a perder.

— Escúchame bien, Gyeong-hui. Tú no tienes el control de esto — moví una de mis manos hasta su rostro y lo giré a mi — Vine a disculparme.

Ella suspiró.

— Pero a mi modo...

La alejé de mi y me miró expectante hasta que me quité toda la ropa.

— Siéntate en el banco y extiende las piernas. Ahora mismo te diré porqué no puedes ignorarme.

— Si lo dices así pensaré que te gusto.

— Me gusta el sexo contigo, nada más.

Ella me miró durante unos segundos y se sentó en el banco, obedeciendo a lo que yo le había dicho.

°

Regresé a mi casa pasada la media noche, después de casi volverme loco porque la Gyeong-hui que detestaba había vuelto, es decir, esa que hablaba mucho y que hacía muchas preguntas.

Ni siquiera pasó por mi mente preguntarle lo de la isla Jeju, no podía hacerlo, prefería aburrirme comí una ostra y no estar con ella.

Después de llegar a casa me vestí y saqué del bolsillo de mi saco, una de las fotos que había bajado de la pared. Ella estaba sobre mi pecho desnudo sonriendo, pensé en tirarla pero la puse dentro de un cajón en mi oficina. Era de madrugada y no podía dormir, alguien tocó la puerta de mi casa y extrañado fui a abrirla.

Hubiera preferido no haberlo hecho. Minha y toda la mierda que yo creía haber dejado atrás habían vuelto una vez más.

— Buenas noches, Jungkookie. ¿Me extrañaste? — sostuve la puerta fuertemente y apreté mis nudillos, conteniendome de cometer un asesinato.

— ¿Qué haces aquí?

— No respondiste a mis llamadas, y sabes que detesto eso — quise cerrale la puerta en la cara — Sabes que nunca podrás librarte de mi.

— ¿Qué te hace pensar eso?

— Sigues siendo tan tonto. Cuéntame, ¿la mujercilla con la que estás ahora te lo hace tan bien como yo? La he visto, y no está tan buena.

Sentí asco y repulsión en ese momento. Ella me provocaba querer cometer un asesinato. Minha era una mancha negra para mí, alguien que no planeaba siquiera saludar alguna vez, pero por razones altamente desafortunadas ella estaba aquí, torturandome y llevando mi alma de nuevo al infierno que viví con ella.

Habían heridas que nunca iban a poder ser curadas.

Dolor, angustia y soledad, eran las únicas cosas que pasaban por mi mente al mirar sus ojos.

°




Espero les guste. La cosa ya va tomando forma.


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